Alister permaneció en silencio, pero por dentro la sangre le empezó a hervir debido a la rabia. Hubo demasiadas señales, demasiadas pistas que apuntaban hacia Evangeline, y aunque en el fondo siempre lo había sabido, ahora la verdad golpeaba su conciencia como una daga afilada. Los recuerdos se mezclaban en su mente. Damon la había acusado, revelando que Evangeline estaba inusualmente interesada en Samira cuando estaba aislada en la celda oscura. Al principio, Alister había querido dudar de esas palabras, había querido pensar que Damon solo estaba buscando desviar la culpa acerca del escape de Samira. Pero ahora, todo tenía sentido. ¿Por qué otra razón Damon señalaría a Evangeline tan directamente? Si hubiera querido salvarse a sí mismo, habría encontrado cualquier otra excusa, cualquier otro chivo expiatorio. Sin embargo, acusó a Evangeline, a la hija del Beta. No podía haber sido solo una mentira, pues nadie se atrevería a acusar de algo tan grave a la hija de un miembro tan importa
Alister sintió una profunda repulsión por todo lo que estaba sucediendo. Estaba atormentado por la situación, completamente abrumado por las revelaciones. Además, finalmente cayó en cuenta de algo: Norman, de alguna forma, estaba vinculado con el Clan Abyss, el enemigo del Clan Valkyria. Aunque Norman no pertenecía directamente a ese Clan, trabajaba para la empresa Nexus, que estaba bajo su control, y esto solo empeoraba las cosas. Alister dedujo que alguien dentro de su propia casa debió haber informado a los del Clan Abyss que Norman estaba vivo y en prisión, permitiendo que lo localizaran. Pensaba que el Clan Abyss probablemente preferiría que Norman estuviera muerto, ya que quizás mantenerlo con vida no les beneficiaba en lo absoluto.Lo que Alister desconocía era que Ricardo no había sido enviado para matar a Norman, sino simplemente para verificar si aún seguía con vida. Si Norman estaba vivo, planeaban rescatarlo, pero si estaba muerto, lo dejarían en paz. Sin embargo, la muer
Samira se movió rápidamente detrás de él y lo observó mientras entraba a una habitación. Al detenerse en el umbral, se dio cuenta de que era el cuarto de Evangeline.Dentro, Evangeline estaba tan sorprendida como Samira lo había estado momentos antes. La joven no esperaba la visita del Alfa, sobre todo después de lo ocurrido. Su corazón dio un vuelco al verlo, llenándose de felicidad y emoción.—Alfa... —murmuró Evangeline, con la voz temblorosa, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Sus ojos brillaron de emoción, su corazón latió frenéticamente y una oleada de mariposas revolotearon en su estómago.Evangeline estaba completamente cautivada por Alister, enamorada hasta los huesos. Solo verlo en su puerta llenaba su interior de una explosión de fuegos artificiales.Sin embargo, esos fuegos artificiales se extinguieron en el mismo instante en que los ojos de Evangeline se encontraron con la fría mirada de Alister. El brillo de su rostro se desvaneció y una punzada de miedo reem
Evangeline se quedó completamente inmóvil al escuchar las acusaciones directas de Alister. No había titubeo en su voz ni espacio para dudas. No estaba preguntándole si era culpable, sino exigiéndole explicaciones, como si todo ya fuera un hecho. Evangeline se sintió abrumada mientras su mente era inundada de pensamientos, de posibles respuestas que podría darle al Alfa, pero ninguna le parecía lo suficientemente convincente. ¿Qué podía decirle en ese momento para persuadirlo de su inocencia?Herida en el cuello por el ataque en la casa del bosque, donde el compañero de Ricardo la había lastimado, Evangeline estaba debilitada y ahora enfrentaba acusaciones graves. Su mente se aceleró, buscando alguna salida, alguna estrategia para salir de esta situación. Una de las ideas que le cruzó por la cabeza fue apelar a la compasión del Alfa. Decidió intentar ese enfoque, creyendo que, de todas maneras, tenía cierta ventaja, debido a que Alister siempre había confiado en ella.Hizo un esfuerzo
Alister se mantuvo firme, con los ojos colmados de desilusión y cólera mientras observaba a Evangeline, que temblaba frente a él. La habitación estaba cargada de una presión insoportable y el aire parecía volverse más pesado con cada palabra pronunciada.—Por favor, Alfa, no me haga esto —imploró Evangeline, dando un paso hacia él, acercándose tanto que casi podía tocarlo—. Por favor, confíe en mí. Usted me conoce, sabe que yo nunca haría algo así.Alister la miró con una expresión dura, sin rastro de la calidez que alguna vez compartieron. —Ya no puedo confiar en ti —soltó con una frialdad que atravesó el pecho de Evangeline como una daga, haciendo que su corazón se estremeciera de dolor.Evangeline sintió como si el mundo fuese a desmoronarse bajo sus pies. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y no podía detenerlas. Su voz estaba quebrada debido a su llanto, y a pesar de todas las lágrimas derramadas, no podía deshacerse del nudo de angustia que se había formado en su garganta, el
Después de unos minutos de incómodo silencio -aunque se podía escuchar claramente el llanto de Evangeline-, Yimar llegó a la habitación de su hija. Estaba confundido, ya que una sirvienta había ido a buscarlo, diciéndole que el Alfa quería verlo urgentemente y que se encontraba en el cuarto de su hija.Al llegar, se encontró con una escena tensa y caótica, en la que Evangeline estaba llorando desconsoladamente, temblando y visiblemente angustiada.—Alfa, ¿me ha mandado llamar? —cuestionó Yimar con un tono respetuoso, pero algo cauteloso—. ¿Puedo preguntar qué... está sucediendo? —agregó, refiriéndose al hecho de que su hija lloraba a mares y sin reservas.Alister, quien había estado manejando la situación con dureza, respondió de inmediato.—Quiero que traigas a Ofelia aquí, y lo hagas ahora mismo.Sin dudarlo, Yimar asintió.—Por supuesto, lo haré enseguida —echó una última mirada a su hija, para luego retirarse brevemente.Evangeline, al escuchar el nombre de Ofelia, se quedó petrif
Alister hirvió de ira. La furia le recorrió el cuerpo al pensar en todo lo que Evangeline había hecho, pero estaba reacia a aceptar su culpa. En el fondo esperaba que pudiera mostrar algo de arrepentimiento, alguna pizca de humanidad. Después de todo, habían sido una familia durante tanto tiempo, entonces para él era muy importante que ella se hiciera responsable de sus actos.Sin embargo, todo indicaba que el alma de Evangeline estaba corrompida, podrida, incapaz de sentir remordimiento. Su corazón estaba sellado al arrepentimiento y esto hacía que Alister se enfureciera aún más.—¡Ofelia! —vociferó, agarrando a la mujer del brazo y empujándola delante de Yimar—. Díselo todo. Te exijo que le cuentes la verdad, cada detalle de lo que sabes, todo lo que Evangeline ha hecho y lo que tú también hiciste. ¡Habla ahora!Ofelia, sorprendida por la brutalidad del gesto, parpadeó con los ojos muy abiertos. Yimar la miró expectante, aún procesando lo que estaba ocurriendo.—Ofelia —dijo él con
Yimar sentía que cada acusación hacia su hija lo destrozaba. Aquella verdad iba desmantelando el mundo que con tanto esfuerzo y cuidado había procurado construir. Su mente se sumergió en una vorágine de recuerdos, cada momento que había pasado junto a Evangeline, cada sonrisa y cada gesto de cariño, pasaron rápidamente por su memoria. Recordó las noches en las que la acunaba en sus brazos cuando era apenas una cachorra. Recordó las veces que ella corría hacia él, con una sonrisa radiante, buscando su aprobación. Todo eso parecía tan distante ahora, como un sueño que se desvanecía en la niebla. El dolor que sentía en su corazón era indescriptible, una mezcla de traición, desesperanza y una tristeza tan profunda que sentía que lo consumiría por completo. «¡No! ¡No puede ser!» gritó en su interior, pero las palabras no salieron de su boca. Su garganta se cerró, sofocando cualquier intento de expresar la negación que ardía dentro de él. Era imposible, completamente impensable que Evange