C146: No necesitamos llegar a ese extremo.

Samira se detuvo un momento antes de girarse completamente hacia él para mirarlo con seriedad.

—¿Para qué quieres que me quede? —cuestionó—. No tengo nada que hacer aquí.

Alister la observó sin emitir sonido, pero su postura no mostraba ninguna intención de dejarla ir.

—Tampoco tenías la obligación de traerme esta taza de té —continuó, señalando la taza con su mano libre—. Pero aun así lo hiciste.

Alister la miró sin parpadear, con la intención de evaluar cada una de sus palabras. Samira, por su parte, tragó saliva y se volvió a aclarar la garganta.

—Como ya te dije, solo me crucé con la sirvienta afuera. Ella tocó la puerta, pero tú no le prestaste atención. Así que, abrí la puerta, te vi durmiendo, y por simple cortesía, le dije que se podía ir y que yo te dejaría la taza. Eso fue todo. Solo intenté ser amable.

Alister arqueó una ceja, escéptico, y se inclinó hacia adelante ligeramente, sin dejar de escrutarla.

—¿De verdad? —preguntó, como queriendo ponerla en una posición nerviosa.
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