Helene sintió como el pesado cuerpo de Itsac se estrelló contra ella y la lanzó al suelo. Los disparos comenzaron a romper las ventanas y los fragmentos de vidrio cayeron sobre sus cuerpos. Itsac trató de cubrir a Helene todo lo que pudo, poniendo su ancha mano en sus ojos, pero Helene la apartó, necesitaba mirar. Las balas rompían todo alrededor, la tela de las cortinas caía hecha jirones y volaba por el aire en todas direcciones. — ¡Toro! — gritó Itsac, pero el ruido de los disparos ahogó su grito. Helene pensó que era imposible que el hombre no escuchara lo que estaba pasando. — ¿Qué hacemos? — preguntó Helene, la voz le tembló tanto que temió que Itsac no le hubiera entendido, pero el hombre miró las escaleras. — Debo llegar a mi cuarto y activar los drones de seguridad — Helene miró alrededor, la alacena de abajo estaba recibiendo el impacto mayor de las balas, así que se salió de debajo de la protección del hombre y se arrastró por el suelo a pesar de la negativa de é
Estaban los tres sentados en la sala de la casa de la hacienda cuando el reloj marcó la media noche. Habían cenado unas ciruelas pasas con pan y mermelada y tuvieron que beber agua en los únicos vasos que sobrevivieron a la balacera.— ¿Y ahora qué haremos? — les preguntó Helene a los hombres, Itsac se veía más cansado todavía que cuando estaba en la ciudad y eso la preocupó. Luego se preguntó por qué le preocupaba y se cayó. — Ahora hay que tratar de detener a Bertinelli — comentó Toro y Helene negó. — Ahora me voy — les dijo — ya han arriesgado mucho su vida por salvar la mía — la voz se le rompió — tendré que abandonar el curso, me voy a ir de Ciudad Costera, debo hacerlo, así podría denunciar a Bertinelli sin que corra riesgo. — Eso no servirá de nada, si decides hablar contra Bertinelli él te cazará como un gato hasta que te encuentre — le comentó Itsac — lo he investigado en estos días, es un hombre peligroso, ha desaparecido familias enteras… incluido niños, sus influencias
Cuando Helene despertó, la luz cálida del sol entraba por la ventana e inundaba la habitación con luz resplandeciente. Se levantó cansada, como si hubiese peleado toda la noche, y asumió que así había sido, así que se dio otro baño de agua fría y cuando bajó, se encontró con Itsac que limpiaba la casa con un recogedor y en una camisa sin mangas. — ¡Te ves mucho mejor! — era cierto, con las mejillas nuevamente rosadas y las ojeras menos notorias — ¿Ves? El cuarzo funcionó — Itsac dejó el recogedor con unos vidrios en la esquina y se dirigió a la estufa. — Se le llama descansar, no cuarzos milagrosos — la señaló con un tenedor lleno de huevos revueltos — ese que tienes en el cuello es de protección, ¿No? Pues no te ha servido de mucho, casi te matan cuando llegaste a la ciudad, te salvé; te atacaron esa noche, te salvó Toro; Nos atacaron anoche y nos salvaron mis drones, o sea yo — Helene se rio. — ¿No funciona mi cuarzo, eh? pero sigo viva y sana a pesar de todo, a mi me parece
HORAS ANTES A Toro se le comenzaron a acabar los favores, y tuvo que esperar un muy largo rato en la sala de espera del hospital para que el doctor que le debía el favor le diera la autorización para ver al prisionero. Los dos policías que lo custodiaban salieron del área del hospital donde estaba, cosa que se le hizo extraño a Toro, pero lo dejó pasar, el hombre estaba moribundo, ¿A dónde iba a escapar? Una mujer con un gorro de lana entró por las pertas que daban al ala del hospital Toro permaneció sentado y la vio desaparecer. En esa área había mucha gente y eso ya comenzaba a ponerlo nervioso. La misma mujer salió nuevamente un rato después y pasó junto a Toro sin mirar atrás, no pudo verle la cara. Esperó, esperó y esperó, pero el doctor que le haría el favor no apareció, así que se puso de pie y caminó hacia el área. Cuando abrió las puertas de doble ala, notó todas las habitaciones que había allí. Era el ala de estado crítico, y espero a que el hombre, aunque ya hubiera
Helene apretó el celular contra el pecho mientras los regaños de su hermano resonaban por el parlante de su teléfono. Toro miró a Helene y la señaló. — Menos mal que es un hombre tranquilo y maduro — se burló Toro y Helene le enseñó el dedo de en medio y corrió por las escaleras donde nadie pudiera escucharla. — Me dijiste que podía confiar en ti — le decía Oliver — que ya habías cambiado y estabas madurando, y cuando llegué al hotel lo primero que vi era que todos estaban reunidos en la sala viendo las noticias donde mi hermanita estaba saliendo con un piloto. No me preocupé, me dije, ella es libre de salir con quien quiera y él parece un hombre serio, pero de ahí a casarte… Helene, parece que no aprendes de los errores del pasado y eso no es madurar. — Oliver, escúchame. Esa boda es falsa, es solo un matrimonio por contrato. Lo hago para ayudar al piloto… — ¡Entonces es mucho peor! — le gritó él — ¿Cómo te vas a casar solo por hacer un favor? — No seas exagerado, tú te cas
Había sido una extraña revelación para Helene, una que la mantuvo despierta toda la noche, y ninguno de sus cuarzos le fue suficiente para enfrentar el hecho de que, contra todo pronóstico, estaba sintiendo algo por Itsac. Era algo leve, sutil, pero se descubrió siendo una ingenua al no notar que era algo desde el principio. Ver su cuerpo, pensar en lo cálida que era su mano todo el tiempo, pensar en su aire ausente y en la historia de vida que lo llevó a ser tan distante y frío. Todo aquello no eran más que señales de que le gustaba, le atraía y su miedo había impedido verlo con claridad, pero ahora lograba verlo. Cuando la llamaron a cenar, en la noche, fingió tener dolor de estómago, pero cuando llegó la mañana le fue imposible no tener que enfrentar sus ojos claros. — ¿Seguiste mejor del dolor? — le preguntó Itsac y Helene bebió del jugo. — Sí, es solo la regla, estaré bien — el piloto continuó cenando, pero no le apartó la mirada. Después de un rato, comentó: — No te ve
Helene observó superficialmente las preguntas que habían hecho los auditores y claro, comprobó que la mayoría eran muy avanzadas para ella.Había sobre mecánica, protocolos de emergencia avanzados y hasta de evasión de ataques. ¡Helene ni siquiera sabía que a los pilotos de aviones comerciales les enseñaban a evadir ataques aéreos! ¿Lo hacían? — Estás preguntas están por encima de mis conocimientos, aún no vemos la mitad de los temas que hay aquí — pero ninguno de los hombres contestó, apenas se limitaron a mirarla fijamente — ¿Itsac? — Creeme, lo intenté, solo… rellena lo que puedas, ya no importa — Helene miró la hoja y apretó el lapicero en las manos. ¿A caso cada día tendrían que enfrentar el inminente fin de Itsac como CEO de Aeromaya? Cuando levantó de nuevo la cabeza, se topó con los ojos de salamandra de Amadeus que sonreía de lado. Todo era su culpa, el plan para desprestigiar a Itsac estaba llegando a límites insostenibles. Pero Helene era un hueso duro de roer, tal v
Helene incluso había desinstalado la red social, pero el minuto que le tomó descargarla nuevamente se quedó pensando frente a Itsac que no parecía muy convencido en la idea de la pelinegra. Helene había renunciado a las redes, no eran más que un montón de personas superficiales que querían saber hasta de qué color salía su caca. Cuando accedió con su contraseña casi se va de espaldas. Cuando entró por última vez a la app, tenía dieciocho millones de seguidores, pero según le contó una amiga, había perdido dos cuando dejó el modelaje, pero en ese momento tenía más de diecinueve millones. — Es una locura que tengas tanta gente ahí — le comentó Itsac — ¿crees que funcionará? — Helene asintió. — Me siguieron casi cuatro millones de ayer a hoy, y siguen llegando… es por la boda, por el chisme, la gente ama el chisme — luego sonrió — pues démosles chisme. Se ajustó el cabello, se mordió los labios y se sintió incómoda al recordar los viejos tiempos en lo que solo era carne para ser vis