135| Vivir.

El dolor en el cuerpo no era tanto, imaginó que no serían más que un par de magulladuras y moretones, pero la mano era otro cuento, la rama le atravesaba La palma por completo, de lado a lado. Trató de mover los dedos, pero no pudo, tal vez la rama había hecho algún daño irreparable en sus tendones, pero ni siquiera el dolor que sentía en la palma podía ser igualado con el terrible dolor que sentía en el alma.

Cuando Aurora llegó corriendo, lanzó un grito de terror cuando la observó, luego tomó la mano de Helene y sacó un pequeño pañuelo, la vendo con ella para que la rama no se moviera mucho.

― No lo conseguí ― le dijo Helene en medio del llanto ― no conseguí salvar a Itsac esta vez, no lo conseguí, voy a perderlo, Aurora voy a perderlo ― el llanto se le atragantaba en la garganta.

Arantza llegó con ellas, tomó una bola de nieve y la puso sobre la palma de Helene para tratar de disminuir el dolor.

― Desapareció, no sé hacia dónde corrió, pero desapareció ― era el fin, pensó Helene,
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