La operación comenzó con un movimiento lento, en las pantallas se lograba ver las cámaras térmicas. los drones se movían al tiempo que se movían los cuatro grupos que entrarían. Un grupo se encargaría de forzar la puerta principal, sería el grupo que haría el escándalo, el ruido, el que recibirían los disparos y la atención de toda la seguridad que había en el lugar. El otro grupo se encargaría de entrar por la puerta trasera para asegurar la salida. El tercer grupo atacaría por encima, subiendo por las escaleras de emergencia y neutralizando a las personas que protegían el lugar desde lo alto. El cuarto grupo, el grupo de Arantza, iría por Isaac. El hospital era grande, de seis pisos más dos pisos bajo tierra, y era ahí donde tenían a Isaac, así que era terriblemente peligroso entrar ahí, solo había una entrada y solamente había una salida para los pisos de abajo y Helene no sabía en que condiciones podían encontrar al piloto, si tenía una crisis de su ceguera en ese momento, qued
Helene contuvo el aliento y apretó los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en las palmas de las manos, la cámara de Aranza se movía desesperadamente hacia los lados y los que estaban en la bodega eran incapaces de entender qué es lo que sucedía.Había golpes, ruido y movimiento, luego un disparo, luego otro. Un grito de dolor y Aurora se inclinó sobre la pantalla. Cuando todo terminó, la cámara en el pecho de la mexicana apuntó a varios cadáveres en el suelo.― ¿Todo está bien? ― preguntó Toro.― Calló uno de los nuestros ― contestó Arantza, luego corrieron hacia la salida. El nombre alto que llevaba a Itsac lo había bajado y el piloto caminaba a su lado, pero tenía que llevarlo, era como si en medio de su ceguera y su oscuridad hubiese entendido que lo estaban rescatando, así que caminaba al lado del hombre que los sostenía para que no se tropezara con nada. Comenzaron a subir por las escaleras, Helene entonces miró a Dimitri.― ¿Estás listo? ― el hombre se tronó los
Helene bajó del auto a pesar de que Dimitri trató de sujetarla, corrió por la calle hacia el grupo de Franco que caminaba hacia ellos. Tres o cuatro hombres estaban en la retaguardia disparando en dirección de los demás miembros de la policía comprados por Amadeus, pero Helene no veía ni sentía nada más. Itsac caminaba despacio, prácticamente tenían que arrastrarlo, estaba ciego, ella lo sabía, sabía que la ceguera ya había llegado para no irse nunca, más los 100 metros que lo separaron fueron los más largos de su vida. Se prometió que nunca volvería a separarlos nada. Cuando llegó con él, lo abrazó con tanta fuerza que casi lo derriba, pero el hombre que lo llevaba del brazo los sujetó con fuerza. Por un segundo Itsac no reaccionó, se quedó ahí con las manos descolgadas, inerte. Luego, cuando acercó la nariz Al cuello de Helene ella lo sintió suspirar y luego las manos de él le rodearon la espalda y lo apretaron con fuerza, había reconocido su olor, la había reconocido y la apretó.
Itsac se posicionó entre Helene y la camioneta mientras Amadeus salía de ella. Helene vio como Franco trató de entrar pero ella estiró la mano para indicarle que se fuera y los dejaran solos. Franco no lo entendió, sabía que era riesgoso, pero no cuestionó la decisión de Helene. Amadeus salió de la camioneta a trompicones, tenía un moretón en el pómulo. Los disparos afuera siguieron, parecía que otra camioneta con los hombres de Amadeus había llegado. Él camino hacia ellos, Itsac se posicionó entre Helene y él protegiéndola, sacó un arma y les apuntó.― ¿Creen que esto se va a quedar así? ― les dijo Amadeus con rabia ― no, ustedes ahora son prófugos, ustedes ya perdieron, aunque crean que hayan ganado, aunque crean que todo estará bien, no es así, pero Aeromaya es mía ― pero Itsac levantó la cabeza.― No, no es tuya, porque yo hago un respiro, porque estoy bien, porque lograré demostrar que me metiste a ese maldito manicomio, manipulando a todo mundo con tu sucio dinero.― No, eso no
Los medios explotaron una vez más cuando Helene, a través de Alexandra Tcherassi, logró mostrar los audios como prueba de que Amadeus había manipulado todo desde el principio, no solo se exoneró y se eliminó su orden de captura, sino que masivos medios de comunicación que la habían tachado de asesina, pidieron disculpas públicas. Era la noticia del momento, era la cosa más llamativa en esa semana, todos querían saber qué había pasado, todos están dispuestos a escuchar su historia, pero Helene no estaba convencida de contarla, pero se lo debían a Alexandra Tcherassi, por eso ella la llamó una mañana al teléfono. ― ¿Estás lista para la primicia? ― pero la mujer lo pensó al otro lado. ― Ser periodista no es solo es contar ― le dijo ― Hay que ser humanos para saber hacerlo, sé que no te sientes cómoda con esto, así que no lo haré ― Helene sonrío. ― Sí, eres una gran periodista y aunque sea el nombre de tu hermano el que la gente recuerde cuando escucha tu apellido, si sigues así, forja
No lo había conseguido, Helene no lo había conseguido, había trabajado en eso por tanto tiempo y había sido el principal motivo de su llegada a la ciudad. Gracias a eso había conocido a Itsac y había sucedido todo lo que había sucedido, pero no lo había conseguido, no había conseguido que ese trauma desapareciera, que cediera. Itsac la había reprobado, no tenía otra opción, sus calificaciones eran perfectas, todo su historial académico tanto teórico como práctico lo desempeñó de manera admirable, pero no pudo aterrizar, lo intentó y lo intentó y lo intentó varias veces, pero algo se le resistía, algo interno y profundo. ¿Aún seguía siendo esa culpa que sentía por la muerte de Brenda? ¿por qué seguía sintiéndose mal al ser feliz a pesar de haber matado a alguien?Esa mañana lloraba en la cama conteniendo los espasmos cuando Itsac entró por la puerta, tenía su uniforme de piloto intacto, perfecto, pero en su expresión se notó una marcada culpa. Llegó hasta la cama con su esposa y la ab
El avión entró en otra turbulencia que sacudió el interior con violencia al tiempo que un fuerte relámpago iluminaba a los pasajeros aterrados que se aferraban a sus asientos. Las luces se apagaron.Ya había pasado mucho tiempo desde que comenzó el trabajo de parto, Helene imaginó que estaban a punto de llegar a México y sentía las contracciones cada vez más cerca. No creyó que alcanzaran a llegar, su bebé nacería en el avión, pero no entendía Por qué Itsac no aparecía ni la azafata que Ana Leticia había enviado.Una nueva contracción invadió el cuerpo de Helene y la hizo retorcerse de dolor mientras las manos de la azafata la sostenían contra el asiento. — Respira — le decía su amiga, Ana Leticia. La otra azafata llegó corriendo.Cuando la contracción terminó, Helene respiró. Todo el asiento estaba manchado del líquido amniótico que había escapado de su cuerpo y mojaba el piso alrededor. — ¿Dónde está mi esposo? — le preguntó a Ana Leticia y la joven miró hacia la otra azafata que
― Pero, torre de control, eso es una locura ― dijo Itsac a través del radio, a lo lejos se lograba ver la tormenta que asechaba a la ciudad.― Ya le dije, ese aeropuerto está ocupado, un avión tuvo un problema en el tren de aterrizaje y obstaculiza el camino, debe virar y aterrizar en el que le indiqué.― sí, Pero hay una fuerte tormenta, puedo verla desde aquí, los instrumentos me dicen que…― Es es una orden directa ― le interrumpió la mujer al otro lado. ― no lo entiendo.― Simplemente es una orden, me la dieron y yo se la estoy transfiriendo, debe aterrizar en este aeropuerto, la pista está disponible, la tormenta no es tan fuerte como para que no le permita aterrizar.Itsac apretó el volante con mucha fuerza, le dio tanta rabia que se le calentó la cara. Miró a Saúl y su copiloto se encogió de hombros.― Créeme, si el otro aeropuerto estuviera disponible Te juro que desobedecería esa orden contigo, pero, ¿cómo vamos a aterrizar si hay un avión atravesado en la pista? debemos ir