--- August Müller ---

Cuando escucho la voz grave y gruesa de mi esposa, sé que algo no anda bien, entro y pregunto lo obvio, ella me mira y sé que necesita mi respaldo, entro veo a mis dos hijos, veo a la chiquilla que será la asistente, no me sorprendo porque ya la había visto con anterioridad.

Ella ahora luce más pequeña de lo que recuerdo, pero esa no es la prioridad, tomo asiento en mi vieja silla, múltiples buenos recuerdos me llegan a la mente, le pido a Ana que venga y se siente, hago lo mismo con Dominik. Me siento como el padre que va a reprender a sus hijos chiquitos por hacer algo mal, sé que seguramente así será.

Veo que sale mi hijo menor de la oficina y ahí es cuando decido comenzar a hablar.

- Muy bien, jovencita y hombre, ¿Qué fue todo ese discurso? – Preguntó un tanto intrigado, porque aunque yo no dije nada, sé lo que escuché.

- Nada, padre… - Dice Dom restándole importancia.

- Es todo lo que traigo puesto, señor… - Dice la niña frente a mí.

- ¿Cómo?

- Señor, acabo d