No encontramos el rastro del Alfa Supremo tampoco al siguiente día. La lluvia había disminuido lo suficiente como para que pudiéramos ver mucho mejor hacia adelante, pero tristemente sin éxito.Cada charco, cada par de metros llenos de lobo y troncos caídos no ayudaban en nuestra búsqueda.Ni siquiera nos dimos tiempo para dormir o comer mientras volvíamos sobre nuestros pasos y poníamos en marcha de nuevo el plan del Alfa Supremo: Formación en abanico y a buscar en cada jodida roca de nuestro camino.Nosa guiábamos bajo dos premisas:La primera, que el Alfa Supremo había desaparecido tras el rastro del grupo de Rengados que lo querían muerto.La segunda, que el Alfa Supremo había llegado hasta el grupo de Renegados que lo querían vivo.Yo rezaba porque fuera la segunda y no la primera.-Ellos dijeron que al Sur se estaba quemando un árbol y con él algo del bosque y por ese motivo se tuvieron que desviar y nos encontraron. - Dije con frotando mi cara con frustración.Había estado rem
Tres días. Pasaron tres días antes de que volviéramos a tener una pista. No es como si no peináramos el jodido bosque; incluso investigamos por encima de los árboles sin éxito. Cloe tampoco regresó en ese tiempo. No me preocupaba. Si ella quería ser un ave libre, podría serlo. Solo lamentaba que no me hubiera ayudado una última vez. Nos encontrábamos al rededor de una hoguera improvisada. El ambiente tenso no era nada que ver con las risas en nuestro territorio; cada uno estaba perdido en sus pensamientos. Incluso había escuchado susurrar a otros que lo más probable era que lo estuvieran torturando y que recibiríamos "esa" llamada pronto. Mi esperanza aún no disminuía. No es que estuviera siendo la más optimista de la manada, sino que si contemplábamos las posibilidades, creía que fuera más probable que quien quiera que lo haya capturado lo necesitara vivo. Ya lo hubieran matado de ser de otra manera. Durante nuestro tiempo buscándolo, yo no había podido dormir.
El viaje tardó al rededor de un día. Cleo solo se detuvo para cazar algo rápido antes de seguirnos guiando. -Esta área no recuerdo que la hayamos visto en nuestro camino hacia el Este. - Murmuré en los brazos de Gail. -No. - Estuvo de acuerdo. - Quizá nos desviamos porque yo tampoco recuerdo este enorme río. -Extraño. - Dije mirando nuestro entorno. - Quizá porque rodeamos aquella montaña en vez de atravesarla directamente. Ti había dicho que, en la prisa por huir de nosotros, seguramente los Renegados no habrían atravesado dicha montaña sino que prefirieron un camino menos accidentado para que siguieran teniendo ventaja sobre nosotros. Cleo simplemente pasó por encima así que eso hicimos nosotros también. O más bien Gail, yo hubiera tardado una eternidad. El río al que Gail se refería tenía un buen caudal y sospechaba que era profundo. Menos mal que Cleo no se dirigió directamente hacia allí porque parecía peligroso. Nada que ver con el dulce y helado río de nues
La cabeza del Alfa Ayax rodó por la alfombra ante los ojos atónitos de todos. -Mató... ¡Mató a su padre! - Gritó una de las lobas de mi manada que sostenía mi velo. -¡Corre! ¡El yer... yerno mató a su suegro! Los invitados corrían en todas direcciones, los gritos resonaban por toda la sala. Me sorprendió ver a mi nueva pareja sacudiendo sus garras para limpiar los restos sangrientos de ellas, por lo que me quedé quieta en un primer momento. A mí lado, mi hermana menor tembló de miedo. -¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ MATÓ A MI PAPÁ, POR QUÉ?! -Grité en cuanto me recuperé de la impresión. El me miró con una sonrisa siniestra. -¿Por qué? No hay razón, lo maté porque quise. Jeremías se lamió la sangre de sus garras sin apartar la vista de mis ojos. -Ahora te toca a ti, mi querida Luna. Di un tembloroso paso atrás, pero no había hacia dónde correr. -¡Guardias! ¡Guardias! Grité y apreté con fuerza la mano de mi hermana. Pero nadie me contestó, todo se volvió en caos. Mi
Algo húmedo corría por mi cara. Sentía el peso de algo aplastandome. Yo... podía sentir. Creo que eso era indicativo de que no estaba muerta, ¿No es así? Entonces, era tiempo de sobrevivir. Poco a poco reuní información de mi entorno sin abrir los ojos. El sonido de algo siendo arrastrado seguido de algo al ser arrojado... y más peso sobre mi cuerpo. -¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Ya están muertos! ¡Háganlo más rápido! Después de un par de respiraciones lentas que me costaron toda mi fuerza de voluntad para no inhalar como si fuera mi última bocanada de aire, abrí solo un poco los ojos. Tuve que controlarme nuevamente para no gritar. Un lobo se encontraba rociando algo sobre la pila de cuerpos en la que me encontraba. La antorcha en su otra mano me dió una idea aproximada de lo que iba a hacer a continuación. -¡Más deprisa! ¡El Alfa no perdonará la vida de los holgazanes! Giré levemente el rostro y ví a un par de mujeres y hombres de mi manada que se apresuraban a cumpli
Quizá fueron los diez minutos más largos de mi vida. Estaba tan débil que incluso mantenerme despierta era una proeza. Cada sonido, por pequeño que fuera, me ponía nerviosa y sentía el corazón salirse de mi pecho. Así que cuando la pareja llegó en sus pieles de lobo, casi me da un infarto. Abi mordisqueó suavemente mi mano y señaló hacia la entrada de la manada. -Lo siento. - Graznó con apenas voz. - No puedo moverme. Su pareja se transformó en ese instante y volvió a cogerme en brazos. -Vamos, antes de que sigan nuestro olor. Y así fue como salimos de la manada en medio de la sombra de la noche. -¿Qué... qué sucedió? - Pregunté en un susurro. Gail apretó los dientes. -A nosotros, los guardias, se nos ordenó patrullar las fronteras. Alfa Ayax dijo que estuviéramos atentos a cualquier peligro viniendo de la manada Black. - Su rostro se oscureció aún más. - Solo sus guardias personales estuvieron presentes en la unión, fue por ello que nos tardamos en averiguar qué era lo que
Abi había muerto.No sabía los detalles ya que el único que podría ayudarme se encontraba tirado en el bosque a mi lado.Las lágrimas comenzaron a nublar mi vista, pero con el peligro tan cerca de nosotros ni siquiera me animaba a maldecir.No por temor a que me encontraran a mí, sino porque no dejaría que su pareja muriera cuando ambos me ayudaron a escapar. Jamás deshonraría a mi amiga de ese modo.Traté de levantarme un par de veces y logré sostenerme a duras penas. Arrastré los pies hacia el cuerpo de Gail y luego miré lo que nos rodeaba. Tenía que escondernos de alguna forma y rezar por un milagro porque estaba segura de que no tendríamos ayuda. No había ninguna cueva, no escuchaba ningún río y no sabía a qué distancia habían encontrado a Abi. Seguí mirando a mi alrededor y llegué a la conclusión de que tendríamos que escalar un árbol y permanecer ahí hasta que Gail se despertara y me pudiera decir si había peligro.Primero tenía que despistar a los perseguidores, así que me qui
No terminamos nuestro luto porque quisiéramos, sino porque aún no nos encontrábamos lo suficientemente lejos como para estar a salvo. No creía que supieran que estaba viva, pero era mejor mantenerlos en las sombras sobre eso. Así que, por precaución, debíamos seguir avanzando. Tratamos de pescar algo para comer antes de que él se transformará en lobo y se metiera al río directamente a sacar algunos peces en su forma de lobo. -Necesitas comer. - Dijo cuando salió de ahí y me dió todos los peces. - No podrás transformarte si te encuentras débil. ¿Ya decidiste nuestra ruta? No podemos seguir corriendo a ciegas. Asentí. -Hay una manada en los límites del continente que… -¡¿Qué?!, ¡¿Quieres ir a Colmillos de Sangre?!, ¡¿Has perdido tu mente, mujer?! Me encogí de hombros mientras clavaba en un trozo de madera uno a uno los pescados. Su reacción era de esperarse. Colmillos de Sangre era, por mucho, la manada más siniestra y sangrienta del Continente. No por nada era el hogar del Alfa