Isabella les contó que la persona que la estaba siguiendo y quién asegura que le cerró la puerta en la azotea fue Marián, la ex asistente de Oliver, la misma chica que la cuido en el hospital, y de la que no esperaba tal cosa porque se comportó muy bonito y hasta cierto punto amable, razón por la que le costaba asimilar que ciertamente ella quisiera lastimarla y a Emiliano. Porque a pesar de que el primer día tuvieron un inconveniente, al menos luego lo resolvieron, aunque Oliver la despidió de todos modos.—¿¡Cómo olvidaste algo tan importante!?— le recriminó Oliver tomando la misma actitud que suele tomar Maximiliano, pero él reaccionó de ese modo porque siente que esa mujer tuvo todo el tiempo del mundo y la facilidad para lastimar a Isabella en el hospital, ya que fue él quien le ordenó cuidarla.—Sabes que no me encontraba bien, ese día apenas podía caminar — respondió incómoda porque ya demasiado tiene con el gruñón de Maximiliano para que Oliver se ponga también en ese plan.Ma
Mientras Oliver iba manejando conectó el altavoz y llamó a Chiara, estaba tan molesto por lo sucedido qué en lo único que podía pensar era en encontrar una manera de sacar a Maximiliano junto a su hijo de la casa y de la vida de Isabella.—Aló— respondió Chiara con tono tan sutil que cualquier persona que no la conociera por la tonalidad dulce de su voz diría que es una mujer muy amable; sin embargo, Oliver la conoce bien, y a pesar de no ser cercanos, a él Chiara no lo engañaría, aunque se disfrace de chica buena.—Hola Chiara, soy Oliver Blanco y te seré directo, te llamo porque quiero saber cuáles son los antecedentes del hijo de Maximiliano Gil— le solicitó escuchándose tosco y Chiara sonrió.«Al fin este idiota me va a servir de ayuda para alejar a esa asistenta estúpida», festejo en su fuero interno porque lo último que hizo para que Maximiliano dudara de Isabella no le funcionó.—¡Vaya señor Blanco! ¡Qué falta de cortesía!, al menos debió preguntar cómo me encuentro antes de
Isabella veía a Maximiliano a los ojos buscando algo que le indicase que él lo estaba haciendo a propósito, pero la mirada fría que él mostraba no la dejaba ver más allá, era como si creara una barrera de puro hielo, tan grueso que ni taladrando podría romperla.—¿¡Te sorprendes!?— le preguntó expectante y ella arrugó el entrecejo sin responder a lo que fuera que sea su propósito, porque no sabía si la estaba enfrentando o poniendo a prueba.—Hace cinco años tenía una relación con una mujer, que consideraba dulce, tierna, sencilla, y hasta humilde, pero todo eso era solo una actuación, esa mujer quería más que eso; un día fingió que le importaba tanto que hizo una enorme fiesta para mí, e invitó a todos los empresarios y adinerados que podía conocer, solo porque le interesaba ser presentada frente a personas de la alta sociedad—. Agregó con ojos enrojecidos de la rabia que le causa recordar y ella tembló sintiendo como un nudo se formaba en su pecho, no porque sintiera ganas de llorar
—Eh amigo, solo de este modo podrías acordarte de mí—. Este fue el modo de saludar de Hugo, el mejor amigo de Maximiliano, que en cuanto lo vio llegar a su lado se levantó y le dio un abrazo.Maximiliano lo había invitado para que se tomaran unos cuantos tragos y Hugo fue el primero en llegar al bar.—Deja de quejarte, que para reclamos parecidos a esos tengo a la insoportable de Chiara— bromeó Maximiliano respondiendo al saludo de su amigo y ambos rieron chistosos.—Tienes razón, no sé cómo la soportas— expuso mientras Maximiliano se acomodaba y pedía su trago al camarero.—Ni yo en realidad sé cómo lo hago — concordó, pero a pesar de la risa y la charla dinámica, Hugo pudo notar que su amigo no estaba bien.—Después que Emiliano llegó a tu vida nunca me has llamado para invitarme a un trago, siempre que me buscas es para investigar o hacer algún trabajo, sé que no estás bien, ¿dime que te sucede? — inquirió un poco preocupado.—Tienes razón, me conoces bien, te invité porque sentí q
Oliver sentía que estaba siendo estúpido, el baile había empezado y él no sabía qué lógica darle a la dichosa fiesta, ya que muchos de los invitados les preguntaban qué a que se debía la celebración, pero simplemente sonreía y les entregaba unas máscaras que había preparado exquisitamente para cada convidado, por pedido de Isabella, debido a que ella no quería verse obligada a ser la única que debe de cubrir su rostro como tuvo que hacerlo en la fiesta de Maximiliano.—Nunca he hecho nada por nadie y me siento como perro mandado por su dueño— rezongó Oliver en voz baja, odiando estar parado en la entrada del club dándole el debido recibimiento a las personas que ha invitado, sin embargo, su enfado desapareció cuando vio llegar a Isabella que venía luciendo un vestido rojo sangre con corte de sirena, una v en el pecho y una apertura en la pierna derecha, con un moño bien peinado de medio lado, pendientes dorados como los otros accesorios y zapatos de tacones altos y una máscara negra q
Los labios de Isabella seguían entreabiertos recibiendo ansiosos cada caricia y la consistencia de ese beso que se había vuelto fogoso le llenaba de morbo y la trasladaba a los recuerdos del pasado de ambos; de los momentos fascinantes que pasaban juntos. Ella colocó sus brazos alrededor de su cuello y él seguía con las manos a la altura de su espalda baja, extendiendo sus palmas para presionar un poco esa zona; se besaban despacio y sin prisa, queriéndose percibir uno al otro, sintiendo ella la humedad de su boca sobre sus labios a medida que sus manos alcanzaron a acariciar el nacimiento de su cabello, mientras que sus brazos la aprisionaban con mucha fuerza.Isabella, sin detenerse a pensarlo, se dejaba querer, por esas manos suaves que recorrían su espalda bajando y subiendo a medida que la intensidad iba en aumento y respirar, se le estaba convirtiendo en una necesidad que no podía ignorar, sin embargo, no se alejó hasta que se quedó sin aliento porque ese beso fue como una llama
La risa de los chicos que lo rodeaban provocó que David se sintiera enfado al creerse humillado, ya que Isabella estaba abrazando a otro hombre justo cuando él acababa de afirmar que ella estaría en su cama. El chico que nunca ha sido despreciado sintió que estaba a punto de explotar de la rabia y con dientes apretados se acercó a Blas Sued su abuelo quien estaba compartiendo con unos viejos conocidos, todos grandes pioneros en el mundo empresarial que tienen fortunas tan cuantiosas como la suya.—Abuelo, necesito hablarte— lo interrumpió el muchacho y el anciano alejó el habano de sus labios con mucho fastidio odiando al joven imprudente.—¡Nunca aprenderás muchacho lerdo! — protestó irritado mostrando una mirada aterradora, el viejo causa el pánico en ellos a pesar de ser unos hombres sus nietos le temen porque el hombre es cruel.—Lo siento abuelo, pero me siento avergonzado, y siempre has dicho que no permita que ninguna persona me quite algo que sea de mi interés—. Blas alzó las
Angustiada, desesperada y sin saber qué hacer para que Maximiliana se pudiera tranquilizar y de ese modo redujera un poquito la velocidad a Isabella los nervios le hicieron llorar; aunque no era su propósito hacerlo por más asustada que estuviera, ya que pensaba que llorar es un signo de debilidad que antes mostraba y que ahora no está dispuesta a dejar que nadie vea, pero lamentablemente una cosa eran sus deseos y otra es a la que la circunstancia la está obligando.—Te pedí que te detengas— manifestó con voz rota y Maximiliano al verla tan mal redujo al punto de poner el millero del coche a 60 por hora.«Se asustó», pensó sintiendo un deje de culpa por actuar de manera impulsiva y aunque sintió la necesidad de pedir disculpa su ego de macho herido no lo dejó pronunciar una sola palabra debido a que piensa que ella merece eso que está sucediendo y más.Pronto habían llegado al edificio en el que está el departamento de Isabella y cuando Isabella se bajó del coche Maximiliano fue rápi