7- No vas a volver

Emma

“Vete a casa Emma” “Hay mucho que hacer en casa, Emma” 

Las palabras de Jhon se repiten en mi mente a tiempo que la rabia y la decepción queman con fuerza en mi interior. He estado viviendo una mentira. Todo lo que creí que era real, la poca paz que pensaba que podía tener en mi vida, nada ha sido verdad.

Y es tal vez esa misma rabia la que hace que, al subir al auto no me encamine hacia la casa como me ha ordenado Jhon, sino que por el contrario me coloque rumbo hacia la única persona que puede darme algo de consuelo y claridad en estos momentos: Melissa.

Mi mejor amiga.

Al entrar su edificio, el vigilante, señor Juan, me sonríe amablemente, como siempre.

—Niña Emma, cuando tiempo sin verla, la señorita Melissa está arriba. Pase, usted ya sabe que tiene pase libre.

Le devuelvo la sonrisa, aunque me cuesta mantenerla en mi rostro.

—Gracias, señor Juan.

Subo en el ascensor sintiendo que el peso de todo lo que ha pasado se hace cada vez más insoportable. La verdad es que estoy aterrada de contarle a Melissa todo lo que ha ocurrido. Ella nunca aprobó mi matrimonio con Jhon, y ahora, enfrentar su "te lo dije" se siente como una derrota total. Pero no puedo más, no puedo seguir guardando esto sola.

Cuando llego a su puerta, la ansiedad me invade por completo. Doy unos golpecitos suaves y la puerta se abre casi de inmediato. Melissa me recibe con una sonrisa que desaparece en cuanto ve mi expresión.

—Emma, ¿qué ha pasado? —me pregunta, preocupada, mientras me toma del brazo y me lleva al sofá—. No tienes buena cara, dime qué te ocurre.

Me siento en el sofá, intentando no romperme, pero el peso de todo lo que llevo dentro es demasiado. Miro a Melissa, quien me observa con ojos llenos de preocupación, y entonces las palabras empiezan a salir de mi boca, casi sin que las controle.

—Es Jhon... todo es peor de lo que imaginaba. Me ha estado engañando, Mel. —Las palabras salen en un susurro, como si decirlas en voz alta las hiciera aún más reales.

Melissa frunce el ceño, pero guarda silencio, permitiéndome continuar.

—Hoy fui al médico porque me sentía mal... —empiezo, las lágrimas se acumulan en mis ojos—. El doctor descubrió que Jhon ha estado cambiando mis vitaminas por anticonceptivos. ¡Todo este tiempo pensé que no podía quedar embarazada porque había algo malo en mí, y resulta que él ha estado saboteando todo!

Melissa se queda en silencio por un segundo, claramente impactada por lo que acaba de escuchar. Su rostro se endurece de rabia, pero su voz es calmada cuando habla.

—¿Qué demonios…? ¿Ese bastardo te ha hecho esto durante años? ¡Eso es un delito! VOY A MATARLO —Sus ojos se llenan de furia—. Emma, no puedo creer que hayas vivido así todo este tiempo. ¡Es monstruoso!

Asiento, incapaz de contener las lágrimas. Melissa se sienta a mi lado, me toma de la mano y la aprieta con fuerza.

—No solo eso… hoy también fui a su oficina —continúo, con la voz quebrada—. Y lo encontré... bueno, encontré a su amante. Está embarazada, Mel. Todo el mundo en la oficina actúa como si ella fuera su verdadera esposa. He estado viviendo una mentira, ¡todo este tiempo!

Melissa se levanta del sofá y empieza a caminar de un lado a otro, claramente tratando de controlar su enojo.

—¿Cómo pudiste soportar todo esto sin decírmelo? —pregunta, con voz firme pero dolida—. Sabes que estoy aquí para ayudarte, Emma. ¡No tienes que enfrentar esto sola!

—No lo soporté, Mel, no podía seguir así. Por eso te vine a ver… ya no sé qué hacer. Me siento perdida. —Mi voz se quiebra en el final y Melissa vuelve a sentarse frente a mí, esta vez con una mirada decidida.

—Lo que tienes que hacer es salir de ahí. —Sus ojos están llenos de determinación—. Ya. Tienes que dejarlo. No hay más que hablar. Y si necesitas ayuda para el divorcio, ya sabes que soy abogada, puedo ayudarte a preparar todo. No voy a dejar que ese idiota te destruya.

Mi corazón se encoge. La idea de divorciarme es tan aterradora como liberadora. Jhon ya me ha dicho que no me dará el divorcio, que soy solo un peón en su juego de poder. Pero Melissa tiene razón, no puedo seguir así.

—No será fácil, Mel —susurro—. Él no va a querer dejarme ir, y mis padres… nunca me lo permitirían.

—Tus padres pueden irse al diablo, Emma —replica Melissa, con una firmeza que me sorprende—. Ellos no son los que están casados con un hombre que te ha estado manipulando y engañando. Y lo de Jhon… yo me encargo. Conozco a los mejores abogados de la ciudad, no va a tener más remedio que firmar esos papeles. Pero primero, tú tienes que decidirte. Tienes que querer salir de esa pesadilla.

Miro a Melissa, y por primera vez en todo el día, siento una chispa de esperanza. Tal vez, solo tal vez, puedo recuperar el control de mi vida. Pero entonces, mis pensamientos vuelven a lo que pasó en la oficina… a la figura imponente de Damian White.

—Hoy… en la oficina de Jhon, hubo algo más… —le digo, mordiéndome el labio mientras trato de explicarlo—. Cuando llegué, estaba a punto de golpearme, Mel. Jhon estaba furioso, pero alguien lo detuvo. Un hombre, un inversionista de la empresa, Damian White.

Melissa arquea una ceja, claramente interesada.

—¿Y qué pasó con él?

—Hay algo raro en él. Algo que no logro entender, según es un inversionista, pero ni siquiera parecía que le agradara.

Melissa frunce el ceño, claramente intrigada.

—¿Raro? ¿Cómo de raro?

—No lo sé, exactamente —respondo, mordiéndome el labio—. Había algo en su mirada, en la forma en que observaba a Jhon… no parecía solo un empresario interesado en invertir. Era como si estuviera analizando todo a su alrededor, incluyéndome a mí. No sé cuáles son sus intenciones, pero no creo que sean simples.

Melissa se inclina hacia adelante, sus ojos llenos de preocupación.

—¿Crees que tiene algún motivo oculto?

—No lo sé —repito, sintiéndome frustrada por mi incapacidad para explicarlo—. No parecía hostil, pero… hay algo en él que me incomoda, que lo hace ver… peligroso. Como si no fuera alguien en quien pudiera confiar por completo. Es difícil de describir.

—¿Y qué te dijo Jhon sobre este hombre? —pregunta Melissa, tratando de atar cabos.

—Nada en particular, solo lleva meses hablando de un potencial inversionista —respondo—.. Pero este hombre, Damian… no sé. Su presencia me inquieta. No estoy segura de qué busca realmente.

Melissa me observa en silencio, sus ojos brillan con esa mirada calculadora que solo usa cuando está pensando en algo seriamente. Finalmente, deja escapar un suspiro.

—Bueno, si este hombre tiene algún tipo de animosidad o interés oculto hacia Jhon, tal vez podríamos usar eso a tu favor. Pero debes tener cuidado, Emma. No sabemos realmente quién es ni cuáles son sus verdaderas intenciones.

Asiento, porque sé que tiene razón. No quiero meterme en más problemas de los que ya tengo, pero hay algo en Damian que me deja con una sensación de incertidumbre. Es como si hubiera mucho más debajo de la superficie, algo que podría ser útil, pero también peligroso.

—Lo sé, Mel —susurro, bajando la mirada—. No planeo meterme en más líos, créeme, mucho menos si estos tienen que ver con hombres, ahora mismo solo quiero mi libertad.

Mi amiga me toma de la mano dándome  un leve apretón, de todas las personas en el mundo, ella es la única que no me ha dado la espalda.

—Emm,  pero si resulta que Damian también quiere algo de Jhon, no podemos ignorar esa posibilidad. Podría ser una oportunidad para notas de tener un aliado para que te libres de él..

Melissa me mira fijamente, como si intentara medir mi reacción ante el riesgo de lo que está diciendo.

—Esa es… esa es una buena opción.

—Está bien, Emma. Solo recuerda que ahora lo más importante es que tomes una decisión sobre tu vida y el divorcio. Olvídate de Damian White por ahora. Lo primero es que te liberes de Jhon, por eso hoy quiero que te quedes conmigo. No vas a volver a esa casa si ese idiota intentó golpearte.

Asiento, sabiendo que tiene razón. Pero justo cuando abro la boca para agradecerle, mi teléfono vibra en mi bolso. Saco el móvil y veo el nombre de Jhon en la pantalla. Automáticamente, siento un nudo en el estómago.

Melissa me mira fijamente, esperando mi reacción.

—Me quedaré contigo hoy, luego… luego me encargo de enfrentar lo que venga.

Entonces, por primera vez en cinco años de matrimonio, ignoro la llamada.

Lizzy Bennet

Aquí tienen otro capítulo más, espero que la historia les esté gustando. Muchos besos y gracias por el apoyo.

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