Alguien me mueve y no sé a dónde ni porque no soy capaz de abrir los ojos. Por eso, me quejo para que noten que estoy consciente aunque no puedo siquiera pedirles a mis ojos que se abran. Pero, tal parece que Reymond, quien es el hombre que me carga, le importa poco si me quejo o no, porque como si no me escuchará, me coloca sobre la cama, donde afortunadamente después de varios intentos, logro abrir los ojos, encontrándome con Reymond frente a mí. — ¿Tan rápido estás despierta, esposa? — pregunta él con un vaso con wiski en su mano. El hombre con el que me casé, se concentra en el vaso, mientras menea este con lentitud. Su camisa, tiene cuatro botones abiertos, por lo que, puedo ver su pecho hasta la altura de su ombligo. Su cabello está húmedo, al punto que caen gotas de agua sobre la camisa, que se está pegando a él como una segunda piel casi transparente. Aturdida, miro hacia la ventana donde puedo ver como llueve. — ¿No piensas hablarme, Elise? — pregunta Reymond. — ¿
Negándome a ello, recorro toda la casa en busca de una ruta de escape, pero, las únicas puertas que se abren son las que me llevan a otras habitaciones o salones, por lo que, confirmo que estoy encerrada en una jaula que me asfixia aunque sea de oro. — No puedo creerlo… — Señora, necesita descansar. Ha tenido un viaje difícil. — dice una voz que reconozco. — ¡Liam! — grito emocionada. — Hola, señora. — dice él sonriéndome con tristeza. — Por favor… — Agradecemos que nos haya protegido del señor, pero, no crea que por eso, la ayudaré a que se marche de aquí. — dice Liam. Eso hace que yo me sienta mal, porque tal parece que los chicos que me han protegido antes, no son capaces de ayudarme aunque sea por el bien de mi bebé. — ¿Son conscientes de lo peligroso que es Reymond para mi tranquilidad? — pregunto indignada. — El señor es un peligro para todos, menos para usted. — Oh, por Dios, debes estar loco. — digo indignada. — Analiza todo lo que está sucediendo, señora Perasi. Ha
Reymond, sale conmigo en sus brazos, con una mirada llena de temor y su cuerpo completamente frío a diferencia del mío. Como si intentará competir con la velocidad de la luz, da ordenes relacionadas a mi cuidado, aunque veo que con cada paso que da, deja un rastro de sangre mucho más grande que el mío. — Realmente no comprendo como una mujer puede ser tan tonta. — dice Reymond dejándome sobre el sofá grande, para colocar una rodilla en el suelo y la otra como soporte de mis pies. — Estoy bien. — Dudo que lo estes, además, ¿recuerdas el poder que tiene tu sangre, querida? Probablemente estes envenenando a las personas que tengan la desgracia de entrar en contacto con esa sangre. Abro mis ojos de inmediato, porque lo que dice Reymond es verdad, después de todo, mi sangre puede causar algo así aunque yo no se lo haya ordenado. — ¡Por favor, pide que…! — Ya lo hice, ¿en dónde tenías la mente, mujer? ¿Acaso no escuchaste todo lo que dije hace poco? — pregunta Reymond molesto. — No,
Observo atentamente a Reymond, dudando sobre lo que tiene planeando, porque no es normal que un hombre tan… él este pidiendo disculpas cuando hace poco me trató como una tonta. — ¿Qué estás haciendo? ¿Acaso quieres burlarte de mí? — No, Elise, no te digo todo esto porque quiera burlarme de ti. Me ha costado mucho decidirme sobre qué es lo que debería hacer, pero, ya no puedo dudar más. Por eso, te pido que me perdones. — Un momento, creo que no estoy comprendiendo lo que sucede. — ¿Por qué te resulta tan increíble que yo te pida perdón, Elise? — No sé, ¿quizás sea porque hace poco parecía que ibas a pelear conmigo cuando estábamos en el baño? Tal vez sea por todas las veces que me has dicho tonta, idiota o algo peor y no te has disculpado? — pregunto curiosa. Reymond respira profundo, incluso, se levanta y camina de un lado al otro dejando rastros de sangre que poco le importan. — Reymond, deja de caminar, estas herido y así no vas a sanar. — digo y es entonces cuando él se da
Semanas después Reymond ha cumplido con su palabra, aunque lo he hecho enojar gritándole porque quiero ver a mi padre o porque no quiero dormir con él, Reymond se ha comportado. Aún sigue lanzando cosas cuando está muy molesto, pero, como lo dijo, se marcha al salón donde está el gimnasio y se concentra en ejercitarse hasta que ya está más calmado. También, ha permitido que yo salga sin escoltas e incluso, ha asistido a cada una de las citas médicas que he tenido, mostrándose comprometido en cada cosa que la doctora le dice sobre mi cuidado. En pocas palabras, ha cumplido con todo lo que me dijo hace semanas, aunque sigue siendo posesivo al punto que solamente los hombres están para reforzar mi seguridad, porque cualquier persona que se me acerque o me atienda debe ser mujer. Dándome a entender que su posesividad sigue como siempre, la única diferencia es que no he visto que ha golpeado o matado a alguien, porque los hombres lobos de esta isla, se distancian mucho de mí, para evit
Disfruto su beso levemente, porque mi maldita marca con él me hace imposible apartarlo aunque mi parte racional me dice que nunca debería permitir que se acerque a mí. Pero, una cosa es la que piensa mi mente y otra la que pienso yo.— No sabes cuanto me estoy conteniendo para no terminar follando a mi esposa. — dice Reymond.— Sigue soñando. Ahora, aléjate de mí y cuéntame que sucede con mi padre.— Ojalá te interesarás así conmigo.— Entonces, debiste comportarte como lo hizo mi padre.— No podría hacerlo, ya que, tu padre no podría hacer cosas que te dejen embarazada. — dice Reymond tomando un poco de comida que acerca a mis labios.Molesta, observo al hombre que acaricia mi mejilla, para posteriormente agarrar mi mentón y así hacer que yo abra la boca, bajo su atenta mirada.— Me estoy esforzando en ser gentil, pero, Elise, entiende que no puedes esperar demasiado conmigo, por lo menos, no si es algo de gentileza. — dice él.— Lo sé, lo he comprobado muchas veces.— Si necesitas a
El miedo me invade y yo me culpo por no haber tenido sexo con Reymond, porque así él podría acceder a mis pensamientos justo ahora. Pero, no hay manera de que él o yo anticipáramos esta trampa y por eso, caímos como tontos. — Sé que es lo que quieres. Así que, si prometes que te vas a marchar… — Parece que sigues creyendo en mis mentiras, porque te atreves a decir que creerías en mis promesas, aunque tienes una experiencia conmigo sobre eso. — dice Nate caminando perfectamente bien. — Has sanado de tus heridas. — Me costó mucho, porque no me recuperaba de unas cuando era nuevamente herido, pero, ya no es así. ahora me encuentro perfectamente bien. — dice Nate. Él continúa acercándose a mí, sin que yo pueda correr porque el miedo me paraliza y el uso de esfera de protección, me impide protegerme y correr lejos del peligro, debido a mi estado de gestación. — Me han informado que me han estado buscando, eso es lindo, sobre todo, porque yo también quise encontrarme frente a ustedes
Mi cuerpo se siente cada vez más débil, no sé cuánto tiempo podría soportar así y dudo que saberlo me dé una solución que me permita enfrentar al hombre que me observa con odio. El deseo de tener una navaja y cortarme para lanzarle está a Nate me hacen comprender que soy capaz de matar a alguien si eso me salva del peligro. Pero, soy una mujer que no carga ese tipo de cosas conmigo, por lo que, no puedo usar mi sangre para matarlo, por mucho que la idea sea buena. Por eso, debo recurrir a la persuasión y si esto no es posible, arriesgarme con la teletransportación. ‘Si hago eso, dudo que pueda despertar.’ me digo mentalmente. — Nate… — Debo reconocer que fuiste alguien sorprendente, Elise. después de todo, eres una mujer que después de solo hacer lo que se le dice, fuiste capaz de agarrarme de los testículos y apretarlos con fuerzas al casarte con el bastardo de mi tío y atreverte a castigarme causando que no pueda follar con alguien. — Yo lo lamento, ¿sí? Ahora… — Tú no l