CAPÍTULO 77: ENFRENTANDO AL TRAIDORHazelEl sol apenas cruza el horizonte cuando salgo del motel. Me muevo con sigilo mientras Kael duerme recostado en la pared, agotado después de haber compartido su fuerza vital con Rosie. Ella sigue inconsciente, pero al menos respira con mayor regularidad. No puedo arriesgarme a que me detengan. Esta es mi pelea, mi responsabilidad, y no voy a involucrarlos más de lo necesario.El aire frío de la mañana cala hasta mis huesos mientras corro hacia la mansión Luna Sangrienta. Con cada paso, mi furia crece. ¿Quién se ha atrevido a desafiar a Rosie? ¿Y por qué justo ahora, cuando todo parece el peor escenario posible?Cuando llego, me escondo entre los árboles al borde del territorio. La mansión, que una vez fue imponente con su fachada de piedra y altos muros, ahora parece más una prisión que un hogar. Lobos patrullan la zona, todos con una rigidez que solo un Alfa dominante puede imponer.Mis ojos se clavan en el centro del patio principal, donde un
CAPÍTULO 78: BAJO SU CONTROLErikEl sol comienza a asomarse tras las montañas, bañando el horizonte con una luz fría. Es una nueva mañana, pero no siento alivio, solo un creciente descontento. El rastro de Winter sigue siendo débil, un juego cruel que parece diseñado para frustrarme. Cada vez que creo estar más cerca, se desvanece como un maldit0 espejismo.Kael no ha llamado. Anoche le ordené que me alcanzara, pero el silencio desde entonces me preocupa más de lo que quiero admitir. Algo no está bien, lo sé. Pero no tengo tiempo para preocuparme por todas las piezas que no encajan. Hay una prioridad: mi cachorro.Kara me sigue, como siempre, quejándose de todo. Su presencia me recuerda el vínculo forzado que nos une. Cada vez que la miro siento la rabia ardiendo bajo mi piel. Rabia porque está aquí, porque no puedo deshacerme de ella. Rabia porque soy un Alfa atado por algo que nunca debió existir.Nos detenemos al borde del bosque, a unos metros de la ciudad. El aire huele a humeda
CAPÍTULO 79: NO QUIERO HUIRHazel—¿Ustedes se conocen? —pregunto con cautela. Mi instinto no me engaña, sabía que había algo raro en él, pero ¿puedo confiar en Kael?Rosie se acerca rápidamente y toma mi mano.—No debiste venir —susurra para que solo yo pueda escuchar—. Si me hubieras esperado, te habría dicho quién fue el Alfa que me derrotó.La miro, incrédula. ¿Cómo pudo perder contra alguien como Axel? La rabia comienza a arder en mi pecho, como una llamarada imposible de contener. Mi loba ruge dentro de mí, exigiendo salir, exigiendo venganza. Quiere que acabe con Axel ahora mismo, que lo haga pagar por cada herida que dejó en Rosie y lo que me hizo a mí.Kael da un paso al frente con una expresión imperturbable, como si la tensión no lo afectara en absoluto.—Claro que nos conocemos, pero no esperaba que nuestros caminos se cruzaran de nuevo —dice con una calma que me pone nerviosa.Axel, en cambio, no oculta su hostilidad. Sus garras están expuestas, sus colmillos brillan bajo
CAPÍTULO 80: ACORRALADAHazelLos cuatro lobos se ciernen sobre mí, sus gruñidos profundos y las sonrisas torcidas en sus rostros me dejan claro que disfrutan esto. Mi respiración es pesada, pero no retrocedo. Mi cuerpo tiembla, pero no de miedo sino de pura adrenalina. Mi loba clama por seguir peleando, por defendernos, aunque estoy empezando a sentir el agotamiento en cada músculo.—Mírala —dice uno de los lobos, el más corpulento de todos con una mueca burlona mientras se acerca más—. No parece tan impresionante ahora, ¿verdad?—No es más que una desgracia andante —gruñe otro—. ¿Qué demonios vio Erik en esta cosa?Mis ojos se estrechan, y la furia y el dolor arden en mi pecho.—¿Eso es lo mejor que tienen? —les escupo con una actitud desafiante—. ¿Insultos baratos?Los lobos se detienen por un segundo, sorprendidos, pero luego ríen, una risa fría que me hiela los huesos.—No te preocupes, Hazel —dice uno con un tono malicioso mientras sus garras brillan bajo la luz tenue del bosque
CAPÍTULO 81: MI PRIORIDADErikTodo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. La sensación de peligro era tan intensa que recorrió mi columna provocándome un corrientazo. Algo dentro de mí sabía que ella estaba en peligro. No dudé. Lo que normalmente me tomaría medio día lo cubrí en menos de dos horas, rompiendo los límites de mi cuerpo y de mi propia naturaleza.Cuando la vi rodeada por cuatro lobos, mi visión se volvió roja. La furia me consumió como una llama violenta que no dejaba espacio para la compasión. Ellos no eran rivales para mí. Los destrocé uno a uno, dejando solo a uno vivo, no por misericordia, sino porque se me escapó.Ahora estamos empapados por el agua del río. Estamos helados, pero es insignificante ante el calor que late en mis venas. Me esfuerzo por mantener la calma mientras la sostengo. Su fragilidad me enfurece y al mismo tiempo me hace sentir muy vulnerable.—Vamos, Hazel —le digo con suavidad—. Tenemos que salir de aquí.Quiero quedarme así, con sus brazos débi
CAPÍTULO 82: ES UNA PIEDRA EN EL ZAPATOHazelLos recuerdos de la noche anterior son borrosos, fragmentos dispersos de sangre, gritos y el rostro de Erik protegiéndome como si su vida dependiera de ello. Y tal vez lo hizo. Me salvó, incluso a costa de casi sacrificarse.Aun así, el dolor por lo que hizo con Kara está ahí, como un aguijón en mi pecho. Pero sé la verdad: ella lo estaba manipulando, amenazándolo con ese vínculo que los une de una manera que me destruye cada vez que pienso en ello.Quiero odiarlo, quiero alejarme y fingir que no me importa, pero no puedo. Mi loba lo ansía. El instinto de unirme a él como su única compañera arde dentro de mí, salvaje e indomable. Cada vez que trato de reprimirlo, regresa con más fuerza.El sol comienza a iluminar las sombras de la cascada, marcando el inicio de un nuevo día. Es hora de seguir adelante. Rosie y Kael aún me preocupan, solo espero que estén bien.—¿Encontraste el rastro de la bruja? —le pregunto mientras escalamos el acantila
CAPÍTULO 83: DECIDE, ALFAErikCorro desesperadamente a través del bosque, el viento me azota el rostro como si quisiera detenerme. Mi corazón retumba en mi pecho con una furia que solo rivaliza con el rugido de mi lobo. Mientras avanzo hacia mi territorio no puedo dejar de pensar en cómo las cosas se salieron de control. No debería haber llegado a esto. No debí permitir que esto pasara.El aroma me golpea antes de cruzar el límite de lo que una vez fue mío. Es asquerosamente familiar, pero no mío. Axel. Ese maldito bastardo ha dejado su marca en mi hogar. Una sensación fría y viscosa me atraviesa. Mi territorio ya no me pertenece.El bosque me rechaza. Los árboles parecen más altos, las sombras más profundas. Es como si la misma tierra me negara el acceso, como si hubiera perdido mi derecho a caminar sobre ella. Sé que Axel ya debe saber que estoy aquí, que me acerco, pero no me importa. Este es mi momento. Mi oportunidad de arrancarle la maldit4 cabeza y recuperar lo que es mío.A m
CAPÍTULO 84: EL PLAN DE WINTERErikLa rabia quema en mi pecho como un fuego voraz que solo se apaga con sangre. Mis garras están listas, mi cuerpo tenso. Quiero destrozarlo, quiero arrancarle la cabeza a ese maldit0, pero ver a Kael a punto de morir en sus garras me mantiene atado de manos. Axel lo sabe y lo disfruta. Lo veo en la sonrisa que se extiende por su rostro, en la manera en que sus ojos brillan con satisfacción. Mi garganta emite un gruñido bajo y amenazante mientras trato de calmar el torbellino en mi interior.—Bien, Axel —gruño entre dientes, retrocediendo un paso. Mi forma humana empieza a reemplazar la monstruosa, aunque cada fibra de mi ser se resiste—. No te mataré. Por ahora. Pero suéltalo, ya.Axel se ríe.—¿Crees que soy estúpido, Erik? —pregunta con un tono burlón—. Te largarás de mis tierras y solo entonces lo dejaré ir. Tienes mi palabra.Arqueo una ceja, cruzando los brazos frente a mi pecho para mantener mis manos lejos de su garganta. ¿Sus tierras? Maldit0