Trevor.
–¿Está todo bien? – pregunta Rose acercándose a mí y dándome un trago de whiskey en las rocas.
Yo le recibo la bebida y guardo el celular en el bolsillo del pantalón de mi traje, tenía la esperanza de que Maxine hubiera respondido mis mensajes, pero tal parece que se le olvidó que tiene un novio al que se supone que ama, porque no ha sido capaz de contestar desde anoche en que la llame y me dijo que estaba con el imbécil de Ian.
–Si, todo está bien – respondo y me empino el vaso, un trago no es suficiente, necesito mucho mas que esto.
–¿En serio? No te ves para nada bien – hace un gesto y levanta las cejas.
–Gracias – digo con sorna.
–Tú sabes a lo que me refiero – ella rueda los ojos y me da un codazo amistoso – tu siempre te ves bien, Trevor, esta noche especialmente
Trevor. Espero hasta que Rose este disponible para hablar, su padre la ha tenido presentándole personas sin cesar, parece una muñeca saludando y sonriéndole a todo el mundo, pero es obvio que está fastidiada y que lo que menos desea es estar con todas esas personas, lo sé por la forma en la que su ceño se frunce ligeramente, no lo suficiente para parecer grosera, pero si para que yo alcance a darme cuenta de que no se siente cómoda, eso sin mencionar la forma en la que mueve la rodilla. He aprendido a conocer a esa mujer.Jack, su padre, tambien me ha tenido de un lado para el otro, pero hace algunos minutos que logré escaparme, yo no soy de esa clase de persona amable que saluda y hace charlas hipócritas, ese no es mi trabajo, por suerte yo no tengo que lidiar con el montón de petulantes que ocupan el salón en este momento, saludando y felicitando a Jack por el aniversario c
Maxine.–¡Muévete, Maxine! – me grita Ian desde el otro lado de la puerta.–¡Ya voy! – respondo igual de frustrada, no me gusta que me presione, nunca me ha gustado sentirme con afán, Ian es un maestro para poner a todo el mundo en un nivel de tensión superior.–A este paso cuando queramos recorrer Washington ya habrán sido las elecciones – suelta un bufido.Ruedo los ojos a sabiendas de que él no puede verme, ¡Que fastidio! ¡Dios! A penas llevamos una semana desde que empezamos a trabajar juntos y ya he tenido ganas de renunciar alrededor de veinte veces, eso sin mencionar la tensión sexual tan palpable que hay entre los dos desde aquella noche en que llego ebrio.Han pasado solo algunos días, el recuerdo sigue fresco en mi memoria, no soy capaz de verlo a los ojos porque cada vez que lo veo recuerdo sus palabras en m
Trevor. Entro en la oficina mientras reviso mi celular, tengo alrededor de diez llamadas perdidas, todas son de Maxine, me estuvo llamando toda la mañana, pero no pude responder porque anoche estuve reunido con el ingeniero del proyecto, esto se esta haciendo demasiado largo, me siento cansado y jodidamente aburrido con todo lo que está pasando en este momento, aunque debo aceptar que estar ocupado me ayuda a sacar a Maxine de la cabeza, y a veces siento que lo necesito.Tengo mucha porquería dentro del cerebro, no dejo de darle vueltas a ese beso con Rose, las cosas entre nosotros han estado sumamente intensas y extrañas, he estado evitándola a como de lugar, me siento como caminando sobre vidrio roto, no puedo dar un paso en falso porque entonces voy a joder absolutamente todo, incluida mi amistad con ella, lastimosamente Rose nunca va a conseguir nada más que una amistad de mí.Le env&ia
Trevor. –Max, llámame cuando escuches este mensaje, necesitamos hablar – dejo el mensaje en la contestadora de su celular. Voy al estacionamiento, el auto de Rose ya está saliendo, yo me subo en el mío y la sigo hacia la salida, ambos nos metemos en la carretera y aprovechamos que la vía esta despejada y que estamos en una autopista para subirle a la velocidad, Rose es como yo en ese sentido, le gusta la adrenalina y es una de las cualidades que más me gustan de ella.La chica acelera y yo hago lo mismo, la miro por la ventana y ella me sonríe, casi parecemos una mala parodia de rápidos y furiosos, dejo que la velocidad y la adrenalina se me suban a a la cabeza, me desestreso al conducir a rienda suelta a traves de la ciudad, más cuando sé que tengo a un digno contrincante junto a mí. Tramonte queda a treinta minutos de distancia de la oficina, pero nosotro
Maxine. Mi teléfono vibra dentro del bolsillo de mi blazer, pero no puedo responder ahora, estamos en el final de la rueda de prensa de Ian en Dayton, el salón es cerrado y aunque los periodistas han estado un poco intensos con sus preguntas, todo ha salido bastante bien hasta el momento, Ian tiene la capacidad de responder de una forma muy elegante, el hombre es todo un maestro con las palabras, sabe que decir en el momento indicado y de la forma perfecta, esa es una cualidad que yo realmente admiro en él, porque yo por el contrario, soy una persona impulsiva e imprudente en muchas ocasiones.Quisiera poder tener su cerebro – pienso mientras él sonríe a la cámara de uno de los medios de comunicación regionales.–¿Hay alguna otra pregunta? – cuestiona la moderadora de la rueda de prensa.Mi teléfono sigue zumbando y me esta sacando de quicio, asi que l
Maxine. –¿Lista para irnos? ¡Pero que pregunta es esa! – exclama Sara cuando llego a recepción – estás bellísima, Max.–Gracias – siento que me sonrojo mientras la mirada de mis compañeros de trabajo se posa sobre mi cuerpo. Estoy usando un simple vestido negro ajustado que me llega a la mitad de los muslos, no tiene mayores detalles y es mas bien simple, pero lo acompañé con unos tacones altos y accesorios que hacen que resalte, creo que traje este vestido precisamente por lo fácil que es de usar, me lo puedo poner en un coctel, para ir de antro, o incluso para ir por un café.–¿Nos vamos? Harry nos ha hablado maravillas de su amigo y del bar, esperemos que sea tan bueno como dice – Sara se ve entusiasmada y me hace sentirme contagiada de su energía, tal parece que todos necesitábamos un respiro.–&iq
Ian. Ver las manos de este malnacido sobre el cuerpo de Max hace que me hierva la sangre, yo no seré el hombre mas caballero del mundo, pero tampoco voy a permitir que un cerdo de estos le falte al respeto.–Cuando una dama dice que no, se le deja en paz – gruño y le doy otro golpe en la mandíbula, por el lado izquierdo. El imbécil sigue tan consternado por el primer golpe que no se da cuenta cuando le doy el segundo ni mucho menos el tercero. Normalmente yo no haría esto, no me montaría en un espectáculo de este calibre, mucho menos a puertas de las elecciones, pero tampoco puedo dejar que esto pase asi como asi.–Ian, ¡Déjalo! – escucho la voz de Maxine, pero me siento sordo, ciego y lo único que quiero es darle una lección a este hijo de puta – ¡Ian, por favor, detente! – se ha formado un círculo a nuestr
Ian. –No puedo creer que hayas hecho eso – ella suelta una carcajada y se lleva el trago a la boca.Hemos estado las ultimas dos horas sentados en la barra hablando de estupideces, he disfrutado este tiempo con ella, tanto que no sé en que momento el reloj ha corrido tan deprisa, son las dos de la mañana, Liza, Harry, Jake y Sara ya se han ido y nosotros seguimos aquí, bebiendo y acercándonos cada vez más.–Yo casi incendio el departamento en el que vivía – me cuenta – fue una experiencia horrible, me paralicé completamente, ahora que lo recuerdo solo puedo pensar en lo estúpida que fui – rueda los ojos – pero entonces, casi muero…no estoy exagerando – me aclara.–¿Cómo lograste salir ilesa?La mirada en el rostro de Maxine cambia de repente, veo como traga saliva y entonces se lleva nuevamente la copa