Trevor.
Regreso a la oficina y veo a Rose que está sentada en mi silla.
–¿Está enojada? – me pregunta, mordiendo la punta del lápiz que yo estaba usando.
–Si, está cabreada, cree que tú y yo tenemos algo.
–¿Todavía no lo supera? – rueda los ojos y cruza su pierna derecha sobre la izquierda, haciendo que su falda se levanta ligeramente.
Desvió mis ojos de forma inconsciente a la abertura de la falda negra, pero quito la mirada de sus piernas enseguida.
–Pensé que ya era un tema superado, pero nos vio a los dos solos, aquí, tu haciéndome masajes y se imaginó lo peor – chasqueo la lengua – ¡por un demonio! – le doy un golpe al escritorio y camino alrededor de la oficina – y eso no es lo peor de todo.
–¿Ah no?
–No, dijo algo sobre mud
Maxine. –Dime que no me vas a traicionar, por favor – le ruego mientras Trevor se hunde dentro de mí.–Este no es el momento para tener esta conversación – jadea contra mi cuello.Yo me pierdo en las emociones que siento dentro del cuerpo, me pierdo en su aliento cálido cochando contra mi piel, en el sonido de las gotas de lluvia que golpean contra la ventana y las sensaciones que me generan sus manos grandes sobre mi piel.–Necesito oírlo, lo necesito ahora – le pido.Trevor me mira fijamente, sus ojos se meten dentro de mi alma, como si la conociera demasiado bien. Él me agarra la pierna derecha, la aprieta y comienza a enrudecer sus embestidas, se vuelve lento y rítmico, pero tambien mas salvaje. Yo me muerdo el labio y arqueo la espalda porque lo siento profundo y me gusta.–Te voy a lastimar, Maxine, tu y yo sabemos que yo m&aacut
Trevor. Le entrego las llaves al valet parking y entro al restaurante que se ha convertido en el favorito de Maxine, siempre le han gustado los mariscos y este es el mejor de la ciudad en comida de mar. Saludo a la chica que asigna las mesas, nos conoce de sobra, no ha visto entrar y salir de aquí innumerables veces.–La señorita Maxine lo está esperando en la terraza.–Gracias Sabrina – camino en medio de las mesas hasta llegar a donde Sabrina dijo que estaba Maxine, la veo de lejos, se ve aburrida, está mirando al horizonte y tiene la mandíbula apoyada en su mano.A veces me gustaría saber que se está pasando por su cabeza, después de tanto tiempo juntos, aun hay algunas cosas que no logro comprender sobre esa chica de cabello marrón y ojos negros.–Lamento la tardanza, cariño – le doy un beso en los labios, desabrocho el bot&oacu
Maxine. –No sé que hacer, Tara, no quiero perderlo, pero tampoco quiero perderme a mi – me llevo el kleenex a la nariz y me limpio todos los mocos que no quiero dejar derramados en las piernas de mi mejor amiga. –Cariño, ¡Al diablo Trevor! Si no es capaz de apoyarte en tus proyectos entonces mándalo al demonio, ¿Quién carajos se cree que es para intentar detenerte? – ella comienza a balbucear igual a como ha hecho desde que llego aquí.–¡Dios mírame! Soy patética – levanto mi cabeza, que está acostada en sus piernas y entonces suelto un suspiro – soy una mujer mayor que necesita llamar a su amiga y prácticamente obligarla a que viaje para que la ayude con sus problemas – niego con la cabeza.–¡Maxine! Lo dices como si viviéramos al otro lado del mundo – se burla – te recue
Maxine. El brazo de Trevor me está aplastando, yo lo muevo con cuidado de no despertarlo, él hace un gruñido y me detengo, pero mueve el peso de su cuerpo a un lado y sigue dirimiendo como una roca. Me levanto de la cama y camino en puntitas hasta llegar a mi portátil que deje en la sala.Afuera se escuchan los ronquidos de Adam, no sé cómo Tara ha podido dormir tanto tiempo junto a un hombre que ronca como un ogro, pero, en fin, eso no es problema mío. Doy con la computadora y me la llevo conmigo a la isla de la cocina, la enciendo y entro directamente al correo. Redacto una respuesta para Thomas en donde le digo que quiero la vacante disponible y le pregunto cuando puedo empezar.Su respuesta me llega casi de inmediato, pero no mediante un correo sino a través de los mensajes del correo, que es mucho mas informal.–Maxine, lo ideal sería que estuvieras instalada en Wa
Maxine. –¿Estás lista? – me pregunta Trevor.Me pongo un poco de perfume en la parte trasera del cuello y asiento con la cabeza, vamos a cenar a un gastrobar ubicado en una de las mejores zonas de Flagstaff, creo que nos hemos hecho viejos porque ahora preferimos una cena y música relajada que irnos de juerga a bebernos hasta el agua de las plantas de cualquier antro por ahí.–¡Te ves maravillosa, Prior! – él se acerca por mi espalda – me encanta ese perfume – susurra haciendo que los vellos de mi cuerpo se ericen completamente.Yo sonrío como una idiota y dejo que él enrede sus manos en mi abdomen mientras me abraza por la espalda, me gusta sentir su cuerpo grande y musculoso acunándome, es como si estuviera a salvo y nada fuera a pasarme siempre y cuando estuviera entre sus brazos.Quisiera sentir esto por el resto de mi vida.<
Maxine. Reviso mi celular esperando que Trevor me envié un mensaje, no sé porque, pero espero uno de esos momentos románticos en donde el chico alcanza a la protagonista en el avión y le dice que no puede dejarla ir sola, que la acompañará, o quiza otro de esos en donde se despiden mediante una carta cursi que dice todo lo que no son capaces de decirse frente a frente, espero cualquier gesto mientras reviso mis redes sociales, pero no hay nada y tengo que abordar el avión dentro de un par de minutos.–“Pasajeros del vuelo 734 con destino a Washington D.C por favor acercarse a la zona de abordaje” – dice la voz de una mujer por los altavoces.Soy de las primeras en levantarme del asiento, cargo la maleta de mano que llevo conmigo y me pongo en la fila detrás de una mujer de cabello rojo, guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón y miro hacia atr&aa
Maxine. –¡Esto es impresionante! – digo en voz alta mientras miro a mi alrededor, estoy en las oficinas del Washington Post mirando asombrada como es todo desde adentro, las personas corren de un lado a otro, hay teléfonos sonando sin cesar, personas trabajando y escribiendo en sus computadoras, máquinas dispensadoras de café por todos lados, los equipos de producción están en una sala al lado de donde estoy, esto es como el sueño de cualquier periodista. Me quedo como una tonta ahí de pie, hasta que Thomas llama mi atención.–¡Max, ven conmigo! – me grita desde el otro lado de la oficina.–Voy – respondo y corro detrás de él, que se mueve a una velocidad alucinante, creo que Thomas no se equivocó al decir que en la prensa nadie descansa.–¿Cómo estás? – pregunta. &nda
Maxine. Me duele el culo, estoy cansada, mis ojos están adormilados y hasta me cuesta entender cada uno de los papeles que tomo para clasificar. Enderezo la espalda, me rasco los ojos y me recojo el cabello en una coleta alta, odio este trabajo, es más, creo que después de estas dos horas estoy dispuesta a renunciar.Miro a la máquina de café que está afuera, huele como si alguien acabara de hacer uno, ¡Es delicioso! El aroma se cuela por la puerta de la oficina que sigue cerrada, no pienso quedarme un segundo más aquí sin algo que me obligue a despertar, asi que me pongo en pie bajo la mirada inquisitiva de Ian, salgo de la oficina y voy a la maquina del café, agarro un vasito desechable y comienzo a servirme de la bebida caliente, mientras lo hago veo a Ian trabajando en su escritorio a traves de la ventana.Se ve relajado, no tiene el blazer puesto, hace algunos minutos que