Alister se hallaba herido y agotado, tendido en el suelo mientras los lobos enemigos finalmente se retiraban, dejándolo cubierto de lesiones. Samira, impulsada por la preocupación, bajó rápidamente del auto para intentar ayudarlo. El Alfa, aunque se encontraba debilitado, aún era consciente de lo que ocurría a su alrededor. Su respiración era pesada y sus ojos estaban entrecerrados, pero seguía alerta. Samira corrió hacia él, casi tropezando en su prisa, y se arrodilló a su lado. Sintió el calor de su sangre en sus manos mientras trataba de verificar cuán graves eran las heridas. Con un tono de desesperación, le gritó a Norman, quien seguía dentro del coche. —¡Norman, baja del auto! ¡Alister está muy herido, tenemos que ayudarlo! El hombre, que había observado todo desde el vehículo, no tenía ninguna intención de involucrarse con esos "monstruos" como él había decidido llamarlos. Quería salir de allí cuanto antes, así que salió del auto y caminó en dirección a Samira. Su objetivo n
—Deja de decir tonterías —regañó Samira—. No necesito nada de ti.Norman refunfuñó para sus adentros, en lo que observaba a Samira estar al pendiente de Alister y se negaba a mover al licántropo herido.—Pero míralo, Samira —lo apuntó con la mano—. No podemos llevarlo en esas condiciones, ni siquiera en esa forma. ¿Qué van a pensar de nosotros si lo llevamos al hospital y decimos que en realidad es un hombre lobo? Nos encerrarán en un psiquiátrico.—No lo llevaremos al hospital, sino a la casa del bosque —expuso ella, a lo que Norman frunció el ceño.—¿Casa del bosque? ¿Qué casa del bosque? —cuestionó, cuando de pronto recordó que Evangeline le comentó sobre ello, y que Alister tenía a Samira encerrada allí.—Alister tiene una casa en el bosque —explicó ella—. Sé dónde queda. Aunque... —se tornó pensativa—. Tardaremos bastante en llegar si vamos por nuestra propia cuenta, y Alister debe ser atendido de inmediato...—No voy a cargar con esto, Samira —declaró nuevamente—. Por si se te o
Norman se quedó estupefacto al oír lo último. ¿Qué estaba diciendo? ¿Que ya no le interesaba él? Se resultaba difícil creerlo. —¿Ya no me amas? ¿C-Cómo es eso posible? —dio unos pasos hacia ella y la tomó de los hombros con firmeza—. N-No puedes decirme eso, estás mintiendo... Lo dices para hacerme sentir mal, para que sienta culpa, pero en el fondo tú me adoras, lo sé, sé que lo soy todo para ti... —Lo eras, antes de que intentaras matarme —quitó las manos de Norman, haciendo un gesto de desagrado—. Pero eso se acabó —se alejó de él y se aproximó a Alister, colocándose en cuclillas delante suyo. Mientras tanto, Norman no dejaba de hablar, buscando la manera de poner las cosas a su favor, pero Samira apenas lo escuchaba. —Estás enojada por lo de Evangeline, y lo entiendo, te juro que lo entiendo, pero no me mientas ni te mientas a ti misma. Me lo prometiste cuando nos casamos, que nunca dejarías de amarme pasara lo que pasara... —¿Si? Pues tu prometiste protegerme y serme
Los hombres que llegaron con Yimar y Jonás levantaron al Alfa con cuidado y lo subieron a su propio coche. El médico se ubicó frente al volante y el motor rugió cuando éste pisó el acelerador, mientras el cuerpo herido de Alister reposaba en el asiento trasero. Por otro lado, en el auto de Yimar, Samira había sido forzada a subir. El Beta se colocó en el asiento del piloto y los otros dos hombres, que habían aparecido en su forma de lobo, se ubicaron en el asiento trasero con Norman en su estado inconsciente. Ambos vehículos empezaron a moverse, mientras que en el de Yimar se desataba una discusión. —Déjame ir, Yimar —insistió Samira—. ¡No quiero volver a esa casa, ni deseo volver a pasar mis días encerrada en un cuarto sin luz ni sonido! Yimar mantenía la mirada fija en la carretera, con la expresión endurecida, incapaz de mostrar compasión. —No, Samira. No te dejaré ir. Tampoco lograrás que te tenga lástima, digas lo que digas —aprovechó la oportunidad para expresarle lo q
Evangeline asintió, aunque sus pensamientos estaban en otra parte. Había algo más en todo esto, algo que le resultaba inquietante. Dejó a su padre con Alister y se dirigió hacia un rincón apartado de la casa. Sacó su teléfono y marcó un número que había memorizado hace tiempo.La loba tenía conexiones secretas con el Clan Abyss. Su principal "cómplice" era Ricardo, uno de los miembros de confianza del Alfa de dicha manada. Evangeline marcó a su número y el tono de llamada sonó varias veces antes de que la voz de Ricardo contestara al otro lado.—¿Qué ocurre? —cuestionó en voz baja, como si también estuviese cuidando que nadie lo escuchara—. Habla rápido que no tengo mucho tiempo.—Ricardo, ¿qué demonios está pasando? —replicó ella, con un tono de rabia—. Necesito respuestas, y las necesito ahora.Hubo una pausa antes de que Ricardo respondiera.—Primero que nada, ¿a qué te refieres exactamente? ¿Crees que puedo leer tus pensamientos? —dijo con un toque de sarcasmo.—Nuestro Alfa está
Yimar permanecía en la habitación de Alister, observando cómo Jonás trataba con cuidado las heridas del Alfa. La luz del sol se filtraba a través de las pesadas cortinas, creando sombras alargadas que hacían que la atmósfera en el cuarto se sintiera aún más opresiva. Alister yacía sobre la cama, con el rostro rígido como si la rabia no lo abandonara ni en sus sueños. Yimar estaba inquieto, no solo por el estado de su líder, sino por lo que ocurriría después. Sabía que la paz que tanto necesitaban dependía de las decisiones que se tomarían en las próximas horas.Uno de los hombres que había ayudado a cargar el cuerpo de Alister en el coche se acercó con cautela, interrumpiendo sus pensamientos.—Señor, ¿qué haremos con los humanos? —preguntó—. ¿Los llevamos al calabozo?Yimar dejó escapar un suspiro largo y profundo, en lo que sus ojos se clavaron en el cuerpo inmóvil del Alfa. Decidir el destino de Norman no requería mucha reflexión, él iría directo a la prisión, no había duda de eso
El ambiente era incómodo, mientras Yimar y Samira se miraban fijamente, cada uno con su propia perspectiva sobre la situación. Samira se mantenía firme, con los puños apretados, sintiendo cómo cada fibra de su cuerpo se tensaba ante la posibilidad de que la obligaran a volver a la celda oscura.No iba a ceder, no otra vez, y eso era un hecho.—No entraré allí, Yimar. No importa lo que digas —repitió Samira, con la voz más baja pero aún determinada, y con un tono que delataba el cansancio emocional.Yimar la observó en silencio. Sabía que ella era una simple humana, pero era la mismísima mate del Alfa y eso la hacía dejar de ser una más del montón. Se había vuelto bastante fuerte, pero, en ese momento, lucía vulnerable, tan desgastada, que algo dentro de él titubeó por un segundo. Aun así, su lealtad al Alfa era inquebrantable. Debía cumplir con su deber.El aire en la habitación parecía espesarse, cargado de un silencio incómodo. Fuera, las sombras comenzaban a alargarse, dando a todo
Alister se encontraba en la amplia sala de la casa del bosque, en donde se suponía que el aire era fresco y ligero. Sin embargo, en ese momento, el oxígeno era difícil de respirar debido a las circunstancias. Las paredes que demostraban la antigüedad de la estructura parecían cerrarse sobre él mientras observaba a Samira, quien permanecía de pie frente a él. Alister había escuchado la verdad hacía tan solo unas horas, una verdad que había sacudido su mundo: Norman no era el padre del hijo que Samira esperaba, y la revelación lo había dejado en una encrucijada. El lobo en su interior rugía por respuestas, por acción, y eso lo mantenía ansioso e inquieto. Había sido herido profundamente, traicionado, o al menos, eso era lo que él había creído hasta ahora. Pero al mismo tiempo, había una extraña sensación de alivio, una liberación que no podía ignorar. Si Norman no era el padre, ¿qué significaba eso? ¿Quién era, entonces, el responsable? ¿Angelo, quizás? ¿O es que era suyo? Se acercó