Son difíciles las despedidas, pero esta era tan deseada para mí que no pude compartir con mis amigos de la casa su tristeza. Cuando el auto del doctor Caster, conducido por papá tocó la bocina en el portón de la casa me sentí muy aliviada. Acababan de dar las tres de la tarde y yo terminaba de guardar un par de zapatos y el cepillo dental en un bolsillo que se hallaba en la parte superior del morral.
Gary me ayudó con algunas cosas hasta el auto y ahí me abrazó y me deseo suerte.
-Suerte a ti también, que pases una feliz navidad y que prosperes en grande en este nuevo año.
Mira me dijo adiós con lágrimas en los ojos, pero sus lágrimas
Creo que papá no pestañeaba, creo que se le secó la boca, dentro y fuera porque no podía cerrarla. Mamá me enseñó muchas cosas pero no me enseñó a conducir y me preguntaba si estaba bien que papá lo hiciera en esas condiciones. -Dices que papá…tu abuelo también sabe que saben tu y Diego. -No sé hasta dónde sabe, pero sé que algo sabe. Me hubiese gustado que el viaje fuese más placentero pero no pude evitar que el teme de conversación fuese que no debí hablarle a Diego de nuestra existencia. Yo hubiese querido hablar de mamá, de cómo me emocionaba regresar a cada, de los regalos de navida
¿Cuántos años tenía el doctor Caster? ¿50? ¿60? No, eran muchos, y él era ágil, muy ágil. -Abre la boca.-Me ordenó con una paleta en la mano derecha, yo aproveché y lo miré, era apuesto, arrugas alrededor de los ojos que casi no se notaban cuando como ahora, usaba los lentes.-Te has cepillado bien. -Si. -Ya veo. Tu garganta está bien.-Tocó mi cuello, vio mis oídos, mis ojos, bajo mis brazos, mis pies, mis rodillas, mi espalda.- ¿Y cómo te fue los días del desarrollo? -Mal&n
La navidad es pues felicidad, celebración, papá nos compró ropa nueva a Emanuel y a mi, muy temprano lloramos los tres abrazados añorando a mamá, luego decidí ser fuerte como ella lo había sido y sacudí la cabeza, despejé la tristeza y me dispuse a arreglar la casa, las más bellas flores adornaron nuestra estancia y la cocina estaba impecable. El doctor Caster y la señora Leticia fueron lso primeros en llegar con varios regalos, luego llegó Nilvia muy feliz y hermosa, un vestido de seda negro se ceñía a su cuerpo y por primera vez noté como los ojos de papá detallaban su espalda y sus glúteos, llevaba el cabello suelto, no muy largo y un gancho brillaba a un lado. -Por favor coloca mis regalos en el árbol.&nbs
Llegando la hora de regresar, mucho antes, volví y toqué las flores de mamá, la señora Manrique las mantenía muy bonitas, había tenido que esforzarse un poco entre las de ella y las de mi madre, eso si, las palmas que ella conservara tan bien adentro de la casa no eran las mismas. -Oye María,-Me dijo acercándose la señora Leticia.-la hemos pasado muy bien ¿no es así? -Si, si, gracias señora Leticia, cuide mucho a Emanuel. -Desde hace días he querido entregarte algo.-Miró alrededor, todos estaban lejos, papá y el abuelo veían algo en el auto del doctor Caster y Emanuel jugueteaba con Diego.
Al principio el paisaje se mostraba repetitivo, el mar a la derecha se alejaba cada vez más de mi vista, las montañas y la vegetación lo cubrían, mi mente se disputaba los recuerdos entre la ausencia de mamá y la falta de mi hermano y mi padre. Tuve ganas de llorar y lo hice resguardada en los brazos de la directora, ahora la distancia me obligaba a tenerla como aliada, quizás no era tan mala como yo pensaba de haberlo sido, mi madre no habría confiado en ella, suficiente para cambiar mis opiniones, mamá jamás me hubiese dejado en manos de alguien con malas intenciones. Sentí cuando el auto se detuvo y medio abrí los ojos, en frente quedó el rostro del chofer, por primera vez lo detallaba, tenía grandes ojos verdes, cejas pobladas y una nariz respingada, su boca no hacía j
A medida que el auto rodaba y me alejaba más de casa, la inquietud por saber que me esperaba tomaba fuerza en mi cerebro. Deseaba pudieran pasar a prisa los días para volver a ver a papá y a Emanuel, nunca había estado lejos de casa y ahora yo sola debía enfrentarme a una nueva familia y aun nuevo colegio, donde por lo menos estaba Gloria. Lo extraño era porque negar de donde venía, mucha gente que salía del pueblo regresaba queriendo pasar una temporada tranquila, frente al mar, Gloria no tenía la apariencia de una pueblerina, pero tampoco presumía de ser citadina, ¿qué le pasaría durante estos meses? Tendría que esperar hablar con ella, seguramente ahora estaríamos más unidas que nunca. Olvidé por un momento a lo que me enfrentaría y contemplé el paisaje, el mar ya no era visible, montaña enormes lo ocultaban
Antonio hizo este recorrido a velocidad mínima, pude ver una plaza y luego una vereda frondosa. -Le he pedido a Mira que los primeros días su sobrino te acompañe, aunque es cerca es mejor que alguien venga contigo al comienzo. -Me asombra lo bien arreglado que está todo, el colegio, la casa, la compañía. -Cuando Lourdes me pidió que te trajera aquí, entré en pánico María, yo no tengo hijos pero se la responsabilidad que esto significa, San José es un pueblo pequeño, el hombre de tu vida puede vivir al lado, pero aquí no, te cansaras de ver calles, autos y personas, deseo que estés lo más segura posible, lo m
Volví a mi nueva habitación atravesando la sala, pasando frente a la cocina y luego el pasillo, Mira había sacudido algo el polvo y cerrado las cortinas, miré todo a mí alrededor, mi maleta parecía poquita cosa, papá se había encargado de seleccionar la ropa más juvenil que tenía, pensaba que tenía que estar todo el tiempo preparada para salir. Me senté al borde de la cama y con mis piernas unidas y las manos en ella contemplé mi nueva vida, ¿Qué estarán haciendo papá y Emanuel? ¿Pensarían en mí? ¿Me extrañarían como yo a ellos? Si pudiera salir volando y llegar a ellos por un momento, solo instantes y mirarlos Decía el doctor Caster que lo malo de morir no era el hecho de perecer sino el tiempo que tendr