Capítulo 60.

-Estoy segura de que no notarán que no estamos por al menos un par de horas. Pueden esperar a saber que ya no hay amenaza a su manada.

Tuve que convencerlo de irnos de ahí. ¿Quién hubiera pensado que solo bastaría decirle que un montón de lobas saltarían a sus brazos en el instante en que abriera la puerta para que comenzara a moverse en sentido contrario?

Sabía que el Alfa Supremo no dejaría desprotegida a la manada, así que lo más probable era que hubiera dejado a los guardias solo como precaución porque ya había terminado con la amenaza.

Volví a meterlo a la bañera por segunda vez en un día y luego me tomé la libertad de tomar un paño, mojarlo y restregar la sangre seca de sus brazos.

Me declaraba fan de esos músculos.

Él solo se dejaba hacer.

-¿Buscas algo con esto?- Murmuró cerrando los ojos cuando pasé el paño por su barbilla.

-Heridas. Puedo ir rápidamente por algunas hierbas a la casa de la curandera y atenderlo adecuadamente. - Dije distraídamente.

Ah, menos
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