Maxine.
Reviso mi celular esperando que Trevor me envié un mensaje, no sé porque, pero espero uno de esos momentos románticos en donde el chico alcanza a la protagonista en el avión y le dice que no puede dejarla ir sola, que la acompañará, o quiza otro de esos en donde se despiden mediante una carta cursi que dice todo lo que no son capaces de decirse frente a frente, espero cualquier gesto mientras reviso mis redes sociales, pero no hay nada y tengo que abordar el avión dentro de un par de minutos.
–“Pasajeros del vuelo 734 con destino a Washington D.C por favor acercarse a la zona de abordaje” – dice la voz de una mujer por los altavoces.
Soy de las primeras en levantarme del asiento, cargo la maleta de mano que llevo conmigo y me pongo en la fila detrás de una mujer de cabello rojo, guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón y miro hacia atr&aa
Maxine. –¡Esto es impresionante! – digo en voz alta mientras miro a mi alrededor, estoy en las oficinas del Washington Post mirando asombrada como es todo desde adentro, las personas corren de un lado a otro, hay teléfonos sonando sin cesar, personas trabajando y escribiendo en sus computadoras, máquinas dispensadoras de café por todos lados, los equipos de producción están en una sala al lado de donde estoy, esto es como el sueño de cualquier periodista. Me quedo como una tonta ahí de pie, hasta que Thomas llama mi atención.–¡Max, ven conmigo! – me grita desde el otro lado de la oficina.–Voy – respondo y corro detrás de él, que se mueve a una velocidad alucinante, creo que Thomas no se equivocó al decir que en la prensa nadie descansa.–¿Cómo estás? – pregunta. &nda
Maxine. Me duele el culo, estoy cansada, mis ojos están adormilados y hasta me cuesta entender cada uno de los papeles que tomo para clasificar. Enderezo la espalda, me rasco los ojos y me recojo el cabello en una coleta alta, odio este trabajo, es más, creo que después de estas dos horas estoy dispuesta a renunciar.Miro a la máquina de café que está afuera, huele como si alguien acabara de hacer uno, ¡Es delicioso! El aroma se cuela por la puerta de la oficina que sigue cerrada, no pienso quedarme un segundo más aquí sin algo que me obligue a despertar, asi que me pongo en pie bajo la mirada inquisitiva de Ian, salgo de la oficina y voy a la maquina del café, agarro un vasito desechable y comienzo a servirme de la bebida caliente, mientras lo hago veo a Ian trabajando en su escritorio a traves de la ventana.Se ve relajado, no tiene el blazer puesto, hace algunos minutos que
Ian. –No voy a ir contigo a ninguna parte – dice, como si de verdad ella pudiera decidir.–Me temo que si quieres conservar este empleo, tendrás que ir, no es una pregunta, Prior – Maxine se aclara la garganta y se acomoda en el asiento, como si yo hubiera dicho algo malo.–No puedes obligarme – suelta recuperando la compostura.–Tienes razón, no puedo obligarte, tienes dos opciones, o dejas el empleo o vas conmigo, tú decides que hacer – pongo mis ojos en mi celular mientras respondo el mensaje de Karla, la chica con la que me veré justo cuando salga de aquí en más o menos diez minutos.–Ian, de verdad, aunque quisiera no creo que sea lo más apropiado – suspira.–¿Por qué no? No te estoy invitando a un crucero por las Bahamas, Prior, solo es un viaje de trabajo, por desgracia ahora trabajas
Maxine. Hogar, dulce hogar, por fin estoy aquí de nuevo, refunfuño y me quito los zapatos dejándolos tirados por cualquier lado, lo único que quiero ahora mismo es acostarme en la cama y morirme durante algunas doce horas, por fin pude regresar a casa, dejé en la oficina de Ian el trabajo hecho, me faltaron algunos papeleos, pero no pensaba quedarme amanecer allá, ¡Eso es explotación laboral! ¡Dios! Voy a necesitar mucha paciencia si voy a seguir trabajando con este cavernícola.Me quito la ropa incluido el brasier y me pongo un top dejándome la parte de debajo de la ropa interior, no tengo ánimos como para buscar una pijama, es que a duras penas todavía estoy caminando, hace mucho que no me sentia asi de cansada, creo que ahora mismo me pesa hasta el alma.Tiro mi cuerpo sobre la cama y reviso mi celular, tengo alrededor de diez mensajes de Trevor, todos p
Trevor. –¿Está todo bien? – pregunta Rose acercándose a mí y dándome un trago de whiskey en las rocas.Yo le recibo la bebida y guardo el celular en el bolsillo del pantalón de mi traje, tenía la esperanza de que Maxine hubiera respondido mis mensajes, pero tal parece que se le olvidó que tiene un novio al que se supone que ama, porque no ha sido capaz de contestar desde anoche en que la llame y me dijo que estaba con el imbécil de Ian.–Si, todo está bien – respondo y me empino el vaso, un trago no es suficiente, necesito mucho mas que esto.–¿En serio? No te ves para nada bien – hace un gesto y levanta las cejas.–Gracias – digo con sorna.–Tú sabes a lo que me refiero – ella rueda los ojos y me da un codazo amistoso – tu siempre te ves bien, Trevor, esta noche especialmente
Trevor. Espero hasta que Rose este disponible para hablar, su padre la ha tenido presentándole personas sin cesar, parece una muñeca saludando y sonriéndole a todo el mundo, pero es obvio que está fastidiada y que lo que menos desea es estar con todas esas personas, lo sé por la forma en la que su ceño se frunce ligeramente, no lo suficiente para parecer grosera, pero si para que yo alcance a darme cuenta de que no se siente cómoda, eso sin mencionar la forma en la que mueve la rodilla. He aprendido a conocer a esa mujer.Jack, su padre, tambien me ha tenido de un lado para el otro, pero hace algunos minutos que logré escaparme, yo no soy de esa clase de persona amable que saluda y hace charlas hipócritas, ese no es mi trabajo, por suerte yo no tengo que lidiar con el montón de petulantes que ocupan el salón en este momento, saludando y felicitando a Jack por el aniversario c
Maxine.–¡Muévete, Maxine! – me grita Ian desde el otro lado de la puerta.–¡Ya voy! – respondo igual de frustrada, no me gusta que me presione, nunca me ha gustado sentirme con afán, Ian es un maestro para poner a todo el mundo en un nivel de tensión superior.–A este paso cuando queramos recorrer Washington ya habrán sido las elecciones – suelta un bufido.Ruedo los ojos a sabiendas de que él no puede verme, ¡Que fastidio! ¡Dios! A penas llevamos una semana desde que empezamos a trabajar juntos y ya he tenido ganas de renunciar alrededor de veinte veces, eso sin mencionar la tensión sexual tan palpable que hay entre los dos desde aquella noche en que llego ebrio.Han pasado solo algunos días, el recuerdo sigue fresco en mi memoria, no soy capaz de verlo a los ojos porque cada vez que lo veo recuerdo sus palabras en m
Trevor. Entro en la oficina mientras reviso mi celular, tengo alrededor de diez llamadas perdidas, todas son de Maxine, me estuvo llamando toda la mañana, pero no pude responder porque anoche estuve reunido con el ingeniero del proyecto, esto se esta haciendo demasiado largo, me siento cansado y jodidamente aburrido con todo lo que está pasando en este momento, aunque debo aceptar que estar ocupado me ayuda a sacar a Maxine de la cabeza, y a veces siento que lo necesito.Tengo mucha porquería dentro del cerebro, no dejo de darle vueltas a ese beso con Rose, las cosas entre nosotros han estado sumamente intensas y extrañas, he estado evitándola a como de lugar, me siento como caminando sobre vidrio roto, no puedo dar un paso en falso porque entonces voy a joder absolutamente todo, incluida mi amistad con ella, lastimosamente Rose nunca va a conseguir nada más que una amistad de mí.Le env&ia