—Nunca imaginé que caerías tan bajo, Evangeline —escupió Samir con desdén—. No pensé que serías capaz de unirte a ellos, de traicionar a tu propio clan. En verdad que no terminas de sorprenderme. Cuando pienso que ya pudiste haber hecho todo lo malo que se te ocurrió, sales con algo peor.Evangeline sonrió con amargura, cruzándose de brazos.—¿Y quién eres tú para juzgarme, Samira? No tienes idea de lo que he tenido que hacer, ni de las decisiones que me vi obligada a tomar...—Siempre fuiste egoísta —respondió Samira, con una chispa de furia—. Nunca te importaron los demás. Solo tú, siempre tú. Y ahora estás aquí, jugando a ser la víctima. Pero todos sabemos quién eres realmente.El ambiente se tensó aún más. Evangeline dio un paso adelante, acercándose a Samira con los ojos llenos de resentimiento.—¿De verdad crees que tienes todas las respuestas? ¿Que Alister te salvará esta vez? Froilán lo destruirá. Y cuando todo termine, yo estaré allí para verlo caer.De repente, Evangeline not
—Renuncia a todo, Alister —la voz de Froilán resonó con firmeza en el lugar donde se encontraba frente al Alfa de los Valkyria. Cada palabra que pronunciaba parecía cargar el peso de una decisión irreversible—. Renuncia a tu título de Alfa, a tu empresa, a tu hogar, a tu Clan... a todo lo que has construido. Solo así te puedo garantizar que Samira estará a salvo.Froilán lo observó, esperando que la gravedad de su propuesta calara hondo en el corazón de Alister. Sabía que la vida del licántropo que tenía frente a él se había edificado sobre sacrificios, pero ahora se encontraba ante una encrucijada. La mirada intensa de Froilán dejaba claro que no había lugar para negociaciones. La vida de Samira pendía de un hilo y el sacrificio de Alister era el único camino que podría salvarla. O eso pensaba él.Alister lo observó en silencio, con su mandíbula apretada y su mirada endurecida por la rabia. Sabía que Froilán estaba intentando manipularlo, empujarlo al borde de la desesperación para qu
Froilán se inclinó hacia Alister con una sonrisa sarcástica en su rostro.—¿De verdad crees que una humana como Samira es digna de ti? —dijo, burlándose—. Eres un tonto, confiando en una insignificante humana. ¡Mira qué has hecho! ¿De verdad crees que una derrumbanza como ella debería ser la pareja del Alfa de un Clan tan poderoso?Alister sintió que su sangre empezaba a hervir, pero Froilán no se detuvo.—Y ahora va a tener un hijo tuyo, ¿verdad? —Froilán soltó una carcajada cruel—. ¿Qué crees que va a pasar? ¿Qué tipo de ser va a nacer de ella? ¿Un humano? ¿Un licántropo? ¡No, no será nada! —se acercó más, disfrutando de cada palabra—. Tal vez salga deforme, un fenómeno. No será ni uno ni lo otro, un simple error.Alister no pudo contenerse más. Su cuerpo empezó a cambiar y tomó su forma de lobo. Sus músculos estaban tensos y adoptó una postura de ataque.—Cállate ahora mismo, Froilán, o juro que te arrancaré la garganta. No tienes idea de lo que estás diciendo.Froilán levantó las m
Después del último aullido de Alister, Froilán se abalanzó sobre éste y rodaron por el suelo, ambos en sus formas de lobo. Sin embargo, los sonidos del combate fuera de la casa comenzaron a dominar la mente de Froilán: los gemidos de dolor y los aullidos agonizantes de su manada.Con un esfuerzo, empujó a Alister y logró ponerse en pie. Froilán salió de la casa tambaleándose y lo que vio lo dejó sin palabras.Los miembros del Clan Valkyria rodeaban la casa completamente, listos para atacar. Estaba acorralado. No había salida.Yimar se hizo presente, colocándose frente al campo de visión de Froilán pero manteniéndose a una cierta distancia. Su mirada era afilada como una daga, y cuando Froilán se quedó petrificado ante la imagen de su territorio invadido, Yimar dio un paso hacia adelante.A pesar de la lejanía, su voz mental llegó clara y firme.—Queremos ver a nuestro Alfa, Froilán.El líder del Clan Abyss, incapaz de encontrar palabras, se quedó mudo. No podía procesar la situación.
El aire en el bosque estaba cargado de tensión, pues había bastante en juego. Yimar acababa de ver a Evangeline, su propia hija, aliada con el Clan enemigo, ese mismo que siempre había acechado a su manada y a Alister, su líder. No podía creer que las cosas hubieran llegado hasta este punto. Se preguntaba a sí mismo si había sido un buen padre, si había hecho lo suficiente por ella.Mientras corría, el suelo temblaba bajo sus pies, como si el bosque mismo sintiera su angustia. Yimar, en su forma de lobo, llevaba a Samira en su lomo, corriendo para ponerla a salvo, cumpliendo con lo que Alister le había pedido. Por otro lado, Evangeline, también transformada en loba, comenzó a correr tras su padre, sin perderlo de vista.—Evangeline, ¡no lo hagas! —la voz de Alister resonó como un trueno y su advertencia estaba saturada de desesperación. Sin embargo, Evangeline no se detuvo. Sabía lo que podía perder. Su nuevo Alfa, Froilán, le había dado una orden clara: recuperar a Samira, la pieza
Ciertas voces comenzaron a surgir en la mente de Evangeline, como ecos lejanos que poco a poco se hacían más cercanos. Al principio, eran solo susurros, suaves y apenas audibles, como si alguien intentara comunicarse con ella desde la penumbra. Pero, a medida que avanzaban los minutos, esos susurros se intensificaron, convirtiéndose en una discordancia de pensamientos y emociones que la envolvían.“Mátalo, mátalo”, resonaban las voces en su cabeza, insistentes y aterradoras, como órdenes que la empujaban a hacer lo impensable. No se trataba solo de lo que escuchaba, sino que sentía que intentaban tomar el control de su cuerpo, como si quisieran apoderarse de su voluntad.Evangeline luchó con todas sus fuerzas contra esa influencia, resistiendo cada impulso que la empujaba hacia adelante. La ansiedad empezó a apoderarse de ella, creciendo como un fuego descontrolado que consumía todo a su alrededor. Cada vez le costaba más respirar y su respiración se volvía más rápida, más errática. J
Mientras Evangeline continuaba atacando a Yimar, una fuerza oscura y profunda en su interior parecía estar tomando el control de sus acciones. La loba que se manifestaba no era completamente ella misma, sino que había algo en su esencia que se había desvanecido, dejándola a merced de una influencia ajena. Aunque sus instintos la llevaban a luchar, había un vacío en su mirada que revelaba que, al parecer, había perdido parte de su propio ser.Cada movimiento estaba cargado de rabia, pero también de una confusión abrumadora. Era como si estuviera en medio de una niebla espesa, donde las voces la empujaban a actuar sin que pudiera pensar con claridad. La realidad se le escapaba, y aunque su cuerpo respondía a la pelea, su mente estaba tratando de encontrar una salida de esa prisión que la oprimía.Un rato después, completamente dominada por lo que sea que la poseía en ese momento, Evangeline atacó a su padre de forma salvaje. Lo mordió en el cuello, incrustando sus dientes en su piel. Si
Cuando Evangeline finalmente soltó a Samira dentro de la casa, la humana no pudo evitar que las lágrimas empezaran a caer. La pelea entre Evangeline y su padre la había afectado mucho, pero no por la loba, sino por Yimar.Samira lo conocía bien y sabía que era un licántropo noble, con un corazón generoso. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y proteger a la manada, a su familia. Verlo sufrir en medio de toda esa guerra le rompía el corazón. No merecía pasar por esto, no merecía la decepción que su hija le seguía provocando, y pensar en el dolor que él estaba sintiendo solo la llenaba de tristeza.—¿Cómo puedes hacer esto? ¿De verdad fuiste capaz de herir a tu propio padre? ¿Te pones en su contra, lo atacas? —cuestionó con la voz quebrada.Pero Evangeline no contestó. Ni siquiera se molestó en intentarlo. En primer lugar, no iba a dar explicaciones a alguien que despreciaba tanto. Y en segundo lugar, había algo que necesitaba resolver con Froilán, así que no tenía tiempo para