Alister se encontraba en la amplia sala de la casa del bosque, en donde se suponía que el aire era fresco y ligero. Sin embargo, en ese momento, el oxígeno era difícil de respirar debido a las circunstancias. Las paredes que demostraban la antigüedad de la estructura parecían cerrarse sobre él mientras observaba a Samira, quien permanecía de pie frente a él. Alister había escuchado la verdad hacía tan solo unas horas, una verdad que había sacudido su mundo: Norman no era el padre del hijo que Samira esperaba, y la revelación lo había dejado en una encrucijada. El lobo en su interior rugía por respuestas, por acción, y eso lo mantenía ansioso e inquieto. Había sido herido profundamente, traicionado, o al menos, eso era lo que él había creído hasta ahora. Pero al mismo tiempo, había una extraña sensación de alivio, una liberación que no podía ignorar. Si Norman no era el padre, ¿qué significaba eso? ¿Quién era, entonces, el responsable? ¿Angelo, quizás? ¿O es que era suyo? Se acercó
Luego de que Yimar llevara a Samira a su nuevo cuarto, Alister permaneció en su misma posición, con la expresión pensativa. Sin embargo, no se había quedado solo. Allí aún se encontraba Evangeline, quien había presenciado la escena y había oído todo. Cuando los demás se retiraron del sitio, la loba se aproximó rápidamente al Alfa. Sus pasos eran silenciosos, pero su presencia vibraba y no podía pasar desapercibida.—Alfa, no debió haberse levantado de la cama —manifestó ella, con una mezcla de preocupación y reproche—. Necesita descansar. Nada de esto es tan urgente como su salud, tiene que cuidarse.Alister se quedó mirando a Evangeline, con los pensamientos enredados por la conversación que había escuchado entre Samira y Norman. Recordó con claridad cómo Samira había acusado a Evangeline de haber tenido un romance con Norman mientras todavía estaba casado con ella. Norman, quien fácilmente podría haber negado la acusación y afirmar que Samira estaba equivocada, en lugar de eso lo a
Alister estaba en su estudio, con su rostro marcado por la frustración. A pesar de sus heridas, no podía soportar quedarse inactivo. Los libros y documentos esparcidos sobre el escritorio frente a él reflejaban su urgencia por retomar el control. Sus pensamientos se arremolinaban, cada uno más oscuro e inquieto que el anterior.—Alfa, usted debería estar en la cama, no aquí —dijo Yimar, entrando en el estudio con una mirada preocupada.Alister levantó la vista, mostrándose determinado, aunque lucía claramente agotado.—Tengo muchas cosas que hacer, Yimar —respondió con firmeza—. No puedo permitirme descansar. Si me quedo en cama, solo estaré desesperado porque hay tantas cosas con las que hay que lidiar.Yimar frunció el ceño y se sobó la frente, reflejando su agobio. —Alfa, entiendo que quiera seguir adelante con sus actividades, pero no está bien. Sus heridas todavía no han sanado y, si se esfuerza demasiado, podría empeorar. No podrá pensar con claridad si no se cuida y podría ter
Alister había pasado los últimos días en una especie de trance, encerrado en su propio mundo mientras su cuerpo sanaba lentamente. Las heridas físicas iban cicatrizando, pero las emocionales aún estaban frescas. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a la realidad y, cuanto antes, mejor. Con respecto a Samira, cada vez que se cruzaban por los pasillos, el aire entre ellos se volvía espeso y cargado de emociones contenidas. Generalmente, Samira trataba de no salir mucho de su habitación, pero si salía y se cruzaba con Alister, los dos se miraban de reojo, con los labios sellados, incapaces de encontrar las palabras adecuadas para llenar el abismo que se había formado entre ellos. Samira evitaba cualquier tipo de confrontación, manteniéndose en silencio, aunque podía sentir la presión en el ambiente cuando estaban cerca.Alister, por su parte, había decidido mantener la distancia. Sabía que cualquier intento de hablar con ella en ese momento sería en vano. Antes de estar fr
Una vez más, alguien estaba mencionando a Evangeline y haciéndola culpable de algún conflicto. Al principio, Samira era la única que aseguraba que Evangeline estaba detrás de todos los problemas que habían tenido hasta entonces. Después la culpó Damon, por el escape de Samira. Luego Norman, diciendo que fue su amante y que lo manipuló para que acabara con su esposa. Finalmente, Angelo, que la acusaba de planear que Alister creyera que Samira lo había engañado. Pero, ¿porqué? Si Evangeline en verdad hizo todo esto, ¿cuál era el motivo? ¿Qué razones tendría? El Alfa entendió que debía seguir indagando, y para ello, debía hablar con la persona más "cercana" a ella. En cierto modo, conocía a Evangeline y sabía que no era de muchas amistades. Sabía que no tenía una amiga con la que frecuentaba. Sin embargo, había alguien que atendía todos sus caprichos desde que era una cachorra. Se podría pensar que era su padre, pero no. En realidad, era Ofelia, su sirvienta y la única que podía entra
Alister y Samira llegaron a la ciudad y, al no estar en su coche, tuvieron que tomar un taxi. Alister había abandonado su forma de lobo, sabiendo que continuar en esa forma por la carretera sería demasiado peligroso. Una vez en su forma humana, ambos subieron al taxi y se dirigieron hacia su destino.Samira, visiblemente molesta, mantenía la mirada fija en la ventana. Alister, por su parte, intentó romper la tensión. —Escucha —dijo con voz calmada—. En lugar de seguir tan enfadada, solo disfruta del cambio de ambiente. No tendrás que hacer nada, soy yo quien tiene asuntos que resolver. Tú podrás quedarte en la casa de la ciudad y estar tranquila. No estaré detrás de ti todo el tiempo ni controlaré tus movimientos. Tendrás tu espacio, y podrás estar en el jardín si lo deseas. Solo estaremos allí un par de días. Si termino lo que tengo que hacer rápido, regresaremos antes de lo previsto. Samira lo miró con frialdad. —Bueno, no es como si tuviese otra opción, ya que me trajiste a la f
Ofelia se mantenía de pie frente a Alister, en lo que sus manos temblaban ligeramente y trataba de disimular su ansiedad bajo una expresión neutral. Alister, por su parte, se encontraba mirándola en silencio. El Alfa dejaba que el peso de su mirada y el incómodo silencio se instalaran en el aire, haciendo que la tensión creciera lentamente en el estudio. Ofelia sentía el pulso acelerado en su garganta, el silencio la ponía cada vez más nerviosa. Sabía que algo estaba mal, pero no tenía idea de qué esperar.Finalmente, Alister rompió el silencio una vez más, con su voz autoritaria llenando el espacio.—Entonces, comenzaré ahora, Ofelia —articuló—. Dime, ¿alguna vez has visto a Evangeline hacer algo que consideres incorrecto?Ofelia sintió como si su corazón hubiera dado un vuelco. No había anticipado que la conversación girara en torno a Evangeline. Había esperado que tal vez se tratara de algo trivial, alguna tarea descuidada o algo de menor importancia. Pero apenas escuchó el nombre
Evangeline caminaba de un lado a otro en su habitación, con las manos temblorosas mientras se mordía la uña del pulgar con desesperación. Sentía un nudo en el estómago y su mente estaba nublada por el miedo y la ansiedad. Ofelia la había puesto en alerta: Alister estaba haciendo preguntas, y esa era una señal peligrosa. Evangeline sabía que cuando Alister empezaba a sospechar, no descansaba hasta descubrir la verdad.—¿Qué hago? —murmuraba para sí misma, deteniéndose solo para mirar hacia la puerta cerrada, como si esperara que en cualquier momento alguien entrara con malas noticias. El simple pensamiento de ser descubierta le provocaba una sensación de asfixia.Pero, luego de pensarlo detenidamente, intentó calmarse. Alister no sabía nada, o al menos eso pensaba. Si él ya hubiera descubierto algo, no estaría preguntando a Ofelia ni indagando en el asunto, sino que simplemente habría actuado, como siempre lo hacía. Alister no era alguien que perdía el tiempo con especulaciones, y eso