Damien
—¿Por qué estás aquí, Emma y con… ¿Señor White, qué está pasando?
Levanto la vista y me encuentro con Jhon, el nuevo “socio” observándonos con una expresión que trata de mantener neutral pero sin éxito alguno.
Puedo ver la sorpresa, la rabia y la sospecha brillando en sus iris. Lo cierto es que el encuentro lejos de molestarme solo hace más interesante el asunto.
Noto que el imbécil parece enojado aunque intenta aparentar calma, sus ojos destellan con una sombra de celos y algo más que no logra ocultar del todo.
Emma se aleja de mí, muy seguro lista para dar sus explicaciones, pero quiero alargar un poco más la diversión, asi que me adelanto.
—Oh Jhon, hoy parece el día de las casualidades.—digo y tiendo una mano hacia él para saludarlo y este la toma con cautela— Me han recomendado el club y me vine al salir de la reunión para almorzar y me encontré con su esposa, ella me ha estado mostrando un poco del lugar —respondo con despreocupación, y una fingida camaraderia que no siento, encogiéndome de hombros—. Tiene usted una compañera muy amable e inteligente, señor Blackthorne.
La sonrisa en los labios de Jhon se vuelve tensa, forzada. Casi puedo escuchar las ruedas de su cerebro moviendose, tratando de descubrir si mis palabras son reales o falsas. Entonces sus ojos van hacia su esposa y la mirada que le lanza a Emma es fría, casi como si la estuviera regañando con los ojos.
A mi lado noto que el cuerpo de la castaña se estremece, pero se mantiene firme en su lugar. La relación de estos dos cada vez despierta más mi curiosidad.
—Sí, eso parece —dice, con un tono carente de afecto, por el contrario, se ve cada vez más enojado—. Sin embargo, creo que debería irse ya a casa, hay mucho que hacer allí.
Entonces veo como ella asiente rápidamente, bajando la mirada, como si no quisiera provocar más incomodidad, pero al mismo tiempo apretando con fuerza las manos, en una muestra de rabia.
La veo morderse el labio con nerviosismo, un gesto que me indica lo lejos que está de sentirse cómoda en esta situación.
—Por supuesto, ya yo me iba. —dice, sin mirar a su esposo y antes de darme a mi una breve mirada y agregar:—Que tenga una buena tarde, señor White.
Antes de que pueda contestar, el carraspeo de John y lo que parece un gruñido de su parte me hacen girar el rostro, solo para verlo darme una sonrisa tensa mientras dice:—Aprovechando que lo he encontrado —empieza Jhon, volviendo su atención hacia mí—, ¿qué le parece si hablamos un poco sobre la inversión y le termino yo de mostrar el club?
La aclaración me parece patética, pero me encargo de sonreír de medio lado, mirando a Jhon con una calma calculada.
—Por supuesto, Jhon—respondo, con una amabilidad medida—. Después de usted.
Jhon empieza a caminar delante de mí, y justo antes de seguirlo, me giro hacia Emma quién sigue en su lugar con una mezcla de alivio y tensión.
Sin poder evitarlo, le dedico una última sonrisa ladeada y le guiño un ojo, notando como traga en seco y frunce el ceño, antes de dar media vuelta y seguir mi camino.
Mientras camino detrás de Jhon, siento una chispa de satisfacción encenderse en mi interior. He captado algo en su expresión: un leve inseguridad, una molestia apenas contenida por mi presencia tan cercana a Emma. Y aunque ha intentado disimularlo, no ha sido suficiente para engañarme.Lo que busco no es solo "invertir" en su mundo; Quiero arruinarlo por completo. Y ese breve encuentro con Emma me ha demostrado que, si juego bien mis cartas, puedo hacer que él pierda más de lo que jamás imaginó.
Jhon continúa hablándome sobre el club, destacando su historia y los lujos que ofrece a sus miembros. Pero yo lo interrumpo en cuanto tengo la oportunidad.
—Por cierto, parece que Emma es una mujer muy querida aquí. Todo el personal ha sido muy atento conmigo gracias a su recomendación —digo con un tono casual, pero cargado de intención.
Veo cómo la expresión de Jhon se aguanta un instante antes de forzar una sonrisa.
—Sí, suele ser muy… atenta con todo el mundo —responde con un filo oculto en sus palabras.—Por algo la hice MI esposa.
La forma en que recalca la palabra me parece el intento más ridículo de marcar territorio, en especial teniendo en cuenta lo que presencia en la oficina, y es justo por eso que no me contengo para decir.
—Ya veo, eso lo entiendo. Lo que no comprendo es el lugar de la otra mujer, Sofía ¿Eso afectará de alguna manera nuestro negocio?
La tensión en el aire es palpable, y estoy decidido a seguir tirando de los hilos hasta que se rompan. Esto apenas empieza, y pienso hacer que cada momento de incomodidad de Jhon Valga la pena.
—En absoluto—dice el imbécil de inmediato, dandome una sonrisa de boca cerrada—Usted es hombre, señor White, sabe que cuando se trata de mujeres las cosas pueden complicarse, pero le aseguro que nada de esto afectará a la empresa o su inversión. Ambas mujeres están controladas.
—Ya veo—digo, aunque en realidad pienso que el idiota no tiene la más minima idea de lo que está haciendo.
Cuando llegamos a una terraza con vista a los campos, Jhon toma asiento y me invita a hacer lo mismo. Desde aquí se puede ver la mayor parte del club, con sus cuidados jardines, los establos y los campos de golf extendiéndose hacia el horizonte.
—Ahora, hablando en serio, señor White —comienza Jhon, inclinándose ligeramente hacia adelante—, su perfil es más común en aquellos que buscan nuevas empresas en crecimiento, no en negocios familiares consolidados como el nuestro. Me pregunto ¿qué es lo que realmente busca aquí
Bueno, parece que no es tan idiota después de todo.
Lo miro fijamente, sosteniendo su mirada con una calma fría. Me gusta la manera en que intenta mostrar dominio, cuando sé que está algo descolocado.
—Digamos que siempre me ha interesado lo que tiene un legado importante, algo que ha permanecido en la cima durante generaciones —respondo, mi voz baja y cargada de significado—. Y lo que otros han dado por sentado.
Mis palabras se quedan flotando en el aire, y veo cómo la mandíbula de Jhon se tensa. Sonrío para mis adentros. La partida ha comenzado, y estoy dispuesto a jugarla hasta el final. No estoy aquí solo por la empresa o la inversión, sino para reclamar lo que me pertenece y hacer que Jhon lo pierda todo, incluida la lealtad de aquellos a su alrededor.
Él parece que está dispuesto a hacer más preguntas, cuando una voz… Una voz que hace muchos años no escuchaba y que creí había olvidado por completo, se escucha del otro lado de la terraza llamando al hombre a mi lado.
—¡Jhon, hijo!
Lentamente levanto la mirada cuando el imbécil se pone de pie, haciendo que yo haga lo mismo justo cuando un hombre mayor, que se ve un poco achacado por los años, le da un abrazo, antes de fijar sus ojos en mi.
Y es así como termino cara a cara con el hombre que hace 20 años me dio hizo que mi vida fuera un infierno y se convirtió en el nombre principal de mi lista de venganza: Arthur Blackthorne.
Cariñitos, ¿Qué les está pareciendo la historia? Ya saben que amo leer sus observaciones, teorías y demás, así que no sean lectoras fantasmas y dejen sus opiniones :) Muchas gracias por el apoyo!! Besoooos.
Emma“Vete a casa Emma” “Hay mucho que hacer en casa, Emma” Las palabras de Jhon se repiten en mi mente a tiempo que la rabia y la decepción queman con fuerza en mi interior. He estado viviendo una mentira. Todo lo que creí que era real, la poca paz que pensaba que podía tener en mi vida, nada ha sido verdad.Y es tal vez esa misma rabia la que hace que, al subir al auto no me encamine hacia la casa como me ha ordenado Jhon, sino que por el contrario me coloque rumbo hacia la única persona que puede darme algo de consuelo y claridad en estos momentos: Melissa.Mi mejor amiga.Al entrar su edificio, el vigilante, señor Juan, me sonríe amablemente, como siempre.—Niña Emma, cuando tiempo sin verla, la señorita Melissa está arriba. Pase, usted ya sabe que tiene pase libre.Le devuelvo la sonrisa, aunque me cuesta mantenerla en mi rostro.—Gracias, señor Juan.Subo en el ascensor sintiendo que el peso de todo lo que ha pasado se hace cada vez más insoportable. La verdad es que estoy aterr
DamianLa cena de esta noche no estaba en mis planes inmediatos. De hecho, hubiera preferido tener más tiempo antes de enfrentar de nuevo a esos traidores. Sin embargo, no tengo opción. El viejo infeliz me ha visto, y ahora no puedo evitarlo.—No estoy convencido de que esto sea una buena idea —dice Alex desde la puerta, su ceño fruncido refleja la preocupación que trata de disimular—. Es demasiado pronto.Aprieto la quijada al escuchar sus palabras, no porque no lo entienda, sino porque sé que tiene razón. Aun así, no puedo detenerme ahora.—No tengo opción, Alex —replico, ajustando la manga de mi chaqueta—. El viejo me vio en el club, y el imbécil me presentó como su socio. Si no voy, podría levantar sospechas, y eso podría arruinar el plan.Alex cruza los brazos y me mira con seriedad.—Y si te descubre o te reconoce, también podría arruinar todo.Bufé, con la mirada fija en el espejo.—Te puedo asegurar que eso no va a pasar. Ese hombre ni siquiera debe recordar que alguna vez exis
EmmaMe despierto envuelta en las suaves sábanas de la cama de Melissa, con los primeros rayos de sol colándose por la ventana. Me siento extraña, desorientada. Hace tanto tiempo que no paso la noche fuera de mi casa que, por un segundo, me cuesta recordar dónde estoy. Pero en cuanto enciendo el celular, todo regresa de golpe.La pantalla brilla con una cantidad abrumadora de notificaciones: llamadas perdidas, mensajes... todos de Jhon. Cierro los ojos con fuerza, deseando poder ignorarlos, pero sé que no puedo.Deslizo el dedo por la pantalla y me encuentro con un sinfín de mensajes llenos de insultos y amenazas. "¿Dónde diablos te metiste?" "¿Quién te dio permiso para quedarte afuera?" "Regresa ya, o te arrepentirás."Siento que el estómago se me revuelve. Las palabras me atraviesan como un cuchillo, pero lo que más me desconcierta no son las amenazas, sino los mensajes en los que parece, por un momento, estar preocupado. "¿Estás bien?" "No me hagas esto." "Dime dónde estás, Em
DamianLa mesa está dispuesta con meticulosa elegancia, como era de esperarse de una familia que se enorgullece de mostrar su riqueza y estatus. Todo en esta cena grita opulencia, pero lo único que veo es vacío. Mientras tomo asiento, siento los ojos de Jhon sobre mí, probablemente evaluando si hice bien en aceptar la invitación de su padre.Alex, por otro lado, se sienta a mi lado, en silencio, observando cada detalle como el estratega que es. Ambos sabemos que esta cena no es solo una reunión social, sino una oportunidad para medir cada palabra, cada gesto.Arthur Blackthorne, el patriarca, parece satisfecho. No muestra el menor indicio de recordar el pasado, ni de reconocerme. En realidad, su actitud roza lo cínico, como si su vida siempre hubiera sido perfecta. Es irónico pensar que este hombre piensa haberme borrado de la historia sin un atisbo de remordimiento. Me pregunto qué pensaría si supiera quién es en realidad el hombre que está sentado aquí, frente a él, listo para de
EmmaEl ambiente dentro del auto es tan denso que siento que el aire apenas se mueve. La tensión entre Jhon y yo es palpable. Ninguno de los dos habla. La cena ha sido un desastre y, aunque no sé qué esperaba, cada vez que me encuentro con los Blackthorne, siempre termino sintiéndome más pequeña y despreciada. Sin embargo, esta vez fue diferente… Damian White estuvo ahí. La incomodidad que su presencia generó en Jhon y la manera en que me miraba, con esos ojos que parecían escrutarme en lo más profundo, me tienen confundida. Pero, ahora mismo, ese es el menor de mis problemas.Quiero mantener la calma, quiero llegar a casa y encerrarme en mi habitación para poder llorar en paz. No quiero seguir provocando a Jhon. Lo mejor es quedarme callada, no decir nada. Pero justo cuando aparcamos frente a la casa y entramos, su voz rompe el silencio de manera devastadora.—Debes estar contenta, ¿no? —dice, su tono venenoso mientras cierra la puerta detrás de nosotros—. Estás mostrando tu verdade
DamianLa luz que se filtra por las ventanas del penthouse me golpea como una bofetada. Mi cabeza taladra con un dolor sordo y constante, y cada paso que doy hacia la sala se siente como si estuviera caminando sobre vidrio.Ayer, luego de salir de la cena ridícula en la que alguna vez fue mi casa, Alex me arrastró hasta uno de los clubes de moda de la ciudad y, para que negarlo, terminé por pasarlo bastante bien, si omitimos la resaca.Me paso una mano por la cara y me desplomo en el sofá, agradeciendo lo suave que es. El sonido de las llaves de Alex tintineando en la cocina me indica que él ya está en pie. No sé cómo lo hace, parece que ni una noche de copas le afecta. Me inclino hacia atrás y cierro los ojos, pero no pasa mucho tiempo antes de que la voz burlona de Alex se haga presente.—Te ves de la m****a —me dice, arrojándome una pastilla y una botella de agua.—Gracias por la observación —gruño, atrapando la pastilla en el aire antes de tragármela con un largo sorbo de agua.
EmmaEl dolor en mi mejilla me despierta antes que el sol. Me muevo en la cama, pero cada vez que giro, el ardor me recuerda lo que pasó anoche. Jhon… ¿Cómo es posible que mi vida haya llegado a esto? A veces me pregunto si este es el precio por haber perseguido un amor que, en realidad, nunca existió.Me levanto lentamente, acariciándome el rostro, el lugar exacto donde su mano me golpeó. No necesito verme al espejo para saber que tengo un moretón. Se siente hinchado y arde. El hombre al que una vez amé, ahora es mi peor enemigo.Necesito salir de esta casa.Decido enviarle un mensaje a Melissa para que nos veamos en el café de siempre. Necesito hablar con ella, trazar un plan para el divorcio. Solo pensarlo hace que estremezca, mis padres van a odiarme…Me sacudo la cabeza, tratando de no pensar en eso y me apresuro a asearme y arreglarme lo más pronto posible, pues como todo domingo Jhon debe estar en el club, debo irme antes de que vuelva.Me visto rápidamente y me miro al espejo.
EmmaLa figura de Damian White se va desvaneciendo mientras sale del café, pero la confusión sigue revoloteando en mi mente. ¿Qué acaba de pasar? ¿Por qué siento como si ese hombre supiera más de lo que parece? Mis pensamientos se agolpan uno sobre otro, formando una maraña difícil de desenredar.De repente, siento la mano de Melissa jalarme del brazo, arrastrándome hacia una mesa apartada. La preocupación en sus ojos es palpable, mucho más intensa ahora que ha visto el golpe en mi rostro. Me siento, sintiendo un nudo en la garganta mientras la presión emocional se intensifica.—Fue Jhon, ¿cierto? —pregunta Melissa, su voz llena de preocupación y rabia contenida.Asiento, sin poder evitar que mis ojos se llenen de lágrimas. El dolor físico ya casi no lo siento, pero el golpe emocional es devastador.—Estaba furioso, Mel... yo... yo pensé que podía hacerme algo peor, todo porque mencioné a esa... a su amante.Melissa me mira en silencio por un momento, probablemente tratando de con