Capítulo 144.

El día había iniciado muy bien... y ahora no estaba yendo tan bien.

Mis compañeros de manada, nuestra Dulce Madre los bendiga, nos habían apartado comida así que esos cinco divertidos minutos pude haberlos usado en su totalidad.

Para cuando el Alfa por fin llegó junto a nosotros, tenía un aspecto... confundido.

Dió algunas órdenes y nos pusimos en marcha.

Me subí a la espalda de su lobo divertida de ver su expresión perdida.

En el camino le ofrecí comida que tomó gentilmente con los dientes hasta que se terminó su ración.

-Gracias. - Dijo con suavidad y regresó a su estado meditativo.

No me reiría solo porque el lobo no sabía qué pasaba. Me pregunté vagamente si desconocía que eso podría hacerse con los pechos o si ni siquiera se le había ocurrido y ahora veía la ventana de posibilidades.

Sea lo que sea, continuamos el silencioso viaje para el que solo nos detuvimos una hora después.

Para ese momento se había recuperado lo suficiente como para no desviar su mirad
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