Maxine.
Salgo del baño con una toalla envuelta en la cabeza mientras tarareo a SIA que suena a todo volumen en la habitación, resulta que muy consideradamente mi madre se encargó de que instalaran un sistema de sonido que está de maravilla, y por supuesto yo no he perdido la oportunidad de usarlo mientras me bañaba.
Suelto mi cabello y voy al tocador blanco lleno de productos para mujer, me siento como una princesa en esta habitación, como si fuera Mia Thermopolis princesa de Genovia, el pensamiento me hace reír.
Estando frente al espejo seco mi cabello y después paso ligeramente la plancha de cabello para alisar el frizz en los pelos mas pequeños de la parte de arriba de la cabeza, continuo con un maquillaje sobrio y bastante natural, un poco de mascara negra, un poco de iluminador en las zonas altas del rostro, bálsamo labial de fresa y ya estuve.
Mientras contoneo mis caderas y bailo la canción, voy al armario donde sobra demasiado espacio, no imagino como una mujer podría llenar un espacio tan grande como este con solo ropa, pero está bien. Saco el vestido que mi madre compró para mí y lo pongo sobre la cama.
Lo miro con atención, es de color uva muy oscuro, casi parece negro, es medianamente largo, estoy segura de que me va a llegar un poco mas arriba de las rodillas, no tiene escote o ningun detalle en particular, es bastante simple, pero bonito.
Me visto y me pongo tambien los zapatos de punta rojo que estaban en el armario, me miro en el espejo, me veo extraña, un poco muy formal para mi gusto, pensé que esta era una cena casual, pero tal parece que voy para un coctel, aunque no me veo del todo mal, el vestido es completamente ajustado y resalta cada una de mis curvas.
Agarro el celular, me tomo una foto frente al espejo de cuerpo entero y se la envío a Trevor.
–¿Qué opinas? – le pregunto junto con la foto.
Él tarda solo unos minutos en contestar, a esta hora ya debería estar en casa – ¿Vas a salir asi? – textea.
–Si, ¿Por qué? ¿No te gusta? – pregunto con una mueca, quiza el vestido es demasiado.
Mi teléfono comienza a vibrar en mi mano, es Trevor llamándome.
–¿Hola? – pregunto con una sonrisa de tonta en el rostro.
–¿Para dónde vas asi vestida?
–A una cena.
–¿Con quién? – me cuestiona y yo pienso en hacerlo sufrir un poco.
–Un par de amigos.
–¿Cuáles amigos? ¡Tú no tienes amigos en Washington!
–No que tu conozcas – me burlo en silencio.
–Te pones un abrigo largo, y no es una sugerencia.
–¿Y tú quién te crees para darme ordenes?
–¡No me obligues a tomar un avión nada más para encerrarte en una habitación y enseñarte a vestir, Prior!
–¿Acaso estás celoso?
Silencio en la línea, aunque no absolutamente, porque al otro lado se escuchan un par de risas.
–¿Dónde estás? ¿Todavía en la oficina? – le pregunto, dejando pasar por alto que omitió mi pregunta.
–En casa.
–¿Con quién?
Trevor lo piensa para responder – estoy con algunos chicos del trabajo y con Rose.
–¿Con Rose? Y ¿Que hacen todos allí? – me gustaría decir que después de todo lo que ha pasado entre nosotros yo maduré y acepté que Trevor y Rose tienen que estar más tiempo juntos del que a mi me gustaría, pero no puedo, hay algo en la forma en que ella se acerca a él que no me gusta. Sin mencionar que la mujer es como una jodida diosa griega y no tiene novio, no la he visto con ningun hombre en todo el tiempo que llevo de conocerla, otro hombre diferente a Trevor, por supuesto.
–Estamos tomándonos algo, quiza después vayamos a un bar.
–Mmm – no sé que decirle, no quiero sonar como una novia fastidiosa que le prohíbe cosas, pero no puedo dejar de pensar en la idea de Trevor y Rose embargándose juntos, no me gusta.
–¿Por qué te quedas en silencio? Tu vas a salir con tus amigos y yo estoy con los míos, no tiene nada de malo.
No quiero que el juego se salga de nuestras manos, asi que antes de que se arme la tercera guerra mundial le digo la verdad.
–Voy a salir con mi madre y con Harvey, iremos a un restaurante que a mi madre le gusta mucho.
–Asi que no hay ningunos amigos… – dice casi aliviado.
–No, solo Rachel, Harvey y yo – suspiro – entonces, ¿Me dijiste que vas a un bar con Rose?
–Y con otros compañeros, no iremos solos.
–De acuerdo.
–¿De acuerdo?
–Si, de acuerdo, no soy tu niñera Trevor, si quieres salir con ellos está bien – lo digo de los dientes para afuera porque en realidad desearía que se quedara en casa a ver televisión, pero no puedo atarlo a la pata de la cama, mucho menos cuando él no me ha dado ningun motivo para dudar.
–Entonces supongo que te dejare para que vayas a tu cena, te estaré escribiendo, ¿Bien? – sé que está evitando que peleemos y en parte se lo agradezco.
–Bien.
–Te ves preciosa, Max – me alaga y a mi se me olvidan el resto de las cosas.
Trevor y yo nos despedimos y yo cuelgo la llamada, pienso en no preocuparme por Rose o por lo que estén haciendo juntos, pero es imposible, no puedo dejar de pensar en que Trevor esperó el día en que yo no estuviera para llevarla a nuestro departamento.
Quiza deba dejar el celular en casa para no tener la necesidad de escribirle cada cinco minutos, tal vez necesito despejar mi mente. Si, justamente eso debo hacer, con total determinación dejo el teléfono en la cama y salgo de la habitación, abajo ya me están esperando Harvey y mi madre.
–¡Harvey! – exclamo y me acerco para abrazarlo.
–¿Cómo estás, Maxi? – pregunta y me da un beso en la mejilla.
Harvey está mas guapo de lo que recuerdo, sus ojos se ven brillantes y su cuerpo tambien está más musculoso, de hecho, ahora que los veo bien, mi madre tambien esta más guapa. A este par el amor los tiene de maravilla.
–Yo estoy genial, Pero ¿Qué me dices tú, alcalde la ciudad de Washington? – lo molesto.
–¡No! Esta noche no vamos a hablar de política, o de Harvey como alcalde – refunfuña mi madre y Harvey y yo nos miramos con complicidad.
Todos juntos salimos y nos metemos dentro del auto de Harvey, sigue siendo un deportivo, solo que mas moderno y extravagante.
–¿No nos llevará Cornell? – molesto a mi madre.
–Maxine no supera el hecho de que tenemos chofer.
–En realidad lo paga la ciudad – me explica Harvey – venia incluido con el trabajo.
Nosotros hablamos de trivialidades, de la vida después de la universidad, de Trevor, de Adam y Tara, yo le pregunto a mi madre por los padres de Trevor e incluso pregunto por Nick, pero mi madre no ha tenido muchas noticias de él.
–Espero que le esté yendo bien en la vida – lo digo de corazón. Yo no odio a Nick, no podría ser capaz de odiar a la persona que me empujo a vivir la mejor relación de mi vida junto a Trevor. Creo que después de tanto tiempo por fin pude entender eso de “Todo pasa por algo” porque si Nick no me hubiera engañado, yo no lo habría dejado y probablemente no me habría dado una oportunidad con Trevor.
Es un poco retorcido, pero es cierto.
Harvey aparca el auto frente al restaurante y le da las llaves al Valet Parking.
–Señor alcalde – dice el joven y Harvey le sonríe.
–Me gusta esta atención – le digo al oído a mi madre y sonríe. Sé que a ella tambien le gusta.
El restaurante es precioso, tiene una atmosfera elegante, hay un hombre tocando piano a un lado, las mesas están perfectamente acomodadas, todo es completamente divino. Una chica nos lleva hasta una mesa, donde ya hay alguien esperando, lo que me confunde, pensé que solo seriamos los tres.
–Thomas, espero que no lleves mucho tiempo esperando – Harvey le extiende la mano y el tal Thomas se pone en pie.
–No, no mucho, acabo de llegar – estrecha la mano de Harvey y sonríe.
–Ella es mi esposa, Rachel James – presenta a mi madre y yo me siento mas confundida que antes, ¿Rachel James? Pensé que mi madre seguía usando su apellido, no tenia ni idea que había adoptado el de Harvey – y ella es mi hijastra, Maxine Prior.
Yo sonrío y estrecho la mano que me ofrece el hombre.
–Max, él es Thomas Gillis, reclutador del Washington Post – explica Harvey.
Ahora todo tiene sentido, el vestido, el restaurante, la ansiedad de mi madre. No puedo creer que haya concretado una cita aun cuando le dije que no lo hiciera, ahora yo estoy nerviosa y cabreada, ¿Por qué mi madre nunca piensa en mí?
–Es un placer conocerte, Max, me han contado mucho sobre ti.
–Si, no lo dudo – intento ser cordial – Mamá, ¿Me acompañas al tocador por un segundo?
–Acabamos de llegar, Max – me dice entre dientes.
–Solo será un minuto – me levanto del asiento y espero a que ella haga lo mismo.
–Discúlpennos un momento, iremos al tocador – dice mi madre.
–No tardaremos – agrego yo.
Rachel James o Prior, como se quiera hacer llamar, y yo, tenemos una conversación pendiente, pensé que le había dejado muy claro que no iba a trabajar en el Washington post porque no me quiero mudar a Washington.
Yo no voy a dejar a Trevor solo en las garras de Rose Tanner.
Maxine. –¡Maxine, ¿Por qué rayos te levantaste de la mesa de esa forma?! No quiero ser grosera y asumo que tú tampoco, esta situación no deja una muy buena impresión – ella me regaña como si de verdad tuviera el derecho de hacerlo.Yo frunzo el ceño y evito salirme de mis casillas, pero la sangre se me sube rápidamente al cerebro – no puedo creer que me hayas hecho esto – gruño.–¿Hacerte qué? ¿Ahora que hice?–¿Ahora que hiciste? ¡Mamá! Le pediste a Harvey que concretara una cita después de que yo te dije que no. ¡No queria que esto sucediera!–Pensé que estabas bromeando.–No, por supuesto que tu no pensaste que era una broma, tu me conoces demasiado como para creer que voy a bromear sobre algo asi – hago un ademan con las manos, si mi madre
Maxine. Nosotros terminamos de comernos el postre, un mousse de chocolate que me recuerda a una de mis citas con Trevor. Era nuestro aniversario numero uno, y Trevor me hizo una cena en casa, bueno, él dice que la hizo, pero yo estoy segura de que él simplemente pidió un domicilio y organizó la mesa del departamento, aun asi fue un bonito gesto, pero lo mejor vino después de la cena, cuando de forma muy atrevida, Trevor repartió el mousse de chocolate a través de todo mi cuerpo y comenzó a comerlo directamente de mi piel.El recuerdo hace que me den cosquillas en todas partes, recuerdo los besos húmedos de Trevor disfrutando el postre sobre mi vientre, mis pechos y cada una de sus partes favoritas.–¿Está todo bien, Max? – me pregunta Thomas mientras yo sigo sonriendo como una idiota mirando el mousse.–Si, lo siento, solo me distraje un segund
Maxine. Me levanto muy temprano a pesar de que anoche las pesadillas no me dejaron dormir, cuando bajo a la cocina ya lista para irme, Harvey y mi madre ya están allí tomando café.–¡Max, que madrugadora! – me saluda mi padrastro.Yo le sonrío y le doy un beso en la mejilla – sí, es que decidí irme ahora temprano.–¿No tenías el vuelo en la noche? – gruñe mi madre entre dientes.–Si, pero iré al aeropuerto para ver si puedo cambiarlo a uno más temprano – respondo.–¿Quieres un poco de café?–Si, claro – le respondo a Harvey.Me siento en la barra de la cocina de mármol frente a mi madre.–No tienes que irte ahora – susurra, no sé si lo dice de dientes para afuera, pero de lo que si estoy segura es que le esta costando sacar
El vuelo de regreso a casa es jodidamente largo, me duelen las nalgas cuando por fin la azafata nos indica que podemos levantarnos y salir del avión, por desgracia, estoy en los asientos de la mitad, asi que primero tengo que esperar que todos los que están adelante salgan, ¡Son lentos! No entiendo porque no pueden caminar un poco más rápido.Me pongo en pie y estiro las piernas, las tengo entumecidas, entre la noche de ayer usando tacones altos y estar tanto tiempo sentada creo que mis piernas y pies han dejado de funcionar.Me quejo y hago muecas mientras salgo del avión y me meto en el túnel que conecta con el aeropuerto, gracias a Dios no tengo que ir a buscar ninguna maleta, asi que voy directamente al estacionamiento del aeropuerto donde deje mi auto estacionado, me meto dentro y llamo a Trevor, hemos pasado solos unas cuantas horas separados, pero ya lo extraño, además que nuestra última conver
Trevor. –Maxine, ¡Por un demonio! ¡Detente ahí! – le grito, pero ella no deja de alejarse de mí.Ella corre como si de repente se hubiera convertido en una atleta profesional, está cabreada, lo sé por la forma en la que contonea sus caderas de forma exagerada, lo hace siempre que quiere huir de algo que le molesta.El problema es que ella no debería estar armando semejante escena por nada, yo no la he engañado, por mi cabeza ni siquiera se ha pasado el más mínimo pensamiento de traicionarla con ninguna otra mujer, mucho menos con Rose… Rose es solo una compañera de trabajo con la que ya llevo demasiado tiempo relacionándome, es normal que nos acerquemos mas que el resto, ¡Joder! Después de Maxine, Rose es la mujer que me mas me conoce, no voy a pedirle que se aleje de mí, sería injusto, y Maxine debe entenderlo.
Trevor. Regreso a la oficina y veo a Rose que está sentada en mi silla.–¿Está enojada? – me pregunta, mordiendo la punta del lápiz que yo estaba usando.–Si, está cabreada, cree que tú y yo tenemos algo.–¿Todavía no lo supera? – rueda los ojos y cruza su pierna derecha sobre la izquierda, haciendo que su falda se levanta ligeramente.Desvió mis ojos de forma inconsciente a la abertura de la falda negra, pero quito la mirada de sus piernas enseguida.–Pensé que ya era un tema superado, pero nos vio a los dos solos, aquí, tu haciéndome masajes y se imaginó lo peor – chasqueo la lengua – ¡por un demonio! – le doy un golpe al escritorio y camino alrededor de la oficina – y eso no es lo peor de todo. –¿Ah no?–No, dijo algo sobre mud
Maxine. –Dime que no me vas a traicionar, por favor – le ruego mientras Trevor se hunde dentro de mí.–Este no es el momento para tener esta conversación – jadea contra mi cuello.Yo me pierdo en las emociones que siento dentro del cuerpo, me pierdo en su aliento cálido cochando contra mi piel, en el sonido de las gotas de lluvia que golpean contra la ventana y las sensaciones que me generan sus manos grandes sobre mi piel.–Necesito oírlo, lo necesito ahora – le pido.Trevor me mira fijamente, sus ojos se meten dentro de mi alma, como si la conociera demasiado bien. Él me agarra la pierna derecha, la aprieta y comienza a enrudecer sus embestidas, se vuelve lento y rítmico, pero tambien mas salvaje. Yo me muerdo el labio y arqueo la espalda porque lo siento profundo y me gusta.–Te voy a lastimar, Maxine, tu y yo sabemos que yo m&aacut
Trevor. Le entrego las llaves al valet parking y entro al restaurante que se ha convertido en el favorito de Maxine, siempre le han gustado los mariscos y este es el mejor de la ciudad en comida de mar. Saludo a la chica que asigna las mesas, nos conoce de sobra, no ha visto entrar y salir de aquí innumerables veces.–La señorita Maxine lo está esperando en la terraza.–Gracias Sabrina – camino en medio de las mesas hasta llegar a donde Sabrina dijo que estaba Maxine, la veo de lejos, se ve aburrida, está mirando al horizonte y tiene la mandíbula apoyada en su mano.A veces me gustaría saber que se está pasando por su cabeza, después de tanto tiempo juntos, aun hay algunas cosas que no logro comprender sobre esa chica de cabello marrón y ojos negros.–Lamento la tardanza, cariño – le doy un beso en los labios, desabrocho el bot&oacu