Capítulo 20.

Le expliqué lo que había dicho la agradable anciana y él miró hacia la dirección de esa manada.

-Volvamos a nuestra manada. Tengo que ir por refuerzos y tú necesitas descansar. Quizá ponerte un abrigo.

-No tengo uno. - Dije alegremente. Mientras me tomaba en brazos y comenzaba a correr por el bosque. - Y hablando de ropa, quisiera disculparme con usted, Alfa Supremo.

-¿Por qué?

-Porque he dejado una pila de ropa mojada en su oficina. Dudo que con el frío que hace en su humilde hogar su silla se encuentre seca tampoco.

-Está bien. Solo hay que secarla, no es el fin del mundo.

Ah, me agradaba el Alfa Supremo. Un lobo práctico.

Solté una bostezo y luego me volví a disculpar.

-¿Día difícil?

-Semanas. - Murmuré. - ¿Qué pasará con esa manada?

-Me presentaré de nuevo mañana y le preguntaré a los miembros si quieren seguir a su líder hacia la muerte.

Yo solté una risita. Lo decía como si hablara del clima.

-Si, me suponía que no viviría mucho más esa familia Alfa. Mi curiosidad e
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