El murmullo en el restaurante se apagó de pronto. Alaia mantuvo su expresión serena, aunque por dentro podía sentir el nudo de tensión que se formaba en su estómago. La sorpresa inicial de Liam fue reemplazada rápidamente por una seriedad que tensó los músculos de su mandíbula, dándole un aspecto aún más rígido y autoritario.Agnes, su esposa, estaba de pie a pocos pasos de la mesa. Sus brazos se apoyaban firmemente en sus caderas, y sus ojos verdes, cargados de una acusación silenciosa, iban de su marido a Alaia con una intensidad casi feroz. La tensión era palpable, un hilo tirante que amenazaba con romperse en cualquier momento.—¿Qué estás haciendo aquí, Agnes? —preguntó Liam con voz grave, tratando de mantener un tono calmado que ocultaba su irritación.Agnes esbozó una sonrisa irónica, sin ningún rastro de humor en sus labios.—Había venido a comer con unas amigas —respondió, enfatizando cada palabra con una clara ironía—, y me encuentro con la desagradable sorpresa de ver a m
Sally, la hija de Alaia, entró corriendo, rompiendo la tensión que había llenado la sala.—Doctora Grayson, la niñera tuvo una emergencia familiar y trajo a Sally antes de tiempo —explicó la enfermera, lanzando una mirada curiosa a Nolan antes de salir de la habitación.Alaia respiró profundamente, agradecida por la interrupción. Se inclinó para levantar a Sally en brazos, su pequeña hija era su recordatorio constante del por qué estaba haciendo todo esto. Besó la frente de Sally y la abrazó con fuerza.Nolan se enderezó, sintiendo su interés despertando por la aparición de la niña.—Así que esta es tu hija, Alaia. Es adorable —el tono de Nolan cambió a uno más suave y animado, pero ella no se dejó engañar por su aparente simpatía.—Gracias, doctor Nolan. Ahora, si me disculpa, tengo que atender a mi hija —dijo con firmeza, indicándole que la conversación había terminado.—Mami… —la niña se removió un poco y Alaia la dejó en el suelo.Nolan observó a la pequeña con una sonrisa dibuja
Alaia notó de inmediato la tensión que se respiraba en el aire. Los gemelos Ryker se observaban como dos lobos a punto de pelear por el territorio. El ceño fruncido de Liam era evidente, y la postura relajada de Nolan demostraba seguridad, como si supiera que podía ganar eso con los ojos vendados.Para calmar el ambiente, Alaia decidió intervenir.—El doctor Nolan no me molesta —dijo, alzando un poco la voz para captar la atención de ambos hombres—. Solo estábamos hablando de tratamientos para la gente de la manada y de otros diagnósticos importantes.Su tono era profesional, casi frío, mientras mantenía su mirada en los papeles sobre su escritorio. Nolan la miró con curiosidad, percibiendo un trasfondo en sus palabras. Era como si quisiera asegurarse de que Liam no pensara que él tenía un interés más personal en ella. Aquello le dio qué pensar. ¿Podría ser que su hermano tuviera un interés especial en Alaia? ¿Qué había de ella? Quizás le estaba dando alas.La idea lo inquietó. Nol
El parque estaba tranquilo en esa tarde otoñal, con los últimos rayos de sol bañando de dorado las hojas que caían suavemente de los árboles. Alaia y Liam caminaban por un sendero, sus pasos estaban acompañados por el crujido de las hojas bajo sus pies. Conversaban con naturalidad, compartiendo intereses comunes, aunque la mente de Alaia estaba lejos de la conversación.—Pronto llevaré a mi hijo a tu consultorio para sus exámenes de rutina —dijo Liam, rompiendo el hilo de sus pensamientos.El corazón de Alaia se aceleró de inmediato. La posibilidad de ver a ese niño, de tenerlo cerca, la llenaba de una mezcla de emoción y angustia. Desde que había descubierto que ese pequeño podría ser suyo, su objetivo había sido claro: lo recuperaría, sin importar el costo. Sin embargo, la presencia de Nolan y las emociones contradictorias que despertaba en ella complicaban todo.Liam la observó de reojo, notando la leve distracción en su mirada.—¿Te preocupan los rumores sobre nosotros? —pregunt
Cuando Liam entró en la casa, la luz de la luna se filtraba por las cortinas. Sin perder un segundo, buscó a su esposa y la encontró en el sofá, leyendo tranquilamente.Sin mediar palabras, la tomó por la cintura y comenzó a besarla con una pasión frenética. Agnes, sorprendida al principio, respondió rápidamente a su ardor. —Liam... —susurró contra sus labios, sonriendo con el repentino interés de su marido—. ¿Qué te ha dado?Él no respondió, solo intensificó sus caricias. Sus manos recorrieron el cuerpo de Agnes con urgencia, pero en su mente, no era su esposa a quien veía. La imagen de Alaia con las mejillas sonrojadas, los labios entreabiertos y aquella expresión de pudor, ocupaba todos sus pensamientos. Sentía que su pantalón apretaba cada vez más, con la necesidad de liberarse casi dolorosa. "Quiero más... necesito verla rendirse ante mí," pensó, mientras se despojaba de la ropa con rapidez. Agnes jadeó, dejándose llevar por el deseo palpable en los movimientos de su esposo.
La tensión en el ambiente era palpable luego de que Liam se llevara a Agnes, casi arrastrándola.A su alrededor, los murmullos comenzaron a levantarse como una marea imparable. Las personas presentes no podían contenerse; las especulaciones y comentarios se dispersaban rápidamente entre la multitud, como fuego avivado por el viento.—¿Viste eso? Nunca pensé que la luna Agnes fuera capaz de algo así —susurró una mujer de mediana edad a su compañero, quien asintió con preocupación.—Es imposible. La doctora Grayson es muy dedicada a su trabajo. No puedo creer que haya sido atacada de esa manera —agregó otro hombre con incredulidad, mientras sus ojos seguían el rastro que había dejado el enfrentamiento.Alaia, por su parte, se veía realmente indefensa. La piel de su rostro, habitualmente radiante, estaba pálida, y sus ojos mostraban una vulnerabilidad que conmovió a quienes la rodeaban. Muchos se preguntaban qué le había pasado a su Luna, cómo alguien tan poderosa y respetada como Agnes
El sol comenzaba a salir cuando Liam llegó a la manada con Logan a su lado, un niño que irradiaba energía y curiosidad por el mundo que lo rodeaba. Sin embargo, su llegada no estuvo exenta de tensión. Agnes caminaba de un lado a otro, rígida y con los labios apretados. No estaba de acuerdo con que Logan fuera visto por la médica de la manada, Alaia, y no había dejado de hacer comentarios sobre eso desde que Liam había mencionado la visita.—No confío en esa mujer —gruñó Agnes mientras caminaban hacia la clínica—. No quiero que Logan esté cerca de ella.Liam suspiró, visiblemente cansado de la conversación. Había intentado razonar con Agnes desde que regresaron, pero ella no cedía.—Ya basta, Agnes. —Su voz fue firme, pero no alzó el tono—. Alaia es la médica oficial de la manada, la mejor que tenemos. Logan necesita un chequeo, y no voy a discutir esto más. Tus celos y paranoia no pueden interferir en esto.Agnes apretó los labios, sabiendo que estaba perdiendo la discusión. Sin emba
Alaia abrió la puerta con una expresión neutral, aunque su interior estaba lejos de esa calma fingida. Al otro lado, Nolan la miraba fijamente, con el ceño ligeramente fruncido. Intentaba descifrar algo en su rostro, alguna pista de lo que le estaba ocurriendo. Alaia se había secado las lágrimas antes de abrir, pero su nariz roja y los ojos ligeramente hinchados la delataban.—¿Estás bien? —preguntó Nolan con suavidad, sin apartar la mirada de ella.—Sí —respondió ella rápidamente, apartando la vista para evitar que viera más allá de esa respuesta superficial.El silencio se hizo incómodo por un instante. Alaia cerró la puerta con un leve golpe y se dirigió hacia su escritorio para recoger sus cosas, evitando la mirada insistente de Nolan.—Es hora de volver a casa —dijo mientras agarraba su abrigo, evitando cualquier otro comentario que pudiera prolongar la conversación.Nolan, sin embargo, no se movió. Ladeó la cabeza ligeramente y la observó con detenimiento.—Puedo llevarte si qu