Capítulo 6 - Hablar

Gina dio la vuelta y vio a Ryan mirándola desde el balcón contiguo. Tenía puesto tan solo una bata, pero ella podía vislumbrar que tenía un boxer oscuro. Además, y lo que le dejaba más guapo era que parecía que había sacudido su cabello varias veces.

—¿Qué haces aquí? — preguntó confundida ella.

—Dylan me invitó a quedarme, el está en su cuarto de cuando vivía con tus padres y yo me quedaré aquí. ¿Quién es caramelito? — volvió a preguntar

—Nadie que te incumba. ¿No sabes que no debes escuchar conversaciones ajenas?— Dijo dándose la vuelta para regresar dentro y acabar con preguntas que no estaba preparada para responder.

—Es que esto sí me incumbe. Todo lo referente a ti me incumbe pelirroja— respondió con voz sensual.

—Pues no debería. No sé qué pretendes, pero déjame decirte que sea lo que sea, no lo lograrás.

—Tú eres lo que quiero— dijo el mientras colocaba sus pies en el barandal.

—Pero ¿qué haces? ¡Te puedes caer! — se asustó ella.

—No— respondió resuelto el. Cruzó, se sostuvo de la pared y llegó hasta el balcón de Gina, la miró de arriba abajo— estás muy bonita.

—Sal de aquí Ryan, no debiste hacer eso, podrías haberte caído, lastimado. ¡Eres un inconsciente!

—¡Shhh! Baja la voz.

—Quiero que salgas. No tienes nada que hacer aquí— no quería caer de nuevo ante el.

—Te dije que quería hablar contigo— la contradijo el— me has evitado todo el tiempo.

—Hablar del pasado… Estoy cansada del pasado Ryan— dijo volteando los ojos.

—Nunca dejaste que te explicara lo que pasó aquel día. Huiste de mi, no dejaste que me acercara a ti— dijo colocando sus manos en la cintura de Gina

—¿Y qué querías que hiciera? Debía protegerme. Te vi besando a esa chica frente a mis narices, ¡donde tu y yo nos encontraríamos! — dijo al borde las lágrimas.

—Ya lo sé. No me dejaste explicarte. Me arrepentí de lo que hice— dijo colocando una mano en su mejilla

—Ya era tarde Ryan. Se me rompió el corazón cuando te vi. Te amaba... — sus ojos brillaban de dolor

—Y yo a ti, pero...

—Pero fuiste un cobarde— ahí estaba su parte combativa— Eso fuiste. Pero bueno... ¿hiciste lo que tu padre quería no? No querías terminar conmigo y decidiste que lo hiciera yo por ti.

—Pero tu... ¿cómo lo sabías? — preguntó desconcertado

—¿Querías hablar del pasado? Bien. Te escuché hablar con tu padre. Decía... insultaba a mi madre biológica, que yo era inferior a ti, y que mi problema del corazón me hacía aún más poca cosa— terminó ella dándose la vuelta y entrando a su habitación furiosa.

El la siguió y la agarró nuevamente.

—Ven aquí, ¡maldita sea! — dijo apretándola a el.

—¡No! ¡Suéltame! — dijo ella empujándolo sin lograr moverlo siquiera un solo centímetro. 

Por el contrario, él no la soltó; la miró detenidamente, era una mirada feroz, hambrienta, llena de deseo. Ryan no dudó, apresó sus labios y los devoró con pasión. Por más que ella intentó resistirse, el siguió con su ataque y de pronto volvió el beso tierno, suave y lleno de sentimiento. Luego de unos segundos, Gina se dejó envolver y respondió al beso con la misma fuerza. 

El hombre deslizó su rostro hasta el cuello de la chica y ésta se estremeció de placer.

—No Ryan, no podemos— dijo jadeando.

—Si podemos pelirroja. Esto está bien. Tu y yo— dijo recostándola con suavidad.

Pasado unos minutos Gina reaccionó

—¡No! ¡Esto no está bien! — dijo empujándolo nuevamente, pero esta vez si, logrando sorprenderle y deshaciéndose de el, se irguió y lo miró dolida— ¿qué quieres Ryan? ¿Quieres volver a lastimarme? ¿Sabes lo que me costó superarte cuando sucedió todo? ¿Las noches que lloré? 

—No, no se porque no me dejaste acercarme. No se bien lo que escuchaste, pero jamás te consideré inferior o menos que yo. Te amaba entonces y te amo ahora. Quiero una oportunidad contigo. Que salgamos, tomemos algo, quiero estar contigo. 

—No se si puedo hacerlo Ryan. No soy de goma, ¿qué pasará la próxima vez? cuando tu padre considere que sigo siendo menos, inferior a ti ¿qué harás? — aún tenía las manos levantadas, como marcando las distancias

—Nada. Tu eres lo más importante para mi. Si mi padre intenta decir algo o si le molesta… peor para el— contestó resuelto

Ella lo miró unos instantes, intentando sopesar lo que decía. No podía ser tan blanda. Si, ella aún tenía sentimientos por el, pero temía salir lastimada de nuevo. Recordar lo que dijo el papá de Ryan volvía a abrir una herida que creía haber cerrado antaño. Se sentó en la cama y lo miró a los ojos. 

—Lo pensaré. No te estoy diciendo que no o que si. Han pasado muchos años. Debemos reconocernos, hablar verdaderamente. Es lo único que puedo prometerte, pero ahora debes regresar a tu cuarto. Estoy cansada, ya quiero acostarme. Esta vez sal por la puerta, es peligroso que vayas por el balcón— dijo mirándolo de manera severa durante la última parte de su discurso.

—Pues hay un pequeño problema entonces— dijo el con una voz misteriosa.

—¿Y ahora qué? — respondió ella con frustración.

—Bueno… lo que pasa es que el cuarto en el que me quedo lo cerré con pestillo por dentro, la llave esta sobre la mesita. Debo salir si o si por el balcón o ir abajo y despertar a la ama de llaves para que me abra con la copia. ¿Quieres ir a molestarla? ¿O salgo por el balcón mejor?

—¡Ay Dios! Déjame pensar … — lo miró unos momentos y luego dirigió sus ojos al resto de la habitación— te quedarás aquí, pero dormirás en el sofá. Mañana…— miró el reloj que estaba en la mesita de noche— u hoy en realidad saldrás de aquí antes que te vean mis padres y buscarás al ama de llaves para pedirle la copia de la habitación.

—Gracias pelirroja— respondió el en un susurro.

Gina quitó algunas almohadas de su cama y sacó varias mantas del armario. Tiró las bolsas que había sobre el sofá y colocó ahí una almohada y las mantas. 

—No tengo nada mejor. El sillón es cómodo, o eso espero.

—No te preocupes por mi. Con esto me arreglo.

—Está bien. Buenas noches, Ryan.

—Buenas noches mi amor.

Pasaron varios minutos y Gina se cansó de escuchar a Ryan suspirar y moverse en el sofá.

—¿Qué te sucede?— dijo con los ojos cerrados

—Este sofá es duro para acostarse y es muy chico para mi, puedo acostarme a tu lado? 

—Ryan… —lo miró un momento y vio que el hacía un gesto lastimero. Si, el sofá le quedaba chico y era evidente— está bien. Ven aquí.

Su reacción no se hizo esperar, saltó e inmediatamente se metió en la cama con ella. La abrazó y colocó su cabeza sobre su hombro.

—Ryan…— lo amonestó ella — no era para que vengas y te hagas el cariñoso. Tracemos límites. El lado derecho es mío y el tuyo es el izquierdo.

—Mmm… estás tan calentita — dijo el acurrucándose aún más— Tu aroma me enloquece. Duerme, que yo cuidaré tus sueños.

—Y quién me cuidará de ti? — dijo en un murmullo.

—Yo te cuidaré de quien sea. De mi inclusive, me arrancaría un brazo antes de lastimarte nuevamente. No quiero vivir una vida sin ti.

Gina cerró los ojos y lo abrazó también. Luego de unos minutos ella le dijo

—¿Por qué no me defendiste? 

—¿Cómo?

—¿Por qué no me defendiste ante tu padre? Dijiste que tan solo estábamos saliendo. Éramos novios, llevábamos meses siéndolo. 

—Lo se. Ya estaba cansado de escucharle criticarme. Todo lo que hacía, para él estaba mal. Después que mamá murió se volvió aún más exigente y difícil. Cuando mi madre aún vivía el y yo apenas nos tolerábamos. No le hacía mucho caso, pero últimamente me estaba diciendo que si no te dejaba dejaría de apoyar financieramente la fundación que mi madre creó. Esa fundación la hacía feliz, era su segundo hijo. Yo no podría hacer nada porque el dinero que ella me dejó recién lo recibiría cuando terminara la carrera. 

—Besaste a esa chica— musitó ella.

—No sentí nada. Me arrepentí apenas lo hice. Fui a buscarte. Tu madre no dejó que me acercara a ti. Tu hermano… bueno él me dijo que tu madre le prohibió meterse. Cuando te fuiste… creí volverme loco, quería ir contigo y traerte a rastras, obligarte a escucharme. Le dije a mi padre que conseguiría otra manera de lograr que la fundación tuviera beneficios, discutimos y luego el tuvo el infarto. Me sentí muy culpable, tuve que encargarme de sus negocios en su ausencia. Cuando estuve en la presidencia firmé para que parte de la ganancia sea destinada a la fundación. Hoy por hoy se mantiene sola, pero antes no era así. 

Luego que papá volvió, le dije que iría a buscarte, se burló de mi y dijo cosas de ti que no repetiré. Cuando llegué a Italia fui a buscarte, fuera del campus, estabas junto a otras dos chicas, en un momento vi que ellas volvían dentro riéndose y luego de unos instantes un auto aparcaba. Tu saludabas al hombre y lo abrazabas, lo besabas. Parecías quererlo, estabas bien, feliz, nada parecida a la última vez que te había visto. Di la media vuelta y regresé en el primer vuelo que encontré. No le dije a nadie. Papá me preguntó que había sucedido, por que había regresado tan enojado. Discutimos, para variar, y dejamos de hablar. Al poco tiempo me visitó y me dijo que ninguna mujer valía tanto para separar a un padre de un hijo. Ya harto de sus comentarios le dije que si quería recuperar un mínimo de nuestra relación debía dejar de hablar mal de ti. Hasta hoy día no entiendo que tiene en contra tuya, no soporta verte. 

Pero te juro que esta vez no interferirá, te quiero pelirroja, y nada logrará que me rinda. 

—Tu padre nunca me quiso. Siempre sentí que cuando me miraba veía algo más. Algo que le disgustaba. Nunca me dijo nada, pero sentía esa mirada disgustada, de desprecio.

—No me interesa lo que diga o lo que piense. Te quiero a ti y a nadie mas que a ti. No niego que he estado con otras mujeres. Es triste, pero a cualquier mujer que me acercara la comparaba contigo. No miré a una pelirroja más, me hacían recordar demasiado a ti. Las veces que regresabas, me hacías el vacío y yo sentía que me estabas matando. Pero ahora me darás una oportunidad. Recuperaremos el tiempo. Te amo y nunca me cansaré de decírtelo.

—Iremos poco a poco, no quiero que apresuremos nada. Debemos volver a conocernos, a compartir cosas.

—Haré lo que sea por ti. Duerme en mis brazos ‘si? solo dormir, quiero sentirte, tocarte, besarte… nada mas. Iremos poco a poco. 

—Mmm— dijo ella medio adormilada

—Te amo— dijo dándole un beso en la frente y subiendo un poco mas la manta.

Al otro día Gina sintió un calor en su cuello y se removió un poco. Abrió los ojos y miró a su costado el reloj, eran mas de las ocho de la mañana y Ryan seguía con ella. Estaba abrazado a su cintura, ella trató de moverlo y quitar sus manos. Sin embargo el seguía sin soltarla, la sostuvo aún mas fuerte si eso era posible.

—Ryan… Ryan… despierta, ya es de mañana. Saca tus garras de mi.

—Mmm, acuéstate un ratito mas pelirroja— murmuró el sin abrir los ojos y colocando su brazo debajo del cuerpo de ella.

—¡No! Tienes que salir de aquí— susurró— Debemos ir a desayunar. Ve a tu habitación, ahora. 

—¿Qué hora es? — dijo mirándola de reojo

—Mas de las ocho. ¡Muévete! Y suéltame que dejarás marcas.

—Disculpa— dijo soltándola— no fue a propósito.

En eso escucharon unos golpes en la puerta.

—¡Maldita sea!, levántate y … ¡escóndete por Dios!.

—¿No la cerraste anoche?

—No me acuerdo— murmuró ella, se levantó y se colocó un abrigo. Sin embargo, no tuvieron tanta suerte. La puerta se abrió y un rostro apareció. Primero miró a Ryan y luego a Gina.

—¿Qué rayos haces aquí?

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