Evangeline se encontraba en una posición inusual, nunca le había pasado algo similar. Sin embargo, no se mostraba temerosa. No solía temer a nada ni a nadie, y en esa ocasión, aunque la situación era cuestionable, no sintió siquiera una pizca de inquietud, pues la presencia de Ricardo le daba una falsa seguridad. Se confiaba pensando que, quizás, solo quizás, mientras él estuviera allí, nada malo podría sucederle. Ricardo, después de todo, era su aliado, y creía que él podría controlar ese momento caótico de alguna manera, ya que el que intentaba subyugarla era compañero suyo, ni más ni menos. Aun así, en lo profundo, sabía que su presencia no garantizaba su protección. Ricardo podía ser su cómplice, pero no era alguien que se preocupara por ella. Aunque Evangeline lo miraba con una expresión que le decía que esperaba apoyo, Ricardo solo la contempló desde su posición, incapaz de hacer nada para cambiar las circunstancias. Por esa razón, Evangeline tomó su forma de loba, intentando
Alister cruzó la mansión con pasos firmes, pero en su interior se sentía derrotado, en lo que arrastraba consigo a Ofelia, la sirvienta que sollozaba en silencio. Su rostro estaba empapado en lágrimas, sus párpados se encontraban hinchados y rojos, los cuales reflejaban un profundo sufrimiento emocional. Él, sin embargo, seguía avanzando sin mirar atrás, completamente sumido en sus pensamientos. Todo lo que pasaba por su mente era un torbellino caótico, una maraña de culpa, remordimiento y una tristeza imposible de controlar.De repente, al girar una esquina, se encontró cara a cara con Samira. Precisamente la andaba buscando para que ambos pudieran regresar a la ciudad, pero el impacto de verla después de todo lo que había descubierto fue inmediato. El tiempo pareció detenerse mientras los dos se miraban. Alister sintió cómo su corazón se encogía en el pecho, golpeando con dolor. Todo en ella, desde su postura hasta su expresión, le recordaba lo que había perdido. Samira le devolvió
—¿La casa del bosque fue atacada? —dijo Samira con voz tensa—. ¿Qué sucedió?Alister pasó la mano por su cabeza, mostrándose impasible, pero agobiado por dentro.—Eso es lo que estoy a punto de averiguar —respondió con un tono seco—. Estamos volviendo precisamente por eso. Necesito respuestas, y créeme, las obtendré.Aunque en el fondo también tenía en mente contarle a Samira que Norman había muerto, decidió que ese momento aún no era el indicado. Primero debía enfrentarse a la situación en la casa.Alister condujo hacia el bosque mientras que Samira, sentada a su lado, lo observaba de reojo, notando cómo su mente parecía ocupada con pensamientos sombríos. Llegaron hasta donde el auto ya no podía avanzar más entre los árboles. Luego, todos salieron del coche. Alister, en silencio, se cambió a su forma de lobo, un ser imponente y feroz. A través del enlace mental, llamó a Ofelia.—Toma tu forma de loba y sígueme. No intentes escapar —le advirtió con frialdad—. Te juro que si intentas
Cuando Samira fue a su habitación, Alister suspiró profundamente, tratando de aliviar el peso que sentía en su pecho. Yimar regresó luego de realizar lo que su líder le había encomendado y Alister se acercó a éste. —Veamos en qué estado quedó la prisión —indicó, a lo que el Beta asintió con la cabeza. Los dos comenzaron a caminar y Alister iba al frente, atravesando el pasillo de piedra, mientras Yimar lo seguía de cerca. La atmósfera dentro de la prisión era pesada, invadida de un silencio sofocante, interrumpido solo por el eco de sus pisadas. Los rastros de la masacre reciente aún se mantenían en las paredes y el piso, y ciertos lugares teñidos de sangre que indicaban el sitio en el que los guardias habían sido brutalmente asesinados.Tras unos minutos, llegaron a la zona de las celdas, y aunque los cuerpos ya habían sido retirados, la evidencia del violento ataque seguía patente. Los guardias habían caído en su deber y la falta de señales de lucha indicaba que habían sido tomado
Alister no podía quitarse de la mente todo lo que había escuchado sobre Evangeline. A pesar de la conexión que siempre había tenido con ella, ahora no podía ignorar la creciente sospecha que lo carcomía. ¿Era posible que ella hubiera sido la traidora... otra vez? ¿Acaso Evangeline había facilitado la entrada de Ricardo al territorio, permitiendo que él cruzara la puerta escondida de la prisión? Pero antes de sacar conclusiones apresuradas, sabía que había algo más importante que resolver. Necesitaba hablar con Samira.Samira podría confirmar si Evangeline había sido quien la ayudó a escapar. Damon ya había insinuado que Evangeline fue la responsable de liberar a la humana, pero en ese momento, Alister había descartado la acusación. Había asumido que se trataba de una falta de habilidad o simple negligencia por parte de Damon. Sin embargo, ahora que todo parecía encajar, no podía dejar de lado esa posibilidad. Era crucial descubrir si Evangeline realmente había sido la responsable. Si
Alister se acercó a la puerta de la habitación de Samira y golpeó suavemente esperando respuesta. Cuando Samira abrió la entrada y lo vio, suspiró con evidente fastidio, rodando los ojos. Su reacción lo dejó claro: ya no sentía nada al verlo. No había emoción, no había temor, solo una evidente molestia. Atrás quedaron los días en los que su corazón se aceleraba al tenerlo cerca, ya fuera por nerviosismo o por miedo. Ahora, verlo era simplemente algo que no le importaba en absoluto.Samira se cruzó de brazos y lo miró con frialdad antes de hablar.—¿Y ahora qué, Alister? —refunfuñó. Él la contempló en silencio por un rato. —¿Por qué esa actitud? Pensé que querías estar al tanto de todo lo que está pasando. ¿O es que ahora te molesta que venga a informarte? No hay otra manera de que te enteres sin que yo te lo diga —respondió. Samira levantó una ceja.—Yimar u otro de los licántropos en la casa podría habérmelo dicho, no eras el único que podía hacerlo. Pero ya que estás aquí, dime
Samira sintió que el aire le faltaba cuando las palabras de Alister golpearon sus oídos: Norman había sido asesinado. Un escalofrío le recorrió la columna y por un momento todo a su alrededor se volvió borroso, como si el mundo se hubiera detenido. No podía procesarlo del todo. Aunque Norman le había causado un dolor inmenso, y aunque su relación había terminado en traición y destrucción, nunca había imaginado un desenlace así.Sus ojos se llenaron de lágrimas involuntarias y su pecho se tensó con una mezcla de emociones encontradas. ¿Asesinado? Esa palabra resonaba en su mente, cada vez más pesada y cruel. Por más que Norman la hubiera lastimado, por más que ella hubiera buscado venganza arruinando su vida financiera, nunca había deseado su muerte. Nunca había querido que alguien más decidiera su destino de una forma tan violenta.Un millón de recuerdos la invadieron en un instante: la primera vez que lo vio, los momentos en que lo amó con una intensidad que nunca pensó posible, las
Alister quedó en shock al escuchar las palabras de Samira. Sabía que ella estaba molesta con él por todo lo que había ocurrido entre ellos, pero aún así, escucharlo de su boca lo golpeó de una manera inesperada. Se quedó en silencio por un rato, contemplándola, antes de decirle lo siguiente.—Solo estoy tratando de ayudarte. Estás embarazada, tienes que cuidarte. Sabía que lo que ocurrió con Norman podría llegar a afectarte y habría sido cruel de mi parte ignorar lo mal que te sientes.Samira frunció el ceño, claramente irritada.—¿Sabes una cosa, Alister? No es que disfrute recordarte todo lo que pasó, pero no logro entender tu actitud. Dices que habría sido cruel ignorarme... Pero ¿acaso no fue cruel encerrarme en una celda? ¿Aislarme, sabiendo que estaba embarazada, en un lugar sin sonido ni luz, dejándome a la merced de mis propios pensamientos hasta casi volverme loca? ¿Crees que eso no fue cruel?Alister guardó silencio, incapaz de responder a sus acusaciones. Samira continuó, c