-Tengo una teoría. - Dije cuando nos alejamos de la manada. Escuchamos de fondo a Ti comenzar a repartir las guardias. -¿Sobre qué? -Sobre el ataque a nuestra manada y la repentina desaparición de los Renegados. Miró en mi dirección alzando las cejas. Seguimos caminando hasta llegar a lo que creo que era la casa en mejor estado del lugar. Dentro solo había una pequeña mesa con tres sillas, un armario y una cama enorme. Me guió a la mesa y nos sentamos en los extremos. -Dime tu teoría. - Dijo antes de comenzar a comer. -Usted come muy poco. -Quizá. ¿Tu teoría? Yo le sonreí de lado. -Estaba pensando un poco en mi condición. - Dije cruzando mis brazos sobre la mesa. - No contemplaría el ataque a nuestro territorio como si hubiéramos sido víctimas de la traición en nuestras filas porque... bueno, prácticamente lo idolatran.Alzó sus cejas.-¿A mí?-A usted. Y que no se le suba a la cabeza, pero creo que es un muy buen líder. Quizá el mejor Alfa entre los Alfas, ¿Quién n
-¿Todo tranquilo, Ti? - Pregunté acercándome al grupo. -Si. Ha decir verdad, no creo que los Renegados ahora mismo vengan por nosotros, seguramente ellos estarán más ocupados escondiendo sus colas por un tiempo. Justo mi mismo pensamiento. Habían pasado tres días enteros en los que dejamos descansar al Alfa Supremo. El pobre debía de estar muy agotado porque ni siquiera se movió cuando salí de la cama y estampé mi cara contra el piso. O cuando regresé y jalé sus brazos intentando que despertara para comer. Era como una jodida roca gigante que no se movió ni un centímetro. No había una mejor definición de muerto para el mundo. Me preocupé un poco y puede que haya ido por refuerzos. Dichos refuerzos solo se burlaron de mí; al final solo me dijeron que el Alfa podía estar tres o cuatro días enteros así cuando estaba agotado. -¿No recuerdas que tardó en despertar cuando casi lo matan? - Preguntó Ef rodando los ojos. - No había estado durmiendo muy bien en la última semana, dejémoslo
Dejé al Alfa mirándome intrigado mientras yo iba a conseguirle bocadillos nocturnos. Encontré a Cleo posada en la rama de un árbol cercano y me acerqué. -Hey, guapa, ¿Crees que podrías cazar un poco para el Alfa? Debe tener mucha hambre y no sé si esos bribones le dejaron algo al pobre. Cleo se fue y yo me dirigí hacia nuestra fogata. Quedaban un par de peces en la olla en la que cocinaron antes, así que solo los tomé y regresé con el Alfa. Calmada. Sin hacer ruido. No vaya a ser que despierte a mis pobres compañeros cansados. Regresé y vi al Alfa sentado en la silla en la que había estado trabajando en las últimas horas. Le di la comida y me senté frente a él. -Me alegro de que haya despertado. -Dijiste que me despertarías en unas horas, ya se ha hecho de noche. - Murmuró tomando el primer bocado. -Lo intenté, pero usted tiene el sueño muy pesado. - Dije divertida. - Sin embargo es cierto, ha anochecido. Lo dejé terminar de comer antes de tomar su mano para llevarl
A la mañana siguiente me despertaron un par de maldiciones y gruñidos. Abrí los ojos y me encontré con la mirada divertida del Alfa Supremo. Se encontraba sentado en la silla del pequeño comedor con los pies y brazos cruzados. Bostecé un poco. -¿Es hora de irnos? -Si. - Me observó salir de la cama y sentarme en la silla frente a él. - ¿De verdad escogiste flores diferentes para todos? -Ah, eso. - Dije encogiéndome de hombros.- Tal vez... o tal vez solo no sé dibujar muy bien y esa solo es la misma flor. Se echó a reír y se levantó para acercarse a mí. Tocó suavemente mi mejilla. -Me gustas. Vamos, te he esperado para ir a desayunar y que puedas observar tu obra. Después tenemos que irnos a investigar algunos puntos en el mapa. -... Si, Alfa. - Dije a su espalda mientras se alejaba. Quizá no había escuchado bien ya que él actuaba malditamente tranquilo mientras yo era una maraña de emociones adolescentes. Sacudí mi cabeza y decidí que lo mejor era solo fluir.
Me levanté lentamente y lo miré con curiosidad. Cleo saltó del tronco y comenzó a volar, así que me distraje solo un segundo. Un segundo en el que me vi de pronto entre los brazos del Alfa. -¿Alfa? - Pregunté insegura aferrándome a sus hombros. -Liam. - Susurró. -¿Qué? -Mi nombre es Liam. Vaya. Traté de recordar si había escuchado su nombre antes y me avergoncé al llegar a la conclusión de que había besado y dormido (no de forma sexual) con un lobo cuyo nombre no conocía. ¿Eso me hacía ser una chica fácil? Su cabeza descendió lentamente hacia la mía y dejé de preocuparme por cómo se vería esto. -¿Tres días y se les borrará eso de la cara? -Quizá cuatro. Es la primera vez que experimento con ello. - Dije en voz baja. -¿Me va a castigar por eso? Sonrió lenta y perversamente. -Ciertamente no puedo permitir que a mis lobos los humillen de esa forma, pero como ya les he dicho, lo tienen merecido. -Es bueno saberlo. Una de sus manos abandonó mi espalda y apa
El sitio al que llegamos yo suponía que había sido el territorio de alguna manada hacía un tiempo. No era extraño encontrar restos de manadas perdidos a mitad del bosque; con todas las guerras y cambios en los últimos cientos de años, se veían los restos de nuestra raza repartidos por diferentes partes. Sin embargo, el territorio parecía que tendría menos de una década de ser abandonado antes de que los Renegados llegaran para usarlo. -Vomi, pon a tu ave a volar sobre la zona. Quiero que nos avise si cualquier cosa viene en nuestra dirección. El resto, los quiero investigando cada rincón del lugar. -Si, Alfa. Dejé de jugar con mis labios aún saboreando al Alfa y me concentré en investigar junto a mis compañeros. Al haber sido testigo de lo que eran capaces allá detrás de la montaña, no me sorprendió realmente el encontrar algunos cadáveres esparcidos por el lugar. Lo que si era sorprendente fueron las ropas de las víctimas: No parecían sacadas de un basurero. ¿Conclus
Ninguno de los Renegados quiso hablar hasta que el Alfa tuvo unos minutos con ellos; para cuando volvimos a verlos estaban un poco sangrantes y más cooperativos. Una lastima que no supieran una m****a. Solo eran un pequeño grupo "nuevo" que no estaba relacionado con los grupos más grandes. Y solo les creímos porque nadie mentiría cuando tiene las garras del Alfa a centímetros de su hombría. El pequeño interrogatorio nos tomó un par de horas, así que decidimos cazar para comer algo rápido antes de seguir nuestro camino. Mientras tanto, el Alfa me había apartado para gruñirme un poco. Resulta que había llegado un par de segundos antes de que el lobo fuera directo a mi cuello y no le gustó que fuera tan, y cito, "jodidamente descuidada". Me sorprendió que pudiera sermonearme, partir dos árboles jovenes, unirlos en forma de cruz y colgar a uno de los lobos sin siquiera apartar sus ojos furiosos de mí. Entonces me dijo que tenía que demostrarle que no había estado perdiendo sali
Los chicos habían dicho que había un pequeño riachuelo hacia el Norte así que me dirigí hacia allí y me senté en una roca cuando lo encontré. Cleo chilló y encontró una rama cercana para posarse. -Gracias chica, aprecio la compañía. - Murmuré abrazando mis piernas. No me arrepentía de todo lo que había dicho. Me mantendría firme en mis convicciones, no abusaría del débil. Papá estaría decepcionado. Cerré los ojos y recordé cómo aprendí esa lección. -Tu destino es ser una Luna. - Dijo papá sin levantar la vista de los documentos que estaba revisando. Me citó en su oficina aquella mañana y pensé que era para felicitarme por mi cumpleaños número siete. - A partir de mañana vendrás a mi oficina y te enseñaré a llevar nuestros libros contables. Puedes retirarte. Como la pequeña cachorra que era, no pude evitar sentirme triste y pensar que papá no me quería. Si podía tomarse dos minutos para entrenarme, ¿No podría tomar un segundo para felicitarme? Los lobos de