Alaia sintió cómo el estómago se le encogía, pero se obligó a mantener una fachada impasible. Frunció levemente el ceño, disimulando cualquier nerviosismo. —No, Nolan. Solo lo conozco desde que llegué a la manada —respondió con calma. Este la miró fijamente por unos segundos, evaluando cada palabra que salía de sus labios. No quería admitir en voz alta la sospecha que lo atormentaba: que su propio gemelo podría estar interesado en ella también. —Me pareció que... —se interrumpió, mordiéndose el interior de la mejilla. No era momento para sus celos. Finalmente, carraspeó y desvió la mirada. —Debemos tener cuidado a partir de ahora. Sobre todo con Agnes y Liam. No quiero que interfieran en nuestros planes. —De acuerdo —respondió Alaia, con la misma serenidad calculada. Ambos se despidieron, conscientes de que la situación se volvía cada vez más peligrosa, con secretos que amenazaban con salir a la luz en cualquier momento. *** Liam caminaba a grandes zancadas, sus pasos resonaba
Las palabras de Liam impactaron a Agnes como una bofetada. Su rostro palideció y sus manos temblaron, pero trató de mantener la compostura.—Soy tu Luna —espetó, con la mandíbula tensa—. Soy tu esposa, y como tal, tengo el derecho de preocuparme por tu bienestar y el de nuestra manada.—Conque eres mi Luna, ¿eh? —su tono era ácido—. Entonces dime, ¿dónde está el hijo que debías darme? Porque ambos sabemos bien que Logan no es tu hijo biológico. Agnes quedó congelada, su boca se abrió, pero no salió sonido alguno. La acusación la dejó sin aliento.—Liam, por favor, entiende...—¡No quiero entender nada! —gritó, acercándose aún más. Su voz estaba llena de desprecio—. En seis años, no me has dado un heredero. Si no cumples con tu deber de esposa y madre pronto, todo lo que hay aquí será para Logan. Y créeme, no querrás eso.Agnes intentó justificar el por qué no había podido concebir, pero sus palabras se enredaban en la furia de Liam.—¡El estrés! —gritó ella—. Desde que esa mujer lleg
—¿Estás celosa? —dijo con tono inquisitivo.Ella rió sin humor por su pregunta, rodando los ojos sin poderlo evitar.—¿Yo? —su tono era de incredulidad—. ¿Qué tengo yo que celarle a ese fósforo con tetas postizas? La comparación le causó gracia a Nolan, quien esbozó una pequeña sonrisa y la miró fijamente para intentar ver más allá de esa dura fachada que colocaba.—¿Segura? —alzó una ceja.—Completamente —carraspeó ella, alejándose un paso.Alaia miró fijamente a Nolan, sintiendo el peso de su mirada en ella. Era incómodo, casi asfixiante.—He rechazado sus coqueteos muchas veces —Nolan suspiró—. Lucía no entiende límites. La he rechazado muchas veces, y aun así sigue insistiendo. Esto ya pasó de los límites. No iba a permitir que siguiera...Alaia sintió una punzada en su pecho al escuchar eso y una duda comenzó a formarse en su mente. "¿Y qué hay de esos momentos en los que Nolan coqueteaba conmigo?" pensó. "¿Fueron solo un juego? ¿O acaso fue otra forma de manipularme?”—Está b
Lucía llegó a la casa con paso firme. Hacía años que no veía a aquel hombre, pero sabía que no tendría más opción. Tocó la puerta y, al abrirse, se encontró con los ojos oscuros de él, quien la escaneó de arriba a abajo con una mirada apreciativa.—Vaya, tan preciosa como siempre —saludó con una sonrisa ladeada.Lucía sonrió, sus labios se curvaron con una seducción calculada mientras se acercaba a él, acortando la distancia entre ambos.—Necesito también un favor —dijo con la voz baja, pero clara—. Tu fórmula infalible, Ragnar.El hombre levantó una ceja, con un atisbo de reluctancia en su semblante.—¿Y qué gano yo con eso? —replicó, claramente no dispuesto a ceder sin algo a cambio.Ella no perdió más tiempo. Se acercó aún más, lo tomó por el cuello y lo besó con urgencia. Sus manos recorrieron su pecho mientras le desabrochaba la camisa y lo empujaba hacia la cama. En cuestión de segundos, ambos estaban desnudos. Lucía lo montó sin vacilación, moviéndose sobre él con una energía
El almacén abandonado estaba en ruinas, con las paredes agrietadas y llenas de moho. El techo tenía huecos por donde entraban débiles rayos de luz. El olor a humedad impregnaba el aire y, de vez en cuando, el crujir de alguna rata que se movía entre los escombros rompía el inquietante silencio. Ragnar, con una sonrisa lasciva en el rostro, se sentaba en un viejo barril oxidado mientras jugueteaba con una navaja de bolsillo. El metal brillante giraba entre sus dedos con agilidad, reflejando brevemente la tenue luz.—Este trabajito es de los más interesantes —murmuró—. No puedo esperar para encontrarme con la doctora Grayson. Dicen que es casi una diosa.Lucía lo miró con desdén, y sus labios formaron una línea delgada. No compartía el entusiasmo de Ragnar ni su apreciación.—No es asunto mío lo que hagas después. Solo cumple con tu parte —respondió con frialdad, volviendo la vista hacia la calle desierta.Ragnar rió entre dientes, una carcajada baja que retumbó en el espacio vacío de
La visión de Alaia, medio colgada de Ragnar con una sonrisa lasciva en el rostro, le hizo hervir la sangre. Su mandíbula se tensó al ver cómo sus manos intentaban quitarle la ropa a ese hombre, y cada fibra de su ser se llenó de una rabia irracional, de celos que no sabía cómo iba a poder controlar.Alaia frunció el ceño, mirando a Ragnar con un destello de confusión, luego se volvió hacia Nolan y una sonrisa traviesa curvó sus labios.—Oye, eres... muy guapo... y sexy —dijo, con un tono casi infantil, claramente confundida.Nolan parpadeó, atónito por la reacción de ella. La rabia que había sentido segundos antes ahora le parecía ridícula. Algo estaba mal, definitivamente mal con Alaia. No era normal verla actuar así. Su mirada cambió de la confusión al reconocimiento: tal vez había sido drogada, sin duda alguna no estaba en sus sentidos y esa manera de hablar era prueba de ello también.—Suelta a la doctora Grayson —ordenó, su tono ahora más controlado, aunque la tensión en el ai
El aire estaba cargado de tensión y Nolan lo sabía. No era una situación que pudiera explicar fácilmente, y sabía que su hermano no lo dejaría pasar. —¿Por qué estás tan lejos, Nolan? —murmuró Alaia de pronto con voz ronca—. Ven aquí... bésame.La pregunta recorrió la columna de Nolan como una descarga eléctrica y maldijo entre dientes, sabiendo que la situación ya era suficientemente delicada.Ella estaba aún sumida en los efectos de la droga, con una sonrisa traviesa en los labios.—¿Qué? ¡¿En dónde demonios estás con Alaia?! —la voz de Liam resonó al otro lado del teléfono, con tono áspero y enojado.La tensión aumentó de inmediato y Nolan cerró los ojos un momento, intentando mantener la calma. Sabía que no podía darle una respuesta simple.—Es complicado, Liam. Estamos en mi casa y… —comenzó a decir, pero el tono conciliador que intentaba usar no tuvo tiempo de calmar la situación. La llamada terminó con un clic seco, y el sonido de la línea se cortó abruptamente.—Mierda... —mu
—No estaba segura de que el hospital fuera el lugar más seguro para ella en ese estado —explicó Nolan controlado y con firmeza, a diferencia de su hermano—. Y no quería que estuviera sola, por eso la traje aquí.Liam lo miró con desconfianza, sus ojos resplandecían con furia contenida.—No fue la mejor opción, Nolan. Si la hubieras revisado en el hospital, no estaríamos en esta situación.Nolan respiró hondo, esforzándose por no responder con la misma intensidad.—No lo entiendes. Alaia salió de su consultorio actuando de forma extraña —se cruzó de brazos—. Luego me encontré con un hombre que intentaba llevársela a rastras. No había tiempo para decidir, tuve que intervenir.El rostro de Liam cambió de golpe, su preocupación por Alaia eclipsaba momentáneamente su enojo con Nolan.—¿Qué hombre? —preguntó con los ojos entrecerrados—. ¿Alguien de la manada?Nolan recordó el encuentro con aquel sujeto y el profundo sentimiento de disgusto que había sentido al verlo. —No lo sé, pero te ase