Alister corrió a toda velocidad por el bosque y su forma de lobo resaltaba entre las sombras que proyectaban los árboles. El aire gélido rozaba su pelaje, pero el frío no era nada comparado con el fuego que ardía en su pecho. La noticia del rapto de Samira había despertado en él una ira incontrolable y ahora solo tenía una cosa en mente: salvarla, sin importar las consecuencias. Su respiración era agitada y cada zancada era más rápida que la anterior, sus garras arañaban el suelo con fuerza, dejando surcos profundos en la tierra húmeda.El territorio del Clan Abyss se acercaba rápidamente. Alister podía sentirlo, podía oler el descaro de esa manada en el aire. Froilán, el líder del Clan enemigo, había cruzado una línea al llevarse a Samira. El corazón de Alister palpitaba aceleradamente debido a la cólera. Sabía que Froilán no tenía intenciones de matarla… aún. Ella era una pieza clave, una herramienta de chantaje que usaban para quebrarlo, para hacerle cometer un error, pero aún así
Samira sintió el frío metal de las esposas alrededor de sus muñecas que estaban sujetadas a los reposabrazos de una silla que no podía ver. La venda en sus ojos la dejaba en completa oscuridad y el nudo apretado que cubría su boca silenciaba cualquier intento de protesta. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que la habían capturado, pero el corazón le martilleaba en el pecho y su mente trabajaba frenéticamente en busca de una salida.Un chirrido agudo rompió el silencio, probablemente el sonido de una puerta abriéndose, y después, unos pasos firmes resonaron en el suelo. Unas personas se acercaban. Samira trató de calmar su respiración, pero cada paso que oía hacía más evidente que la situación era grave.De repente, alguien tiró de la venda que cubría sus ojos y la luz le cegó momentáneamente. Parpadeó rápidamente, ajustándose a la claridad que ahora llenaba la habitación. Frente a ella, vio a dos hombres. Uno de ellos, claramente el líder, tenía una presencia imponente. Su cabe
El viento soplaba con fuerza entre los árboles del territorio de los Valkyria, agitando las ramas con una furia que reflejaba el estado de ánimo de Alister. Los miembros del Clan estaban dispersos, cada uno en su puesto, vigilando la frontera con atención.Alister, por su parte, caminaba por los pasillos de la casa con la mente aún nublada por el secuestro de Samira. Esperar lo llenaba de impaciencia y le quemaba las entrañas. Quería ir a buscarla en ese instante, pero primero debía pensar en una estrategia. Era difícil, pero tenía que pensar en que Samira estaría segura por el momento.—Ella está bien, tiene que estar bien. Por favor, a todos los dioses, les pido que la protejan hasta que llegue. Por favor, solo hasta que llegue... —balbuceaba. Repetir aquello lo ayudaba a mantenerse cuerdo, pues confiaba en que los dioses lo escucharían.Cada paso que daba resonaba en el silencio, y aunque el peso de la situación era abrumador, no estaba preparado para lo que iba a encontrar.El air
Alister se reunió con la mayoría de sus guerreros en el bosque, incluyendo a aquellos que vivían en la ciudad. Había llamado a Yimar para comentarle la situación y para solicitar que los guerreros que habitaban en la ciudad fueran para el bosque debido a la guerra que se aproximaba. El aire en el ambiente era denso y el peso de la responsabilidad se sentía sobre los hombros del Alfa. El Beta también estaba presente y se preparaba para liderar a los guerreros en la misión que se avecinaba. Algunos de los lobos se quedaron en la ciudad para no dejar desprotegidos a los miembros que no se dedicaban a pelear, sino que se dedicaban a las tareas de la casa. No sabía si Froilán tenía intenciones de atacar ese lugar, así que era mejor tomar precauciones.Alister sabía que la situación en la ciudad era más complicada, pues un alboroto podría atraer la atención de los habitantes y no podrían transformarse en lobos sin arriesgarse a ser descubiertos. Aun así, tenía que estar preparado para cual
Samira estaba atada a la silla, las frías esposas de hierro alrededor de sus muñecas le cortaban la circulación y apenas podía moverlas. Intentaba de todas las formas posibles liberarse, buscando alguna debilidad en la estructura de la silla, alguna forma de romperla. Pero era inútil, el material era demasiado resistente, mucho más de lo que ella podía manejar en ese estado. Las muñecas le dolían por la presión de las esposas, pero eso no la detenía. No iba a rendirse tan fácilmente. El sudor perlaba su frente mientras trataba de forzar sus brazos una vez más, pero sabía que no podría romper esas malditas esposas.Pensó en romper el reposabrazos, pero también se le hizo complicado. Miró a su alrededor en busca de algo, cualquier cosa que pudiera ayudarla a escapar, pero el cuarto estaba vacío, oscuro y silencioso. Samira sabía que asumió que estaba en el territorio del enemigo y que nadie vendría a ayudarla. Pedir auxilio sería inútil y no tenía sentido tratar de convencer a alguien q
Samira se tornó pensativa por un momento, en lo que empezó a atar algunos cabos.—Dijiste que si me matas ahora, se consideraría un acto de traición, y llamaste a Froilán "Alfa" —resaltó—. Quiere decir que ahora formas parte del Clan enemigo, la manada que ha intentado matar a Alister de todas las formas posibles. Evangeline se mantuvo en silencio mientras Samira descifraba lo que estaba pasando.—Si estoy aquí, es porque tú le hablaste sobre mí, ¿no es así? —aseveró—. Le dijiste que soy la compañera destinada de Alister, ¿verdad? Porque no paraban de decir que soy su debilidad y que me trajeron aquí como carnada.—Hice lo que tenía que hacer para ayudar a mi Clan —señaló Evangeline con frialdad—. Los Valkyria me expulsaron sin piedad.—Pero si tú misma te lo buscaste, todo lo que ocurrió solo fueron las consecuencias de tus actos, ¿porqué te empeñas en fingir inocencia? —cuestionó—. Además, tú llevas una marca que no te deja unirte a ningún otro Clan.—La marca ya no tiene ningún ef
—Nunca imaginé que caerías tan bajo, Evangeline —escupió Samir con desdén—. No pensé que serías capaz de unirte a ellos, de traicionar a tu propio clan. En verdad que no terminas de sorprenderme. Cuando pienso que ya pudiste haber hecho todo lo malo que se te ocurrió, sales con algo peor.Evangeline sonrió con amargura, cruzándose de brazos.—¿Y quién eres tú para juzgarme, Samira? No tienes idea de lo que he tenido que hacer, ni de las decisiones que me vi obligada a tomar...—Siempre fuiste egoísta —respondió Samira, con una chispa de furia—. Nunca te importaron los demás. Solo tú, siempre tú. Y ahora estás aquí, jugando a ser la víctima. Pero todos sabemos quién eres realmente.El ambiente se tensó aún más. Evangeline dio un paso adelante, acercándose a Samira con los ojos llenos de resentimiento.—¿De verdad crees que tienes todas las respuestas? ¿Que Alister te salvará esta vez? Froilán lo destruirá. Y cuando todo termine, yo estaré allí para verlo caer.De repente, Evangeline not
—Renuncia a todo, Alister —la voz de Froilán resonó con firmeza en el lugar donde se encontraba frente al Alfa de los Valkyria. Cada palabra que pronunciaba parecía cargar el peso de una decisión irreversible—. Renuncia a tu título de Alfa, a tu empresa, a tu hogar, a tu Clan... a todo lo que has construido. Solo así te puedo garantizar que Samira estará a salvo.Froilán lo observó, esperando que la gravedad de su propuesta calara hondo en el corazón de Alister. Sabía que la vida del licántropo que tenía frente a él se había edificado sobre sacrificios, pero ahora se encontraba ante una encrucijada. La mirada intensa de Froilán dejaba claro que no había lugar para negociaciones. La vida de Samira pendía de un hilo y el sacrificio de Alister era el único camino que podría salvarla. O eso pensaba él.Alister lo observó en silencio, con su mandíbula apretada y su mirada endurecida por la rabia. Sabía que Froilán estaba intentando manipularlo, empujarlo al borde de la desesperación para qu