Como en familia

            -¿Qué te gustaría estudiar Gary?

            Le pregunté afuera, mientras le ayudaba a sembrar luego de haber almorzado un sabroso minestrone, acompañado con pan blanco y jugo de lechosa que venían de la casa que cuidaba Rosita.

            -Al principio.-Dijo secándose el sudor de la frente con el antebrazo.-Me refiero al principio de secundaria, pensaba ser abogado, con el tiempo fui perdiendo el interés y vi la medicina como algo interesante aunque no soy bueno con la biología, pienso que de querer estudiar mejor sería ingeniero.

            -Nunca he conocido a un ingeniero.

            -Es alguien que se dedica a crear, soy bueno con los números y los cálculos, también la distribución, he trabajado con albañiles y han querido que permanezca con ellos, pero no tengo otra casa que donde trabajo.

            -¿Y cuánto tiempo esperas para comenzar a estudiar?

            Guardé silencio, entre los dos habíamos mudado los eucaliptos afuera y sepultado en la tierra, lucían frondosos y perfumaban la cuadra entera, era una lástima que causaran alergias a la dueña de la casa.

            -No lo sé, tendría que viajar todos los días una hora a la universidad.

            -Puedes hacerlo.

            -Sí, pero…

            -Te has acostumbrado al dinero que te da el trabajo.

            -Si pero podría empezar pronto si quisiera.-Me dijo mirándome directamente a los ojos.

            -¿Y quieres?

            -tendría que pensarlo, también podría quedarme por allá rentando una habitación, no sé.

            -¡Bien! –Reí y él sonrió, continué acomodando los eucaliptos, me preguntaba si sería posible que yo, de  doce años, pudiera conquistar el corazón de un chico mayor y tan especial.

            No sólo ayudaba en la cocina, también en la jardinería y en la limpieza, Mira estaba encantada con mis recetas de cocina y Samuel con el arreglo de las flores. Les expliqué cuando tenían que regar, cortar y plantar lo que hizo embellecer aún más la entrada. Lucy comía a gusto nuestros platos y también nosotros nos dábamos banquete, reíamos de las tonterías de la dueña de la casa, la que no pasaba durante el día mayor tiempo encasa, siempre estaba en el club o de tiendas o persiguiendo a su estudioso esposo. En fin, durante días no nos cruzamos ni una vez, me gustaba estar en la cocina donde por las noches jugábamos naipes pero a más tardar a las 8:30 Mira me ordenaba me fuera a la cama, solía ir a regañadientes y todos reían de mí, menos Raquel que no cesaba de criticar lo que yo hacía.

            Gary solía ir a la cama luego que yo me retiraba, sentía sus pasos cuando se detenían al final del pasillo y luego se alejaban, supongo que miraba mi puerta, nos habíamos hecho muy buenos amigos, nunca se levantaba tarde para acompañarme y cada día lucía más guapo.

            Conversábamos de tantas cosas que nunca guardábamos silencio, yo solía charlar referente a San José, y otras veces lo que sucedía en el colegio donde la pasaba bien en compañía de Melina, ella y yo éramos un grupo de dos y la pasábamos bien, a veces me provocaba acercarme a Gloria y charlar sobre cosas que sólo ella y yo podíamos recordar, pero no lo hacía, no quería que se sintiera incómoda. A la salida se alejaba con su amigo Diego quien también sacudía la mano en señal de despedida. Luego me reunía con Gary y emprendíamos  el regreso a casa.

            -Creo que ya puedo venir sola al colegio Gary.-Le dije el viernes cuando lo encontré en la salida.

            -¿Por qué? –Se mostró preocupado e hizo un gesto con las manos como si supiera hablar con ellas.- ¿Te molesta que venga por ti?

            -Oh no Gary, es sólo que ya conozco el camino y tú podrías dormir otro poco y almorzar temprano o no interrumpir tu trabajo.

            -Yo no me he quejado.-Había guardado sus manos en los bolsillos del jean azul y caminaba con la cabeza inclinada.

            -Lo sé, no lo tomes a mal Gary, yo no tengo problemas en que continúes acompañándome.

            -Entonces así seguirá siendo.

            Lo miré sonreír y me sentí tranquila al ver que no había opacado su entusiasmo, por otro lado me preguntaba porque tanto interés en acompañar a una mocosa como yo al colegio.

            La casa permanecía impecable a toda hora, la piscina no era usada por nadie y era una lástima pues se me apetecía divina.

            El viernes estaba yo más contenta y animada que nunca, se acercaba el sábado y vendrían papá y Emanuel, por fin vería  a mi familia, la tendría muy cerquita de mí, a pesar de que en esta casa había encontrado yo otro tipo de familia de la que no podía quejarme

            Después de almorzar fui a dormir un poco a mi habitación y pensé en escribirle a Silvana, había partido sin despedirme y ahora que no estábamos  ni Gloria ni yo seguramente aborrecía cada día de su vida, así que tomé una hoja de mi cuaderno y busqué un lápiz para comenzar a escribirle:

            Querida amiga Silvana, quisiera pedirte disculpas por no despedirme de ti antes de partir, todo fue muy rápido y aún me adapto a esta nueva vida. Me va bien, es como si mamá me hubiese dado un receso ante tanta protección. Deberías ver el colegio, es dos veces más grande que el San José, pero le falta calidez, aunque no puedo quejarme, he encontrado una buena amiga llamada Melina, nos acompañamos siempre excepto a la hora de la salida. También te sorprendería ver a Gloria, ella estudia conmigo en el Santa Marta, pero  a pesar de estar en el mismo salón no cruzamos palabras, tal parece que se avergüenza del sitio donde nació, he preferido no hablarle para que no tenga que dar explicaciones, pensé que nunca te diría esto amiga pero te extraño, así  como extraño mi casa también desearía escuchar tus temas, pensaba que de todas las chicas que conocía era un poco ilusoria y ha resultado serlo Gloria, no te molestes conmigo por eso Silvana y por favor escribe tú también.

            Muchos recuerdos,

                                               María Victoria.

            A veces, en la casa, las personas me llamaban Victoria, yo comenzaba a acostumbrarme pero a diferencia de Gary yo si sabía que quería ser y cuando lo lograra, quería mi nombre completo en todos lados.

            Doblé la carta y la guardé en el mismo cuaderno donde tomara la hoja, la enviaría con papá al día siguiente.

            Luego me asomé a la ventana de mi habitación y contemplé la solitaria piscina, apenas si se movía el agua por la fuerza del viento, cuando en casa me asomaba a la ventana en una tarde tan silenciosa como esta solía escuchar el sonido de la solas cuando chocaban con la playa, desde bien temprano los niños corrían y salpicaban agua, aquí no habían niños, una casa tan grande y llena de silencio y soledad, el sol, la piscina y muchas veces la comida malgastados. Vi a Gary sentado en una silla comiendo una guayaba y me causó curiosidad su expresión, comía sin pose, miraba la fruta y luego la mordía y la masticaba, otra vez la miraba y hacia otro mordisco decorativo que tal vez diera una forma perfecta a la roja guayaba degustada.

            Arreglé lo que llevaba puesto con mis manos, luego me miré al espejo y salí de mi habitación, pensaba que estábamos solos en la casa pero al pensar salir por la sala choqué con Lucy. Al principio hice un gesto como si me hubiese encontrado a un fantasma, luego ella me contempló de arriba abajo. No sé qué me vería, yo vestía pantalón de algodón negro y franela al cuerpo blanca con sandalias que sólo usaba para estar en la casa.

            -Victoria ¿cómo estás?

            Por un momento pensé que había olvidado que yo vivía ahí, pero luego cuando se fue acercando sus ojos azules se suavizaron, pude notar que estaba lista para salir porque llevaba un vestido rosa pálido y sus sandalias muy altas color lila, parecía no escatimar tiempo en maquillaje y peinado y sus veinte uñas se hallaban acopladas en perfecta armonía.

            -Estoy bien señora, gracias.

            -Me ha dicho Raquel que te acostumbras fácilmente a la casa.

            -Así es.-Hice un esfuerzo por mantener su mirada.

            -Que ayudas a Mira a en las cuestiones de la casa y a Gary su sobrino también.-Afirmé con la cabeza.- ¿Qué tal la escuela?

            -Bien.

            -¿Todavía te acompaña Gary?

            -¿Gary? Si, todavía.-Hubiese querido decirle que justamente hoy le había dicho que podía ir y venir sola pero no pude porque de frente y a gran velocidad apareció su esposo.

            -¡No puedes decirme a estas alturas qué opinas que la pediatría es una especialidad…sosa! ¿Eso fue lo que dijiste, Lucy? –Venía gritando y se colocó frente a mi sin percatarse de mi presencia, Lucy entonces lo miró indignada.-Además, no es cierto, soy un medico porque quise ayudar a las personas, sólo yo sé en qué quiero especializarme, y la pediatría es una belleza, así que no esperes que cambie de opinión.

            -No te pido que lo hagas Aníbal.-Intente salir por el frente pero ella se atravesó y yo sólo encogí los hombros y cerré los ojos.-Por lo menos si me hubieses consultado antes de tomar la decisión de atender mocosos toda tu vida, yo me habría opuesto.

            -¿Opuesto?-giré y traté de volver a la cocina pero él aleteaba sus brazos y se movía como abeja.- ¿Yo acaso me opongo a tus caprichos?

            -Aceptas que es un capricho.-Dijo ella triunfadora arqueando las cejas.

            -No, siempre quise la pediatría.

            -¡Bah, sentimentalismos!

            -Además vele el lado bueno Lucy,-Ella había ido hacia una ventana y él iba hacia ella, yo entonces lentamente quise aprovechar para huir.-cuando tengamos nuestros bebés yo mismo los atenderé.

            -¿Bebes? –Lucy dio un brinco y se volvió a mirarlo, cuando intenté dar un pie en el corredor él se detuvo en mi camino y yo me devolví haciéndome a un lado.-No pienses en eso todavía Aníbal Campos, no pienso malgastar mi juventud cuidando mocosos, si tú decides estudiar para pediatría pues ahí tendrás los hijos que deseas.

            Permanecí helada, ella no jugaba, nada de niños, tenía una figura maravillosas seguramente temía perderla. En cambio sobre él cayó una sombra, algo que lo tranquilizó y se apartó de mi camino acercándose a ella.

            -Así piensas ahora Lucy, estoy de acuerdo en esperar un tiempo.

            -Mucho tiempo.-Aseguró ella.

            -Somos jóvenes.-Lucía tan enamorado en esos momentos, desde mi rincón pude contemplar sus labios carnosos moverse y la serenidad de su mirada,  pero aproveché y corrí fuera de ahí hasta donde Gary y había terminado de comer su fruta.

            –Gary se sorprendió al verme.

            -Casi, la señora y el señor discutían en la sala y yo quedé atrapada a la mitad, corría a la salida y ella se interponía, traté por el pasillo y él…

            -Shh, ahí vienen, se van a recoger a la madre del señor que cumple años hoy y llega de viaje.

            -Tú eres mi esposa Lucy, te pedí que compraras un detalle para mamá.

            -Lo olvidé Aníbal, ¿no entiendes? Además estamos a tiempo de comprarle algo por ahí.-Lucy se plantó entre nosotros y nos miró.-Gary, calienta el auto del señor, vamos a salir.

            -Si señora.-Gary partió y otra vez quedé en medio de ellos, pero esta vez ella parecía fingir serenidad.

            -Si quieres que te diga que lo siento está bien, lo lamento, lo olvidé.

            Él se detuvo frente a ella y volví a contemplarlo, era el hombre más hermoso que viera en mi vida, hasta sus brazos me parecían únicos.

            -Dime entonces Lucy, ¿qué le voy a dar a mamá cuando la vea?

            -Dile que le guardas una sorpresa para después.

            -Sabrá que no es cierto, mamá es una mujer sencilla ¿qué podría yo estarle guardando?

            -Flores señor.-No sé quien autorizó a mi boca para que se abriera, pero hasta yo me asombré al escuchar mi voz hacia ellos quienes me miraron de inmediato, él parecía que me descubría después de largo rato y ella seguramente opinó que era una entrometida.

            -¿Cómo dices niña?- ¿Niña? Mi nombre es María Victoria o Victoria como todos me llamaban ahí, pero lo disculpé porque sus ojos verdes eran extremadamente tiernos.

            -Flores señor Aníbal, a las mujeres les encantan las flores.

            -Si, a mi madre le encantan las flores ¿verdad Lucy? _Lucy volteó los ojos y aplastó los labios.- ¿Dónde compramos flores para mamá?

            -No tiene que comprarlas señor, usted posee un precioso jardín.

            Gary apareció para informar que el auto estaba listo pero seguramente pensaba igual que yo, que la pareja perpleja necesitaba una bofetada para salir de su asombro.

            -¡Qué tontería Victoria, la señora Lupe notaría de inmediato el arreglo mediocre que le llevamos!

            Lucy dijo esto y dio por terminado el episodio, él en cambio sonreía y me miraba de arriba abajo como quien ve una tabla de salvación.

            -Espera Lucy.-La detuvo.-Tu puedes ayudarme ¿verdad Victoria?

            -Yo podría hacerle un hermoso ramo de rosas blancas para su madre señor, nada la halagaría más,  estoy segura.

            -¿Qué dices? Si no la conoces.-Lucy estaba molesta pero yo no me detuve, Gary por su parte abría los ojos mucho y negaba con la cabeza.

            -El señor ha dicho que es sencilla, pues quizás  le agrade, puede acompañarlo con chocolates.

            -¡Ja! –Lucy aplaudió y se tomó de risa.-Casi es una cita, que romántico.

            -Si.-afirmó Aníbal.-Es muy romántico y mamá es muy dulce, pareciera que la conoces.-Posó su mano en mi cabello y sonrió.-tienes diez minutos para hacer el ramo.

            -¡Aníbal, claro que no!

            -Lucy.-Levantó la mano y su mirada de dulce pasó a agria.-quiero intentarlo.-Me miró y afirmó con la cabeza, yo sonreí feliz y me alejé de ellos corriendo, tomé a Gary por la mano y lo arrastré hasta el jardín.

            -¿Qué haces Victoria? No debiste meterte.

            -¿No viste lo desesperado que estaba el señor? Yo puedo ayudarlo. Por favor tráeme la tijera Gary.

            La sacó del bolsillo trasero de su pantalón y me la entregó sorprendido, entonces miré el jardín profundo, estaba repleto de rosas y tulipanes, también pompones al principio así que abrí y cerré las tijeras y evocando el arte de mi madre fui cortando una a una las rosas blancas más hermosas del jardín. Gary me servía de ayudante y las sostenía sin dejar de mirarme, pensaría que estaba loca pero no era así, mi corazón latía emocionado con cada rosa imaginando la cara de la madre de él.

            -Llevas ocho Victoria.-Me avisó Gary.

            -Así está bien, dame tres ramas de eucaliptos.

            -Pero…

            -Por favor el señor dijo diez minutos.

            Me entregó las rosas y se alejó corriendo, entonces Samuel apareció de la nada y alargó sus manos para sostener las rosas.

            -No tan fuerte Samuel, son muy delicadas.

            -Como tu querida.-Dijo y sonrió.-Sabes que te meterás en problemas ¿verdad?

            Lo miré y encogí los hombros.

            -No me importa.

            Corrí a cortar los pompones blancos y erectos mientras Samuel también los sostenía y los eucaliptos llegaron de mano de Gary, ellos se miraban mientras yo hacía el arreglo con las cosas que en sus manos sostenían. Me esmeré en hacerlo lo mejor posible y logré un hermoso arreglo que Mira elogió al llegar  a nosotros.

            -Tenían este papel en la cocina, te servirá.

            Tomé el papel y envolví el tallo del ramo para que el señor lo tomara sin pincharse, era color rojo brillante y sé que le agradó porque cuando él se acercó sus ojos lucían contentos. Lucy seguramente lo esperaba en el auto, pero él vino a mí con una sonrisa de oreja a oreja y tomó el ramo que bien abierto se mostraba frondoso.

            -Espero que le guste a su madre, señor.

            Le dije mientras se lo entregaba, lela en su rostro.

            -Está perfecto, iré por los chocolates, estoy seguro que a mamá le fascinará.

            Hubiese soñado que él como mi príncipe me entregaba el ramo, pero no, agradeció tocando mi barbilla y se alejó.

            Los vimos subir al auto y  entregar el ramo a su esposa, Samuel abrió la reja y el auto salió, y aún sin verlo yo flotaba entre nubes llenas de su perfume.

            -Hiciste algo muy noble Victoria.-Me dijo tomando mi brazo.-Pero a la señora no le agradará.

            -Sólo quería ayudar al señor.-Respondí mirando a Mira.

            -El señor podía resolver su problema afuera.-Dijo Gary molesto.

            -No puede ser tan malo ayudar a alguien.-Les dije.

            -Ella tiene razón.-Samuel llegó y me tomó por los hombros.-Vamos a cortar flores para el interior de la casa.

            Mira rió y aunque Gary lucía molesto colaboró también, yo por mi parte era feliz sintiendo aún sus dedos en mi barbilla.

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