Siento como si algo me estuviera halando el corazón afuera del pecho, como si estuviera siendo desgarrado o peor aún, como si me estuvieran matando con un cuchillo filado que entra por mi espalda de forma dolorosamente lenta. Sé que sueno un poco exagerada, pero asi es como me siento justo ahora, este es el problema de la nostalgia, que puede llegar a ser más dolorosa que la misma tristeza, esta nostalgia me ha traído a todo lo que vivimos juntos y a lo mucho que estuve echándolo de menos.
Patino como puedo hasta las gradas y me quito los patines, los dejo a un lado y me pongo los zapatos que estaba usando, no tengo nada que agarrar porque he entrado sin nada en las manos, asi que lo único que me resta es decir adiós por una ultima vez.
Jared se acerca a mi en silencio, yo lo miro y frunzo el ceño, ¡Diablos! Nunca he sido buena con esto de las despedidas, en un mundo tan grande me cuesta creer que nun
–¡Cariño! Ábreme la puerta – toco al timbre del departamento de John mientras busco la copia de las llaves que me dio. Mi bolso es un completo desastre, es grande y tiene espacio para toda la basura que me gusta coleccionar – ¡John! – grito desde afuera, a riesgo de que los vecinos salgan a regañarme por escandalosa.¡Agh! Tiro el bolso al piso y me pongo en cuclillas mientras busco las malditas llaves, ¿Dónde están? Lo único que veo son cajas vacías de chicles de menta, bolígrafos, colores que hace mucho estaba buscando, toallitas Kleenex, y …–¿Qué estás haciendo allá abajo? – la puerta se abre y John asoma la cabeza.–Buscando las llaves, no sé dónde las metí – estoy frustrada, cansada y desde todo lo que pasó con Jared me he sentido caminando sobre arena movediza,
Llego a mi edificio y me quito los zapatos, los tacones me matan los pies a pesar de que son bajitos, pero es que el dia de hoy estuve haciendo mil cosas diferentes, corriendo de un lado a otro, esto de la popularidad con todo lo del concurso comienza a ser un poco tedioso, todo el mundo quiere trabajar conmigo y yo no sé cómo explicarles que no puedo multiplicarme y que por desgracia ya tengo todos los cupos llenos hasta dentro de dos meses. Por lo menos el jefe está contento y me lleva café a la oficina a diario.Abro la puerta del departamento y dejo las llaves sobre la mesita de la entrada, me quito el blazer del sastre que estoy usando y tiro mi bolso en cualquier sitio, necesito ir hasta la habitación para darme un buen baño de burbujas, me lo merezco, ha sido una buena semana, pero tambien me siento cansada.Cuando llego a la habitación frunzo el ceño al ver una caja de color blanco sobre la cama, ¿S
–No tienes que hacerlo si no quieres – escucho la voz de Oscar que se acerca a mi por detrás. –¿De qué hablas? – le doy un sorbo a la copa de champaña y me quedo admirando el paisaje al tiempo en que él se une a mí. –No tienes que casarte si no quieres hacerlo.–¿Quién te dice que no quiero hacerlo?–Tal vez el hecho de que todos están allá celebrando y bebiendo champaña como si se hubieran ganado la lotería y tu estás aquí a solas, mirando a la nada mientras te embriagas.–Solo necesito un minuto para poner todo en orden – chasqueo la lengua.–Ni siquiera todo el tiempo del mundo hará que lo ames – lo miro con el rabillo del ojo, no puedo creer que me este diciendo esto justo ahora – ¡No me mires asi! Y perdóname por ser tan sincero, Morgan
Alguien toca desesperadamente a la puerta de mi departamento.–¡Ya voy! ¡Ya voy! – grito mientras camino con mi taza de café matutina en la mano y atravieso el pasillo – ¡Jesús! ¿Por qué las personas no tienen paciencia hoy en dia? – pregunto en voz alta, a pesar de que estoy segura de que yo soy la persona con menos paciencia en el mundo. Me arreglo la bata que tengo puesta sobre el pijama y entonces abro, Katrin Bell entra como una bola demoledora en el departamento, se ve furiosa, tiene los ojos rojos y parece capaz de matar a alguien.–¿Hola? – pregunto confundida mientras cierro la puerta.–¿A ti que diablos te pasa por la cabeza, Morgan? – pregunta poniéndose una mano en la cadera. Esto no está nada bien, si está diciendo palabrotas es porque de verdad está cabreada.–¿Quieres un poco de c
Dos años después. Entro en la cafetería que se ha convertido en mi favorita, pido un croissant de chocolate, un latte caliente sin azúcar porque con el chocolate es suficiente, y entonces me siento en una de las mesas de la ventana, me gusta ver a las personas pasar, las caras sonrientes, aquellos un poco más despistados y los que caminan con alguien de la mano que les hace olvidar que alrededor hay un mundo.–Aquí tiene, señorita – la mesera deja mi pedido en la mesa y yo me llevo el croissant a la boca mientras respondo al mensaje que Oscar me acaba de dejar.Está deprimido porque terminó con Samuel, han pasado casi seis meses desde que no sabe de su exnovio, incluso yo me tuve que ir de viaje con él para intentar quitarle de encima la depresión, pero no lo supera, dice que Samuel es el amor de su vida y que no sabe como vivir sin él, yo le d
–Creo que debemos terminar, Morgan.–¿Qué? – pregunto mientras termino de guardar mis cosas en el bolso de mano.–Si, es momento de terminar.–Deja de jugar con eso, no es gracioso – guardo el lápiz labial color rojo y cierro el bolso, voy al espejo de cuerpo entero del departamento y me miro de arriba abajo, estoy perfecta, usando unas sandalias de tacón negras, un vestido del mismo color un poco más revelador de lo que usaría normalmente, y el cabello negro suelto tras mis hombros.–No es un juego, estoy hablando en serio – me volteo a ver a mi novio y me doy cuenta de que no está sonriendo.¿Enserio este cabron me va a terminar el día de nuestro aniversario?–Si se trata de algún chiste de aniversario, de verdad, es mejor que lo olvides.John suelta un suspiro y se acerca a mi – ya te dije que no es un c
–Contesta, mamá, contesta – le ruego al celular mientras me lo pego al oído y termino de ponerme los zapatos de trabajo.–¿Sí? – responde mi madre.–¡Mama, soy yo! – chillo emocionada.–Morgan, ¡monita! ¿Cómo estás? – me pregunta, llamándome por el apodo que yo misma me puse cuando tenía como cuatro años.–Bien, mamá – decido no contarle que termine con John, sé que cuando ella se entere me odiará, creo que mi madre quiere más a John de lo que me quiere a mí, y no quiero una tragedia, mucho menos meter el dedo en una llaga que todavía me duele.¡Maldito John! Como lo vea en la calle le tiro café encima, me prometo.–¿Tu cómo estás? – le pregunto.–Muy atareada, monita, los preparativos de la boda de tu
Es martes en la mañana y ya tengo la maleta lista para irme, metí algunas cosas de aseo, y la ropa que planeo usar en la boda. Si es que en realidad hay boda. El resto, como ropa de estar en casa no llevo mucho, aún hay muchas de mis viejas pertenencias en casa de mi madre y estoy segura de que ahora me quedan incluso mejor que antes.Apago el parlante de mi departamento desde el cual suena Poison, cierro las ventanas, me aseguro de que todas las cortinas estén cerradas, y por último agarro las llaves y salgo del departamento.Voy al estacionamiento del edifico, me meto dentro de mi auto y voy rumbo al aeropuerto, paso por la calle del edificio donde vive John y la tristeza me pega de golpe, creo que estos días he estado tan ocupada con todo este problema del matrimonio y de Jared que no había tenido demasiado tiempo de pensar en John, pero lo extraño, ¡Demonios! Lo extraño mucho, él f