Por fortuna para todos, la manada Oso negro aceptó a los cachorros y a la loba inconsciente, por lo que el viaje no tuvo que ser incómodo por más tiempo. -¿Has terminado? - Preguntó el Alfa cuando me despedí con la mano de mis pequeños "fans" con gran alegría. Ellos me vieron feo, pero yo no les guardaba rencor. Rezaría a Nuestra Gran Madre para que cambiaran su actitud y vieran que la vida no es solo mirar con desprecio. -Si. -Bien. Los guardias y yo comeremos. - Dijo estirando la mano hacia mí. Enseguida protegí mi canasta contra mi pecho. Él bufó. -Dame dinero. Sé que tienes una pequeña fortuna gracias a mis pantalones. Incliné la cabeza. -Solo agarre algo de lo que hay en las bolsas de esos lobos. Además, dudo que le cobren un centavo... espere, ¿No me está invitando a comer a mí también? - Pregunté indignada. -Vomi, acabas de comer dos veces tu peso en pollo. ¿De verdad tienes hambre todavía? -No, pero es educado preguntar. - Murmuré sacando de mi bolsill
-¿Es sorpresa? -Pregunté mirando la mesa. Ninguno de los lobos había llegado a la parte del postre. -No. Te he pedido duraznos, tu favorito. - Dijo colocando casualmente su brazo en el respaldo de mi silla. -Me conoce taaaaan bien. - Dije haciéndole ojitos. Me incliné hacia su oido procurando no hablar muy alto, pero claramente las lobas que tenían su atención puesta en él nos estaban escuchando. -¿Después podríamos ir a otro sitio? -A donde tú quieras. Solté una risita y por fin la loba de ojos azules que se encontraba parloteando cuando llegué, se aclaró la garganta. -¿Si? - Preguntó el Alfa con voz fría mientras tomaba un pequeño tomate de su plato y me lo ofrecía. Oh, dulces verduras. Lo tomé con mi boca directamente de sus dedos. Gruñó con satisfacción y yo también lo hubiera hecho si no hubiera ya un segundo tomate cerca de mi boca. -¿Se quedarán a pasar la noche, Alfa Supremo? -Quizá. ¿Es eso un problema? El Alfa le arqueó una ceja y yo lo imité solo por d
Había escondido una cosita en mi mano que sería de utilidad.Dudaba que el Alfa Supremo se molestara por mi iniciativa. Era parte de mi encanto. Me senté sobre el estómago del Renegado e hice una mueca de asco. ¿Todos tenían que oler tan mal? Le quité la venda que cubría la parte de arriba de su pecho y solté un silbido bajo. El tipo no tenía ni siquiera fuerza como para sacar sus garras. No me extrañaba viendo que tenía un agujero; casi le sacan el corazón del pecho. -Lindo trabajo. - Murmuré. - Ahora, ¿Quieres ser bueno y decirme por qué atacaron al Alfa Supremo o prefieres ésto? Sin darle un aviso, tomé lo que había preparado con plantas y se lo puse directamente sobre la herida. No mucho, solo la cantidad mínima como para que supiera que estaba hablando en serio. El lobo puso los ojos en blanco durante unos tres segundos antes de que gritara tan fuerte que tuve que tapar mis oídos. Accidentalmente también dejé caer el frasco y algo de ello cayó en sus heridas. ¡Ups!Esp
Desperté lentamente sintiéndome verdaderamente descansada. Mi nariz se encontraba profundamente enterrada en el pecho del Alfa Supremo. Lo que me hacía preguntarme un par de cosas. ¿En qué momento se quitó la playera? ¿Por qué no me había despertado aún cuando los rayos del sol se filtraban fuertemente por la ventana? Y la más importante: ¿Podríamos ir por un desayuno rápido antes de comenzar a hacer cosas de Alfa Supremo? Lo sentí mover su mano de mi cintura y pasarla lentamente por mi brazo. -¿Por qué no te atendiste estas heridas ya que estabas en el lugar del curandero? -Porque no son importantes. Además, Rep me ha dejado peor el trasero. -¿De verdad? Levanté mi rostro hacia él y lo vi esbozar una media sonrisa. -Si. Mi culo parece ser azotado después de sus entrenamientos. Yo digo que debería de reducirle el sueldo, nadie debería de ser tan sádico. -Lo tendré en mente. Aunque no es como si ganara mucho en primer lugar. -Entonces haga que trabaje gratis.
El Alfa Supremo y yo nos acomodamos en el escritorio del tipo y revisamos las finanzas de su manada desde que heredó el puesto hasta el día de ayer. Siete largos años de registros en los que lo unico que quedaba claro era que la Luna odiaba vestir, calzar y comer como una plebeya pues la mayor parte (si no es que casi toda) la paga del Alfa y el presupuesto asignado para la casa de la manada pasaba y era gastado por sus garritas. Además de su insano gusto por la langosta, no era sospechosa de nada... aún. Ni ella ni la manada. Me estiré gimiendo por las largas horas que pasamos revisando documentos. -¿Cansada? -Nunca había visto tantos números solo para comprar zapatos. No me extraña que la loba nos vea mal; creo que al Alfa le vendría bien un segundo trabajo para mantener a su pareja medianamente feliz. El Alfa dejó sobre el escritorio los últimos papeles. -Y es por esa razón que no creo que solo le haya abierto las puertas a ese Renegado para curarlo y mandarlo lej
Le pedí que me llevara a un lugar en donde vendieran duraznos porque yo era una adicta que necesitaba mi dosis diaria y eso aligeró el ambiente. Por supuesto, no me había olvidado del tema. -Cuando tenía tu edad, mi mamá también salía cuando creía que nadie la estaba viendo. Mi sitio favorito para esconderme y espiar fue un viejo tronco que había detrás de la casa de la manada. - Dije con suavidad pendiente de nuestro entorno. No quería que oidos curiosos escucharan por casualidad. Por fortuna, el camino estaba despejado y solo un par de lobos trabajadores caminaban de aquí para allá. -¿Nunca te descubrió? - Preguntó con interés. -Por supuesto que lo hizo. Nunca he sido la más sigilosa del mundo. - Dije con una risita. - Estuve castigada por meses. Nada de postre ni jugar con mis amigos. -Mamá aún no me descubre. -Murmuró cabizbaja. - Ya no quiero que salga. -¿Por qué? ¿Te deja mucho tiempo sola? Ella negó. -Desde que recuerdo a ella no le gusta mucho estar conmigo,
-Tienes que trabajar en la parte de "sigilo", Vomi. -Susurró en mi oído. - Prácticamente les anunciaste que estabas aquí.-Le aseguro que no escuchan una mierda, Alfa. - Dije con un bufido.La loba había tardado unas buenas tres horas en salir "furtivamente" del lugar. La seguimos a solo diez minutos fuera del territorio de la manada antes de que se encontrara con un Renegado.Sorpresa, sorpresa.Ambos se escondieron en una jodida cueva y desde entonces lo hacían como conejos. El Alfa. Supremo y yo solo escuchábamos el espectáculo.De hecho estaba aprendiendo mucho sobre cómo gemir, por eso me acerqué aún más a la cueva, tenía que tomar notas porque en los últimos días yo había tenido que hacer muchos de esos sonidos.Perfeccionaría la técnica, estaba segura.-Están por terminar, debemos ocultarnos. - Dijo con un suspiro. - Después nos ocuparemos del Renegado y tendrás esa cena.-Si, señor. ¿Me desnudo ahora?-Por última vez, no es necesario... calla y escóndete.La loba salió poco de
Siguió enojado todo el tiempo que duró nuestro corto viaje a un lugar más cercano a la cueva. -¿Crees poder matar a los lobos de ahí adentro tú sola? - Preguntó en voz baja y mortal. - Me encantaría tener el placer, pero uno de los dos debe descubrir qué m****a es el campamento cuatro y, sin ofender, aún corres muy lento. -Puedo y no me ofendo. - Respondí con suavidad. Nos quedamos quietos esperando a que el lobo elegido saliera y dejara a los otros tres a mi merced. Realmente no podría con ellos en un mano a mano... aún, pero tenía un par de ases bajo la manga que no necesitaban de mí y de la sangre en mi ropa. Era nueva y ya le tenía cariño. En cuanto el lobo salió muy contento, el Alfa apretó mi hombro como despedida y se transformó para seguirlo. Después de que ambos partieron, comencé a forzar la vista para ver mi entorno. Solo necesitaba un par de ramas y una pequeña llama. Aún conservaba mi último frasco de cosas divertidas que había hecho en Thunder, así que si podía