Andrés, sorprendido por su estallido de ira, instintivamente agarró su mano, pero ella la retiró bruscamente, volviéndose hacia él con el último resto de su enojo ——¡No me toques! ¡No quiero verte ni un minuto más!——

Andrés, normalmente sereno y reservado, se puso serio. Tenía algo que decir, pero se quedó callado.

Alina envolvió a los niños en mantas más grandes, tomó unas pocas cosas y juguetes de patitos y, sin detenerse ni mirar atrás, bajó las escaleras.

Cuando Andrés extendió la mano para detenerla, miró a los niños y luego a ella, y antes de que Alina pudiera estallar de nuevo, dijo con voz ronca y sin una pizca de la sonrisa que solía tener ——No necesitas irte. Yo me iré...——

Dicho esto, soltó su mano y se dirigió hacia la