Maritza palideció al ver el cuerpo de Efraín tirado en el frío piso y la poza de sangre que había a su alrededor.—¡Hilario! ¡Hilario! —gritó desesperada al ver al hombre tan quieto como una estatua. Ella le tocó el rostro, estaba tan frío, como si estuviera muerto.La mujer se dejó caer de bruces, asustada por la situación, se arrastró hasta alejarse de Efraín.—¡¡¡Hilario!!! —gritó con todas sus fuerzas. El cuerpo le temblaba, mientras otros hombres acudieron ante el grito de horror de la mujer.—¿Qué pasa, por qué gritas tanto? —preguntó Hilario, bajando por las escaleras.—Es Efraín, ¡tu hijo está muerto! —gritó.Hilario bajó a tropezones hasta llegar junto al cuerpo ensangrentado de Efraín.—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó el hombre con voz ahogada.—¡No lo sé!—Deja de gritar y busca ayuda —le dijo—. Ustedes dos, vayan por un médico y no me importa lo que tengan que hacer, tráiganlo a punta de pistola si es necesario —ordenó Hilario, mientras tocaba el pulso de su hijo.—Está mu
—¡Esto es un atropello! ¡Un abuso de autoridad, agente! —gritó Hilario detrás del jefe de la policía, tras verse perdido.—¿Lo cree, señor Salvatierra? —preguntó el hombre—. Yo veo un hombre herido y casi moribundo sobre la cama, ¿no lo ve usted? —cuestionó con rudeza.—Mi hijo se ha herido accidentalmente, no entiendo lo que usted hace en mi casa —alegó, insistiendo.—Permita que lo dude, le hice una pregunta tan sencilla de responder, señor, y usted eligió mentir —señaló el agente.—No estaba obligado a responder, es mi casa y es mi hijo. Soy el responsable de mantenerlo a salvo —alegó Hilario.—Entonces, supongo que no pondrá objeción alguna para llevarlo al hospital.Hilario miró al agente y estuvo a punto de decirle que podía arreglar la situación de otra manera, sin embargo, por el semblante serio del hombre, no lo hizo.—Mi hijo ya ha sido atendido por un médico, no es necesario moverlo. Puede ser peligroso —expresó Hilario.—Más peligroso me parece dejarlo en esta casa y darle
Natalia se movió ligeramente, sonrió al sentir el calor de Julián junto a su cuerpo, por un momento llegó a pensar que la presencia del vaquero en su habitación, era un sueño y que él aún estaba en Miramar, pero ese despertar le indicaba que todo era real.—Buenos días, preciosa —susurró él junto a su oído.El cuerpo de Natalia se tensó y su piel se erizó ante el calor de su aliento, ella se pegó por instinto hacia él, solo Julián era capaz de darle aquella seguridad que sentía.—Buenos días —murmuró sonrojada, pues Julián atrapó su cintura y le dejó un beso en la mejilla.—¿Tienes hambre? —preguntó él, sin presionarla a nada más, a Julián le bastaba sentirla así de cerca, tenerla entre sus brazos, pues el amor no era solo sexo, era paciencia, comprensión, dedicación. Pequeños detalles que muchos hombres habían olvidado tener con sus esposas y que quizá era la causa principal de las separaciones y de los divorcios. El amor era como una planta y debía regarse cada día con esas pequeñas
Renata miró a su hijo.—Carlitos…—No tiene nada de malo que te dejes ayudar, mami —insistió el pequeño.Ignacio le sonrió.—Tengo buenas intenciones, Renata, en verdad quiero ayudarte y ayudar a Carlitos. Por favor, no quiero hacer de esto una batalla campal —dijo con seriedad.—¿Qué quieres decir con eso? —le cuestionó Renata.Ignacio miró al niño y ella supo que debía evitar que él hablara delante de su hijo.—Carlitos, ¿puedes traer un poco de agua para el señor? —le preguntó.El niño asintió y salió corriendo de la sala.—Gracias.—Espero que te atragantes cuando la bebas —soltó sin misericordia.—Estás siendo muy dura, cuando sabes que también tuviste algo de culpa —expresó con seriedad—. Asumiste por tu cuenta cosas que no eran, Renata, no confiaste en mí lo suficiente como para quedarte y escucharme —la acusó.—¡Vi a una mujer desnuda en tu sala! —gruñó, elevando la voz, pero sin gritar.—Viste a una mujer que nada tenía que ver conmigo, Renata.—Te tomaste tu tiempo para busc
Natalia sabía que ningún “gracias” podía expresar lo que sentía en ese momento; se sentía más que afortunada de tener la aceptación de una gran familia, sobre todo, porque ella era viuda.—No me alcanzará la vida para agradecer todo lo que han hecho por mí y por mis hijas —dijo con la voz ahogada, haciendo un esfuerzo para no echarse a llorar.—No tienes nada que agradecer, Natalia. Todo lo que queremos es la felicidad de Julián y si ha decidido que tú y las niñas lo son, no vamos a oponernos —expresó Wendy con sinceridad.Natalia asintió, porque no creyó posible volver a emitir una sola palabra sin llorar.—¿Cuándo es la boda? —preguntó Laura para aligerar la situación y no dar a las niñas una impresión equivocada.—El fin de semana —confirmó Julián.—No tenemos mucho tiempo y tampoco tenemos mucho espacio en este departamento. Así que, Natalia y las niñas vendrán con nosotros a un hotel, mientras tú y Diego se quedan en el departamento, a mi edad no quiero seguir espantando gatos en
Natalia caminó con paso tembloroso, su mirada se desvió por unos cuantos segundos. Sus hijas estaban al frente, Ángela tenía una pequeña cesta con pétalos de flores y Estela llevaba las argollas de matrimonio.El corazón de la mujer se agitó y una sonrisa sincera apareció en su rostro al ver al responsable de tanta felicidad, Natalia pensó que no había manera de pagarle por todo lo que había hecho, hacía y haría por ella y las niñas, solo tenía su corazón y su amor para entregarle.—Te ves hermosa —le susurró Julián al verla llegar a su lado, tomó su mano y dejó un beso sobre su dorso.—Gracias, Julián —musitó en respuesta.—Estás temblando.—Estoy nerviosa —dijo—, pero me siento feliz y dichosa de estar contigo.Julián le sonrió, dejó otro beso sobre el dorso de la mano de Natalia y se giró para quedar frente al abogado.El hombre vestido con traje hecho a medida, les saludó, procediendo a celebrar la unión civil.—¿Ambos han venido por su propia cuenta y deseo?—Sí.—Si es el caso,
La luz de un nuevo día alumbró dos cuerpos enredados en las sábanas, Julián fue el primero en abrir los ojos mientras una pequeña sonrisa iluminaba su rostro, sus ojos viajaron al rostro sereno de Natalia, ella dormía con la seguridad que solo una mujer amada podía hacerlo. Sus facciones ya no eran rígidas y su rostro tenía un aspecto muy distinto.Julián sabía el camino que debían recorrer no era fácil, pero estaba deseoso de empezar a limpiar las piedras para tener su feliz para siempre.El vaquero no pudo evitar que su mano ahuecara el rostro perfecto de Natalia, su dedo dibujó con ternura los labios perfectos de la mujer, ella se movió por la suavidad del contacto, pero no se despertó, Natalia se acomodó mejor junto al cuerpo de Julián, lo que provocó que él ensanchara su sonrisa.—Natalia —susurró, ella no respondió.Julián continuó con sus tiernas caricias, estaba tentado a despertar y hacerle el amor nuevamente, pero debía ser paciente y, sobre todo, prudente. Natalia se había
Natalia estaba en una nube de dicha y de felicidad, tenía todo lo que creyó no volver a tener. Tenía una familia, un esposo y dos preciosas hijas que se mostraban felices y dichosas tanto como ella.—¿Estás lista para volver? —preguntó Julián.—Estoy nerviosa, pero estoy preparada para regresar al pueblo y enfrentar todos mis miedos —respondió vacilante, pero decidida.Julián le dejó un beso sobre la frente y le sonrió.—No estarás sola, recuérdalo siempre.Natalia tomó su mano y con una ternura infinita, le dejó un beso sobre la palma.—Te amo —le susurró.El corazón del vaquero se agitó con violencia, sus ojos brillaron por la emoción y sus labios dibujaron una hermosa sonrisa.—Vamos —pidió.Estela y Ángela subieron a la camioneta de Julián, el resto de la familia se había adelantado. Tenían un acuerdo secreto entre ellos, nadie sabría de la boda de Julián y Natalia por el momento, luego ya tendría la oportunidad de organizar la boda religiosa por todo lo alto, tal como Dios mandab