Renata miró a su hijo.—Carlitos…—No tiene nada de malo que te dejes ayudar, mami —insistió el pequeño.Ignacio le sonrió.—Tengo buenas intenciones, Renata, en verdad quiero ayudarte y ayudar a Carlitos. Por favor, no quiero hacer de esto una batalla campal —dijo con seriedad.—¿Qué quieres decir con eso? —le cuestionó Renata.Ignacio miró al niño y ella supo que debía evitar que él hablara delante de su hijo.—Carlitos, ¿puedes traer un poco de agua para el señor? —le preguntó.El niño asintió y salió corriendo de la sala.—Gracias.—Espero que te atragantes cuando la bebas —soltó sin misericordia.—Estás siendo muy dura, cuando sabes que también tuviste algo de culpa —expresó con seriedad—. Asumiste por tu cuenta cosas que no eran, Renata, no confiaste en mí lo suficiente como para quedarte y escucharme —la acusó.—¡Vi a una mujer desnuda en tu sala! —gruñó, elevando la voz, pero sin gritar.—Viste a una mujer que nada tenía que ver conmigo, Renata.—Te tomaste tu tiempo para busc
Natalia sabía que ningún “gracias” podía expresar lo que sentía en ese momento; se sentía más que afortunada de tener la aceptación de una gran familia, sobre todo, porque ella era viuda.—No me alcanzará la vida para agradecer todo lo que han hecho por mí y por mis hijas —dijo con la voz ahogada, haciendo un esfuerzo para no echarse a llorar.—No tienes nada que agradecer, Natalia. Todo lo que queremos es la felicidad de Julián y si ha decidido que tú y las niñas lo son, no vamos a oponernos —expresó Wendy con sinceridad.Natalia asintió, porque no creyó posible volver a emitir una sola palabra sin llorar.—¿Cuándo es la boda? —preguntó Laura para aligerar la situación y no dar a las niñas una impresión equivocada.—El fin de semana —confirmó Julián.—No tenemos mucho tiempo y tampoco tenemos mucho espacio en este departamento. Así que, Natalia y las niñas vendrán con nosotros a un hotel, mientras tú y Diego se quedan en el departamento, a mi edad no quiero seguir espantando gatos en
Natalia caminó con paso tembloroso, su mirada se desvió por unos cuantos segundos. Sus hijas estaban al frente, Ángela tenía una pequeña cesta con pétalos de flores y Estela llevaba las argollas de matrimonio.El corazón de la mujer se agitó y una sonrisa sincera apareció en su rostro al ver al responsable de tanta felicidad, Natalia pensó que no había manera de pagarle por todo lo que había hecho, hacía y haría por ella y las niñas, solo tenía su corazón y su amor para entregarle.—Te ves hermosa —le susurró Julián al verla llegar a su lado, tomó su mano y dejó un beso sobre su dorso.—Gracias, Julián —musitó en respuesta.—Estás temblando.—Estoy nerviosa —dijo—, pero me siento feliz y dichosa de estar contigo.Julián le sonrió, dejó otro beso sobre el dorso de la mano de Natalia y se giró para quedar frente al abogado.El hombre vestido con traje hecho a medida, les saludó, procediendo a celebrar la unión civil.—¿Ambos han venido por su propia cuenta y deseo?—Sí.—Si es el caso,
La luz de un nuevo día alumbró dos cuerpos enredados en las sábanas, Julián fue el primero en abrir los ojos mientras una pequeña sonrisa iluminaba su rostro, sus ojos viajaron al rostro sereno de Natalia, ella dormía con la seguridad que solo una mujer amada podía hacerlo. Sus facciones ya no eran rígidas y su rostro tenía un aspecto muy distinto.Julián sabía el camino que debían recorrer no era fácil, pero estaba deseoso de empezar a limpiar las piedras para tener su feliz para siempre.El vaquero no pudo evitar que su mano ahuecara el rostro perfecto de Natalia, su dedo dibujó con ternura los labios perfectos de la mujer, ella se movió por la suavidad del contacto, pero no se despertó, Natalia se acomodó mejor junto al cuerpo de Julián, lo que provocó que él ensanchara su sonrisa.—Natalia —susurró, ella no respondió.Julián continuó con sus tiernas caricias, estaba tentado a despertar y hacerle el amor nuevamente, pero debía ser paciente y, sobre todo, prudente. Natalia se había
Natalia estaba en una nube de dicha y de felicidad, tenía todo lo que creyó no volver a tener. Tenía una familia, un esposo y dos preciosas hijas que se mostraban felices y dichosas tanto como ella.—¿Estás lista para volver? —preguntó Julián.—Estoy nerviosa, pero estoy preparada para regresar al pueblo y enfrentar todos mis miedos —respondió vacilante, pero decidida.Julián le dejó un beso sobre la frente y le sonrió.—No estarás sola, recuérdalo siempre.Natalia tomó su mano y con una ternura infinita, le dejó un beso sobre la palma.—Te amo —le susurró.El corazón del vaquero se agitó con violencia, sus ojos brillaron por la emoción y sus labios dibujaron una hermosa sonrisa.—Vamos —pidió.Estela y Ángela subieron a la camioneta de Julián, el resto de la familia se había adelantado. Tenían un acuerdo secreto entre ellos, nadie sabría de la boda de Julián y Natalia por el momento, luego ya tendría la oportunidad de organizar la boda religiosa por todo lo alto, tal como Dios mandab
«Tengo malas noticias, Julián, nadie sabe cómo sucedió, pero Efraín Salvatierra ha escapado del hospital y sus dos custodios han desaparecido con él»Julián miró a Natalia sonreírle y no tuvo el valor para romper aquella felicidad, menos cuando las niñas estaban presentes, tendría que esperar un poco más para comunicarle la desagradable noticia que Ignacio le había transmitido. El vaquero aún no comprendía cómo fue posible que Efraín escapara del hospital, pues habían asegurado que estaba vigilado las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Entonces, ¿Qué es lo que había ocurrido?«—Estoy seguro de que Hilario sobornó a esos guardias —dijo—. Es la única explicación lógica a que ninguno de ellos aparezca, el jefe de la policía mandó registrar sus casas, pero ninguno de sus familiares sabe de ellos o tienen la menor idea de donde puedan estar —añadió Ignacio. Había frustración en su rostro y preocupación, el hombre era un verdadero peligro estando libre. Sobre todo, por
«¡Ayuda! ¡Alguien que me ayude!» Los gritos de Estela alertaron a Julián, que escuchó los gritos de la niña desde la entrada de su casa; el corazón del vaquero latió sin compas y corrió al interior de su vivienda, agradeció el haber dejado a Ángela donde su madre y abuela. —¡Ayuda! —gritó de nuevo la niña cuando Julián abrió la puerta, la sangre en sus venas se congeló por un momento al ver a Estela llorar frente a Natalia, tirada en el piso. —¡Natalia! —gritó, estrellando las rodillas al piso. —Mi mamita, ayuda a mi mamita —suplicó la niña con la voz rota por el llanto. Sus pequeñas mejillas eran una cascada de lágrimas. —Deja que la levante —pidió, pues la niña estaba encima de Natalia, la cubría de manera protectora, algo que rompió más aún el corazón del vaquero—. Cariño, hazte a un lado para que pueda llevarla al hospital —le pidió con ternura, pese a la prisa que tenía. Estela asintió y se apartó, su pequeño cuerpo temblaba producto del llanto y del miedo. —¿Va a estar bie
Julián caminó de regreso a la sala de espera donde Samuel aguardaba por él y quién se puso de pie al verlo aparecer. La preocupación embargó al vaquero mayor al ver el rostro de su hijo y por un momento se temió lo peor, por un momento imaginó que la desgracia volvía a cernirse sobre aquella pobre mujer.—Julián —lo llamó, incapaz de guardar silencio, dispuesto a darle el hombro a su hijo si lo necesitaba.—Estoy, sorprendido —susurró él aún en shock.—Sea lo que sea que te ha dicho el médico, sabes que cuentas con toda la familia y que haremos lo que tengamos que hacer sin importar qué —se adelantó a decir.—No hay nada que hacer, papá.—¿Qué quieres decir, Julián? —preguntó asustado.—No hay mucho que hacer, solo nos queda esperar que pasen los meses y que el nuevo integrante de la familia llegue —dijo, su rostro se iluminó de repente, sus ojos se llenaron de vida, alegría y lágrimas. Fue un cambio que tomó por sorpresa a Samuel.—¿De qué hablas, hijo?—Seré padre, papá. Dentro de p