6- La hice mi esposa

Damien

—¿Por qué estás aquí, Emma y con… ¿Señor White, qué está pasando?

Levanto la vista y me encuentro con Jhon, el nuevo “socio” observándonos con una expresión que trata de mantener neutral pero sin éxito alguno.

Puedo ver la sorpresa, la rabia y la sospecha brillando en sus iris. Lo cierto es que el encuentro lejos de molestarme solo hace más interesante el asunto. 

Noto que el imbécil parece enojado aunque intenta aparentar calma, sus ojos destellan con una sombra de celos y algo más que no logra ocultar del todo.

Emma se aleja de mí, muy seguro lista para dar sus explicaciones, pero quiero alargar un poco más la diversión, asi que me adelanto.

—Oh Jhon, hoy parece el día de las casualidades.—digo y tiendo una mano hacia él para saludarlo y este la toma con cautela— Me han recomendado el club y me vine al salir de la reunión para almorzar y me encontré con su esposa, ella me ha estado mostrando un poco del lugar —respondo con despreocupación, y una fingida camaraderia que no siento, encogiéndome de hombros—. Tiene usted una compañera muy amable e inteligente, señor Blackthorne.

La sonrisa en los labios de Jhon se vuelve tensa, forzada. Casi puedo escuchar las ruedas de su cerebro moviendose, tratando de descubrir si mis palabras son reales o falsas. Entonces sus ojos van hacia su esposa y la mirada que le lanza a Emma es fría, casi como si la estuviera regañando con los ojos.

A mi lado noto que el cuerpo de la castaña se estremece, pero se mantiene firme en su lugar. La relación de estos dos cada vez despierta más mi curiosidad.

—Sí, eso parece —dice, con un tono carente de afecto, por el contrario, se ve cada vez más enojado—. Sin embargo, creo que debería irse ya a casa, hay mucho que hacer allí.

Entonces veo como ella asiente rápidamente, bajando la mirada, como si no quisiera provocar más incomodidad, pero al mismo tiempo apretando con fuerza las manos, en una muestra de rabia. 

La veo morderse el labio con nerviosismo, un gesto que me indica lo lejos que está de sentirse cómoda en esta situación.

—Por supuesto, ya yo me iba. —dice, sin mirar a su esposo y antes de darme a mi una breve mirada y agregar:—Que tenga una buena tarde, señor White.

Antes de que pueda contestar, el carraspeo de John y lo que parece un gruñido de su parte me hacen girar el rostro, solo para verlo darme una sonrisa tensa mientras dice:

—Aprovechando que lo he encontrado —empieza Jhon, volviendo su atención hacia mí—, ¿qué le parece si hablamos un poco sobre la inversión y le termino yo de mostrar el club?

La aclaración me parece patética, pero me encargo de sonreír de medio lado, mirando a Jhon con una calma calculada.

—Por supuesto, Jhon—respondo, con una amabilidad medida—. Después de usted.

Jhon empieza a caminar delante de mí, y justo antes de seguirlo, me giro hacia Emma quién sigue en su lugar con una mezcla de alivio y tensión. 

Sin poder evitarlo, le dedico una última sonrisa ladeada y le guiño un ojo, notando como traga en seco y frunce el ceño, antes de dar media vuelta y seguir mi camino.

Mientras camino detrás de Jhon, siento una chispa de satisfacción encenderse en mi interior. He captado algo en su expresión: un leve inseguridad, una molestia apenas contenida por mi presencia tan cercana a Emma. Y aunque ha intentado disimularlo, no ha sido suficiente para engañarme. 

Lo que busco no es solo "invertir" en su mundo; Quiero arruinarlo por completo. Y ese breve encuentro con Emma me ha demostrado que, si juego bien mis cartas, puedo hacer que él pierda más de lo que jamás imaginó.

Jhon continúa hablándome sobre el club, destacando su historia y los lujos que ofrece a sus miembros. Pero yo lo interrumpo en cuanto tengo la oportunidad.

—Por cierto, parece que Emma es una mujer muy querida aquí. Todo el personal ha sido muy atento conmigo gracias a su recomendación —digo con un tono casual, pero cargado de intención.

Veo cómo la expresión de Jhon se aguanta un instante antes de forzar una sonrisa.

—Sí, suele ser muy… atenta con todo el mundo —responde con un filo oculto en sus palabras.—Por algo la hice MI esposa.

La forma en que recalca la palabra me parece el intento más ridículo de marcar territorio, en especial teniendo en cuenta lo que presencia en la oficina, y es justo por eso que no me contengo para decir.

—Ya veo, eso lo entiendo. Lo que no comprendo es el lugar de la otra mujer, Sofía ¿Eso afectará de alguna manera nuestro negocio?

La tensión en el aire es palpable, y estoy decidido a seguir tirando de los hilos hasta que se rompan. Esto apenas empieza, y pienso hacer que cada momento de incomodidad de Jhon Valga la pena.

—En absoluto—dice el imbécil de inmediato, dandome una sonrisa de boca cerrada—Usted es hombre, señor White, sabe que cuando se trata de mujeres las cosas pueden complicarse, pero le aseguro que nada de esto afectará a la empresa o su inversión. Ambas mujeres están controladas.

—Ya veo—digo, aunque en realidad pienso que el idiota no tiene la más minima idea de lo que está haciendo.

Cuando llegamos a una terraza con vista a los campos, Jhon toma asiento y me invita a hacer lo mismo. Desde aquí se puede ver la mayor parte del club, con sus cuidados jardines, los establos y los campos de golf extendiéndose hacia el horizonte.

—Ahora, hablando en serio, señor White —comienza Jhon, inclinándose ligeramente hacia adelante—, su perfil es más común en aquellos que buscan nuevas empresas en crecimiento, no en negocios familiares consolidados como el nuestro. Me pregunto ¿qué es lo que realmente busca aquí

Bueno, parece que no es tan idiota después de todo.

Lo miro fijamente, sosteniendo su mirada con una calma fría. Me gusta la manera en que intenta mostrar dominio, cuando sé que está algo descolocado.

—Digamos que siempre me ha interesado lo que tiene un legado importante, algo que ha permanecido en la cima durante generaciones —respondo, mi voz baja y cargada de significado—. Y lo que otros han dado por sentado.

Mis palabras se quedan flotando en el aire, y veo cómo la mandíbula de Jhon se tensa. Sonrío para mis adentros. La partida ha comenzado, y estoy dispuesto a jugarla hasta el final. No estoy aquí solo por la empresa o la inversión, sino para reclamar lo que me pertenece y hacer que Jhon lo pierda todo, incluida la lealtad de aquellos a su alrededor. 

Él parece que está dispuesto a hacer más preguntas, cuando una voz… Una voz que hace muchos años no escuchaba y que creí había olvidado por completo, se escucha del otro lado de la terraza llamando al hombre a mi lado.

—¡Jhon, hijo!

Lentamente levanto la mirada cuando el imbécil se pone de pie, haciendo que yo haga lo mismo justo cuando un hombre mayor, que se ve un poco achacado por los años, le da un abrazo, antes de fijar sus ojos en mi.

Y es así como termino cara a cara con el hombre que hace 20 años me dio hizo que mi vida fuera un infierno y se convirtió en el nombre principal de mi lista de venganza: Arthur Blackthorne.

Lizzy Bennet

Cariñitos, ¿Qué les está pareciendo la historia? Ya saben que amo leer sus observaciones, teorías y demás, así que no sean lectoras fantasmas y dejen sus opiniones :) Muchas gracias por el apoyo!! Besoooos.

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