Los labios de Isabella seguían entreabiertos recibiendo ansiosos cada caricia y la consistencia de ese beso que se había vuelto fogoso le llenaba de morbo y la trasladaba a los recuerdos del pasado de ambos; de los momentos fascinantes que pasaban juntos. Ella colocó sus brazos alrededor de su cuello y él seguía con las manos a la altura de su espalda baja, extendiendo sus palmas para presionar un poco esa zona; se besaban despacio y sin prisa, queriéndose percibir uno al otro, sintiendo ella la humedad de su boca sobre sus labios a medida que sus manos alcanzaron a acariciar el nacimiento de su cabello, mientras que sus brazos la aprisionaban con mucha fuerza.Isabella, sin detenerse a pensarlo, se dejaba querer, por esas manos suaves que recorrían su espalda bajando y subiendo a medida que la intensidad iba en aumento y respirar, se le estaba convirtiendo en una necesidad que no podía ignorar, sin embargo, no se alejó hasta que se quedó sin aliento porque ese beso fue como una llama
La risa de los chicos que lo rodeaban provocó que David se sintiera enfado al creerse humillado, ya que Isabella estaba abrazando a otro hombre justo cuando él acababa de afirmar que ella estaría en su cama. El chico que nunca ha sido despreciado sintió que estaba a punto de explotar de la rabia y con dientes apretados se acercó a Blas Sued su abuelo quien estaba compartiendo con unos viejos conocidos, todos grandes pioneros en el mundo empresarial que tienen fortunas tan cuantiosas como la suya.—Abuelo, necesito hablarte— lo interrumpió el muchacho y el anciano alejó el habano de sus labios con mucho fastidio odiando al joven imprudente.—¡Nunca aprenderás muchacho lerdo! — protestó irritado mostrando una mirada aterradora, el viejo causa el pánico en ellos a pesar de ser unos hombres sus nietos le temen porque el hombre es cruel.—Lo siento abuelo, pero me siento avergonzado, y siempre has dicho que no permita que ninguna persona me quite algo que sea de mi interés—. Blas alzó las
Angustiada, desesperada y sin saber qué hacer para que Maximiliana se pudiera tranquilizar y de ese modo redujera un poquito la velocidad a Isabella los nervios le hicieron llorar; aunque no era su propósito hacerlo por más asustada que estuviera, ya que pensaba que llorar es un signo de debilidad que antes mostraba y que ahora no está dispuesta a dejar que nadie vea, pero lamentablemente una cosa eran sus deseos y otra es a la que la circunstancia la está obligando.—Te pedí que te detengas— manifestó con voz rota y Maximiliano al verla tan mal redujo al punto de poner el millero del coche a 60 por hora.«Se asustó», pensó sintiendo un deje de culpa por actuar de manera impulsiva y aunque sintió la necesidad de pedir disculpa su ego de macho herido no lo dejó pronunciar una sola palabra debido a que piensa que ella merece eso que está sucediendo y más.Pronto habían llegado al edificio en el que está el departamento de Isabella y cuando Isabella se bajó del coche Maximiliano fue rápi
Sí antes Maximiliano creía que había sido engañado por Isabella, ahora lo que verdaderamente sentía es que fue burlado y por más que le exigió que desmintiera que ella no es la prometida que ha dicho Oliver, ella lo ignoró.—Dime que todo es un invento de este…— demandó a medida que señalaba a Oliver, y se mordió la lengua para no llamarlo de manera insultante.«Oliver ya sabe quién soy realmente, debo hablarle para que entienda por qué decidí ocultar mi identidad», analizaba Isabella evadiendo las reclamaciones de Maximiliano y sin pensarlo dos veces agarró el antebrazo izquierdo de Oliver y lo sacó del departamento.Se retiraron dejando a Maximiliano con la furia haciendo ebullición dentro de su torrente sanguíneo, tan enfadado estaba que una vena se le alteró en la frente y los ojos se le pusieron sumamente rojos.—¡No soy más que un maldito chiste para ella! — rezongó histérico y Emiliano fue llevado a la habitación por la niñera que también estaba expectante de todo allí.Oliver
Isabella no regresó al departamento, puesto que ahora tenía otra preocupación sumada a la que ya le atormenta y es que no quiere ser producto de un nuevo cotilleo de la prensa amarillista. No pasó mucho cuando vio a Oliver que se aproximaba, y al contrario de lo que esperaba, él llegó muy calmado y sin el rostro sudado, pero sobre todo sin gesto de enfado o irritación.—¿Lo atrapaste? — le preguntó con inquietud y Oliver desvió la mirada antes de responder.—No pude, me fue imposible hacerlo— respondió a la vez que sentía un poco de remordimiento y recordó cómo lo atrapó:—Señor blanco, le juro que no estaba detrás de usted— le explicó el paparazzi en el momento que Oliver lo tenía agarrado por la solapa de la camisa.—Sabes que te puedo demandar, ¿cierto? — le dijo amenazante y el hombre asintió con movimientos de cabeza agitados.—Sí, pero repito, no estaba buscando ninguna noticia sobre usted, a quien estoy siguiendo es a Maximiliano Gil— le volvió a explicar con preocupación, ya q
A Isabella el silencio la estaba aturdiendo y una opresión en su pecho le dificultaba poder respirar cada vez que miraba a su alrededor notando como todo le parecía vacío a pesar de no estarlo.—¡Qué ironía! —. Se echó a reír con amargura por su propia contradicción y volvió a decir:—Porque debo sentir tristeza si me encanta mi privacidad y con Maximiliano y su hijo invadiendo mi espacio no me sentía bien— se animaba a sí misma a ignorar su propio sentir. Soltó un suspiro a medida que regresaba a su habitación con el plan de descansar como le dijo a Oliver, pero al ingresar esta vez vio algo sobre su cama que hace rato pasó por alto y es que había un álbum fotográfico.—¿Será que Emiliano lo ha dejado para mí?— preguntó a la nada suponiendo que el único que podría hacer un gesto tan bonito sería el pequeño que la adora.—Definitivamente, él es un niño especial— musitó viendo el lado de la cama en el que solía dormir el infante que casi todas las noches a medida que se quedaba dormido
Chiara escuchó un silencio mudo que la hizo sentir desesperada y rabió porque no le gusta que se queden callados cuando pide algo, ya que únicamente necesitaba escuchar un "sí" por parte de ese periodista que ha hecho muchísimos trabajos para ella.«¿¡Cómo se atreve este idiota!?», farfulló entre dientes tras sentirse ignorada.—Señorita Lorenzo, esta vez no puedo hacer lo que me pide —. Se negó el paparazzi mientras recordaba la amenaza que le había hecho Oliver y sabiendo que con la influencia que posee Oliver podría lograr que le tachen su hoja de vida; algo que le llena de horror porque no podría conseguir un empleo más, razón por la que estaba decidido a que no haría un solo trabajo más que Chiara le pidiera, aunque le diera cambio un millón de dólares.Los dientes apretados de Chiara crujieron de la rabia tan grande que sintió al escuchar esa negativa. —¡¿Por qué no?!—gruñó histérica porque si hay algo que odia es que no hagan lo que solicita, sintiendo que todos le deben obedi
Minutos después:Isabella se encontraba entrando al coche de Oliver que esperaba por ella en el parqueo subterráneo del edificio en el que vive para no ser captado por cualquier periodista que estuviera cerca.—Buenos días, señorita famosa ¿Has dormido bien?— bromeó Oliver al mismo tiempo que le hacía entrega de un café americano.Ella lo tomó con recelo y sin darse un trago lo miró al mismo tiempo que se mordía el labio inferior con mucha sutileza.—Oliver…— lo llamó y él detuvo el auto y giró el rostro para verla.— Te aprecio, de verdad lo hago, incluso te agradezco muchísimo por cuidar de mí cuando nadie más lo hizo, desde que me conociste sin importar qué, has sido incondicional, antes como Caroline y ahora como Isabella, pero no me gustó la manera en la que me hablaste hace un momento, ya no quiero que me estén dictando que hacer o me regañen, quiero romper ese círculo porque Blas lo hacía y Maximiliano por igual, aprovechándose de mis debilidades y eso me hizo sentir torpe por