Siempre crecí escuchando a mi padre y a los humanos decir que hay mezclas de especies que pueden ser más oscuros y malos que los propios demonios del infierno, pero, creía que mi padre exageraba y que los humanos al no conocer las demás especies en el mundo, inventaban esas cosas, pero, ahora lo confirmo.
Porque solo eso explicaría porque en estos momentos Reymond me tiene a su lado, mientras su padre y mi reciente exnovio me observan fijamente intentando comprender todo lo que está sucediendo. Pero, lo peor es que yo solo escuché como Reymond los invitó a entrar y me llevó a este incomodo encuentro, sin atreverme a decir o hacer otra cosa. Por eso, estoy aquí… en el lugar y con las personas equivocadas. — Entonces, eres la prometida de mi hermano menor. — Oh, Alan, ¿tanto me quieres ahora que me llamas hermano menor y no bastardo asesino? — pregunta Reymond aumentando el ambiente tensionado que ya hay con la mirada asesina que Nate me muestra. — ¿Es verdad, Elise? ¿Lo que ha dicho mi tío es verdad? — pregunta Nate. — No tengo porque responderle, señor Perasi. — digo con frialdad, recordando todo lo que vi la última vez que nos vimos. Nate golpea con fuerzas la mesa, causando que de un pequeño salto por su reacción agresiva, pero, eso solo es una preparación para lo que pasaría después, porque Reymond, levanta la mesa que parece de mármol en la que podrían comer veinte personas. Reymond, no avisa que lo hará, si no que, lanza la mesa al punto que esta queda contra la pared frente a nosotros, aturdiéndome por completo por dicha violencia. — Que sea la última vez que vea que actúas agresivamente con mi prometida, porque si lo veo, el destino de la mesa será lindo en comparación a lo que te haré, mi querido sobrino. — dice Reymond, mencionando lo último con sarcasmo. La mesa, que intentaba mantenerse completa, termina destruyéndose al punto que solo quedan escombros de lo que una vez fue una mesa. ‘Denle el descanso eterno a la mesa, como también a mi vida tranquila.’ Me digo mentalmente. — ¡Reymond! — ¡¿Qué pasa, Alan?! ¡¿No sabes controlar a tu hijo?! ¡Porque si no sabes cómo hacerlo, yo estoy más que dispuesto a enseñarle a como respetar a su tía! — grita Reymond. Aunque no me agrada que hablen de un matrimonio que no he aceptado y menos, cuando conozco a ‘mi prometido’ hace dos horas, dejándome hasta ahora una idea de él muy negativa, me resulta agradable ver a Nate enojado. Porque, ver el malestar en Nate, me dice que escuchar que seré su tía no le agrada y quizás, es eso lo que me impide corregir el error de un matrimonio inexistente y solo quedarme a ver que piensa hacer. — ¿Tú no eras la novia de Nate? Él me acaba de informar de ello. — dice el señor Alan Perasi. Es mi momento, la atención de todos está puesta en mí. Mi exsuegro, nunca me conoció porque siempre estaba ‘ocupado’ y su madre, solo me veía como una chica más que su hijo tomaba a su antojo. Por lo que, mencionar que no somos pareja, no sería algo grande, después de todo, nunca me besé con él delante de alguien, ni intimé con él sexualmente. Ya que, aunque él lo deseaba mucho, le dejé en claro que hasta que no se hiciera pública nuestra relación y estuviéramos casados, no tendríamos sexo. Así que, básicamente, éramos novios con besos inocentes, mientras él liberaba toda su lujuria en varias mujeres. Así que, si él jugó conmigo, yo puedo hacerlo, ya que, por más que lo desee, no puedo reducir el tamaño de su pene, el cual es su punto débil que no toleraría que alguien lo dañara. ‘Excepto, hacerme su tía. Ahora, tendría que respetar a la mujer que irrespetó de todas las maneras posibles.’ Me digo mentalmente, sintiendo como una maldad me impulsa a actuar de forma diferente. — Creo que se ha equivocado, señor. Lo he tratado bien porque trabajamos en la misma empresa y mi prometido me ha pedido que cuide bien de él, pero, jamás sería su novia, no lo haría cuando tengo a mi prometido que lo supera en todo al menos cinco veces. Todo queda en silencio y quizás eso me ayuda a escuchar como los dientes de Nate comienzan a sonar de forma desagradable, anunciando que explotará en cualquier momento, mientras Reymond parece el lado opuesto de las emociones de Nate, porque toma mi mano y la besa, para después, besar mi hombro. — Cariño, basta, no pisotees así a mi sobrino, su masculinidad es frágil podría romperse por un comentario así. — dice Reymond en tono tan dulce que me resulta complicado comprender que este hombre fue el que hace poco lanzó una mesa muy pesada. — Nos vamos ahora mismo. — dice el señor Alan notando que su hijo esta por explotar. — Adiós, hermano mayor. — dice Reymond sonriente. Él solo mira a su hermano con el mismo odio con el que lo ha mirado hasta ahora, para posteriormente, caminar hacia la salida. — Despídete de tu cuñada, no es bueno que los mayores den muestra de una educación tan terrible. — dice Reymond causando que el cuerpo de su hermano se tensione. — Adiós. — dice el señor Alan. — ¿Es verdad que serás mi tía? — pregunta Nate tensionando su mandíbula. — Me conoces, Nate, no soy una persona que es intima con cualquiera, así que, si estamos anunciando nuestro compromiso a ustedes, es porque es verdad. — dice Reymond. Nate, se levanta de su silla mirándome de forma tan gélida, que me hace sentir incomoda al punto de querer marcharme, pero, una mano se coloca sobre mi rodilla, dándome el apoyo para enfrentarlo. Misma mano que se lleva toda la atención de Nate, antes de marcharse. — Se dice adiós, tía. Nate, tensiona todo su cuerpo, pero, no es capaz de atacarnos, ni mucho menos ser descarado como lo fue conmigo hace poco tiempo. Sin embargo, no se marcha como lo hizo su padre, si no que, me mira fijamente. — Tía, ¿puedo hablar contigo? Es algo del trabajo. — dice Nate. — Es tarde para hablar de eso. — dice Reymond, pero, yo niego levantándome. — Está bien, quizás sea importante. Sé que Nate no me llamaría por algo del trabajo, pero, quiero escuchar lo que tiene para decirme. Quizás… solo quizás, haya reaccionado. Así que, lo sigo a la salida. — Dile que estabas bromeando. — dice Nate girándose para mirarme con odio, cuando nos quedamos solos. — No lo haré. Nate me agarra con fuerza el brazo y me acerca a su cuerpo, lleno de marcas del sexo salvaje que tuvo hace poco. — Ya te divertiste haciéndome pasar un mal rato, ahora ve y dile que serás mi puta hasta que me aburra, antes de que me hagas enojar y termines mal. — dice Nate con frialdad. — ¿Crees que es mentira? Nate, seré tu tía. Ese era mi regalo de cumpleaños para ti, feliz cumpleaños, sobrino. — digo mientras el reloj suena al marcar las doce.Mi respuesta, no le agrada siquiera un poco, por eso, me coloca contra la pared y su cuerpo de tal forma que siento como las arcadas me invaden, porque el olor de otras mujeres y mucho sexo esta incluso en su ropa.Por eso, lo aparto con fuerzas e intento vomitar, aturdiendo a Nate que no me agarra con fuerzas e incluso, se aparta de mí como si le hubiese revelado una terrible noticia que parece impactarle más que la noticia de que seré su tía.— Por eso vas a casarte con él, ¿no es así?— ¿Por qué lo dices? ¿Acaso has notado que él si es un hombre y no un niñito que cree que la buena vida es follar con muchas mujeres sin temor a enfermarse por ser tan promiscuo?— Sabes que no es por eso que hay un matrimonio tan rápido entre ustedes. Dime, Elise, ¿acaso te lanzaste primero a su cama, para probar con cuál de los dos te quedarías? ¿También complaciste a mi padre o solo fue entre mi tío y yo? — pregunta él y yo lo abofeteo.El enojo puede más que mi intención de ser alguien pacifista,
Al día siguienteDespués de haber usado un poco de magia, mi cuerpo comenzó a fallarme. Ya que, una de las razones por las que no uso magia, es porque mi cuerpo no puede soportar tanto agotamiento y por ello, debo usarlo lo menos posible.Por fortuna, solo se siente como si estuviera a punto de tener un resfriado y no algo peor. Además, también debo sentirme agradecida porque después de haberle dicho a Reymond que me dejará pensarlo, dejó de insistir en su plan y me envió a casa sin algunas otras intenciones.— No le des importancia, Elise. Lo mejor es que te prepares para trabajar y no pienses en cosas que seguramente quedarán en el olvido. — me digo levantándome de la cama.Debo reconocerlo, tengo mucho miedo, ya que, ayer rompí muchas reglas y me expuse a peligros innecesarios por no pensar sabiamente sobre lo que debería o no hacer. Por eso, deseo que Reymond lo olvide, porque si sigue insistiendo, tendré que desaparecer sin dejar un solo rastro.Con eso en mente, me preparo y me
Soy consciente que no es bueno mentir, mucho menos, de una forma tan descarada. Pero, no pueden juzgarme cuando soy una persona lastimada y acorralada, que solo intenta equilibrar las cosas con este desgraciado.— Elise…— Aléjese de mí, señor. Desde lejos puede hablarme y yo no tendré que reprimir la repulsión que su aroma me causa. — digo con frialdad, observando en su mirada cuanto le impacta lo que he mencionado.— Estás jugando con fuego.— Hasta donde sé, quien viene y juega con fuego es mi querido alfa, Reymond. — digo.El malestar me invade por mentir de forma tan descarada, pero, necesito alejarlo de mí tanto como sea posible, sin embargo, Nate no piensa lo mismo al detener el ascensor, sin importar que no tengo su tiempo libre.— No me hagas perder el control, Elise, porque vas a arrepentirte.— Ya me he arrepentido. — susurro y él se aleja un poco complacido.— Entonces, si te has dado cuenta, ¿Qué piensas hacer para implorar mi perdón?— ¿Ah?— Ya sabes, puedes arrodillart
La sangre se congela, mi respiración es pesada y mis pies se mueven retrocediendo lentamente mientras mi vista se nubla por todo el dolor que siento al ser difamada de esta manera.— No puede ser… — susurro completamente herida.— ¡¿En dónde está esa maldita mujer?! — grita el señor Geles y yo doy un pequeño salto ante el susto que me hace experimentar su grito.— Entre, señorita. Si no lo hace, será peor. — dice la asistente.— No puedo hacerlo. — digo sintiéndome completamente desprotegida.Así que, como una tonta, corro lejos de esa oficina donde comienzan a escucharse ruidos fuertes de cosas lanzándose y maldiciones que no puedo tolerar escuchar. Por eso, corro hacia el ascensor, donde de inmediato, presiono el botón para ir al primer piso y así marcharme de una empresa que en estos momentos me asfixia.
Aunque sé que no debería aferrarme a un hombre que me ha confirmado con su aspecto que tiene conexión con el infierno, no puedo alejarme de él. Sus palmadas en mi espalda y la forma en la que me arrulla, hace que sea imposible para mí alejarme.Sobre todo, porque me siento demasiado afectada por un video que esta editado, porque así de bajo ha caído Nate al castigarme cuando no fui yo quien estuvo con él en ese video.— Es un malnacido. — susurro en medio del llanto.— Sí, realmente lo es. — dice Reymond.Él no menciona algo más, solo me consuela al punto que me da un pañuelo y solo permite que abran la puerta, cuando ya me he calmado un poco.— ¿Puedes bajar por tu cuenta? — pregunta Reymond y yo comienzo a asentir.Aun con muchas ganas de llorar, bajo del auto sorprendiéndome al ver que el lugar en el que me encuentro e
Lentamente, levanto mi mirada porque sé que no hay manera de fingir que no lo estaba viendo y desviarla sería mostrar cuan avergonzada me siento. Por eso, detallo su cuerpo aunque mi mirada lo recorre rápidamente.— ¿Ya acabaste, pervertida?— Solo miraba una mancha en tu pantalón, Reymond. Pero, si eso es motivo de perversión, no soy alguien para contradecir a un alfa. — digo encogiéndome de hombros.— Entonces, lo que te estabas preguntando es si te dejaría lavar mi pantalón, ¿es eso lo que quieres? — pregunta Reymond y yo de inmediato me escandalizo, sobre todo, porque comienza a desabrochar el pantalón.‘¿Acaso he escuchado mal?’ me pregunto mentalmente.— ¡Por supuesto que no quiero hacer eso! — digo escandalizada.— Soy un alfa, Elise. Si alguien en el mundo sabe que es sentir deseos lujuriosos, soy
Narra ReymondIntento concentrarme en que es lo que debo hacer, pero, no me es posible, porque las ganas de asesinar son más grandes que las de vivir y todo por un idiota que es tomo menos hombre. Porque eso es Nate Perasi, un intento de hombre que solo sabe actuar de forma baja.— Ni siquiera los demonios son capaces de llegar tan bajo como esto. — digo mirando el video publicado.— Señor, ya hemos usado una contramedida, como recomendaron los abogados, realizaremos una demanda y…— ¿Son idiotas o solo se están haciendo los idiotas? — pregunto confundido.— ¿Disculpe?— Una maldita demanda no va a solucionar las cosas, yo quiero que quiten el video y suban el original con un virus donde se muestren cada una de las perversiones de quien vea el video.>> Si ellos van a especular de lo que no saben, entonces, no pueden enojarse porque especulen de lo que con pru
El desespero me invade porque no puedo permitir que a ella le pase algo después de tantos años buscándola. Así que, desesperado corro hacia su habitación donde al verla inconsciente mi pecho amenaza con romperse.— ¡¿Qué rayos hacen que no está el doctor aquí?!— Ya viene en camino, señor.— Si algo le llega a pasar a Elise, estarán en graves problemas. — advierto con ella en la cama, intentando que mis feromonas la alivien, pero, no es así.Su cuerpo parece estar sufriendo mucho al punto que se transforma en humana o en lobo con pocos segundos de diferencia.— Esto no puede ser un castigo por reencontrarnos, ¿verdad?— Señor, los dos fueron castigados reencarnando en la tierra sin saber de sus recuerdos siendo ángel o demonio, cuando se volvieron a encontrar, las cosas se complicaron en la vida de ambos y cu