Itsac no entendía bien las emociones que lo embargaban, era una sensación agridulce. Por un lado estaba feliz por todo lo que había hecho Helene, lo había rescatado, había salvado su vida a un costo muy caro, pero estaban juntos nuevamente a pesar de que había algo en ella que había cambiado.Sentía Cómo se resistía, como si le ocultara algo, algo profundo que la llenaba de temor.Le había dado su espacio, pero creyó que ya era momento de hablar del tema, por otro lado la situación con su tío se hacía cada vez más compleja y complicada. le dolía en el alma todo lo que estaba pasando a pesar del rencor que había despertado en los últimos meses, era lo único que podía llamar familia en su vida, familia de sangre, y ahora lo quería muerto, tal vez lo conseguiría.Pensó que tal vez lo mejor que podía hacer en ese momento era quedarse en México, allí podría cuidar a Helene, allí tal vez estuvieran a salvo si nadie se enteraba, pero ¿por cuánto tiempo tendrían que vivir así? En medio de un
Helene no había creído completamente la excusa que itsac le había ofrecido sobre el aterrizaje del avión, él era el piloto y si de verdad hubiera estado estresado como se lo dijo y le hubiera dicho a Saúl desde antes no un momento antes de aterrizar, como si algo repentino lo hubiera detenido, pero el Helene no preguntó más, sería una cínica sí le pidiera que le contara todo cuando ella le ocultaba algo tan grave, así que le dio su tiempo. Después de contarle que estaba embarazada tal vez tocara nuevamente el tema y le preguntara qué había pasado antes de aterrizar, pero por el momento estaba feliz y él también parecía estarlo, la agarró de la mano y desembarcaron juntos el avión y cuando el aire de la ciudad los tocó itsac respiró profundo, como si sintiera en el aire un aroma conocido que le trajera recuerdos.— Esta noche nos quedaremos en un hotel que nos dará Aeromaya, mañana iremos a visitar la sede de la aerolínea aquí en Ciudad de México y después tendremos todo el tiempo para
Helene había perdido la noción del tiempo, el dolor en el vientre aumentó más, hasta convertirse en una punzada insostenible que la hizo gritar un par de veces. Se mordió la mejilla con tanta fuerza que la sangre le manchó la lengua y solo cuando sintió que la camilla en la que estaba entró a una habitación del hospital abrió los ojos.Itsac estaba a su lado, agarrando con fuerza su mano y le dio un beso en la frente, un médico entró con una bata blanca y unos lentes sucios.— Sáquenlo de aquí — dijo y un par de enfermeras tomaron el hombre de sus fuertes brazos y lo sacaron de la habitación dejando la sola al doctor con Helene y un par de enfermeras más — Es mi bebé — dijo Helene — el hombre le palpó el vientre y cuánto la tocó ella dio un salto.— ¿cuánto tiene de embarazo? — le preguntó el doctor, pero Helene no sabía ciertamente la respuesta, de hecho, no tenía ni idea.Desde que se había enterado que estaba embarazada, no había hecho nada más que intentar sobrevivir, no había te
Helene sintió como las fuerzas del cuerpo se le escaparon, como una pizca de polvo espantada por un ventarrón. El rostro de Itsac estaba turbado, con las mejillas enrojecida y el cabello despeinado. La miraba como un animal herido, con los ojos vidriosos y el puño apretado sobre la hoja arrugada. — ¿Cómo pudiste? — le preguntó él con la voz rota — ¿Pensabas decírmelo? — se quedó ahí plantado, esperando la respuesta de Helene, esperando que se defendiera, que le explicara con lógica y sentido, pero Helene se quedó paralizada en el lugar, como si una energía le agarrotara todos los músculos — Dímelo — murmuró con la voz cargada de sentimientos — ¡contéstame! — le gritó — Helene dio un salto, como si lo hubiera atravesado una corriente eléctrica, luego sin fuerzas , se sentó pesadamente en una silla bajita que había tras ella — yo — se quedó callada sin saber muy bien qué decir, no tenía una excusa para lo que había hecho, de hecho, sí la tenía, pero era incomprensible aún para ella as
Helene sintió que todo le daba vueltas, un mareo la invadió. Se puso de pie, corrió hacia el baño y vomitó.El dolorcito extraño y punzante que había sentido en la noche anterior regresó levemente Y eso le asustó, temió por la vida de su bebé, así que se cambió con ropa cómoda y en medio del proceso se sentó en la cama, el dolor desapareció en cuanto respiró calmada y pausadamente, pero su mente estaba volando, confundida y asustada.Sin saber qué más hacer, tomó su celular y llamó su hermana Portia, la gemela contestó al otro lado y en el instante en el que escuchó el Hola de su hermana entendió que algo malo estaba pasando — itsac lo sabe — le comentó Helene al borde del llanto — lo sabe y no pude explicarle por qué no se lo había dicho, me preguntó si pensaba decírselo y no pude contestar, está furioso y dolido y se fue — Porta respiró al otro lado, Helene escuchó Cómo se tronaba los dedos buscando una respuesta, pero sabía que no la encontraría, era problema de Helene y solamente
Helene no había tenido mucho tiempo para pensar, se había acostado en la cama y había meditado profunda y extensamente qué era lo que le sucedía, por qué le atemorizaba tanto y estaba en medio de ese proceso de entendimiento cuando el teléfono de la habitación sonó, cuando contestó, al otro lado era la recepcionista del hotel.Helene aún no se había acostumbrado al acento marcado de los mexicanos, pero un así entendió muy claramente lo que le dijo la mujer.— El doctor sea ha llevado a su esposo y pidieron que le avisara, aquí está la dirección del hospital al que lo llevaron.El corazón Helene dio un vuelco, de un solo salto cayó de pie en medio de la habitación.— Esto es mi culpa — murmuró. Tal vez Itsac estuviera teniendo un infarto, tal vez el dolor de su traición lo estuviera matando, así que trató de ponerse los zapatos a pesar de sus manos temblorosas y salió corriendo de su habitación apenas con el teléfono en la mano y un par de billetes que agarró de su billetera. Ni siqui
El doctor le pidió a Helene que esperara afuera de la sala en la sala de espera, ella sintió, salió y se sentó en la incómoda butaca un rato.Una enfermera salió y le pidió la ropa de Itsac que ella aún apretaba contra el cuerpo y unos 15 o 20 minutos después el piloto salió del lugar vestido, con el cabello des peinado y los ojos hinchados.Cuando la miró, Helene sintió el dolor que transmitía su mirada, pero el hombre le apartó la mirada, caminó despacio y se sentó a su lado en la butaca de al lado.Se quedaron en silencio un largo rato, ninguno dijo nada, ninguno se atrevió a romper el silencio y la incomodidad que se había formado. Helene se apretó el vientre, el ardor había desaparecido, notaba que sucedía cuando se estresaba, pero, ¿cómo no podía estresarse en una situación como esas?— ¿Por qué no me lo dijiste? — le preguntó ella después de un rato. Itsac se quedó callado, no contestó, tenía la mirada fija en el suelo en una baldosa y al notar que el hombre no tenía ganas de h
Las manos de Helene sudaban con intensidad mientras el auto se deslizaba por las calles de Ciudad de México. Helene hubiera disfrutado el paisaje de no ser por todo lo que tenía en la cabeza, tantas emociones y pensamientos le reboteaban dentro del cerebro y la confundían produciéndole un malestar agobiante.Cuando llegaron al hotel, Helene siguió a su esposo, Itsac caminaba con la cabeza gacha y los hombros caídos. Se veía cansado y derrotado como ella nunca lo había visto, no se imaginó todas las cosas que el hombre estaba cargando en su cabeza, no solo su enfermedad sino todo lo que acontecía su relación. En el elevador, Helene observó como itzac la miraba detenidamente, no fue incómodo, pero sí curioso, la miraba y la miraba como si observara cada uno de sus detalles, como si temiera que se le fuera a escapar, entonces Helene lo entendió, entendió que Itsac la miraba de esa forma porque sabía que en cualquier momento la luz se apagaría y jamás podría volver a verla, pero ella no