Alister se acercó a la puerta de la habitación de Samira y golpeó suavemente esperando respuesta. Cuando Samira abrió la entrada y lo vio, suspiró con evidente fastidio, rodando los ojos. Su reacción lo dejó claro: ya no sentía nada al verlo. No había emoción, no había temor, solo una evidente molestia. Atrás quedaron los días en los que su corazón se aceleraba al tenerlo cerca, ya fuera por nerviosismo o por miedo. Ahora, verlo era simplemente algo que no le importaba en absoluto.Samira se cruzó de brazos y lo miró con frialdad antes de hablar.—¿Y ahora qué, Alister? —refunfuñó. Él la contempló en silencio por un rato. —¿Por qué esa actitud? Pensé que querías estar al tanto de todo lo que está pasando. ¿O es que ahora te molesta que venga a informarte? No hay otra manera de que te enteres sin que yo te lo diga —respondió. Samira levantó una ceja.—Yimar u otro de los licántropos en la casa podría habérmelo dicho, no eras el único que podía hacerlo. Pero ya que estás aquí, dime
Samira sintió que el aire le faltaba cuando las palabras de Alister golpearon sus oídos: Norman había sido asesinado. Un escalofrío le recorrió la columna y por un momento todo a su alrededor se volvió borroso, como si el mundo se hubiera detenido. No podía procesarlo del todo. Aunque Norman le había causado un dolor inmenso, y aunque su relación había terminado en traición y destrucción, nunca había imaginado un desenlace así.Sus ojos se llenaron de lágrimas involuntarias y su pecho se tensó con una mezcla de emociones encontradas. ¿Asesinado? Esa palabra resonaba en su mente, cada vez más pesada y cruel. Por más que Norman la hubiera lastimado, por más que ella hubiera buscado venganza arruinando su vida financiera, nunca había deseado su muerte. Nunca había querido que alguien más decidiera su destino de una forma tan violenta.Un millón de recuerdos la invadieron en un instante: la primera vez que lo vio, los momentos en que lo amó con una intensidad que nunca pensó posible, las
Alister quedó en shock al escuchar las palabras de Samira. Sabía que ella estaba molesta con él por todo lo que había ocurrido entre ellos, pero aún así, escucharlo de su boca lo golpeó de una manera inesperada. Se quedó en silencio por un rato, contemplándola, antes de decirle lo siguiente.—Solo estoy tratando de ayudarte. Estás embarazada, tienes que cuidarte. Sabía que lo que ocurrió con Norman podría llegar a afectarte y habría sido cruel de mi parte ignorar lo mal que te sientes.Samira frunció el ceño, claramente irritada.—¿Sabes una cosa, Alister? No es que disfrute recordarte todo lo que pasó, pero no logro entender tu actitud. Dices que habría sido cruel ignorarme... Pero ¿acaso no fue cruel encerrarme en una celda? ¿Aislarme, sabiendo que estaba embarazada, en un lugar sin sonido ni luz, dejándome a la merced de mis propios pensamientos hasta casi volverme loca? ¿Crees que eso no fue cruel?Alister guardó silencio, incapaz de responder a sus acusaciones. Samira continuó, c
Alister permaneció en silencio, pero por dentro la sangre le empezó a hervir debido a la rabia. Hubo demasiadas señales, demasiadas pistas que apuntaban hacia Evangeline, y aunque en el fondo siempre lo había sabido, ahora la verdad golpeaba su conciencia como una daga afilada. Los recuerdos se mezclaban en su mente. Damon la había acusado, revelando que Evangeline estaba inusualmente interesada en Samira cuando estaba aislada en la celda oscura. Al principio, Alister había querido dudar de esas palabras, había querido pensar que Damon solo estaba buscando desviar la culpa acerca del escape de Samira. Pero ahora, todo tenía sentido. ¿Por qué otra razón Damon señalaría a Evangeline tan directamente? Si hubiera querido salvarse a sí mismo, habría encontrado cualquier otra excusa, cualquier otro chivo expiatorio. Sin embargo, acusó a Evangeline, a la hija del Beta. No podía haber sido solo una mentira, pues nadie se atrevería a acusar de algo tan grave a la hija de un miembro tan importa
Alister sintió una profunda repulsión por todo lo que estaba sucediendo. Estaba atormentado por la situación, completamente abrumado por las revelaciones. Además, finalmente cayó en cuenta de algo: Norman, de alguna forma, estaba vinculado con el Clan Abyss, el enemigo del Clan Valkyria. Aunque Norman no pertenecía directamente a ese Clan, trabajaba para la empresa Nexus, que estaba bajo su control, y esto solo empeoraba las cosas. Alister dedujo que alguien dentro de su propia casa debió haber informado a los del Clan Abyss que Norman estaba vivo y en prisión, permitiendo que lo localizaran. Pensaba que el Clan Abyss probablemente preferiría que Norman estuviera muerto, ya que quizás mantenerlo con vida no les beneficiaba en lo absoluto.Lo que Alister desconocía era que Ricardo no había sido enviado para matar a Norman, sino simplemente para verificar si aún seguía con vida. Si Norman estaba vivo, planeaban rescatarlo, pero si estaba muerto, lo dejarían en paz. Sin embargo, la muer
Samira se movió rápidamente detrás de él y lo observó mientras entraba a una habitación. Al detenerse en el umbral, se dio cuenta de que era el cuarto de Evangeline.Dentro, Evangeline estaba tan sorprendida como Samira lo había estado momentos antes. La joven no esperaba la visita del Alfa, sobre todo después de lo ocurrido. Su corazón dio un vuelco al verlo, llenándose de felicidad y emoción.—Alfa... —murmuró Evangeline, con la voz temblorosa, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Sus ojos brillaron de emoción, su corazón latió frenéticamente y una oleada de mariposas revolotearon en su estómago.Evangeline estaba completamente cautivada por Alister, enamorada hasta los huesos. Solo verlo en su puerta llenaba su interior de una explosión de fuegos artificiales.Sin embargo, esos fuegos artificiales se extinguieron en el mismo instante en que los ojos de Evangeline se encontraron con la fría mirada de Alister. El brillo de su rostro se desvaneció y una punzada de miedo reem
Evangeline se quedó completamente inmóvil al escuchar las acusaciones directas de Alister. No había titubeo en su voz ni espacio para dudas. No estaba preguntándole si era culpable, sino exigiéndole explicaciones, como si todo ya fuera un hecho. Evangeline se sintió abrumada mientras su mente era inundada de pensamientos, de posibles respuestas que podría darle al Alfa, pero ninguna le parecía lo suficientemente convincente. ¿Qué podía decirle en ese momento para persuadirlo de su inocencia?Herida en el cuello por el ataque en la casa del bosque, donde el compañero de Ricardo la había lastimado, Evangeline estaba debilitada y ahora enfrentaba acusaciones graves. Su mente se aceleró, buscando alguna salida, alguna estrategia para salir de esta situación. Una de las ideas que le cruzó por la cabeza fue apelar a la compasión del Alfa. Decidió intentar ese enfoque, creyendo que, de todas maneras, tenía cierta ventaja, debido a que Alister siempre había confiado en ella.Hizo un esfuerzo
Alister se mantuvo firme, con los ojos colmados de desilusión y cólera mientras observaba a Evangeline, que temblaba frente a él. La habitación estaba cargada de una presión insoportable y el aire parecía volverse más pesado con cada palabra pronunciada.—Por favor, Alfa, no me haga esto —imploró Evangeline, dando un paso hacia él, acercándose tanto que casi podía tocarlo—. Por favor, confíe en mí. Usted me conoce, sabe que yo nunca haría algo así.Alister la miró con una expresión dura, sin rastro de la calidez que alguna vez compartieron. —Ya no puedo confiar en ti —soltó con una frialdad que atravesó el pecho de Evangeline como una daga, haciendo que su corazón se estremeciera de dolor.Evangeline sintió como si el mundo fuese a desmoronarse bajo sus pies. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y no podía detenerlas. Su voz estaba quebrada debido a su llanto, y a pesar de todas las lágrimas derramadas, no podía deshacerse del nudo de angustia que se había formado en su garganta, el