«Es hora de sacar todas tus cartas y ponerlas sobre la mesa para empezar el juego. Lisandro, permíteme asegúrate que no la tendrás fácil con Camila.»—A diferencia de lo que puedas pensar, te llevaré a donde me pidas, Camila —indicas con tranquilidad, ya sabes por cómo te mira cuánto te desea. Es prácticamente un juego ganado, al menos eso crees.—Entonces quiero ir a mi casa —dice ella, molesta. Aunque está muy excitada, no soporta la idea de estar con alguien que quiera controlarla.Ya tuvo a Cristian en el pasado para aprender de para eso. Ahora solo va a hacer lo que quiera cuando lo desee, y es algo que, como no la conoces, te sorprende. Camila resulta un reto para ti, está más que claro.Te acercas con la excusa de ayudarla a acomodarse el cinturón, y le dices al oído que estás seguro de que debajo del vestido hay una parte de ella que está deseosa de tenerte nuevamente. En realidad, temes que tus artilugios no funcionen con ella, aun así, lo intentas. Deseas a esta mujer tanto
Caminan en silencio hasta el ascensor. Tocas el timbre para llamarlo. Le miras, pero parece ignorarte. ¿Se está arrepintiendo?, te preguntas preocupado. Cuando estás a punto de preguntarle algo para verificar que aún están en sintonía, el ascensor llega. Una vez dentro, te acercas a ella y acaricias su entrepierna. Camila se sorprende, esperaba que primero la acariciaras o le besaras en los labios. Aun así, el beso llega a sus labios, pero de una manera primitiva, depredadora, de tu parte. La arrinconas contra la puerta del ascensor para tocarla de manera más provocadora. Está preocupada de que alguien suba y los encuentre de esa manera tan íntima, pero, pese a eso, no puede pedirte que te detengas, ya que en parte le gusta. Al abrirse la puerta, ya están en tu departamento completamente excitados por la previa.En ese momento, viene a ti una conversación que tuviste con Nicolás.—¿Estás seguro de meter a Camila en esto ya? —te había consultado él.Tu hombre de confianza, el que sabe
Subes por el ascensor sosteniéndote la cabeza, preguntas te perturban.¿Qué estás haciendo con tu jefe?¿Por qué no puedes volver a casa y olvidarte de él?¿Por qué no puedes sacarlo de tu mente?¿Qué le está pasando a tu racionalidad?Te das una ducha y te acuestas en tu cama a dormir un rato. Durante la tarde te dedicas a ordenar tu departamento. Aunque Cristian no está, necesitas poner en orden tus muebles. Algo que siempre postergas porque a él no le gustaba que cambies las cosas de lugar.A eso de las cuatro de la mañana te despiertas. Tienes insomnio, por lo que te pones a escribir tu tesis. Esa semana casi no ves a Lisandro en la oficina porque tienen un juicio cerca. Él no te llama ni te manda un mensaje, por lo que tú tampoco¿Qué vas a decirle?Quizás ya ha terminado lo que han tenido y todo va a volver a la normalidad. Algo de eso te genera angustia, pero no sabes por qué. Entiendes que con personas como Lisandro es normal que solo sean encuentros furtivos.El sábado siguie
Al final, terminas por comprar la falda negra con corte en la parte baja de la cola, la cual te llega a las rodillas. Llevas una camisa sin mangas blanca, un conjunto de ropa interior color carne para que no se transparente tu camisa, y unos zapatos negros con tacones de aguja.—Su novia se ve muy elegante —dice la vendedora.—Se ve preciosa —dice Nicolás, pero al ver qué esperas que aclare su relación, continúa—. Aunque ella es solo mi colega.—Perdonen, no quise… —se disculpa la empleada, avergonzada.—Está bien. No te preocupes —le dices para que la chica no se sienta mal—. Tendría suerte de salir con alguien como él.Después de decir eso, los dos salen de la tienda sonriendo. Nicolás se siente muy feliz al escucharte hablar así. No es que él piense que sientes algo por él, pero lo has dejado bien parado pese a pedirle que aclarara la situación. Cuanto más te conoce, más se sorprende. No es que esté mal que saliera con alguien como tú, pero para él, casi diez años de diferencia es
El lunes, apenas llegas al trabajo, ves que todos parecen ocupados. Nicolás no está, al igual que el doctor Cuartuco. Por un lado, eso te deja más tranquila, ya que no tienes ganas de verlo después de lo que pasó el fin de semana. Eso te ayuda a relajarte un poco y te permite dedicarte a transcribir algunas cartas, documentos y a llevarles café a todos. Cuando termina el día, solo quedan tres de tus compañeros, además de ti. Uno de ellos se ofrece a llevarte a casa, pero en ese momento llegan Nicolás y el doctor Cuartuco.—Señorita Fernández, a mi oficina —dice tu jefe, parece molesto.El hombre se impone con solo mirarte, peor si encima habla. Miras a Nicolás y él te hace una señal positiva. Los demás se van después de despedirse.—¿Doctor? —preguntas al entrar a su oficina. Te sientes extraña por volver a quedar a solas con él.—Siéntese, por favor —dice él de manera más relajada y espera a que le hagas caso—. Estará al tanto de que mi secretaria se tomará licencia por maternidad a
Estás destrozada y arrepentida por lo que ha ocurrido con Lisandro. No solo porque te acostaste con tu jefe, sino porque no puedes olvidarlo. Por otro lado, fuiste poco profesional al renunciar después de haber recibido la capacitación; pero él saca lo peor de ti.Al llegar a casa le escribes a tu amiga Guadalupe para decirle que al fin renunciaste y que quieres beber una copa con ella. Salen esa noche a un club nocturno al que suele ir ella y por primera vez en mi vida me siento deseoso de acercarme a hablar con una chica cuando te veo. Yo he venido con unos amigos, los cuales, al parecer, conocen a Guadalupe.—Ella es mi amiga, Cami —te presenta—. Renunció a su empleo hoy, así que debemos ayudarla a celebrar.—¿renunciaste? —pregunto mientras los demás conversan con tu amiga, no puedo sacarte los ojos de encima, pero tú no pareces notarlo.—¿Tu color de cabello es natural? —me preguntas para evitar el tema.—Bien, no hablemos de trabajo. Sí, soy alvino —te explico y sonríes, me agra
Por primera vez en mucho tiempo, te sientes como un desgraciado. Tu madre seguramente te tiró de la cuna cuando naciste y recién ahora estás empezando a ver los efectos de las secuelas. ¿Por qué le dijiste eso a Camila?, te preguntas durante toda la semana.Tienes ganas de golpear a alguien, estás muy frustrado. Saliste de la oficina hecho trizas. Nunca pensaste que una niñita como ella pudiera sacarte de esta forma. Siempre has cuidado los modales y tratado de estar calmado cuando sales con alguna de tus empleadas. Aun así, no sabes por qué no pudiste soportar verla coquetear con uno de sus compañeros.Te pasaste toda la semana pensando en llamarla y finalmente lo haces. Como era de esperarse, no te atiende. Seguramente está muy ofendida, y con razón, ya que has sido un desgraciado. El trabajo no te basta para distraerte, así que una noche invitas a Ámbar y su amiga Ángela a tu departamento.—Debes dejar de trabajar y conseguir a una chica que te mime un poco más, terminarás enferman
Lisandro empieza a quitarte la ropa mientras tú le haces lo mismo. Te lleva contra la mesa y hace que te apoyes en ella. Intenta poseerte con su boca, pero ha sido un día muy caluroso y te sientes incómoda con esa idea, ya que no te has duchado todavía. Solo por eso no se lo permites. Para tu tranquilidad, parece conformarse con jugar con sus dedos en tu interior mientras besa tu torso desnudo.Lo has extrañado. Desde el primer día que te fuiste de la empresa, has deseado verlo. Ahora que no es tu jefe, tal vez podría pasar algo entre ustedes, piensas por momentos. Y aunque le has dicho que no quieres ser una más, a veces eso no te importa y solo deseas verle para que él haga lo que quiera con tu cuerpo desnudo.No significa que te has olvidado de lo ocurrido, ni de cómo te ha tratado. Pero el deseo es más fuerte. Lo carnal se vuelve una necesidad que sola no logras satisfacer y que te angustia imaginar hacerlo con alguien más.Por su parte, Lisandro baja por tu abdomen e intenta volv