Capítulo 28La mañana en la mansión era inquietantemente silenciosa para muchos. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando los rincones de la casa que, a pesar de su esplendor, parecía estar envuelta en una atmósfera de luto por la reciente perdida. Luciano, aún vestido de negro, se sentó en la mesa del desayuno, sintiendo el peso de la tristeza y la culpa que no lo dejaban probar bien su comida.De repente, la puerta del comedor se abrió y Lucrecia apareció por esta deslumbrante en uno de sus mejores vestidos. Su presencia era casi chocante en contraste con el ambiente sombrío que reinaba en todo la casa. Ella caminaba con la confianza de una estrella de cine, como si la muerte de su esposo no hubiera dejado una marca en su vida. Era como si este nunca hubiera existido y Luciano la observó en silencio totalmente incrédulo, sintiendo una mezcla de frustración y desdén.— Buenos días, hijo mi — dijo Lucrecia con una sonrisa que alcanzaba sus ojos — Espero que esté
Capítulo 29Después de muchas horas de vuelo, Luciano se dirigió en un auto hacia la casa de Amara, pero el peso de la culpa y la tristeza lo acompañaban en cada kilómetro que avanzaba. El viaje había sido muy largo y agotador, y su mente estaba llena de pensamientos oscuros sobre lo que iba a enfrentar. Sabía que debía ser el portador de una noticia devastadora, y la idea de hacerlo lo llenaba de una ansiedad constante.Al llegar, vio a Esteban, el tío de Amara, parado justo en la entrada de la puerta mirando hacia la nada. Sin embargo, este al verlo llegar se acercó rápidamente, sintiendo que su corazón latía con fuerza dentro de su pecho.— Hola, Esteban — saludó Luciano tratando de mantener la compostura.— Luciano, muchacho —respondió Esteban, con una expresión seria — ¿Cómo estás? ¿Por qué estás de vuelta tan pronto?— Bueno, es que vine a ver a Amara. Debo hablar con ella— dijo Luciano sin rodeo alguno en sus palabras.Esteban lo miró con una mezcla de preocupación y seriedad.
Capítulo 30Amara se encontraba en su habitación, sumida en un mar de lágrimas por la perdida que acababa de sufrir. La noticia de la muerte de su padre la había golpeado con una fuerza devastadora y su mente se negaba a aceptar la realidad que le habían dicho. Cada palabra que Luciano le había dicho resonaba en su cabeza como un torbellino, pero no podía dar crédito a lo que había escuchado. La idea de que nunca volvería a ver a su padre la llenaba de un dolor insoportable y se acordaba claramente de cuando también había perdido trágicamente a su madre.Mientras recordaba su última conversación con su padre, una punzada de culpa le atravesó el alma. Había sentido que algo no estaba bien cuando esté vino a verla, pero había ignorado esa intuición en más de una oportunidad. Ahora, con lo sucedido, se daba cuenta de que había perdido la oportunidad de despedirse, de decirle cuánto lo amaba y cuánto significaba para ella. La tristeza la envolvía como una manta pesada y el llanto se conv
Capítulo 31El silencio en el jardín se había vuelto más llevadero para ambos, pero Luciano sabía que no podían permanecer en esa burbuja de tristeza para siempre. Amara había comenzado a calmarse, pero la realidad de la situación seguía pesando sobre ellos por más que quisiera meditar. Sin embargo, ahora que la situación estaba más calmada era el momento de hablar y de enfrentar lo inevitable.— Amara — comenzó a decir Luciano, sintiendo que su voz temblaba ligeramente — Sé que en este momento estás sufriendo y yo también lo estoy, pero hay algo verdaderamente importante que debemos discutir. Es muy importante que sea ahora.— ¿De qué se trata? —preguntó con voz suave y levantó la vista para poder prestarle más atención. Sus ojos aún llenos de lágrimas, pero con una chispa de curiosidad veían a Luciano, en espera de lo que este tenía que decirle.— Antes de morir tu padre dejó escrito su testamento —dijo él sintiendo que el peso de las palabras lo aplastaba— Ayer en la noche el aboga
Prólogo Luciano Gill se encontraba en una esquina de la sala de conferencias, observando con admiración como el hombre que se había comportado como padre ahora él hablaba seriamente. Emiliano Donovan dirigía una reunión crucial para la fábrica de vinos que había construido con tanto esfuerzo y dedicación, ya que los negocios no podían detenerse a pesar de su enfermedad. El hombre mayor irradiaba una energía que desafiaba su frágil estado de salud y su voz resonaba con autoridad por todo el lugar, haciendo que los empleados lo miraban con respeto, conscientes de que estaban ante un verdadero maestro en el arte de la viticultura.Sin embargo, tras la reunión la preocupación de Luciano se hizo evidente para algunos de los presentes. Se acercó a su padre cuando creyó que fue suficiente y con su rostro reflejando una mezcla de frustración y cariño decidí hablarle.– Creo que ya es suficiente. Deberías volver a casa viejo terco porque necesitas descansar – le dijo tratando de mantener la c
Capítulo 1Luciano aceleró su auto a todo lo que daba, manteniendo una distancia prudente detrás de la ambulancia que transportaba a Emiliano hacia el hospital. El sonido de las sirenas resonaba en sus oídos pidiéndole el paso a los demás autos y eso era un recordatorio constante de la fragilidad de la vida de una persona.Con una mano en el volante y la otra sosteniendo su teléfono contra su oído, marcó el número de su madre, para decirle a Lucrecia lo que había sucedido. La llamada se conectó rápidamente por ella y su voz, fría y calculadora resonó al otro lado. Su madre podría ser desesperante en varias ocasiones, pero al final de cuentas siempre sería su madre.– ¿Qué sucede, Luciano? ¿Qué necesitas? – preguntó ella bastante tranquila.– Mamá están trasladando a Emiliano en este momento al hospital. Tiene un dolor en el pecho y parece ser grave, así que necesito que vengas cuanto antes – respondió Luciano tratando de mantener la calma, aunque su corazón latía desbocado.Un silenci
Capítulo 2 Luciano salió de la sala de emergencias bastante agotado, su mente aún agitada por la conversación que tuvo en el auto con su madre lo hacía enfurecer. La angustia por la salud de Emiliano se mezclaba con la frustración por la actitud de Lucrecia y no sabía de qué manera pararla.No podía permitir que hablara de su padre de esa manera, especialmente en un momento tan crítico como ese cunado él lo único que hizo fue complacerla en todo. Así que con determinación se dirigió a la sala de espera, donde su madre lo esperaba con una expresión que oscilaba entre la preocupación y la impaciencia. A leguas se veía que solo estaba actuando, ya que su única y verdadera preocupación era la receta secreta.– ¿Qué está pasando Luciano? ¿Por qué no me dijiste que ese viejo estaba tan mal? – preguntó Lucrecia con un tono más defensivo que conciliador.– ¿De verdad me preguntas eso? Lo hice porque no quería que te pusieras a pensar en tus malditos planes de quedarte con todo – respondió Lu
Capítulo 3Emiliano yacía en la camilla del hospital mirando hacia la nada, la luz blanca y fría del lugar contrastaba con la calidez de los recuerdos que invadían su mente. Su corazón, debilitado por sus achaques latía con dificultad, pero su pensamiento estaba claro y en un solo lugar. Solo había una cosa que lo mantenía en pie hasta el momento y eso era su hija, Amara. Él la había mantenido en secreto durante años porque así ella lo había querido, pero ahora, en su lecho de muerte sabía que debía pasarle la receta secreta de su vino. Ese era su legado y su derecho, por lo que no podía dejar que se perdiera tras su muerte.Cuando Luciano entró en la habitación para ver como seguía su padre, Emiliano lo miró con una mezcla de amor y agradecimiento. Su hijo de corazón había sido su apoyo incondicional en todo momento, pero en ese instante, había algo más que necesitaba compartir con él. Luciano se acercó para platicar con él y en su rostro su padre vio reflejado el sentimiento de ang