Mientras de cierta forma todos colaboramos en tomar flores y colocarlas en jarrones y decorar las esquinas, las mesas y hasta los baños, mi mente se mantuvo entretenida y feliz. Tenía la sensación de estar en casa, rodeada de rosas y hasta las azucenas, que en casa nunca existieron, me parecieron familiares. Los regalos de boca para esta feliz pareja habían sido valiosísimos, teníamos floreros de cristal, barro y porcelana para escoger, Raquel colaboraba de mala gana ya aseguraba que a la señora Lucy no le gustaría ver aquello a su regreso, fue ahí cuando recordé que era alérgica a los eucaliptos y que yo había preparado con ellos el ramo que sostuviera en sus manos seguramente durante todo el viaje. A veces tenía curiosidad de subir al otro piso, sólo Raquel lo hacía y yo me preguntaba ¿si acaso tendría un monstruo ah&
Tanto esperar el día, para que se esfumara en una abrir y cerrar de ojos, de nuevo el tiempo se hacía pesado, las conversaciones de los miembros de la casa no me interesaban así que no intervenía, Samuel se mostraba comprensivo y no traía a colación temas familiares, hablaba del aseo del auto y de cómo hacer para mantener el jardín, yo di un par de ideas a las que Raquel le causaron risa. -Las flores son sólo flores que con agua y sol se conforman ¿Qué pueden saber de charlas o de momentos indicados para ser tomadas? Las personas en la cocina no dijeron nada, Gary y Mira se miraron, yo no mordí el anzuelo, Raquel sólo quería provocarme.&nbs
Me acerqué un poco para enfocarla bien, su vientre estaba abultado, llevaba una bata celeste con un lado en la parte superior del mismo color, sus pies se hallaban descalzos, así que mientras me iba acercando pude deleitarme viendo sus diminutos dedos, pintaditas las uñas de blanco. Convencí a mi mente que mamá estaba muerta, pero tantos días sin verla me hicieron desistir y adorar toda su imagen. -Oh, María ya te despertaste. Me sonreía, una hermosa sonrisa de esas que sólo las madres pueden dedicar, sus dientes eran los de siempre, sus ojos negros brillantes y su cabello corto, llevaba una cinta amarrada del mismo color del traje, pude notar que mamá en ese momento lucía más joven de lo que recordara, tal vez er
El resto de la tarde con mi familia estuvo tenso. Sentí que papá partía malhumorado, pero yo me sentía incomoda por hablar más de la cuenta. Tomé asiento junto a Emanuel en el asiento de atrás y jugamos con su soldados y carros, papá no interrumpió, condujo lentamente y contemplamos la tarde caer, logramos un bronceado bonito y un cansancio típico de las visitas al mar, aunque no nos bañamos. Papá me abrazó y besó en la frente, Emanuel me apretó por la cintura y subió a mi oído. -Estoy preparando la casa para navidad, abraza a tu osito y piensa en nosotros. -Así lo haré. Y aunque sabía
Mis propios quejidos me despertaron. Abrí y cerré los ojos asustada porque frente a mí los verdes ojos del señor me detallaban. -Hola.-Dijo suavemente, apreté los puños y abrí los labios mordiendo mis labios, él ahí, a mi lado, con una sonrisa amplia, el cabello desordenado cayendo a los lados y su aroma impregnando mi habitación, ¿mi habitación? -¿Cómo llegué aquí? Mira apareció detrás de él. -El señor te trajo aquí hija, ¿cómo te sientes? ¿Te duele aún? 
En el comedor estaban todos menos Samuel, Raquel se volvió a mirarme cuando entré y esbozó una sonrisa burlona, Mira por el contrario se acercó a mí y me tomó por las manos acercándome a la mesa donde comía Gary. -Buenos día mi amor.-Me dijo.-Fui a buscarte y el señor Aníbal me dijo que hablabas pro teléfono… -En tan poco tiempo y tantas llamadas, debería ser recepcionista.-Opinó Raquel mientras guardaba frutas en la nevera, frutas con la que hacía el desayuno de su señora. -Estas bien ya ¿verdad? –Continuó Mira haciéndome un gesto de no te ocupes de ella, yo asentí c
Contaba los días, uno a uno, las horas para que llegase pronto la navidad, durante mis recorridos a la escuela en compañía de Gary todo lo que hacía era hablarle de lo bien que la pasaría una vez que llegará allá. De cómo pasaría horas recorriendo las cosas más hermosas de mi madre, su habitación, su cocina, cada cosa que aún tuviera su perfume. Prometí que jugaría incansablemente con Emanuel y que nadie me detendría a la hora de cocinarle las cosas más exquisitas a papá. Gary reía de mi elocuencia y me miraba fijamente a la hora de despedirse de mí. -Deja de soñar adentro.- Me decía cuando me abandonaba en la entrada del colegio.- Necesitas estar despierta. Yo reía y él también, partía con una g
Mamá decía siempre que el miedo nos hace reaccionar de diversas maneras, pero que siempre en mitad del miedo era que desarrollábamos una defensiva efectiva que si sabíamos emplearla nos daría muy buenos resultados. Al principio, Emanuel convulsionaba de manera totalmente ruda, quedaba inconsciente y sin recordar cómo había pasado todo, mamá lo mecía en sus brazos y lo besaba mientras papá y yo auxiliábamos en lo que podíamos, frecuentemente se hacía pipi y en dos ocasiones si no es por mamá se muerde la lengua. Mamá fue preparándolo entonces, llevada por los consejos del doctor Caster para la convulsión que pudiera venir. Emanuel tenía tanto miedo, cuando tenía cinco años, de caer en el recreo y permanecía en el salón. Pero mamá utilizó su miedo a su favor, le dijo que si continuaba q
Diego me miraba incrédulo, di gracias a Dios porque los minutos se extendieran y ningún timbre viniera a interrumpir nuestra conversación.-María ¿qué te ocurre?-Quiero que veas esto.-Volví abrir mi bolso y saqué la carterita ¿Otra vez la foto? Pensaría él, esta vez saqué la foto de papá y la mantuve entre mis manos.-Después de ver esta fotografía vas a sentirte más confundido, pregúntame lo que quieras que yo responderé.-Me miraba como si yo fuera una loca diciendo tonterías, entonces le extendí la foto. Antes de mirarla me miró a mí por unos segundos, quizás diez segundos, ¿qué buscaría? Diego era un muchacho muy inteligente, nada ingenuo, intuitivo, y si como pensara yo era mi hermano mayor, pues no podía decepcionarme, antes de mirar la fotografía buscó en m&