Helene se puso de pie como un rayo, y a pesar de haber dormido profundamente todo el viaje, se sintió cansada y mareada mientras corría hacia la cabina y cuando llegó allí tomó el teléfono y llamó a Toro. — Dime que es mentira — le preguntó al hombre apenas contestó y lo escuchó suspirar al otro lado. — No, estamos todos aquí, Brenda está esperando, pero no vemos a Itsac — Helene apretó con fuerza al volante del avión, con rabia — cada día me sorprendes más, ¿El rey rojo? — Helene se tragó el nudo de rabia que tenía en el pecho. — En mi defensa, ni sabía que existía hasta que llegué a Italia, pero, ¿qué haremos? — Toro suspiró de nuevo, se notaba un poco calmado y eso calmó a Helene. — Lo deben tener en alguna parte, ya no tienen salida, sólo esperamos que ustedes lleguen para que salga de su escondite y luego la someteremos, tendrán que decirnos dónde está nuestro muchacho. — ¿Y la bodega? — preguntó Helene, aunque ya sabía la respuesta. — Nada, fue el primer lugar que revisé d
Cuando uno de los hombres de Brenda cayó al suelo muerto, comenzó un cruce de disparos abrumador que ensordeció a Helene. Aurora levantó su pie con fuerza y golpeó a la pelirroja en la mano y el arma que apuntaba a la frente de Helene salió volando dos metros más allá. La rubia comenzó a pelear con los hombres que estaban ahí con Breda, mientras al otro lado de la pista las balas lanzaban chispas al chocar contra el pavimento. Cuando Brenda miró a Helene sorprendida la gemela le dio un puñetazo en la nariz que la lanzó hacia atrás, pero la pelirroja se compuso de inmediato y regresó con Helene y le dio una patada en el costado que le sacó el aliento. Helene cayó de rodillas al suelo y Brenda la tomó por el cabello, comenzaba a sangrarle la nariz donde Helene la había golpeado. — ¿Te crees muy lista? — le dijo Brenda — tengo órdenes de que, si esto sale mal, maten a tu esposo — pero Helene la miró a los ojos y la vio tal cual era… no era más que una muchacha, perdida y desespera
Helene contuvo el aliento cuando el avión chocó contra los árboles, cerró los ojos cuando la explosión envolvió la cabina y el cinturón de seguridad se apretó contra su cuerpo. Todo se sacudió, hizo calor y el frío que le dio el cuarzo se espantó, el sonido de la madera al resquebrajarse y el del metal al doblarse la aturdió, y cuando abrió los ojos, solo un segundo después, se encontró con un caos. El avión se deslizaba por una colina, rompiendo los árboles a su paso, y cuando miró al lado, el cuerpo de Brenda estaba en el suelo, azotada por la brusquedad del movimiento, quemada, no había trozo de su piel sano, la tropa derretida se le quedaba pegada a la piel y la sangre salía de su cabeza. Otra explosión con un fuego intenso invadió la parte de atrás, y el avión giró abruptamente, luego rodó, como un barril. Las alas se rompieron y solo se detuvo cuando chocó contra el tronco de un árbol fuerte y grueso y la cabeza de Helene rebotó contra el asiento y todo se oscureció por un mo
Helene se subió en la parte trasera de un auto con Toro, el hombre la tomó de la mano y la apretó con fuerza. — Tenía tanto miedo… cuando vi caer el avión. Helene — la gemela lo abrazó con fuerza y él le devolvió el abrazo — no soportaría perderlos a los dos, no podría — ella le acarició la cabeza. — No tienes que hacerlo, estaremos bien, te lo prometo… ¿Los demás? — No tienen ni idea de nada, creen que estás en casa descansando, están preparando el funeral y todo lo demás, será una sorpresa enorme ver todo lo que has conseguido, Helene, eres la mujer más fuerte y valiente que he visto en mi vida y quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti — Helene le dio un beso en la mejilla y ambos se abrazaron — ahora vamos por nuestro muchacho. Franco estaba en la parte del frente y Helene se aclaró la garganta, sentía que en cualquier momento se desvanecería, pero se aferró a las últimas fuerzas que le quedaron. — ¿Qué fue eso, franco? — le preguntó — es como si tu hombre le hubier
Helene trató de dormir un rato, aferrada a la mano de Itsac que se negó rotundamente a irse a su habitación, pero los sueños regresaron, y el malestar que Helene sintió en el estómago cuando el piloto le dijo que no quería hijos se transformó en un cúmulo de sentimientos que la atormentaron en sueños de dolor miedo y calor, el calor que sintió cuando el avión explotó, el que quemó la piel de Brenda hasta los huesos. Cuando despertó, estaba sudando y con el corazón acelerado, Itsac estaba en la puerta, ya no tenía la bata del hospital, pero sí ropa cómoda y hablaba nada más y nada menos que con Jean Franco Dicarlo. — Mi amor — le dijo Itsac cuando la vio despertar y caminó hacia ella limpiándole el sudor de la frente con la palma de la mano — ¿estás bien? — le preguntó y Helene asintió, incorporándose, se sentía un poco mejor.— Si, solo fue una pesadilla… Franco, te imaginé en Italia — el hombre se acercó y le apoyó la mano con fuerza en el hombro a Helene. — Tenía primero que veri
Cuando Helene despertó, el mundo giraba a su alrededor. Se puso de pie y corrió al baño y vomitó hasta la cena del año nuevo pasado y cuando se limpió la boca con agua y jabón, Itsac estaba de pie en la puerta del baño. — ¿Estás bien, mi vida? — Helene se sentó en la taza del baño y asintió con seguridad. — Es por los antibióticos — le dijo, aunque no le habían puesto ninguno — Itsac se arrodilló a su lado y Helene le acarició los fuertes hombros desnudos. — Sabes que si te pasa algo me puedes decir — ella asintió, abrió la boca para decirle, pero luego la cerró, ese no era el lugar correcto, ni el momento.— Gracias, lo sé — le dio un piquito en los labios e Itsac sonrió, luego comenzó a quitarse la ropa. — Bien, yo creo que ya pasó la conmoción del momento, hoy hay clase y debo estar, vamos muy atrasados con el temario — dijo y se metió a la ducha. Helene comenzó a quitarse la ropa también e Itsac se rio de lado — ¿Uno antes de irme? — Helene sonrió y lo empujó. — No, y nos vam
Helene se limpió las lágrimas con el pañuelo que Itsac le ofreció mientras el chofer arrancaba hacia la casa, guardaron silencio un rato hasta que el rubio entrelazó los dedos con los suyos.— ¿Qué fue eso? — Helene se encogió de hombros.— Desde que llegué, todos me han felicitado por lo que hice, pero yo no puedo ver más allá de haber matado a Brenda — Itsac la abrazó de nuevo.— Hiciste lo que tenías que hacer, de lo contrario estarías muerta o yo — Helene respiró profundo, las palabras de su esposo la calmaron un poco, pero en el fondo sabía que era algo que la atormentaría por siempre, pero la gran pregunta era, ¿La atormentaría cada vez que tomara el control de un avión?De ser así, todo su sueño sería tirado a la basura, todo por lo que había trabajado… y aún así le quedaba algo importante que enfrentar.Cuando llegaron a casa, Itsac se encerró en su oficina, su “Muerte” había dejado a aerolínea llena de contratiempos menores que requerían atención y Helene se fue a la cama, s
Helene se quedó pensando un momento con la mano de la periodista entre la suya… Tcherassi, ¿esa no era..? — ¿Eres la hermana de Eduardo Tcherassi? — le preguntó y la mujer sonrió a medias. — Pues, sí. Aunque quiero formar mi propio nombre como periodista — Itsac le tendió la mano y la mujer la estrecho. — Complicado siendo la hermana de uno de los periodistas más importantes del mundo y esposo de quien ayudó a que los hombres lobo, vampiros y demás miembros del submundo saliera a la luz — Alexandra se encogió de hombros. — No tienes que recordármelo, pero por eso estoy aquí, precisamente por eso. En Sole In Premiere, que es el periódico de mi cuñada y mi hermano, tengo una sección exclusiva que no está siendo muy popular de mujeres poderosas o empoderadas, tu historia casaría perfectamente con el propósito que tengo y me encantaría que tu historia apareciera en él — Helene miró a Itsac y él se encogió de hombros, dándole su aprobación. — Es que… bueno, tengo una amiga periodista t