Reymond suelta al funcionario que arregla su ropa como si fuera lo único importante en la vida, como si no comprendiera que el peligro aún no se ha ido. Pero, al menos, no escapa cuando la atención de todos está en mí. — Elise, ¿estás bromeando? — pregunta Reymond incrédulo. — No bromeo. — Lo sabes, comprendes perfectamente a todo lo que tendrías que someterte para romper mi marca y desvincularte de tu destino. — Lo sé. — Esto es peor que ser una marginada como lo eras antes. Porque si lo haces, además de abandonar la manada, serás vista como una traidora y por eso, nuestro hijo ni siquiera merecerá ser mi heredero. — dice Reymond. Sonrío ante su aclaración, porque se nota que Reymond no se da cuenta que es justamente eso lo que espero de esta separación. Pero, los chicos a nuestro alrededor si lo notan, por eso, bajan sus miradas al suelo. — Eso es justamente lo que deseo, Reymond, no quiero estar vinculada ni que mi bebé lo esté. — digo con frialdad. Reymond, de inmediato m
Mi mente parece hacer corto circuito cuando escucho sus palabras, porque ni siquiera en mis sueños más locos imaginé que sucedería algo así. Por eso, observo aturdida al hombre al que lentamente acerco mi mano para tocar ese rostro que durante años quise tocar. — ¿Qué ha dicho? — pregunta Reymond confundido. — Realmente eres tú. — susurro con voz quebradiza. — Sí, hija. Soy yo. — dice mi padre y yo me lanzo a sus brazos, llorando como la niña pequeña que le suplicaba llorando que no me dejara. El mundo desaparece para mí, cada situación dolorosa que experimenté por ser una Flameforge, por no tener una sola identificación que me hiciera parte de una manada o ser la mujer de interés de los Perasi, me hace más grande. Porque entonces, comprendo porque soporté todo y era para estar viva cuando esto sucediera. Porque entonces, mi padre no encontrará a la pequeña débil que no entendía lo que sucedía, si no, una mujer que los golpes de la vida la hicieron más fuerte. — Aquí estoy, mi p
Toda esperanza de que mi vida fuera mejor ahora que mi padre ha aparecido, quedan en el olvido porque le hombre que selló mi magia, no es capaz de quitar el sello. Esto solo me hace pensar que mi vida en la, tierra, es más terrible de la que pensé que sería. Entonces, ¿Dónde está la clemencia de los cielos? Comprendo que cometí un pecado que pudo arruinar el acuerdo de paz entre los dos mundos, pero, ¿es para tanto? ¿Realmente debo pasar por tantas cosas? — No puede ser. — susurro. — Lo bueno de todo esto es que ya no eres la mujer frágil de antes. Tu cuerpo ha soportado mucho e incluso, me atrevería a decir que eres tres veces más fuerte de lo que pensé que serias. — Lógicamente soy más fuerte que antes, después de todo, ya no soy una niña. — No me refiero a tu fuerza física, si no, a la fuerza de tu espíritu, Kwan. — Llámame Elise, por favor. Ahora siento extraño ese nombre. Mi padre suspira profundo, mira hacia la pared que Reymond golpea y moviendo la mano, hace que aparezc
Todo resentimiento hacia el hombre que por tanto tiempo admire, me da varios besos perdonándome por haber desconfiado, aunque el único motivo que tenia de hacerlo, fue cuando no me acompañó al destierro.‘Yo cometí el error, pero, fui descarada al esperar que mi padre me acompañara en un castigo que él no merecía.’ Me digo mentalmente.— Padre…— Dejemos de lado lo que pensaste o hiciste, ahora es momento de pensar en el ahora, ya que, no sabemos cuándo van a intervenir. — dice mi padre volviendo al aspecto físico con el que lo conocí en el mundo humano.— Pero…— Debo esconder mi aspecto físico y todo lo que demuestra que no pertenezco aquí para que no se den cuenta de lo que estoy haciendo. Pero, tú ya no necesitas ocultar quién eres.>> Tomaron una decisión irreversible, ahora tenemos que hacernos cargo de como vivirás a partir de ahora, hija. Porque lo que menos tienes es tiempo y no quiero que lo desperdicies con seres que no saben ser agradecidos.Miro a Reymond, quien comienza
Mi mente parece hacer corto circuito por la nueva información que no creí que me darían, pero, tal parece que es verdad. Por eso, miro hacia mi padre y me acerco a él intentando comprender que es lo que sucede. Es entonces cuando me doy cuenta de que mi rostro es el mismo de cuando era la diosa Kwabe. Así que, llevo mis manos a mi rostro, intentando sentir con mi tacto los pequeños lunares en mi rostro o la forma de mis labios. — Padre… ¿Por qué mi rostro está así? — Te lo dije, hija, ya no es necesario ocultar tu verdadero rostro. Hacerlo no va a ablandar el corazón de esos seres. Así que, levanta la cabeza y sigue adelante, porque la mejor forma de vengarte de ellos es así. — dice mi padre. — ¿Qué le pasa a mi padre? — pregunto mirando al señor Maximus, porque mi padre muestra dificultad para respirar. — Cada vez que un dios desciende a la tierra es para pasar pocos minutos entreteniéndose con las ocurrencias de los humanos o porque tienen que pagar el precio de cometer errores
No puede ser coincidencia todo esto que hemos estado viviendo, así que, solo miro en silencio todo lo que está ocurriendo, porque es sorprendente para mí que yo haya tenido un accidente automovilístico que me obligó a usar magia, frente al lugar donde mi padre estaba en coma. Además, aquí también ‘conocí’ a Reymond, quien en ese momento aunque me resultaba extraño y molesto, no creí que fuera el hombre que ahora es conmigo. — Soy consciente que no debo meterme en tus decisiones, pero, me gustaría preguntarte para tener todo claro, ¿Estás segura de que es buena idea quedarte en un lugar visible, Kwan? — Sí. — Tu esposo no es un juego, Kwan. — Llámame Elise, por favor. — Es tu nombre real, Kwan. En realidad, mi nombre real es Kwabe, pero, ya no seré llamada así, porque no volveré al cielo. Así que, solo puedo resignarme a ser Elise, porque el que me llamen Kwan, me recordará la vida a la que no podré volver. — Me gusta más Elise. Así que, por favor, llámame Elise. — Co
Alguien me mueve y no sé a dónde ni porque no soy capaz de abrir los ojos. Por eso, me quejo para que noten que estoy consciente aunque no puedo siquiera pedirles a mis ojos que se abran. Pero, tal parece que Reymond, quien es el hombre que me carga, le importa poco si me quejo o no, porque como si no me escuchará, me coloca sobre la cama, donde afortunadamente después de varios intentos, logro abrir los ojos, encontrándome con Reymond frente a mí. — ¿Tan rápido estás despierta, esposa? — pregunta él con un vaso con wiski en su mano. El hombre con el que me casé, se concentra en el vaso, mientras menea este con lentitud. Su camisa, tiene cuatro botones abiertos, por lo que, puedo ver su pecho hasta la altura de su ombligo. Su cabello está húmedo, al punto que caen gotas de agua sobre la camisa, que se está pegando a él como una segunda piel casi transparente. Aturdida, miro hacia la ventana donde puedo ver como llueve. — ¿No piensas hablarme, Elise? — pregunta Reymond. — ¿
Negándome a ello, recorro toda la casa en busca de una ruta de escape, pero, las únicas puertas que se abren son las que me llevan a otras habitaciones o salones, por lo que, confirmo que estoy encerrada en una jaula que me asfixia aunque sea de oro. — No puedo creerlo… — Señora, necesita descansar. Ha tenido un viaje difícil. — dice una voz que reconozco. — ¡Liam! — grito emocionada. — Hola, señora. — dice él sonriéndome con tristeza. — Por favor… — Agradecemos que nos haya protegido del señor, pero, no crea que por eso, la ayudaré a que se marche de aquí. — dice Liam. Eso hace que yo me sienta mal, porque tal parece que los chicos que me han protegido antes, no son capaces de ayudarme aunque sea por el bien de mi bebé. — ¿Son conscientes de lo peligroso que es Reymond para mi tranquilidad? — pregunto indignada. — El señor es un peligro para todos, menos para usted. — Oh, por Dios, debes estar loco. — digo indignada. — Analiza todo lo que está sucediendo, señora Perasi. Ha