-Estoy segura de que no notarán que no estamos por al menos un par de horas. Pueden esperar a saber que ya no hay amenaza a su manada. Tuve que convencerlo de irnos de ahí. ¿Quién hubiera pensado que solo bastaría decirle que un montón de lobas saltarían a sus brazos en el instante en que abriera la puerta para que comenzara a moverse en sentido contrario? Sabía que el Alfa Supremo no dejaría desprotegida a la manada, así que lo más probable era que hubiera dejado a los guardias solo como precaución porque ya había terminado con la amenaza. Volví a meterlo a la bañera por segunda vez en un día y luego me tomé la libertad de tomar un paño, mojarlo y restregar la sangre seca de sus brazos. Me declaraba fan de esos músculos. Él solo se dejaba hacer. -¿Buscas algo con esto?- Murmuró cerrando los ojos cuando pasé el paño por su barbilla. -Heridas. Puedo ir rápidamente por algunas hierbas a la casa de la curandera y atenderlo adecuadamente. - Dije distraídamente. Ah, menos
Mientras el Alfa murmuraba algunas disculpas a los heridos (que, por lo que entendí, habían tratado de contenerlo para que no atacara a la loba que acababa de dar a luz), mi mente divagó sobre la orden silenciosa del Alfa Supremo. Había escuchado historias, cuentos para asustar a los Alfas sobre el verdadero poder que Nuestra Gran Madre le otorgaba al Alfa Supremo, pero había creído que solo eran parte de la larga lista de "poderes" sobrenaturales inventados que rodeaban el puesto. Verlo en directo fue una sorpresa. Se decía que ellos podían emitir una orden tan poderosa que era irresistible para los Alfas. No era necesaria usarla en los civiles ya que normalmente no eran tan estúpidos como para desobedecer al Supremo y, además de todo, sería difícil ganarle cuerpo a cuerpo. La cosa del aire que había visto debió de ser producto del Alfa Supremo ordenando al lobo para que no pudiera transformarse y así tenerlo controlado... o humillado. Quizá ambas. Una buena teoría, en mi opinió
La unica solución que se le ocurrió al Alfa Supremo para evitar que el Alfa pudiera tocarme era que yo ocupara el puesto de Luna. Por supuesto di un respingo asqueada y él se rio. -No lo serás, Vomi. Solo tienes que ganarle en un duelo, declarar que eres la hembra más fuerte del lugar y luego abandonar el puesto. -¿Y eso se puede? - Pregunté con curiosidad. -Sé que no está prohibido. -Dijo encogiéndose de hombros. - El Alfa no puede tocar a ninguna Luna o ex Luna. Resoplé. -No quiero pelear contra ella. -No lo hagas, solo déjala inconsciente de nuevo. ¿Acaso no crees poder hacerlo? -Puedo, pero ¿Para qué tantas molestias? Simplemente diga que me castigará con dureza y que yo estaré muy arrepentida. -No me creerán. Ahora mismo piensan que tengo cierto favoritismo hacia ti y no seré imparcial. Lo miré negando con la cabeza. -¿Y lo tiene? - Pregunté meneando las cejas. Él Negó con la cabeza con seriedad así que suspiré. - Siento ponerlo en esta difícil situación. Bufó. -Si n
La loba hizo toda una exhibición de sacar sus garras y mostrarme los dientes. Yo solo me coloqué en el centro de nuestra arena improvisada y esperé pacientemente a que dejara de gritar todo lo que haría conmigo. Relajé brazos, piernas y mantuve la compostura Lo de usar mis intestinos como collar fue un poco asqueroso. Una imaginación muy activa. -Transfórmate, perra. - Gruñó acercándose. - Yo solo peleo con garras. -Puedes pelear como quieras. - Dije sin moverme. Ella bufó. -Tu funeral. Los lobos a nuestro al rededor guardaban silencio. No sabía si era por respeto, porque no apoyaban a su Luna o porque seguramente los sacaron de sus camas para ver esta demostración de "poder". Me inclinaba por lo último. -El duelo comienza... ¡Ahora! La loba se transformó y no perdió tiempo de atacarme de frente. Solo me moví a un lado y ella mordió el aire. Eso la hizo enojar aún más. -¡Vamos, mamá! ¡Enséñale a esa perra quién manda! ¡Es solo una vulgar zorra! - Gritó uno de sus cac
Hubo un sonido ahogado entre los gritos. Abrí los ojos y miré la pelea entre dos lobos. Uno era gris y otro marrón. -¡Joel! - Gritó la loba detrás de mí. -¡No! Pues el tal Joel no le hizo caso porque siguió peleando contra el Alfa. No fue hasta que la loba comenzó a sollozar que hice la conexión: Joel debía ser el nombre de su pareja. Miré hacia mi derecha y vi al Alfa Supremo dándole órdenes a cuatro lobos. Éstos corrieron hacia la casa de la manada. Luego el Alfa Supremo se aproximó a mí. -¿Estás herida? -No. Creo que el lobo Joel llegó a tiempo. - Murmuré señalando con la cabeza la batalla. -¿Hay que intervenir? -No. El lobo recién llegado lanzó un desafío al Alfa para proteger a su pareja. Lo atacó en el aire. - Dijo cruzándose de brazos. - Por suerte, solo tendremos que quedarnos por aquí hasta que uno de los dos muera. Somos libres de irnos después. Asentí. -¿Regresamos a casa? -No. Debemos escoltar a algunos lobos a casa antes de eso. Ambos miramos junto a la manad
Por fortuna para todos, la manada Oso negro aceptó a los cachorros y a la loba inconsciente, por lo que el viaje no tuvo que ser incómodo por más tiempo. -¿Has terminado? - Preguntó el Alfa cuando me despedí con la mano de mis pequeños "fans" con gran alegría. Ellos me vieron feo, pero yo no les guardaba rencor. Rezaría a Nuestra Gran Madre para que cambiaran su actitud y vieran que la vida no es solo mirar con desprecio. -Si. -Bien. Los guardias y yo comeremos. - Dijo estirando la mano hacia mí. Enseguida protegí mi canasta contra mi pecho. Él bufó. -Dame dinero. Sé que tienes una pequeña fortuna gracias a mis pantalones. Incliné la cabeza. -Solo agarre algo de lo que hay en las bolsas de esos lobos. Además, dudo que le cobren un centavo... espere, ¿No me está invitando a comer a mí también? - Pregunté indignada. -Vomi, acabas de comer dos veces tu peso en pollo. ¿De verdad tienes hambre todavía? -No, pero es educado preguntar. - Murmuré sacando de mi bolsill
-¿Es sorpresa? -Pregunté mirando la mesa. Ninguno de los lobos había llegado a la parte del postre. -No. Te he pedido duraznos, tu favorito. - Dijo colocando casualmente su brazo en el respaldo de mi silla. -Me conoce taaaaan bien. - Dije haciéndole ojitos. Me incliné hacia su oido procurando no hablar muy alto, pero claramente las lobas que tenían su atención puesta en él nos estaban escuchando. -¿Después podríamos ir a otro sitio? -A donde tú quieras. Solté una risita y por fin la loba de ojos azules que se encontraba parloteando cuando llegué, se aclaró la garganta. -¿Si? - Preguntó el Alfa con voz fría mientras tomaba un pequeño tomate de su plato y me lo ofrecía. Oh, dulces verduras. Lo tomé con mi boca directamente de sus dedos. Gruñó con satisfacción y yo también lo hubiera hecho si no hubiera ya un segundo tomate cerca de mi boca. -¿Se quedarán a pasar la noche, Alfa Supremo? -Quizá. ¿Es eso un problema? El Alfa le arqueó una ceja y yo lo imité solo por d
Había escondido una cosita en mi mano que sería de utilidad.Dudaba que el Alfa Supremo se molestara por mi iniciativa. Era parte de mi encanto. Me senté sobre el estómago del Renegado e hice una mueca de asco. ¿Todos tenían que oler tan mal? Le quité la venda que cubría la parte de arriba de su pecho y solté un silbido bajo. El tipo no tenía ni siquiera fuerza como para sacar sus garras. No me extrañaba viendo que tenía un agujero; casi le sacan el corazón del pecho. -Lindo trabajo. - Murmuré. - Ahora, ¿Quieres ser bueno y decirme por qué atacaron al Alfa Supremo o prefieres ésto? Sin darle un aviso, tomé lo que había preparado con plantas y se lo puse directamente sobre la herida. No mucho, solo la cantidad mínima como para que supiera que estaba hablando en serio. El lobo puso los ojos en blanco durante unos tres segundos antes de que gritara tan fuerte que tuve que tapar mis oídos. Accidentalmente también dejé caer el frasco y algo de ello cayó en sus heridas. ¡Ups!Esp