Capítulo 137.

Decir que no estaba nerviosa era una mentira.

Si, yo había comenzado (de nuevo) una situación caliente con esperanza de sacar por fin lo que nuestros cuerpos no podían negar: Una tensión sexual enorme.

Y aún así, al ser mi primera vez estando desnuda y en una situación en la que no me lanzaban piedras, no podía evitar cierto nerviosismo a pesar de mi bravuconería.

La lengua del Alfa hacía cosquillas extrañas que iban directo a mi centro y me hacían retorcerme placenteramente.

Sus ojos se oscurecían cada vez más y mi instinto me pedía someterme a todos sus caprichos para calmar a su bestia que despertaba poco a poco.

Tomó mi otra pierna y repitió el proceso de morder mis rodillas, lamer y volver a morder.

Estaba muy feliz de haberme dado un largo baño el día anterior en la corriente del río cercano a nuestro campamento en nuestro camino hacia aquí.

Cuando terminó con mis rodillas subió por mi cuerpo. Asechando como el depredador que era.

Llegó a la altura de mi cara y
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