Estimadas lectoras y lectores ¿Cual será la decisión de Ana al hablar con Dominik?
--- Dominik Müller ---Luego de que veo cómo mi amigo se va, entro a la habitación, veo que ella está completamente dormida, me siento en el sofá que está a su lado. Hoy ha sido un día largo, me siento agotado, pero es lo menos que puedo hacer por ella.No puedo negarlo, esta situación me recuerda a mi hermano, yo nunca pude pedirle perdón, ¿Cómo le pides perdón a un hermano a quien le negaste la oportunidad de ser padre? ¿Cómo lo puedes ver a la cara? Yo fui el culpable de todo, yo le arruiné la vida, yo debería ser el que está lejos de su familia, no él.Veo que Ana se mueve, al parecer debió sentir un poco de dolor, porque frunce un poco el ceño. Vaya, es la primera vez que la veo así, siempre que la veo parece hormiga, anda de un lado a otro, no puedo evitar pensar que, en estos dos malditos años, ella me ha quitado demasiada carga, tanto física como emocional.El principio me molestó el no poder deshacerme de ella, sé que mi madre debió convencerla, si la traté de manera indiferen
--- Ana Teyssier ---Con los primeros rayos de luz de la mañana, me despierto, ¡Dios! Me duele tanto la espalda, espero poder irme hoy a casa, pero ¿Cuál casa? No tengo casa, bueno, ya pensaré en algo.- “Ana, no entres en pánico. Tienes ahorros, puedes pagar un cuarto en lo que vez el tema de regresar a casa”. – Dijo una vocecita en mi cabeza.Comienzo a tratar de estirarme, pero algo me lo impide, muevo mi mano sana y de pronto un escalofrío me recorre cuando siento algo, cuando siento el cuero cabelludo de alguien.- ¿Bruno? ¿Bruno despierta? ¿Por qué no me avisaste que te quedarías a cuidarme? – Comienzo a preguntar aligerando mi voz.- A… Ana… ¿Ya despertaste? – Escucho una voz familiar, pero una familiar que no me gustó.Me incorporo de golpe y me asustó al ver quién está aquí.- ¡Señor Müller! ¿Qué rayos está haciendo aquí? – Dijo asustada y un tanto ofuscada.- ¡Tranquila! Bruno no podía quedarse a cuidarte, así que me quedé yo… - Dijo aquel hombre apenas despertando.- ¿Usted?
--- Dominik Müller ---Puedo ver en el rostro de Ana un verdadero desconcierto al decirle que se va a ir a mi casa, pero no puedo negar que si ella se queda en el apartamento donde vive, no voy a poder estar tranquilo. Es más que obvio que Ana será un dolor de cabeza, que digo de cabeza, de muelas, pero, será la culpa, el remordimiento o lo que sea, no puedo dejarla.Cuando comenzó a increparme con sus preguntas, estaba por perder la cabeza, estaba por perder mi calma, esta niña tiene el don de sacarme de mis casillas con facilidad, pero, lamentablemente, el que ella esté así, es mi m*****a culpa.Antes de perder la cabeza y decir algo que no, prefiero salir al pasillo a donde me encuentro a su médico.- Señor Müller, él es el doctor Alberto Díaz, especialista en accidentes como el de su esposa. – Dijo el médico frente a mí.Miro al hombre frente a mí y me vuelvo a preguntar de ¿Dónde saca que Ana es mi esposa? Obviamente, no le digo nada, no aclaro nada, solo extiendo mi mano al otro
--- Dominik Müller ---En menos de lo que imagino, Ana está lista, un asistente la lleva en silla de ruedas a mi auto; luego de un momento de somnolencia, se queda dormida. Todo el trayecto a casa manejé lo más despacio que pude, para no provocar algún movimiento involuntario con su brazo derecho.Llegando al edificio, ella, al sentir cómo el auto se detuvo, se despierta, aún somnolienta, me mira y vuelve a cerrar los ojos. El medicamento que le están suministrando para el dolor he notado que la hace dormir la mayor parte del tiempo.- ¿Ana? ¡Despierta! Ya llegamos… - Digo tratando de despertarla.Por más que intentó, ella no despierta, antes de salir del hospital, se tomó su dosis de antibióticos y algunos medicamentos para el dolor, sin más opción, terminó sacándola del auto y me la llevó cargando.Ayer por la mañana, cuando la llevaba al hospital, la verdad estaba más angustiado al verla llorar y ver el tamaño de la herida, que no me percate de su tamaño. Ana realmente es muy pequeñ
--- Dominik Müller ---- Ana… ¡Despierta, es hora de cenar! Necesitas tener algo en el estómago, o te hará daño tanto medicamento. – Digo moviendo ligeramente el hombro de la chica frente a mí.Puedo ver cómo Ana poco a poco se va moviendo, es curioso, sé que no debería pensar en esto, pero en dos años no la veía dormir tan a gusto. Me sorprende cuando la veo estirarse cuál gato, olvidando por completo su… ¡MANO!- ¡Ouch…! – Se queja al sentir dolor.- Ana… Debes tener más cuidado, yo te debo cuidar hasta de ti misma. – Digo seriamente.- Per… Perdón… Por un momento se me olvidó, pero créame, me dolió más a mí, que a usted. – Dice ella, observando a su alrededor. – Oiga… ¿Dónde estoy? ¡Esta no es mi casa! Bueno, su casa… Bueno, usted me entiende, ¡Rayos! ¿Qué hago aquí? – Dice, levantándose inmediatamente. - ¿Por qué me trajo aquí…? ¿Eh? ¿Eh?- Ana… Por si no lo recuerdas, te dije que te traería aquí y no estaba jugando… - Digo cambiando mi semblante.- ¡No! ¡Pero yo no acepté…! ¡Yo qu
--- Ana Teyssier ---Debo admitir que la confesión de mi jefe me sorprendió, jamás hubiese imaginado que él hablaría de esta manera conmigo, ¡Vaya! El solo hecho de pedir perdón, Dominik Müller, no es un hombre que pida perdón, digo, se la pasa disculpándose por gritar, por decir idioteces, por acusar y señalar, pero eso de pedir perdón, eso sí me sorprendió.- “Ana, corazón de pollo, no bajes la guardia. Este hombre seguramente busca algo más, seguro quiere alargar el contrato”. Me dice una vocecita en mi cabeza.La verdad, siendo sincera conmigo misma, si quisiera que él alargara el contrato, aunque me la paso diciendo lo contrario, ya que, aún no me siento con el ánimo para regresar. Tengo dinero ahorrado, puedo mudarme a otra ciudad, pero el solo hecho de pensar en regresar, me roba el aire, me roba la calma, regresar, pero ¿Para qué?Mi familia se ha acostumbrado a verme aquí, ellas les encanta venir en Navidad, aunque hace mucho frío, ellas disfrutan su estancia aquí. Regresar a
--- Ana Teyssier ---- ¡Eres una idiota! ¡Eres una estúpida! ¡Siempre lo has sido! ¡Volviste a caer Ana! ¡Lo volviste a hacer! ¡Tú sabías bien lo que sucedería! – Me digo frente al espejo hecha un mar de lágrimas.Cada bofetada que me doy a mí misma, me duele, pero más me duele el corazón, me duele lo que soy, si porque he de reconocerlo, ¡Soy una completa idiota! Esta historia ya me la conozco, esta historia ya me la sé, primero son 3 fabulosos meses y luego adiós. Diego Sánchez nunca me amo y nunca me amará, nunca lo hará como yo.- Ana, ¿Cómo pudiste caer? Mírate, ya tienes 25 años, ya deberías aprender, Diego nunca se quedará contigo, esas malditas fantasías que te haces en tu torpe cabeza, solo son eso, puras y meras fantasías, llevas 7 malditos años soñando con un amor que nunca llegó, llevas 7 largos años esperando un amor que nunca funcionó. – Me digo mientras me lastimo mis brazos, cada arañazo que me doy me duele, pero me hace sentir mejor.De haber sabido hace 7 años que mi
--- Ana Teyssier ---Luego de casi un mes en el que trate de mantenerme firme y no entrar a revisar sus redes sociales, algo dentro de mí, mi lado menos cuerdo dijo:- “Ana, entra, ve lo que está haciendo”Seguramente lo que mi cabeza pretendía, o más bien lo que mi corazón buscaba, era algún indicio de que él me extrañaba tanto como yo; sin embargo, fue todo lo contrario, él había subido fotografías, múltiples fotografías con ella.Aquella rubia de largas piernas, cuerpo de modelo y pechos voluminosos, siempre lo supe, ella nunca se fue, ella nunca salió de su vida. Tal como a los 18 años, ahí estaba, ahí estaba esa rubia angelical, aquella chica llamada Casandra Riva, tan bella, tan presentable, tan hermosa, tan perfecta.Mi corazón se rompió, una cosa era sospechar que me había visto la cara, una y otra vez, como cuando teníamos 18 años y otra, era que lo confirmara. ¿Dónde habían quedado las promesas de una vida feliz? ¿Dónde había quedado el plan de vida juntos? ¿Dónde?Aquella ch