Alaia estaba completamente concentrada en su trabajo.
Diagnosticaba a los miembros de la manada uno por uno, anotaba cada detalle en su iPad, manteniendo la calma mientras su mente siempre estaba alerta, buscando alguna pista que pudiera llevarla a su hijo perdido. El bullicio del día pasaba a su alrededor, pero para ella todo era secundario. Cada examen, cada conversación era un paso más hacia su venganza y hacia la verdad que tanto necesitaba descubrir. Había terminado de revisar a uno de los guerreros cuando escuchó un murmullo en la habitación contigua. Su cuerpo se tensó ligeramente, pero continuó su trabajo, esperando a que el siguiente paciente entrara en la sala. Cuando la puerta se abrió, Alaia sintió un cambio en el ambiente. Levantó la vista y se encontró con un hombre alto y de aspecto imponente, con ojos de un azul profundo que parecían atravesarla. Su respiración se entrecortó, y sus manos temblaron ligeramente. ¿Por qué ese hombre se encontraba justamente allí? ¿Qué pretendía? —Li… Alfa Liam —murmuró con reverencia, inclinando la cabeza a modo de respeto—. ¿En qué… puedo servirle? Tenía que ser respetuosa con él, aunque por dentro tenía ganas de arrancarle la cabeza. El hombre arqueó una ceja, y una pequeña sonrisa curvó sus labios, llena de diversión. —Tú debes ser la nueva médica —dijo con una voz calmada pero intrigada. Alaia estuvo a punto de fruncir el ceño, pero en cambio lo miró, perpleja. ¿Qué estaba tramando? ¿Intentaba burlarse de ella? —Alfa Liam —dijo Alaia con tono intrigado, tragando saliva—. Soy la doctora Grayson, creo que nos vimos el otro día, señor. El hombre la miró con más interés, dejando escapar una ligera risa que hizo que Alaia sintiera una mezcla de confusión e irritación. ¿Qué le pasaba? —Me temo que hay un malentendido aquí —dijo él, todavía con una chispa divertida en sus ojos—. No soy Liam. Soy Nolan Ryker. Alaia lo miró con escepticismo, ladeando la cabeza con la confusión teñida en el rostro. ¿Por qué Liam intentaba hacerse pasar por otra persona? —¿Nolan? —repitió con incredulidad—. Alfa Liam, la verdad no entiendo qué está ocurriendo, pero… Él soltó una risa más profunda que interrumpió lo que decía, claramente disfrutando del desconcierto de Alaia. Justo en ese momento alguien llamó a la puerta, y antes de que ella pudiera procesarlo, la figura familiar de Liam apareció en el umbral. Su expresión era seria, casi desconcertada al ver la escena frente a él. —¿Qué está pasando aquí? —preguntó Liam, con los ojos fijos en su hermano gemelo. Alaia giró rápidamente su mirada entre los dos hombres, sus ojos se abrieron con asombro y una exclamación suave escapó de sus labios. Allí estaba Liam, el mismo hombre que había destruido su vida, y frente a él, el hombre que hasta hace segundos había jurado que era él. Pero ahora... todo tenía sentido. Había un gemelo, un hermano que ella nunca había conocido. —Te lo dije —dijo Nolan con una sonrisa pícara, observando cómo Alaia luchaba por asimilar la verdad—. No soy Liam. Alaia se quedó sin palabras, y por un momento, simplemente los miró a ambos, con su mente trabajando frenéticamente. El silencio entre ellos se hizo más pesado hasta que Liam lo rompió con un tono tenso. —¿Qué estás haciendo aquí, Nolan? —preguntó, manteniendo su mirada fija en su hermano, pero claramente incómodo con la familiaridad que había visto entre él y Alaia. —Solo estaba conociendo a la nueva médica —respondió Nolan, con una calma que contrastaba con la tensión en la habitación—. Me dijeron que era muy hermosa y quise comprobarlo con mis propios ojos. Alaia sintió que sus mejillas se coloreaban un poco por sus palabras, aunque su mente seguía procesando lo que veían sus ojos, y por un momento solo se les quedó mirando fijamente. La mandíbula de Liam estaba apretada, pero sus ojos regresaron a la doctora, observándola con una mezcla de curiosidad y una pizca de posesión. Desde que la había visto por primera vez no había podido sacarla de su mente. Había algo en ella, algo que lo atraía irremediablemente, a pesar de estar casado con Agnes, su Luna. Alaia podía sentir la incomodidad de la situación. Liam no sabía quién era realmente. No sabía que ella era la misma mujer a la que había engañado y humillado años atrás. Para él, ella era simplemente la nueva médica, pero no podía evitar sentir la fuerza de su atracción hacia ella, una que lo desconcertaba y lo hacía sentirse traicionado por su propio cuerpo. —Ala... doctora Grayson —dijo Liam, esforzándose por mantener un tono formal, aunque su mirada delataba su interés—. Espero que estés disfrutando de tu nuevo puesto. —Lo estoy, gracias Alfa —respondió ella con tono respetuoso, esbozando una sonrisa—. Me siento honrada de tener su visita en mi consultorio. El ambiente en la habitación estaba lleno de emociones sin resolver. Nolan fue el primero en romper el silencio, sonriendo ligeramente mientras miraba a su hermano. —Deberíamos hablar, Liam. En privado. Este asintió lentamente, aunque su expresión dejaba claro que no estaba completamente cómodo con la situación. —Por supuesto, hermano. Enseguida. Nolan miró una vez más a Alaia antes de girarse para salir de la habitación. Sus ojos la observaron con una intensidad que la dejó ligeramente inquieta, como si estuviera evaluando algo mucho más profundo que solo su capacidad médica. —Hasta pronto, Alaia —dijo con una sonrisa tranquila antes de cerrar la puerta detrás de él, siendo correspondido por ella. —Nos veremos luego, doctora —fue lo único que dijo Liam antes de seguir a su hermano fuera de la habitación, dejándola sola una vez más. Alaia exhaló profundamente, sentándose pesadamente en su silla. La situación se había vuelto mucho más complicada de lo que había anticipado. Nolan la había desconcertado, y a pesar de tener que fingir cordialidad ante Liam, esa situación del gemelo no hacía más que añadir una capa adicional de peligro a su misión. Dos hombres poderosos la observaban de cerca, pero ella tenía su propio plan en marcha y no descansaría hasta que lo viera cumplido. Mientras su mente procesaba la escena reciente, Alaia no podía evitar sentir que el juego de poder acababa de empezar. La sonrisa y expresión alegre y relajada de su rostro se borró lentamente, para darle paso a una de odio y seriedad. Tomó un cuenco y comenzó a mezclar algunas hierbas con una sonrisa astuta en su rostro. —Poco a poco… uno a uno caerá en la trampa que he entretejido todos estos años —habló para sí misma, confiada—. Y luego… el jaque mate será para ti, Alfa Liam.Alaia permanecía atrapada en una incómoda dinámica con los hermanos Ryker, enredada en un pasado que ni Nolan ni Liam entendían completamente, mientras ella mantenía una fachada impenetrable de profesionalismo. La revelación de que Liam tenía un hermano gemelo la había dejado perpleja. ¿Cómo era posible que nunca hubiera escuchado sobre Nolan durante los años que estuvo involucrada con Liam? Reflexionando, se dio cuenta de que, cuando llegó a la manada, Nolan estaba tan absorto en sus estudios que apenas era mencionado. Después, partió al extranjero para estudiar medicina. La conexión entre ambos hermanos había permanecido desconocida para ella hasta ahora.Se levantó de su escritorio, decidida. Si algo había aprendido durante los últimos años era que la vida estaba llena de sorpresas, pero que debías seguir adelante y adaptarte a las circunstancias. Había trabajado meticulosamente para infiltrarse en la manada y destruirla desde adentro y ese encuentro con los hermanos Ryker era
Alaia estaba sentada en su pequeño consultorio, el aire estaba impregnado del olor de hierbas secas y fórmulas recién preparadas. Se había decidido a concentrarse en su trabajo, y a olvidar la desconcertante visita el día anterior de Nolan y la chica escandalosa que lo había acompañado.Con cada mezcla que agitaba, trataba de ignorar la agitación interna que la carcomía. "Tienes que enfocarte", se repetía a sí misma, aunque su mente la traicionaba constantemente.Esa misma mañana, una de las enfermeras le había mencionado algo que no podía quitarse de la cabeza.—Es extraño —había dicho la enfermera mientras arreglaba unas vendas—, el hijo del Alfa no se parece a su Luna, Agnes. Tiene los ojos de un verde agua, pero el Alfa tiene los ojos azules y Agnes los tiene color miel. No sabemos a quién se parece.Esa información hizo que Alaia apretara los puños bajo la mesa. "Debo encontrar la manera de ver a ese niño", pensó.Si ese niño era realmente suyo, no descansaría hasta recuperarl
Liam claramente estaba coqueteando con ella, y Alaia supo que debía andar con cuidado si quería que sus planes marcharan a la perfección.Esa seducción podría ser un arma de doble filo, así que debía saber cómo usar sus atributos para tenerlo comiendo de su mano muy pronto.—Planeo ser discreto, Alaia —le susurró Liam, con esa voz que antes la había hecho ceder. Se inclinó hacia ella con un brillo en los ojos—. Solo quiero saber cómo te sientes respecto a mí.Ese comentario la hizo hervir por dentro. ¿Cómo se sentía? Rabia y desprecio eran lo único que sentía hacia él. Sin embargo, Alaia sabía que mostrar sus verdaderos sentimientos no era parte de su plan. Entonces, con un esfuerzo sobrehumano, sonrió tímidamente.Esa sonrisa volvió loco a Liam. Podía verlo en la intensidad de su mirada, en cómo su cuerpo se inclinaba peligrosamente hacia ella, buscando contacto. Él intentó acercarse más, pero Alaia lo detuvo suavemente, colocando una mano firme en su pecho.—Alfa Liam... —dijo en
Liam llevaba horas dando vueltas en la cama, incapaz de encontrar descanso. Los pensamientos de Alaia invadían su mente, haciéndole imposible relajarse. Trataba de imaginar qué estaría haciendo en su consultorio y por qué no había aceptado su invitación a almorzar. “Quizás debería ir a verla en persona”, pensó, esbozando una sonrisa.—¿En qué piensas? —La voz de Agnes, su esposa, lo sorprendió.Liam se giró para encontrarla observándolo con una ceja arqueada, claramente intrigada por la sonrisa que había adornado su rostro hacía un momento.—Oh, no es nada —dijo, tratando de sonar despreocupado—. Simplemente estoy pensando en lo bien que están yendo las cosas en la manada. Es motivo suficiente para estar contento, ¿no crees?Agnes lo miró con escepticismo, pero una sonrisa coqueta se extendió por su rostro mientras se deslizaba más cerca de él en la cama.—Si estás de tan buen humor, tal vez deberíamos aprovecharlo y buscar a nuestro segundo hijo —sugirió, acariciando suavemente el
El murmullo en el restaurante se apagó de pronto. Alaia mantuvo su expresión serena, aunque por dentro podía sentir el nudo de tensión que se formaba en su estómago. La sorpresa inicial de Liam fue reemplazada rápidamente por una seriedad que tensó los músculos de su mandíbula, dándole un aspecto aún más rígido y autoritario.Agnes, su esposa, estaba de pie a pocos pasos de la mesa. Sus brazos se apoyaban firmemente en sus caderas, y sus ojos verdes, cargados de una acusación silenciosa, iban de su marido a Alaia con una intensidad casi feroz. La tensión era palpable, un hilo tirante que amenazaba con romperse en cualquier momento.—¿Qué estás haciendo aquí, Agnes? —preguntó Liam con voz grave, tratando de mantener un tono calmado que ocultaba su irritación.Agnes esbozó una sonrisa irónica, sin ningún rastro de humor en sus labios.—Había venido a comer con unas amigas —respondió, enfatizando cada palabra con una clara ironía—, y me encuentro con la desagradable sorpresa de ver a m
Sally, la hija de Alaia, entró corriendo, rompiendo la tensión que había llenado la sala.—Doctora Grayson, la niñera tuvo una emergencia familiar y trajo a Sally antes de tiempo —explicó la enfermera, lanzando una mirada curiosa a Nolan antes de salir de la habitación.Alaia respiró profundamente, agradecida por la interrupción. Se inclinó para levantar a Sally en brazos, su pequeña hija era su recordatorio constante del por qué estaba haciendo todo esto. Besó la frente de Sally y la abrazó con fuerza.Nolan se enderezó, sintiendo su interés despertando por la aparición de la niña.—Así que esta es tu hija, Alaia. Es adorable —el tono de Nolan cambió a uno más suave y animado, pero ella no se dejó engañar por su aparente simpatía.—Gracias, doctor Nolan. Ahora, si me disculpa, tengo que atender a mi hija —dijo con firmeza, indicándole que la conversación había terminado.—Mami… —la niña se removió un poco y Alaia la dejó en el suelo.Nolan observó a la pequeña con una sonrisa dibuja
Alaia notó de inmediato la tensión que se respiraba en el aire. Los gemelos Ryker se observaban como dos lobos a punto de pelear por el territorio. El ceño fruncido de Liam era evidente, y la postura relajada de Nolan demostraba seguridad, como si supiera que podía ganar eso con los ojos vendados.Para calmar el ambiente, Alaia decidió intervenir.—El doctor Nolan no me molesta —dijo, alzando un poco la voz para captar la atención de ambos hombres—. Solo estábamos hablando de tratamientos para la gente de la manada y de otros diagnósticos importantes.Su tono era profesional, casi frío, mientras mantenía su mirada en los papeles sobre su escritorio. Nolan la miró con curiosidad, percibiendo un trasfondo en sus palabras. Era como si quisiera asegurarse de que Liam no pensara que él tenía un interés más personal en ella. Aquello le dio qué pensar. ¿Podría ser que su hermano tuviera un interés especial en Alaia? ¿Qué había de ella? Quizás le estaba dando alas.La idea lo inquietó. Nol
El parque estaba tranquilo en esa tarde otoñal, con los últimos rayos de sol bañando de dorado las hojas que caían suavemente de los árboles. Alaia y Liam caminaban por un sendero, sus pasos estaban acompañados por el crujido de las hojas bajo sus pies. Conversaban con naturalidad, compartiendo intereses comunes, aunque la mente de Alaia estaba lejos de la conversación.—Pronto llevaré a mi hijo a tu consultorio para sus exámenes de rutina —dijo Liam, rompiendo el hilo de sus pensamientos.El corazón de Alaia se aceleró de inmediato. La posibilidad de ver a ese niño, de tenerlo cerca, la llenaba de una mezcla de emoción y angustia. Desde que había descubierto que ese pequeño podría ser suyo, su objetivo había sido claro: lo recuperaría, sin importar el costo. Sin embargo, la presencia de Nolan y las emociones contradictorias que despertaba en ella complicaban todo.Liam la observó de reojo, notando la leve distracción en su mirada.—¿Te preocupan los rumores sobre nosotros? —pregunt