Desperté en cuanto la luz entró por la ventana. El me mantenía abrazada, el aire del ventilador nos rozaba. Me levanté lentamente, cubrí mi desnudez con una bata y lo miré. Dormía profundamente. Sereno, cómodo. No podía creerlo todavía, estaba por fin conmigo y me amaba como yo a él.
Fui a la cocina y preparé su desayuno, tenía pacientes desde temprano, me había admitido en la noche. Le tosté pan e hice café con leche y chocolate, freí huevos y justo entonces apareció, recién bañado, con la misma ropa que el día anterior.
-Deberías tener una muda de ropa aquí.-Le dije colocando un tenedor en su plato, él se acercó, besé mi cabello y se sentó.
-Esperemos a la otra semana.
-¿Por qué? ¿Qué ocurriría la próxima semana?-M
Dormí pésimo. Desperté con un terrible dolor de cuello por la posición de la pequeña cama del consultorio. Un par de veces abrí los ojos en la madrugada preguntándome si ella me extrañaba a su lado, yo lo hacía. Hasta podía imaginarla durmiendo en la distancia, con su boca media abierta, suspirando de vez en cuando para cambiar de posición, sus mejillas rellenitas sonrojadas, el cabello castaño muy claro en la almohada, su olor, sus caderas cerquita de mí donde podía colocar mis manos y atraerla en cucharilla. Visité a mi primer paciente a las siete de la mañana, mientras más rápido me desocupara más rápido iría a su encuentro. Lo que pasaría era incierto pero ya era hora de enfrentarlo. Ella casada, yo casado, no estaba fácil de explicarle eso a su familia, a su padre, ni a Nilvia que era casi tía de Lucy. Me entretu
Entré al auto cabisbaja. Antonio ya estaba al volante, melina y Diego en el asiento muy pegados y Silvana junto con ellos, esta vez yo viajaba adelante. Mira y Samuel se quedaban con Nilvia, aquella casa estaba sola ya el señor Alex había partido a su casa también. Me vestí de negro, pantalón y franela sin mangas, usé lentes oscuros, no podía con la hinchazón de mis ojos, pasé todo el domingo llorando encerrada en mi habitación, sin ni siquiera comer, después de todo era una mujer abandonada, engañada, ilusa. El había huido. De nuevo. Papá se inclinó en la ventana, detrás de él estaba Rosita con una cara muy angustiada, se quedaba también, a disfrutar de su amor, con alguien que no la abandonaba, alguien que la quería ¿envidia? Si. Total.-Opino que deberías quedarte María Victoria.-Me dijo tratando de no
Dos semanas aquí. Dos semanas de agonía. Me miré en el espejo del hotel y casi salto del susto. Llevaba una barba fea y desaliñada. El cabello era una maraña que gracias al frió lucía opaco y mis ojos eran unas puyas, hundidos.Hacía ya cuatro días que Lucy había salido del hospital y siete que había despertado con claridad. La contusión había afectado su lado izquierdo y solía ser torpe con sus manos, había que ayudarla a comer y a bañarse. Me parecía que estaba encantada, yo le hacía todo. Raquel pasaba con ella solo el tiempo en que yo salía a buscar medicinas y caminar, bueno sólo sucedió esa noche. Lo cierto es que Lucy me tenía para ella y si le dolían algunas partes de su cuerpo pero se recuperaba.No había un día en que no pensara en ella. El mismo Madrid me traí
Antonio iba detrás de mí. Vestí sencilla para acudir al tribunal, franela gris y jean azules. En cuanto me tocó pasar descubrí a Gary en el fondo, de pié, vestido de gris, las manos en los bolsillos.-Buenos días.-Saludé. Hernán ya estaba adentro y se levantó al verme.-Buenos días, ha llegado a tiempo.-¿Todo está listo?-Sí, tomé asiento.Me señaló una silla, Gary se acercó un par de pasos, un juez charlaba con alguien de su oficina.-Paz, paz Antonio-Le dijo Gary.-¿cómo estás?-Se dirigió a mí.-Bien ¿y tú?-Bien. Quería hablarte al salir de aquí sí se puede.-A solas no.-Respondió Antonio.-De acuerdo.El juez por fin se colocó en su posición, habló dos cosas con H
Dicen que viajar en avión es de lo más cómodo y rápido. Para mí estas 9 horas de viaje han sido agónicas. Raquel observa cada cosa que hago y Lucy no deja de quejarse de que yo no esté junto a ella en primera clase. No podía pagar los tres pasajes en ese sitio pero ella debía ir cómoda. Quise dormir para que al despertar el tiempo me dijera que estaba más cerca de María Victoria, no lo conseguí. Tomé un par de tragos y comencé con el abuelo que tenía al lado, muy simpático, él si se durmió luego de dos whiskies y yo otra vez entre las nubes y las revistas de turismo. El avión sólo flotaba y flotaba, unos niños corrían por el pasillo en busca de refrigerios y me entretenía viéndolos, después de una hora no los vi más, la madre era venezolana y los nalgueó para que se quedaran quietos,
Esta vez abrí los ojos, ambos, y eso me causó dolor. Tenía la cabeza más erguida así que de inmediato lo vi de frente a mí. No había sido un sueño, Aníbal estaba parado frente a mí, revisaba mis pies.-¿Qué haces aquí? –Le pregunté y traté de apartar los pies, lo cual pude hacer por primera vez en días.-Debo terminar de clocarte el ungüento.- Respondió muy serio.-No quiero que me toques.-De acuerdo.-Subió ambas manos. Tenía algo de barba y el cabello largo enmarañado.-¿Por qué estás aquí? –Se acercó y no respondió, tomó mi ojo sano y levantó el parpado, luego el otro con más cuidado.-No me toques te dije ¿por qué estás aquí?-Soy doctor o no lo sabias.-Su tono era frío y su mirada
Después de hablar con Mira me sentí como un estúpido. Mientras manejaba a mi antigua casa miles de ideas y pensamientos me abordaban. A pesar de que Mira era una mujer de servicio, sin la educación de los dueños de la casa tomó la determinación de irse y se llevó todas sus cosas y su hermano Samuel salió también pero directo a San José, los dos hermanos tomaron decisiones inteligentes sin discusiones. Días atrás cuando el doctor Caster y el señor Arturo me hablaron de que debíamos ya pasarnos a la otra casa dudé ¿Por qué? Porque me torturaban las palabras de Alex.Ella estuvo sola, desilusionada por mí, pensando que la había dejado por Lucy y Alex se encargó de no defenderme, de que ella creyera que yo me había ido rendido por Lucy, y yo un estúpido, estúpido sin decisión. Engañado y quizás
Después de saborear el dulce casi aplastado que la señora Leticia me entregara, Doris apareció con el alta. No vi a Aníbal durante la siguiente hora, Nilvia me ayudó a cambiarme a peinarme y así, caminando salí de la clínica.-Todos iremos contigo a casa cariño.Me dijo Mira un poco preocupada, yo apenada por cómo se dieron las cosas, un hijo dentro de mí, así tan rápido ¿de cuánto tiempo? Y de él, traer a mi nuestros encuentros me erizaban, si, era el resultado de eso. Cuando pregunté por él respondieron que atendía unos asuntos así que salí de la clínica sin él en el auto que papá conducía en silencio. No había alegría, yo acababa de salir de la clínica, de paso esperaba un hijo, mi hijo, y nadie estaba feliz. Cuando papá me veía por el retrovisor