Ciertas voces comenzaron a surgir en la mente de Evangeline, como ecos lejanos que poco a poco se hacían más cercanos. Al principio, eran solo susurros, suaves y apenas audibles, como si alguien intentara comunicarse con ella desde la penumbra. Pero, a medida que avanzaban los minutos, esos susurros se intensificaron, convirtiéndose en una discordancia de pensamientos y emociones que la envolvían.“Mátalo, mátalo”, resonaban las voces en su cabeza, insistentes y aterradoras, como órdenes que la empujaban a hacer lo impensable. No se trataba solo de lo que escuchaba, sino que sentía que intentaban tomar el control de su cuerpo, como si quisieran apoderarse de su voluntad.Evangeline luchó con todas sus fuerzas contra esa influencia, resistiendo cada impulso que la empujaba hacia adelante. La ansiedad empezó a apoderarse de ella, creciendo como un fuego descontrolado que consumía todo a su alrededor. Cada vez le costaba más respirar y su respiración se volvía más rápida, más errática. J
Mientras Evangeline continuaba atacando a Yimar, una fuerza oscura y profunda en su interior parecía estar tomando el control de sus acciones. La loba que se manifestaba no era completamente ella misma, sino que había algo en su esencia que se había desvanecido, dejándola a merced de una influencia ajena. Aunque sus instintos la llevaban a luchar, había un vacío en su mirada que revelaba que, al parecer, había perdido parte de su propio ser.Cada movimiento estaba cargado de rabia, pero también de una confusión abrumadora. Era como si estuviera en medio de una niebla espesa, donde las voces la empujaban a actuar sin que pudiera pensar con claridad. La realidad se le escapaba, y aunque su cuerpo respondía a la pelea, su mente estaba tratando de encontrar una salida de esa prisión que la oprimía.Un rato después, completamente dominada por lo que sea que la poseía en ese momento, Evangeline atacó a su padre de forma salvaje. Lo mordió en el cuello, incrustando sus dientes en su piel. Si
Cuando Evangeline finalmente soltó a Samira dentro de la casa, la humana no pudo evitar que las lágrimas empezaran a caer. La pelea entre Evangeline y su padre la había afectado mucho, pero no por la loba, sino por Yimar.Samira lo conocía bien y sabía que era un licántropo noble, con un corazón generoso. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y proteger a la manada, a su familia. Verlo sufrir en medio de toda esa guerra le rompía el corazón. No merecía pasar por esto, no merecía la decepción que su hija le seguía provocando, y pensar en el dolor que él estaba sintiendo solo la llenaba de tristeza.—¿Cómo puedes hacer esto? ¿De verdad fuiste capaz de herir a tu propio padre? ¿Te pones en su contra, lo atacas? —cuestionó con la voz quebrada.Pero Evangeline no contestó. Ni siquiera se molestó en intentarlo. En primer lugar, no iba a dar explicaciones a alguien que despreciaba tanto. Y en segundo lugar, había algo que necesitaba resolver con Froilán, así que no tenía tiempo para
El sonido de los golpes no paraba. Alister seguía impactando contra la entrada y había dado la orden para que los demás lobos empezaran a golpear los alrededores. La casa, bastante antigua, se veía en mal estado. Froilán y su Clan eran licántropos de ciudad, así que no la cuidaban como hacían los Valkyria con su casa del bosque. Las paredes temblaban con cada embestida de los lobos y el crujir de las paredes les decía que la casa estaba cediendo, poco a poco.—¡No podemos aguantar mucho más! —gritó Aric, buscando alguna que otra salida.Froilán se acercó a él, con la expresión endurecida y con cierto miedo latiendo en su pecho que se esforzaba por ocultar.—No podemos salir por ninguna puerta ni ventana. Estamos rodeados y Alister y sus lobos están afuera. Si nos atrapan... —su orgullo no le dejaba admitir que no saldrían bien si Alister lograba dar con ellos—. Tengo que negociar. Tengo a Samira bajo mi poder, eso debería servir para algo —gruñó.Samira, aunque no había dicho nada en
La casa ya no podía soportar más. Los golpes incesantes de los hombres de Alister afuera, intentando derribarla para rescatar a Samira, habían hecho temblar los cimientos de la estructura.Pero lo peor no era solo el daño físico, sino la oscuridad creciente que emanaba de Evangeline. Dentro de esa antigua casa, el aire estaba cargado de energía maligna, mientras todos los involucrados estaban al borde de una catástrofe mayor.Un rato después, Alister logró derrumbar la entrada principal e ingresó inmediatamente a través de ella. Acto seguido, los demás lobos dejaron de golpear las paredes de la casa.El sonido de la madera crujiendo bajo los pies del Alfa llenaba el sitio cuando su figura se materializó en medio del caos. Samira, al verlo, sintió una combinación de alivio y miedo. Sabía que él había venido por ella, pero también sabía que la situación era mucho peor de lo que parecía.«¡Samira!» pensó él cuando apenas la vio y se lanzó hacia ella, esquivando un trozo de techo que caía
Los demás Valkyria que habían quedado fuera de la casa intentaron entrar mientras ésta se derrumbaba, pero no pudieron hacerlo. Por lo tanto, cuando finalmente toda la casa se desplomó, rodearon los escombros. El aire estaba impregnado de polvo, las piedras caídas formaban una montaña irregular que parecía haber engullido a Alister y Samira. El silencio era opresivo, roto solo por los gemidos graves de los lobos.—¡Alfa! ¡Alfa! —aullaban algunos, con sus garras arañando la tierra y los restos, removiendo con urgencia lo que podían, buscando entre la ruina. El instinto los empujaba a seguir, pero el temor los frenaba.—¡No está aquí! ¡No está! —gritó uno de ellos, al sacar de entre los escombros el cuerpo de Froilán, inerte y sin vida. Sin embargo, aquello no era consuelo, pues la verdadera preocupación era su líder, además de otros compañeros que habían logrado entrar a la casa para ayudar al Alfa.El caos de voces continuaba, cada lobo removía las piedras, empujaba y cavaba entre lo
Los lobos estaban en tensión, con los músculos rígidos y los sentidos agudizados mientras observaban cómo Evangeline emergía de entre los escombros, con su cuerpo cubierto de heridas, pero animado por una energía oscura que no era propia. No era la misma loba que alguna vez formó parte del Clan Valkyria. Sus ojos, antes llenos de astucia, ahora solo reflejaban un vacío peligroso. Se movía con una agresividad que nunca antes habían visto en ella, impulsada por una fuerza maligna que no podían comprender.Varios lobos comenzaron a avanzar, listos para proteger a Samira y a su Alfa inconsciente. Sabían que Evangeline había perdido el control, y lo peor de todo, no sabían cómo detenerla.De repente, una voz cortó el aire.—¡Evangeline! —gritó Yimar, quien apareció en la escena y se acercó un poco tambaleante, con una herida abierta en su cuello. Su voz no era un grito de rabia, sino de profunda tristeza, casi implorando que ella volviera en sí.La loba, al escuchar el sonido, giró su mira
Sin vacilar, los lobos actuaron con rapidez, levantando a Alister con cuidado y llevándolo en dirección a la casa del bosque. Samira no quería separarse de él, así que subió al lomo de uno de los lobos y fue con ellos. Un rato después, Yimar giró hacia otros lobos que aún estaban en la escena.—Por favor, traigan al sacerdote —impuso con voz firme—. Necesitaremos de su ayuda.Los lobos asintieron y corrieron en busca del sacerdote. Mientras tanto, la tensión continuaba en el aire. Evangeline seguía luchando contra sus captores, moviéndose frenéticamente, impulsada por la oscuridad que la dominaba.Yimar, cansado y herido, observó el caos a su alrededor. Sabía que la batalla aún no había terminado, pero al menos Alister y Samira tenían una oportunidad de sobrevivir. El Beta observaba a su hija, incapaz de comprender del todo lo que le estaba ocurriendo. A través de su aura inquietante, percibió que no se trataba de una enfermedad o un arrebato de furia. Evangeline, aunque había hecho