Emma
“Vete a casa Emma” “Hay mucho que hacer en casa, Emma”
Las palabras de Jhon se repiten en mi mente a tiempo que la rabia y la decepción queman con fuerza en mi interior. He estado viviendo una mentira. Todo lo que creí que era real, la poca paz que pensaba que podía tener en mi vida, nada ha sido verdad.
Y es tal vez esa misma rabia la que hace que, al subir al auto no me encamine hacia la casa como me ha ordenado Jhon, sino que por el contrario me coloque rumbo hacia la única persona que puede darme algo de consuelo y claridad en estos momentos: Melissa.
Mi mejor amiga.
Al entrar su edificio, el vigilante, señor Juan, me sonríe amablemente, como siempre.
—Niña Emma, cuando tiempo sin verla, la señorita Melissa está arriba. Pase, usted ya sabe que tiene pase libre.
Le devuelvo la sonrisa, aunque me cuesta mantenerla en mi rostro.
—Gracias, señor Juan.
Subo en el ascensor sintiendo que el peso de todo lo que ha pasado se hace cada vez más insoportable. La verdad es que estoy aterrada de contarle a Melissa todo lo que ha ocurrido. Ella nunca aprobó mi matrimonio con Jhon, y ahora, enfrentar su "te lo dije" se siente como una derrota total. Pero no puedo más, no puedo seguir guardando esto sola.
Cuando llego a su puerta, la ansiedad me invade por completo. Doy unos golpecitos suaves y la puerta se abre casi de inmediato. Melissa me recibe con una sonrisa que desaparece en cuanto ve mi expresión.
—Emma, ¿qué ha pasado? —me pregunta, preocupada, mientras me toma del brazo y me lleva al sofá—. No tienes buena cara, dime qué te ocurre.
Me siento en el sofá, intentando no romperme, pero el peso de todo lo que llevo dentro es demasiado. Miro a Melissa, quien me observa con ojos llenos de preocupación, y entonces las palabras empiezan a salir de mi boca, casi sin que las controle.
—Es Jhon... todo es peor de lo que imaginaba. Me ha estado engañando, Mel. —Las palabras salen en un susurro, como si decirlas en voz alta las hiciera aún más reales.
Melissa frunce el ceño, pero guarda silencio, permitiéndome continuar.
—Hoy fui al médico porque me sentía mal... —empiezo, las lágrimas se acumulan en mis ojos—. El doctor descubrió que Jhon ha estado cambiando mis vitaminas por anticonceptivos. ¡Todo este tiempo pensé que no podía quedar embarazada porque había algo malo en mí, y resulta que él ha estado saboteando todo!
Melissa se queda en silencio por un segundo, claramente impactada por lo que acaba de escuchar. Su rostro se endurece de rabia, pero su voz es calmada cuando habla.
—¿Qué demonios…? ¿Ese bastardo te ha hecho esto durante años? ¡Eso es un delito! VOY A MATARLO —Sus ojos se llenan de furia—. Emma, no puedo creer que hayas vivido así todo este tiempo. ¡Es monstruoso!
Asiento, incapaz de contener las lágrimas. Melissa se sienta a mi lado, me toma de la mano y la aprieta con fuerza.
—No solo eso… hoy también fui a su oficina —continúo, con la voz quebrada—. Y lo encontré... bueno, encontré a su amante. Está embarazada, Mel. Todo el mundo en la oficina actúa como si ella fuera su verdadera esposa. He estado viviendo una mentira, ¡todo este tiempo!
Melissa se levanta del sofá y empieza a caminar de un lado a otro, claramente tratando de controlar su enojo.
—¿Cómo pudiste soportar todo esto sin decírmelo? —pregunta, con voz firme pero dolida—. Sabes que estoy aquí para ayudarte, Emma. ¡No tienes que enfrentar esto sola!
—No lo soporté, Mel, no podía seguir así. Por eso te vine a ver… ya no sé qué hacer. Me siento perdida. —Mi voz se quiebra en el final y Melissa vuelve a sentarse frente a mí, esta vez con una mirada decidida.
—Lo que tienes que hacer es salir de ahí. —Sus ojos están llenos de determinación—. Ya. Tienes que dejarlo. No hay más que hablar. Y si necesitas ayuda para el divorcio, ya sabes que soy abogada, puedo ayudarte a preparar todo. No voy a dejar que ese idiota te destruya.
Mi corazón se encoge. La idea de divorciarme es tan aterradora como liberadora. Jhon ya me ha dicho que no me dará el divorcio, que soy solo un peón en su juego de poder. Pero Melissa tiene razón, no puedo seguir así.
—No será fácil, Mel —susurro—. Él no va a querer dejarme ir, y mis padres… nunca me lo permitirían.
—Tus padres pueden irse al diablo, Emma —replica Melissa, con una firmeza que me sorprende—. Ellos no son los que están casados con un hombre que te ha estado manipulando y engañando. Y lo de Jhon… yo me encargo. Conozco a los mejores abogados de la ciudad, no va a tener más remedio que firmar esos papeles. Pero primero, tú tienes que decidirte. Tienes que querer salir de esa pesadilla.
Miro a Melissa, y por primera vez en todo el día, siento una chispa de esperanza. Tal vez, solo tal vez, puedo recuperar el control de mi vida. Pero entonces, mis pensamientos vuelven a lo que pasó en la oficina… a la figura imponente de Damian White.
—Hoy… en la oficina de Jhon, hubo algo más… —le digo, mordiéndome el labio mientras trato de explicarlo—. Cuando llegué, estaba a punto de golpearme, Mel. Jhon estaba furioso, pero alguien lo detuvo. Un hombre, un inversionista de la empresa, Damian White.
Melissa arquea una ceja, claramente interesada.
—¿Y qué pasó con él?
—Hay algo raro en él. Algo que no logro entender, según es un inversionista, pero ni siquiera parecía que le agradara.
Melissa frunce el ceño, claramente intrigada.
—¿Raro? ¿Cómo de raro?
—No lo sé, exactamente —respondo, mordiéndome el labio—. Había algo en su mirada, en la forma en que observaba a Jhon… no parecía solo un empresario interesado en invertir. Era como si estuviera analizando todo a su alrededor, incluyéndome a mí. No sé cuáles son sus intenciones, pero no creo que sean simples.
Melissa se inclina hacia adelante, sus ojos llenos de preocupación.
—¿Crees que tiene algún motivo oculto?
—No lo sé —repito, sintiéndome frustrada por mi incapacidad para explicarlo—. No parecía hostil, pero… hay algo en él que me incomoda, que lo hace ver… peligroso. Como si no fuera alguien en quien pudiera confiar por completo. Es difícil de describir.
—¿Y qué te dijo Jhon sobre este hombre? —pregunta Melissa, tratando de atar cabos.
—Nada en particular, solo lleva meses hablando de un potencial inversionista —respondo—.. Pero este hombre, Damian… no sé. Su presencia me inquieta. No estoy segura de qué busca realmente.
Melissa me observa en silencio, sus ojos brillan con esa mirada calculadora que solo usa cuando está pensando en algo seriamente. Finalmente, deja escapar un suspiro.
—Bueno, si este hombre tiene algún tipo de animosidad o interés oculto hacia Jhon, tal vez podríamos usar eso a tu favor. Pero debes tener cuidado, Emma. No sabemos realmente quién es ni cuáles son sus verdaderas intenciones.
Asiento, porque sé que tiene razón. No quiero meterme en más problemas de los que ya tengo, pero hay algo en Damian que me deja con una sensación de incertidumbre. Es como si hubiera mucho más debajo de la superficie, algo que podría ser útil, pero también peligroso.
—Lo sé, Mel —susurro, bajando la mirada—. No planeo meterme en más líos, créeme, mucho menos si estos tienen que ver con hombres, ahora mismo solo quiero mi libertad.
Mi amiga me toma de la mano dándome un leve apretón, de todas las personas en el mundo, ella es la única que no me ha dado la espalda.
—Emm, pero si resulta que Damian también quiere algo de Jhon, no podemos ignorar esa posibilidad. Podría ser una oportunidad para notas de tener un aliado para que te libres de él..
Melissa me mira fijamente, como si intentara medir mi reacción ante el riesgo de lo que está diciendo.
—Esa es… esa es una buena opción.
—Está bien, Emma. Solo recuerda que ahora lo más importante es que tomes una decisión sobre tu vida y el divorcio. Olvídate de Damian White por ahora. Lo primero es que te liberes de Jhon, por eso hoy quiero que te quedes conmigo. No vas a volver a esa casa si ese idiota intentó golpearte.
Asiento, sabiendo que tiene razón. Pero justo cuando abro la boca para agradecerle, mi teléfono vibra en mi bolso. Saco el móvil y veo el nombre de Jhon en la pantalla. Automáticamente, siento un nudo en el estómago.
Melissa me mira fijamente, esperando mi reacción.
—Me quedaré contigo hoy, luego… luego me encargo de enfrentar lo que venga.
Entonces, por primera vez en cinco años de matrimonio, ignoro la llamada.
Aquí tienen otro capítulo más, espero que la historia les esté gustando. Muchos besos y gracias por el apoyo.
DamianLa cena de esta noche no estaba en mis planes inmediatos. De hecho, hubiera preferido tener más tiempo antes de enfrentar de nuevo a esos traidores. Sin embargo, no tengo opción. El viejo infeliz me ha visto, y ahora no puedo evitarlo.—No estoy convencido de que esto sea una buena idea —dice Alex desde la puerta, su ceño fruncido refleja la preocupación que trata de disimular—. Es demasiado pronto.Aprieto la quijada al escuchar sus palabras, no porque no lo entienda, sino porque sé que tiene razón. Aun así, no puedo detenerme ahora.—No tengo opción, Alex —replico, ajustando la manga de mi chaqueta—. El viejo me vio en el club, y el imbécil me presentó como su socio. Si no voy, podría levantar sospechas, y eso podría arruinar el plan.Alex cruza los brazos y me mira con seriedad.—Y si te descubre o te reconoce, también podría arruinar todo.Bufé, con la mirada fija en el espejo.—Te puedo asegurar que eso no va a pasar. Ese hombre ni siquiera debe recordar que alguna vez exis
EmmaMe despierto envuelta en las suaves sábanas de la cama de Melissa, con los primeros rayos de sol colándose por la ventana. Me siento extraña, desorientada. Hace tanto tiempo que no paso la noche fuera de mi casa que, por un segundo, me cuesta recordar dónde estoy. Pero en cuanto enciendo el celular, todo regresa de golpe.La pantalla brilla con una cantidad abrumadora de notificaciones: llamadas perdidas, mensajes... todos de Jhon. Cierro los ojos con fuerza, deseando poder ignorarlos, pero sé que no puedo.Deslizo el dedo por la pantalla y me encuentro con un sinfín de mensajes llenos de insultos y amenazas. "¿Dónde diablos te metiste?" "¿Quién te dio permiso para quedarte afuera?" "Regresa ya, o te arrepentirás."Siento que el estómago se me revuelve. Las palabras me atraviesan como un cuchillo, pero lo que más me desconcierta no son las amenazas, sino los mensajes en los que parece, por un momento, estar preocupado. "¿Estás bien?" "No me hagas esto." "Dime dónde estás, Em
DamianLa mesa está dispuesta con meticulosa elegancia, como era de esperarse de una familia que se enorgullece de mostrar su riqueza y estatus. Todo en esta cena grita opulencia, pero lo único que veo es vacío. Mientras tomo asiento, siento los ojos de Jhon sobre mí, probablemente evaluando si hice bien en aceptar la invitación de su padre.Alex, por otro lado, se sienta a mi lado, en silencio, observando cada detalle como el estratega que es. Ambos sabemos que esta cena no es solo una reunión social, sino una oportunidad para medir cada palabra, cada gesto.Arthur Blackthorne, el patriarca, parece satisfecho. No muestra el menor indicio de recordar el pasado, ni de reconocerme. En realidad, su actitud roza lo cínico, como si su vida siempre hubiera sido perfecta. Es irónico pensar que este hombre piensa haberme borrado de la historia sin un atisbo de remordimiento. Me pregunto qué pensaría si supiera quién es en realidad el hombre que está sentado aquí, frente a él, listo para de
EmmaEl ambiente dentro del auto es tan denso que siento que el aire apenas se mueve. La tensión entre Jhon y yo es palpable. Ninguno de los dos habla. La cena ha sido un desastre y, aunque no sé qué esperaba, cada vez que me encuentro con los Blackthorne, siempre termino sintiéndome más pequeña y despreciada. Sin embargo, esta vez fue diferente… Damian White estuvo ahí. La incomodidad que su presencia generó en Jhon y la manera en que me miraba, con esos ojos que parecían escrutarme en lo más profundo, me tienen confundida. Pero, ahora mismo, ese es el menor de mis problemas.Quiero mantener la calma, quiero llegar a casa y encerrarme en mi habitación para poder llorar en paz. No quiero seguir provocando a Jhon. Lo mejor es quedarme callada, no decir nada. Pero justo cuando aparcamos frente a la casa y entramos, su voz rompe el silencio de manera devastadora.—Debes estar contenta, ¿no? —dice, su tono venenoso mientras cierra la puerta detrás de nosotros—. Estás mostrando tu verdade
DamianLa luz que se filtra por las ventanas del penthouse me golpea como una bofetada. Mi cabeza taladra con un dolor sordo y constante, y cada paso que doy hacia la sala se siente como si estuviera caminando sobre vidrio.Ayer, luego de salir de la cena ridícula en la que alguna vez fue mi casa, Alex me arrastró hasta uno de los clubes de moda de la ciudad y, para que negarlo, terminé por pasarlo bastante bien, si omitimos la resaca.Me paso una mano por la cara y me desplomo en el sofá, agradeciendo lo suave que es. El sonido de las llaves de Alex tintineando en la cocina me indica que él ya está en pie. No sé cómo lo hace, parece que ni una noche de copas le afecta. Me inclino hacia atrás y cierro los ojos, pero no pasa mucho tiempo antes de que la voz burlona de Alex se haga presente.—Te ves de la m****a —me dice, arrojándome una pastilla y una botella de agua.—Gracias por la observación —gruño, atrapando la pastilla en el aire antes de tragármela con un largo sorbo de agua.
EmmaEl dolor en mi mejilla me despierta antes que el sol. Me muevo en la cama, pero cada vez que giro, el ardor me recuerda lo que pasó anoche. Jhon… ¿Cómo es posible que mi vida haya llegado a esto? A veces me pregunto si este es el precio por haber perseguido un amor que, en realidad, nunca existió.Me levanto lentamente, acariciándome el rostro, el lugar exacto donde su mano me golpeó. No necesito verme al espejo para saber que tengo un moretón. Se siente hinchado y arde. El hombre al que una vez amé, ahora es mi peor enemigo.Necesito salir de esta casa.Decido enviarle un mensaje a Melissa para que nos veamos en el café de siempre. Necesito hablar con ella, trazar un plan para el divorcio. Solo pensarlo hace que estremezca, mis padres van a odiarme…Me sacudo la cabeza, tratando de no pensar en eso y me apresuro a asearme y arreglarme lo más pronto posible, pues como todo domingo Jhon debe estar en el club, debo irme antes de que vuelva.Me visto rápidamente y me miro al espejo.
EmmaLa figura de Damian White se va desvaneciendo mientras sale del café, pero la confusión sigue revoloteando en mi mente. ¿Qué acaba de pasar? ¿Por qué siento como si ese hombre supiera más de lo que parece? Mis pensamientos se agolpan uno sobre otro, formando una maraña difícil de desenredar.De repente, siento la mano de Melissa jalarme del brazo, arrastrándome hacia una mesa apartada. La preocupación en sus ojos es palpable, mucho más intensa ahora que ha visto el golpe en mi rostro. Me siento, sintiendo un nudo en la garganta mientras la presión emocional se intensifica.—Fue Jhon, ¿cierto? —pregunta Melissa, su voz llena de preocupación y rabia contenida.Asiento, sin poder evitar que mis ojos se llenen de lágrimas. El dolor físico ya casi no lo siento, pero el golpe emocional es devastador.—Estaba furioso, Mel... yo... yo pensé que podía hacerme algo peor, todo porque mencioné a esa... a su amante.Melissa me mira en silencio por un momento, probablemente tratando de con
DamianEntro al apartamento y me desplomo en el sofá sin siquiera quitarme la chaqueta. Todo en mi interior parece arder. Apenas noto a Alex, que se gira desde el escritorio donde estaba trabajando, con una expresión alerta en su rostro.—¿Qué ocurre? —pregunta de inmediato.Mi mandíbula se tensa, y aunque quiero responderle, las imágenes que llenan mi mente son demasiado vívidas. El rostro de Emma con el moretón en su mejilla... pero no es Emma lo que mi mente recuerda. No. No es su rostro el que veo cuando cierro los ojos. Es ella, mi madre.—¿Damian? —Alex insiste, y me siento obligado a romper el silencio antes de que siga preguntando.—La vi... —logro decir al fin, mi voz ronca y cargada de rabia contenida—. A Emma. Jhon la golpeó.El silencio en la habitación se hace más espeso. Alex siempre ha sabido cómo lidiar conmigo, cómo dejarme respirar cuando lo necesito, pero esta vez no lo entiendo del todo. Mi reacción... no es solo sobre Emma. Es mucho más profundo que eso. Mis